miércoles, 29 de diciembre de 2010

“Dispositivos de urgencia en el hospital y los 4 discursos propuestos por Lacan” * - Última parte


*Por Silvia Sassaroli  (Psicoanalista – Miembro de la EOL y de la AMP – Docente de la UBA – Psicología e la Práctica profesional “Clínica de la urgencia”; trabajo presentado como Clase Concurso JTP Clínica de la Urgencia)

Volviendo al caso:

1 - Podemos reconocer al discurso amo encarnado en los médicos que venían registrando signos pero no lograban significarlos, buscaban las causas de su padecer y fueron pudiendo descartar, a partir de sus saberes lo que no era. El agente de este discurso es el saber y el producto el diagnóstico de enfermedad o de no enfermedad. Lo que resulta interesante es que no lo derivan a Salud Mental en la serie de un servicio más buscando la causa de su progresiva invalidez sino para que se le trate la depresión.
Es necesario destacar que gracias al Hospital y sus reglas enmarcadas dentro del discurso amo el paciente fue atendido y estudiado y finalmente derivado a Salud Mental donde pudo ser escuchado más que auscultado y pudo revelarse esta identificación con el difunto al que le sobraba una pierna.

2 - Articulando con el discurso del amo tenemos al objeto a como agente del discurso analítico encarnado en quien conducía la entrevista dirigiéndose a un sujeto suponiéndolo dividido y portador de un saber oculto, saber no sabido decía Freud, hasta darse la emergencia del producto de este discurso en el S1, “sobraba una pierna”, habla de un exceso al decir sobraba y alude directamente a una falta que desnuda su propia división.

3 – Discurso de la histérica: “Sólo me faltó Ginecología. Pasé por todos los servicios.” Ilustra el discurso de la histérica que viene dormida hasta que despierta desnudando su propia división. Diría que este paciente y desde una nada inicial pudo empezar a histerizarse en la entrevista misma, titulada de urgencia.

4- Discurso universitario: Parte de un saber como agente y es mi transmisión como docente en la Universidad lo que hace que el caso mismo nos enseñe generando nuestra propia división, la de estudiantes y profesores.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

“Dispositivos de urgencia en el hospital y los 4 discursos propuestos por Lacan” * - Cuarta parte

*Por Silvia Sassaroli  (Psicoanalista – Miembro de la EOL y de la AMP – Docente de la UBA – Psicología e la Práctica profesional “Clínica de la urgencia”; trabajo presentado como Clase Concurso JTP Clínica de la Urgencia)

En principio hay una urgencia institucional, de los médicos y servicios que se venían derivando al paciente sin poder diagnosticarlo. El paciente en sí no estaba viviendo algo insoportable que lo haya empujado a consultar, ya se había acostumbrado a vivir sin caminar y a comer cada vez menos.
 ¿Qué es un discurso? Para Lacan todo discurso implica un sujeto del enunciado y uno de la enunciación que no necesariamente coinciden, es una secuencia de signos ordenada diacrónicamente para manifestar un pensar o un sentir. Distingue 4 elementos de los cuales uno de ellos ocupa la delantera y será el agente que definirá de qué discurso se trate y en torno al cual se organizarán los otros tres. Estos 4 elementos son:
1 - El S1, el significante como tal en conexión a una cadena significante señalada por el S2, que es otro de los elementos y en conexión con el $ (sujeto barrado), sujeto de la enunciación del discurso de que se trate, sujeto representado por el S1 ante el S2. Un sujeto es lo que representa un significante para otro significante. O también un significante es lo que representa al sujeto para otro significante. Este sujeto sólo puede aparecer representado por un significante porque no puede ser jamás presentado  y necesitará ser representado. Por esto a ese S1 Lacan lo nombra también significante amo. Y finalmente el 4° elemento, el objeto a en su relación con el sujeto dividido. Pues la división subjetiva arroja un resto inasimilable, indecible, núcleo de goce.
                                                                    S1       

                                                 S/                                   S2       
                                              
                                                                      a
Las fórmulas de estos 4 discursos son modelos que no responden exactamente a ningún discurso real, existente. Así que conviene tomarlos como puntos de referencia y en ningún caso caer en juicios de valores proponiendo alguno de ellos como el ideal. Por el contrario son interdependientes y ninguno se sostiene sin la existencia de los otros 3.
1 - El discurso amo es el primero presentado por Lacan y es el más cercano al discurso médico y sin él el signo quedaría reducido a una simple señal portadora de alguna supuesta información pero sin posibilidad de ser significada.  Para convertir ese signo en un significante lo relaciona con otros significantes, con datos clínicos para hacer surgir alguna significación. El médico que porta un saber, infiere un orden articulado de esos signos convirtiéndolos en significantes que generalmente se traducen en diagnósticos. El discurso del amo supone una identificación del sujeto por un significante amo que prohíbe el goce.
2 - El discurso amo fue ubicado como primero por la primacía del significante, del S1 como elemento fundante de todo discurso pero lo relevante para la práctica psicoanalítica es justamente el discurso psicoanalítico que ubica al objeto a como índice del goce y en el lugar del agente de este discurso. El deseo de analista causará el decir de quien consulta apostando a la emergencia de su división subjetiva.
3 - El discurso universitario es una prolongación del discurso amo, privilegia la cadena significante y por ello su agente es S2, es el discurso constituido como saber. En la universidad se enseña un saber adquirido de los maestros o amos. Pero esto no es puro pues no siempre se leen a los maestros de primera mano sino que se organizan sus enseñanzas siempre de manera sesgada. El saber se vincula con los bienes de goce. La división del sujeto será el producto del saber constituido. Tanto profesores como estudiantes quedan divididos ante el saber.
4 - El discurso de la histérica surge a partir del saber constituido. El sujeto queda oculto bajo la cadena significante creada por el discurso del amo, la histérica se significa a sí misma a través de sus síntomas. Se dirige al amo, generalmente para cuestionarlo. Aspira a producir un saber.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

“Dispositivos de urgencia en el hospital y los 4 discursos propuestos por Lacan” * - Tercera parte

*Por Silvia Sassaroli  (Psicoanalista – Miembro de la EOL y de la AMP – Docente de la UBA – Psicología e la Práctica profesional “Clínica de la urgencia”; trabajo presentado como Clase Concurso JTP Clínica de la Urgencia)


Tomaré un caso de admisión que se presta para que articulemos además del discurso amo y el psicoanalítico, el discurso de la histérica y el universitario: 

El caso:
Llega al consultorio un hombre de 70 años en silla de ruedas traído por su esposa. Pasan ambos y dice ella que lo mandan del servicio de oncología porque lo veían en riesgo por su depresión y que ya ni comía, acompaña sus dichos con una orden de dicho servicio que dice: “Atender con urgencia, Depresión”. Agrega que hace casi 2 años que le vienen haciendo todo tipo de estudios y que aún no detectan ninguna afección diagnosticable.
Le pregunto a él qué creía que le estaba pasando y dice que se jubiló hace 3 años y al poco tiempo empezó con dolor e insensibilidad alternativamente en una pierna y luego en la otra pero que últimamente ya era en ambas y fue dejando de poder caminar.
Como había hablado del haberse jubilado pregunto por ese momento y refiere que fue un alivio total porque venía presenciando irregularidades en el cementerio del que era subdirector, aclara que la dirección era un cargo político y que él venía haciendo su carrera administrativa y el tope era su cargo, el de subdirector. Dice que estas irregularidades y hasta ilícitos le generaban estrés pero que no podía actuar. Le pido un ejemplo de alguna situación de estrés y responde que eran muchas y que ya ni se acuerda de nada en particular. Insisto con todo el tacto posible buscando algún detalle diciéndole que ya recordará algo. E inmediatamente dice “¡Me acordé de algo que pasó!”
Vienen los deudos de un fallecido hacía muchos años reclamando porque habían levantado la parcela asignada y mostrando todos los recibos de pago de la misma. Figuraba en los libros como impaga, se había cometido un error o una avivada de los que revendían parcelas. Nuestro paciente en cuestión dispuso que recuperaran los restos que ya eran esqueleto y lo restituyan en su lugar. “El yerno del difunto quiso verificar y no sabe lo que pasó doctora! ¡Sobraba una pierna!”
Al escucharlo no pude evitar que apareciera como un flash en mi cabeza la imagen de un esqueleto con 3 piernas, y pregunto cómo fue eso a lo cual responde que el difunto era amputado y lo habían presentado con 2 piernas.
Le digo: “así que sobraba una pierna”. “¿Tendrá que ver esto con sus piernas, 1° una y después la otra?” Se sorprende y larga una carcajada casi jubilosa, acerca su silla al escritorio y cruza con ayuda de sus manos una pierna sobre la otra al tiempo que dice: … “Y pensar que recorrí todos los servicios del hospital, sólo me faltó Ginecología”.

En este caso ¿hay urgencia? Si la hay, ¿De quién? 

miércoles, 8 de diciembre de 2010

“Dispositivos de urgencia en el hospital y los 4 discursos propuestos por Lacan” * - Segunda parte

*Por Silvia Sassaroli  (Psicoanalista – Miembro de la EOL y de la AMP – Docente de la UBA – Psicología e la Práctica profesional “Clínica de la urgencia”; trabajo presentado como Clase Concurso JTP Clínica de la Urgencia)

Este momento de la civilización, de la civilización hipermoderna, hace que el sujeto llegue a nosotros en su desamparo. Viene suspendido en la cadena significante, con un efecto de perplejidad frente al hecho que hoy generalizadamente, también, se llama trauma.  Este mundo sin punto de capitón es lo que conocemos como la época del Otro que no existe, del Otro que ha estallado en pedazos. Un sujeto en que el sentido queda suspendido, donde lo real irrumpe sin el ordenamiento que proveían en otra época las Identificaciones estables al Otro, al Padre, a la ley.
El Hospital estaba y está organizado como toda  institución en base a reglamentaciones y normas y en consecuencia está habitado por el discurso amo, discurso amo que por tratarse de la institución hospitalaria también llamamos discurso médico. La participación de analistas en hospitales en él hizo que se empezara a producir un valioso entrecruzamiento de discursos, siendo el discurso analítico el que vendría a interpretar el espacio hospitalario, y resultando decisivo la aplicación y eventual transgresión de las reglas. La guardia, la preadmisión, la admisión y la interconsulta son dispositivos hospitalarios en los cuales comparten un espacio y un tiempo psiquiatras y psicólogos,  sean éstos analistas o no, reciben las consultas y evalúan si hay o no urgencia, si hay riesgo para sí o para terceros y actúan en consecuencia.
Al tomar los discursos lacanianos para abordar estos dispositivos podremos interpretar una cantidad de hechos del marco hospitalario que de otro modo, si fuera el discurso médico el único punto de referencia nos quedarían en la sombra y sin posibilidad de extraer un saber, un saldo de saber sobre la práctica clínica del psicoanálisis en nuestros días, saber que nos permite enriquecer así el psicoanálisis todo y apuntalar su porvenir.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

“Dispositivos de urgencia en el hospital y los 4 discursos propuestos por Lacan” * - Primera parte

 
 
*Por Silvia Sassaroli  (Psicoanalista – Miembro de la EOL y de la AMP – Docente de la UBA – Psicología e la Práctica profesional “Clínica de la urgencia”; trabajo presentado como Clase Concurso JTP Clínica de la Urgencia)

Desde estos 4 discursos intentaremos leer los dispositivos de urgencia en el hospital, lo cual implica hacer una lectura psicoanalítica de la institución hospitalaria.
La urgencia que nos incumbe es la urgencia subjetiva que para ser calificada tal requiere una construcción y ésta depende de la posición de quien escucha. Consideramos como urgencia una ruptura aguda en la continuidad en que transcurre la vida de un sujeto. Sujetos que quedan así fuera de la cadena significante que los amarraba y fuera del Otro.
 Si desde el vamos incluyo a quien recibe la que retrospectivamente será sancionada como urgencia es porque todo dispositivo de atención y tratamiento se arma en torno a la posición del receptor de la consulta. La actualización de nuestra práctica y nuestras teorizaciones en función de una época actual que empuja a gozar con sujetos que suelen llegar a las guardias sin punto de capitón y en la cual prolifera la alienación del sujeto a significantes Amo  y que reparten la población en categorías tales como adictos, anoréxicas, bulímicos, depresiones, etc . que constituyen los bautizados “Monosintomáticos” por los italianos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Última parte

* por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil.

Y alguien haría muy bien en preguntarse cómo se determina la verdad en el transcurso de un psicoanálisis, si, como afirmamos, ella es por definición soberana, y tiende a realizarse por la propia fuerza de su lógica interna. Lo interesante es constatar que es el sujeto mismo quien experimenta la convicción de que algo en su decir ha llegado al sitio de la verdad. Lo siente en tanto la verdad lo sorprende, lo divide, y suspende al menos por un instante el sentido de su discurso, desgarra la envoltura de sus convicciones, consigue conmover los cimientos de sus creencias. La verdad es una revelación súbita, aunque se tome tiempo para presentarse en la palabra. Durante muchos años atendí a un sujeto que desde su infancia se caracterizaba por la mentira compulsiva. Como en la famosa paradoja de Zenón, el paciente se presentó ante mí diciendo “Miento”. ¿Cómo distinguir en su discurso la verdad de la mentira?  La respuesta me vino al cabo de un tiempo, cuando comprendí que el único esfuerzo que debía realizar para establecer esa diferencia era no hacer ningún esfuerzo. Nada de lo que el paciente (este o cualquier otro) nos relata es apriori verdadero o falso. Es en la deriva de la palabra donde el sujeto tropieza de golpe con la verdad, que se le impone desde el inconsciente, haciéndole decir lo que no esperaba, produciendo una subversión en la intención de su discurso, incluso en la intención mentirosa. 
Pero conviene tener en cuenta que la verdad no posee por sí misma una virtud metamórfica, esto es, que su sola presencia no basta para cambiar a un sujeto. Se requiere algo más, una cierta sensibilidad a la verdad que es ya una propiedad ética del ser hablante, una propiedad que no constituye una dotación universal, y que remite a una decisión que cada uno toma por su cuenta, una decisión cuyo mecanismo y origen no puede determinarse, pero que juega un papel fundamental en el desarrollo de una cura, y me atrevería a decir que en el desarrollo de una vida. 
Por último, quisiera insistir en un punto que ya he mencionado, y que sospecho constituye un punto de partida, y también de llegada, que un analista y un periodista pueden compartir: el anhelo de que la verdad traiga consecuencias, y no se reduzca a un mero testimonio. Numerosas veces la historia nos ha presentado ejemplos de verdades que hubieran debido producir profundas conmociones, y que sin embargo no dieron lugar a nada. También el sujeto  particular dispone de mecanismos que le permiten renegar de la verdad, de reconocerla y al mismo tiempo desmentirla de un modo perverso o cínico, y estos mecanismos pueden actuar de idéntica manera en el plano colectivo. No es necesario citar ejemplos de un “Sabíamos pero no queríamos saber”, porque son de sobra conocidos. La ilusión ilustrada de una humanidad que abrazada a las premisas de la razón avanza  de forma inexorable hacia la verdad, ha sufrido una terrible derrota. No por ello renunciamos a los valores de la Ilustración, pero desde Freud estamos un poco más advertidos de que la verdad no está sólo hecha de luz, sino  también de algunas oscuridades. 

miércoles, 17 de noviembre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Sexta parte




* por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil. 

Si me interesa destacar este ejemplo, es porque desde luego se trata de algo completamente distinto a la manipulación intencionada de la verdad, como fue el caso de las tristemente célebres armas de destrucción masiva del régimen de Sadam Hussein, o la conocida campaña que un importante sector de los medios españoles viene llevando a cabo para persistir en la tesis de que la ETA estuvo involucrada en los atentados del 11-M. Es interesante contrastar ambos ejemplos, puesto que nos da una idea de que la ética también puede ser concebida desde el ángulo de la respuesta a la verdad. El pueblo norteamericano no se mostró demasiado desconforme cuando la prensa le reveló por fin la perversa manipulación de la verdad realizada por la Administración Bush. Al gobierno español, en cambio, su intento de disfrazar la verdad le supuso la derrota electoral. Dos respuestas diferentes, cuyo contraste nos sirve para determinar que el conocimiento de la verdad no es en sí mismo suficiente si ello no trae consigo consecuencias, es decir, si lo real no resulta conmovido.
¿Cuál es el peligro que vemos surgir cada día más como resultado de la democratización de los medios de comunicación, de su alcance cada vez más universal, comenzando por la televisión hasta llegar a internet, una fuente infinita de acceso a la información? Que todo lo que se lee, se oye y se mira, sea tomado como verdad. Más aún, que el rebajamiento progresivo de la posición crítica por parte de los sujetos conduzca a un desvanecimiento de la verdad, a un mundo en el cual ya no importe realmente saber qué cosa es verdadera y cuál no lo es, porque sea indiferente, o porque en las reglas de la vida virtual la distinción entre lo verdadero y lo falso deje de existir. ¿Es esto posible, o es una nueva exageración, como el artículo de Adrian Turpin? Posiblemente sea una advertencia desmedida, pero que conviene tener en cuenta. Al menos los ideólogos de internet no han pasado por alto este problema, y se debaten sobre cómo establecer criterios de veracidad sin contrariar el principio del acceso universal y la gratuidad de los contenidos. Los responsables de Wikipedia, que pretende ser la mayor enciclopedia que jamás haya existido, toman una serie de recaudos para asegurar la verdad de sus artículos, y someterlos al juicio crítico de lectores expertos. Pero este ejemplo es una pequeña gota en un océano de información imprecisa, cuyas posibilidades de control ni siquiera es seguro que sea deseable. He aquí el problema: quién determina lo que es verdad y lo que no lo es, cuando sabemos muy bien que todos los que se proclaman amos de la verdad conducen a lo peor. El absolutismo de la verdad puede ser tan nefasto como su degradación, por eso conviene no pretender que se la puede decir toda.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Quinta parte

* por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil.

Vayamos a un ejemplo:
El 1 de abril pasado el suplemento del Financial Times publicó un reportaje titulado “Not tonight, darling, I’m on line” (“Esta noche no, cariño, estoy conectado”) en la que Adrian Turpin investiga las consecuencias que la adicción a la pornografía en internet puede tener para la vida sexual de las parejas reales. Las consecuencias que extrae el autor del artículo son alarmantes. Según sus cálculos, el acceso casi ilimitado de internet a la pornografía produce una dependencia adictiva instantánea equivalente a la del crack, lo que supone una peligrosa disminución de los contactos sexuales reales, con serios riesgos futuros para el mantenimiento de los niveles de natalidad necesarios para la subsistencia de la especie humana. ¿Cómo está construido este reportaje? Por supuesto, al estilo moderno, consistente en utilizar un mecanismo que de entrada conmueva los resortes identificatorios del lector: el relato de una historia individual, en este caso la de Michael, un hombre apesadumbrado y culpable de pasar más tiempo con imágenes de mujeres que con su esposa real. Michael no es presentado como un pervertido, sino todo lo contrario. Es un hombre corriente, como millones de hombres, que ama a su mujer y está preocupado por las consecuencias que sus pecados virtuales puedan tener sobre su matrimonio. La virtud del artículo consiste en elegir como protagonista a alguien que podría ser cualquier hombre, y con el cual todo hombre podría sentir una empatía. El paso siguiente, como es habitual en la mecánica de estos artículos, es la de presentarnos la opinión de psicólogos y psicoterapeutas  asombrosamente experimentados desde hace décadas en esta clase de problemas, y que sacan a relucir cifras y porcentajes que el lector no tiene más remedio que aceptar, si está dispuesto a seguir la lógica del artículo y sus conclusiones. Tampoco faltan los testimonios de las víctimas, en este caso las mujeres, que declaran que sus maridos adictos a internet pretenden realizar con ellas actos a todas luces degradantes, y eso si hay suerte, puesto que muchas otras se sienten totalmente abandonadas en el plano sexual.
Si damos crédito al artículo, las conclusiones son terribles: internet es un importante factor que pone en peligro la vida sexual de los seres humanos, al menos la de los matrimonios o parejas de hecho. No tenemos ninguna razón para suponer que la historia de Michael no sea cierta, del mismo modo en que podemos confiar en que las declaraciones de algunas mujeres y de unos cuantos “expertos” no se proponen  faltar a la verdad. No obstante, al menos si uno no forma parte de ese sentimiento colectivo del pecado que caracteriza a la sociedad anglosajona, percibimos que hay algo en el artículo que no se adecúa a la verdad, y es precisamente su pretensión de universalidad. No obstante, la lectura del reportaje  nos deja la impresión, una vez más, de que la verdad es un grandioso movimiento de la palabra independiente de cualquier intención de decir la verdad. Todos los testimonios de los adictos a la pornografía que son invocados allí coinciden en afirmar que cada vez buscan algo más, y que de los pechos grandes pasan a los culos grandes, y de los dúos a los tríos y de los tríos a las orgías colectivas, y aún así, a pesar de pasarse horas y horas enganchados a la red, sólo consiguen una cosa: aumentar su insatisfacción. Esa es, en definitiva, la verdad que, sin proponérselo, el artículo nos revela: que en la vida humana toda búsqueda de la felicidad se ve malograda por una imposibilidad interna a la sexualidad misma, y que ninguna mujer, ni siquiera esa mujer a la carta que puede solicitarse en internet,  nos asegura el acceso a una satisfacción plena. Otra conclusión a la que el psicoanálisis ha podido llegar en lo tocante a la verdad, es que ella siempre nos sorprende, porque rebasa la intención del sujeto, quien incluso cuando pretende mentir puede acabar diciéndola.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Cuarta parte





* por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil. 


La concepción psicoanalítica de la verdad se sostiene en una premisa fundamental, que no podemos perder de vista en ningún momento. Tomemos el ejemplo de un esquizofrénico paranoide que asegura haber descubierto una trama nacional, dirigida por los psiquiatras del  hospital en el que ha sido ingresado, y dedicada a introducir opiáceos en los alimentos con el fin de mantener drogada a la población española. Si intentásemos convencer al paciente de la falsedad de esta aseveración delirante, y lo quisiésemos contrastar con la “realidad”, nos encontraríamos con una férrea resistencia. Para el enfermo, su delirio constituye una verdad, y el psicoanalista la acepta como tal en la medida en que sabe que una verdad es una formulación particular, que sólo se sostiene en tanto vale para un determinado sujeto, y que no posee un alcance universal. Por el contrario, al menos en el campo de la subjetividad, toda pretensión de universalización de la verdad puede traer consecuencias perversas, incluso atroces. Todo el mundo sabe que con presuntas verdades podemos fabricar falsas realidades, o al menos podemos manipular la realidad, algo que sucede a menudo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Tercera parte

* por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil.


¿En qué se apoya esa confianza en la verdad? En una suerte de fecundo malentendido, consistente en que aquel que nos demanda su ayuda cree que poseemos la verdad que le falta. Somos para él un sujeto supuesto saber la verdad, y esa suposición juega un papel fundamental en el proceso del análisis, un papel que denominamos transferencia. Probablemente sea una disposición mental análoga a la que un lector mantiene con su periódico. Lo lee porque le atribuye la virtud de decir la verdad. En definitiva, en ambos casos la verdad se apoya en una creencia. A su vez, nuestra misión como analistas es ir demostrándole al paciente poco a poco que el auténtico sujeto supuesto saber  la verdad es él mismo, es decir, que la clave de la verdad está en él, en su inconsciente, y le ayudamos a descifrarla.
En este punto es ya interesante situar otra diferencia. Es evidente que para buscar la verdad, el análisis sólo dispone de los dichos del paciente. Los hechos, a los que supuestamente esos dichos se refieren, sólo pesan en tanto han sido incorporados a la palabra, es decir, interpretados por el paciente conforme a ciertas claves que forman parte de su subjetividad. Que un hombre, pongamos por caso, descubra en cierto momento de su análisis  que su dificultad para acercarse a las mujeres proviene del temor que le infundía su padre, no significa que esto haya tenido lugar en los hechos. Si esto es verdad, lo es en un terreno que Freud denominó el de la realidad psíquica. Allí, el enunciado “mi padre me infundía temor” tiene un valor de verdad, aún en el caso en que el padre del sujeto haya sido un ser absolutamente inofensivo.
Freud necesitó un tiempo para comprender esto. Al comienzo, creía en los hechos a los que remitían los relatos de sus pacientes, hasta que dio un paso trascendental, que cambió por completo su concepción de la verdad, el paso de reconocer que la verdad tiene una estructura de ficción. Decir que la verdad tiene estructura de ficción no supone rebajar la verdad al rango de un elemento ficticio. Una ficción es una construcción del lenguaje que posee una lógica propia, basada en sus propias leyes. Al igual que en un relato aceptamos las reglas de la verdad que el mismo nos impone, y estamos dispuestos a dar por verdadero que el protagonista vuele por los aires o vea a través de las paredes como si tal cosa, el psicoanalista sabe que la ficción que desde el inconsciente gobierna la vida de su paciente posee una gravitación análoga a la que los hechos físicos pueden tener sobre la naturaleza, es decir, que produce efectos reales. Algo es para nosotros verdadero en la medida en que sus consecuencias son reales, aunque se trate de una ficción. Si para el hombre de nuestro ejemplo es verdad la ficción de que su padre lo atemorizaba, lo es en la medida en que esa creencia ha contribuido a determinar una inhibición que es real. Y nosotros tenemos la comprobación de que el sujeto ha podido alcanzar una verdad de su inconsciente cuando eso le permite tocar una parte de lo real. Es, sin duda, una diferencia importante con respecto al modo en que el periodismo debe encarar la verdad, como algo que necesariamente debe estar refrendado en los hechos, aunque dejaré en manos de mi compañero de mesa el determinar si este principio se cumple. En el fondo, y esto es algo que imagino que los analistas, los periodistas y los historiadores compartimos, los hechos no son puros y objetivos. La invención de la fotografía aportó un elemento invalorable para la posibilidad de “fijar” los hechos. Ya no nos limitamos a leer sobre una batalla, sino que podemos ver la batalla en imágenes que en la actualidad nos son proporcionadas en tiempo real. Aún así, sabemos que una fotografía o un vídeo es una forma de encuadrar la mirada, y que la mirada puede variar según el ojo que mira. Por lo tanto, incluso el más sofisticado mecanismo de registro de los hechos no deja de ser una interpretación, lo que supone una mediación del lenguaje, y por lo tanto cualquier idea de objetividad absoluta resulta una pretensión ingenua, cuando no reaccionaria. Esto no significa en modo alguno negar que los hechos existen por sí mismos, que los muertos de una guerra son reales, más allá de cualquier interpretación que de su muerte pueda hacerse. Pero a partir del momento en que de eso se testimonia, el acontecimiento queda cautivo de una significación que lo atraviesa, lo moldea, y lo retransmite como representación. Incluso el testigo más fiel, como puede ser una cámara de filmación, nos está dando precisamente eso: una visión.

miércoles, 20 de octubre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Segunda parte

 * por Gustavo Dessal . Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil. 

En la mayoría de los casos, un sujeto acude a un psicoanalista por estar afectado de alguna suerte de malestar que entorpece su vida. Desde las primeras entrevistas solemos percibir que el sujeto tiene lo que podríamos llamar una intuición sobre la existencia de una verdad. Él está imposibilitado de saberla, puesto que la causa de su padecimiento es inconsciente. Pero si la persona en cuestión reconoce que su problema no tiene una raíz orgánica, no está dispuesta a conformarse con medicamentos,  experimenta el deseo de hablar y de ser escuchado, y está de acuerdo con que las palabras pueden conducirlo a algún lugar, entonces no hay duda de que presiente algo fundamental, incluso aunque al principio sea incapaz de expresarlo, presiente que en algún lugar existe algo que habrá de revelarse, algo que es distinto a lo que él conoce de sí mismo. Incluso con mucha frecuencia el presentimiento se asocia a una cosa que, en el fondo, no se está tan seguro de querer descubrir. Saber la verdad, he aquí una elección a la cual el ser humano jamás puede confrontarse sin experimentar alguna clase de vértigo o vacilación, cuando no es el caso de un absoluto rechazo. Más allá de que todo psicoanálisis está jalonado por una serie de obstáculos que Freud denominó resistencias, cualquier psicoanalista puede distinguir desde un comienzo entre el sujeto que se halla decidido a buscar la verdad, y aquel otro que prefiere escabullirse puesto que sólo ha venido para reasegurarse en los fantasmas con los que justifica su existencia.

miércoles, 13 de octubre de 2010

PERIODISMO Y VERDAD* – Primera parte




*por Gustavo Dessal. Nacido en la Argentina, reside en Madrid desde 1982, donde ejerce una práctica analítica privada. Es AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y coordinador del Nuevo Centro de Estudios de Psicoanálisis del Instituto del Campo Freudiano. Ha publicado más de un centenar de artículos en España, Inglaterra, Francia, Argentina y Brasil.
(Intervención en la ELP-Madrid, 19 de mayo de 2006)

Poco después de haber aceptado la invitación a participar esta noche en una conversación sobre el tema de Periodismo y Verdad, comprendí que mi respuesta había sido un tanto irresponsable. Mis conocimientos sobre periodismo no van más allá que el de cualquier lector de periódicos, y las opiniones personales que pueda yo tener sobre esta materia no creo que  sean de interés para nadie. No obstante, si a pesar de todo, y con los debidos ruegos de indulgencia por parte de ustedes, he decidido asistir a este debate, es porque soy psicoanalista, lo cual significa que cada vez que la palabra verdad es invocada, no puedo menos que sentirme concernido. Por lo tanto, en honor a nuestro invitado de esta noche intentaré dar algunas indicaciones sobre el significado del término verdad en psicoanálisis, con el propósito de averiguar hasta qué punto esta forma de abordar la verdad presenta o no alguna concordancia con el modo en que la práctica del periodismo, noble oficio a pesar de quienes se dedican desde dentro y desde fuera a desprestigiarlo, cumple con su objetivo fundamental, que es el de informarnos.  ¿Sobre qué? He ahí la cuestión, y dejo de momento en suspenso la respuesta, en el bien entendido de que mi compañero de mesa tiene mejores conocimientos para contestar sobre este punto.
De entrada, se impone una distinción ineludible, aunque al mismo tiempo tan enorme, que apenas sirve para establecer una primera repartición del problema. El psicoanálisis se ocupa de una verdad que sólo puede concebirse en tanto privada. Con independencia de que en algunas circunstancias restringidas un caso clínico pueda darse a conocer, siempre con los debidos recaudos y disimulo de los datos, o que el psicoanalista pueda transmitir a otro un historial clínico con el fin de solicitar su consejo,  se trata de una verdad que está siempre amparada por esa atmósfera secreta en la que el analizante y el analista se reúnen para llevar a cabo esa experiencia en la que consiste un psicoanálisis.

Sobre "El peso de la tentación" *

*por Ana María Shua (Escritora Argentina)

Luego de la lectura del libro de Ana María Shua, El peso de la tentación, el Aperiódico Psicoanalítico contactó a la autora para preguntarle cómo fue que se puso a escribir sobre esta temática, y de qué manera decidió cuáles serían las características centrales de la novela, en cuanto al argumento y al tipo de abordaje. Amabilísimamente, recibimos este texto por respuesta.

Es difícil para un escritor entender sus propios “cómo” y “por qué”. Sobre todo los “por qué”. Aunque nunca fui obesa, la cuestión de comer o no comer siempre estuvo muy presente en mi vida personal.
En mi novela "El peso de la tentación" se cuenta la historia de un grupo de personas encerradas en un centro de adelgazamiento que utiliza métodos extremos y pesadillescos. Nunca estuve en un lugar así. De toda la novela, lo que es rigurosamente autobiográfico es la historia clínica de la protagonista: fui a todos los médicos, tomé todas las pastillas, siempre en lucha contra mi voracidad y tendencia al descontrol. Mi hermana era, igual que yo, una gordita dietera, hasta que hace treinta años se fue a vivir a Estados Unidos. Allí, la ausencia de presión social contra los gordos, tan deseable desde cierto punto de vista y tan peligrosa desde otro ángulo, le permitió convertirse en una mujer de 105 kg. con 1,52 m. de altura. Varias veces bajó más de treinta kilos, varias veces los volvió a subir.
A pesar de que la cuestión está presente constantemente en cada instante de mi vida (estoy siempre arrepentida de lo último que comí y pensando en lo próximo que voy a comer), no me parecía adecuado para una novela. Traté de resistirlo. El tema de los gordos no es prestigioso, no parece adecuado para escribir Gran Literatura, los gordos son ridículos, son cómicos, son objeto de burla. Ningún actor de tragedia podría ser gordo, un gordo es visto por la sociedad como una especie de payaso siempre en funciones. En cierto modo era un desafío y después de muchas dudas (pero uno no elige tanto lo que escribe) me decidí a encararlo.
Me preguntan mucho acerca de mis investigaciones. En general, fueron sobre mi propio cuerpo. Pero además, años de participación en grupos de gordos me hicieron conocer experiencias ajenas. Todo esto sin haber sido jamás una auténtica gorda, pero cada día, cada hora, cada minuto luchando por no serlo.
Desde otro punto de vista, a mí me interesa mucho escribir sobre grupos de personas en una situación de encierro, y sobre las relaciones de la gente con una autoridad injusta, ante la cual algunos se someten y otros se rebelan. Este tema de fondo reaparece en casi todas mis novelas. La medicina y la relación sado-masoquista entre médico y paciente también están presente en muchos de mis otros libros.
Creo que El peso de la tentación no sólo tiene que ver con la obesidad, sino, en general, con todas las adicciones. El abordaje psicológico de la adicción es útil desde el punto de vista del individuo, pero insuficiente desde el punto de vista de la sociedad. La droga no entra por demanda, entra por oferta. Todo tipo de droga. La comida no es una droga, pero sí lo es el comer demás. La industria alimentaria mundial necesita colocar sus productos a toda costa y la consecuencia es la epidemia de obesidad que se expande por el mundo entero, incluso entre los países más pobres: la obesidad en la pobreza es un hecho real y bien conocido por los investigadores.
Y dando un paso atrás, con más perspectiva, creo que El peso de la tentación es una novela acerca de la libertad y del libre albedrío. Como narradora, no tomo partido. En lo personal, no creo que entregarse inmoderadamente a la adicción sea una forma de libertad. Es la represión la que nos hace humanos. Tampoco estoy de acuerdo con los métodos coercitivos que intentan reemplazar la voluntad. Pero ceder nuestra libertad a otros no es menos riesgoso que cedérsela a una pizza grande. ¿Cuál es la solución? Soy una escritora de ficción, no es mi misión encontrar soluciones, sino plantear preguntas.

(Artículo publicado en el "Aperiódico psiconanalítico")

miércoles, 6 de octubre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Última parte




* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

El obeso parecería ubicarse en una posición infantil, de aceptación a la demanda
estragante del Otro sin titubear, en el que la deseo queda reducido a la necesidad,
transformándose en objeto de goce, sujetos que no pueden hacer ninguna experiencia de la falta, ni en el sentido más simbólico (separarse del Otro, desear) ni en relación al vacío del estómago (el del obeso está siempre lleno). Las soluciones fallidas por cierto, al problema de la obesidad con cirugías, dietas o estudios científicos de tipo bioquímico, fracasan justamente al no tener en cuenta su dimensión psíquica, el sujeto rebajado al estatuto de objeto de la ciencia.
Es importante poder pensar por qué, dentro de un contexto social que empuja al
consumo excesivo, unos sujetos eligen la comida, otros las drogas y otros rechazan todo consumo. La relación del sujeto con la comida y con su cuerpo depende de su relación con el Otro, con la falta, el deseo y el goce. No se puede abordar seriamente el tratamiento de un problema vinculado a la alimentación y al cuerpo desconociendo lo que concierne a la subjetividad. Una paciente obesa, de 53 años en sus dichos da cuenta de esto:
“Mi madre me prohibía comer todo lo que a ella no le gustaba, y me hacía comer cosas grasosas que yo terminaba tirando cuando podía, sino me lo comía, no podía decir que no, es lo que me pasa ahora” “Me casé y me liberé y empecé a comer todo lo que quería y nadie me decía nada, comía a escondidas”. “Dormí hasta los 5 años de la mano de mi madre, nació mi hermana y volé, me soltó”.
Para ésta paciente, anudarse a un hombre que no le dice nada, como salida a la relación con este Otro infernal, fue una salida muy precaria.
Sólo en la medida en que el sujeto obeso pueda hacerse responsable de su posición podrá comenzar a cuestionar algo de esa plenitud que lo ahoga.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Cuarta parte

* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

¿Cómo se hace entonces para adelgazar?
“Quiero adelgazar” dicen los pacientes cuando arriban al tratamiento. Vienen de una cronicidad de dietas y de repetidos intentos de perder peso. Van de tratamiento en tratamiento buscando ayuda; buscando la DIETA y es así que con la dieta insostenible se boicotean los tratamientos. La dieta falla y la persona falla, se generan sentimientos de inutilidad y baja autoestima.
Que la dieta es el OBJETO DE FRACASO hacia los tratamientos. “Me dieron una dieta la colgué en la heladera, la seguí una semana y luego me canse”, “comía todo lo de la dieta, todo diet y luego me comía todo como si no me importara nada.” Se esta a dieta o se esta rompiendo la dieta estas son las dos modalidades que se maneja un dietante crónico. Se agota de tantos tratamientos fracasados, se desmotiva de tantos intentos de cambio fallido.
Adelgazar o bajar de peso no debe ser la prioridad. Porque cuando mas piensa que necesita bajar de peso menos lo logra. El bajar de peso viene acompañado con un cambio en el pensamiento y en la conducta. ¿Las dietas engordan? Sí, y es comun ver que personas obesas que siguen dietas terminar con un peso corporal mayor a las personas que nunca hicieron dietas.
El tratamiento alimentario basado en la recomposición del orden alimentario sin la
imposición del el concepto de dieta los libera del peso que marca la balanza. El peso corporal solo es un reflejo de la ingesta alimentaria. El control sobre lo que se come en oposición al descontrol de lo que pesa.
El no proporcionar una dieta establece un orden. ¿Como se puede pensar en cambios de la conducta, del estilo de vida si se comienza con una dieta? Reaprender a comer en un estilo sustentable; que rico lo que comí, lo valoro, lo hablo, lo elogio, lo registro, lo comparto. Por eso en nuestro tratamiento es libre de dietas y hacemos hincapié en el cambio de hábitos, en una alimentación sana, placentera, sin prohibiciones y en una vida activa incluyendo al ejercicio físico como base de la recuperación. Llenar espacios con otros intereses que no sean la comida.
Si la anoréxica “come nada”, el obeso tiene una boca que no termina de llenarse nunca. En ambos casos el sujeto hace un uso muy particular del alimento, transformándolo en un objeto de goce. El obeso es un sujeto que queda capturado en las redes de la demanda del Otro, en la dialéctica del consumo. No puede rechazar lo que el Otro le ofrece (al contrario que la anoréxica), lo cual implica decir no a su propio lugar como sujeto del deseo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Tercera parte

* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

El estar a dieta implica:
PROHIBICION cuando se pone a dieta se prohíben alimentos. La represión forzada trae aparejado un quiero comer más. Todo lo que se prohíbe se anhela, todo exceso se vivencia como infracción. Eliminar totalmente de la dieta ciertos alimentos, como los dulces, por ejemplo, y desearlos constantemente durante ese lapso. “Quiero adelgazar para poder comerme todo.”
DEPRESION cuando se abandonan los carbohidratos se produce en el cuerpo una alteración en un neurotrasmisor de la felicidad llamado serotonina que esta involucrado en la regulación del apetito. La baja de serotonina deprime, ¡el antitesis del gordito feliz! Por otro lado, se produce una ilusión de adelgazamiento porque los carbohidratos arrastran cuatro veces su peso de agua y al no ingerirlos ocurre una pseudodeshidratación que se restablece una vez que se incorporan otra vez en la alimentación.
DESBALANCE NUTRICIONAL. Si la alimentación es desequilibrada se pueden
ocasionar carencias de minerales, de vitaminas y otros nutrientes importantes. El gordo puede y suele estar desnutrido. Desnutrido por las inadecuadas selección de alimentos, por comer masivamente en los atracones, por repetidas dietas. Desnutrido de deseo????
PRODUCTOS DIETETICOS. Las dietas van acompañadas casi siempre por la ingesta de alimentos diet, bajo en calorías, hipograsos, reducidos en azúcar, etc. Estos alimentos juegas una encrucijada psicológica y muchos piensan que se pueden comer libremente. El hacer dieta puede alterar la actitud con la que normalmente se relaciona una persona con la comida. Los dietantes habituales se relajan y comen más cuando se ofrecen productos dietéticos y hasta pueden comer el equivalente o mas del mismo producto no dietético. Se puede llegar a comer un paquete de galletitas de salvado, gratificación no permitida con galletitas blancas. Nadie adelgaza comiendo light, diet, sugar-free, sin colesterol. El autoengaño del rótulo Light hace pensar que no engorda y en realidad es que tiene un significativamente inferior número de calorías. Se sacan las grasas se aumentan las proteínas y se terminan teniendo las mismas calorías.
EFECTO ATRACON Cuando se esta a dieta se experimenta un efecto de supresión del apetito, se toma la decisión de ir en contra de las señales de hambre y saciedad lo que ocasiona una desregulación del apetito. La cabeza dice una cosa y el cuerpo otra, es una lucha constante. “Y ya rompí la dieta…” El efecto es un comer compulsivo después de la restricción. De la dieta al atracón, en tanto impulsión que aparece al no poder responder a esa demanda, es ahí donde puede precipitarse la caída de la escena (pasaje al acto) como objeto que asegura la verdad del Otro.
EFECTO YO-YO característico del dietante crónico. “Me pongo a dieta, bajo de peso, como de mas, subo de peso, me pongo a dieta.” Los cambios de peso producen desequilibrios metabólicos, cambios en los niveles de colesterol, azúcar y otros en sangre y con sus posibles enfermedades asociadas. La restricción continua de alimentos conlleva a una mayor sensación de hambre, que además es constante, y el saldo es inevitable: volver a comer con culpa, y recuperar el peso perdido, y a veces incluso, algunos kilos más. Es lo que conocemos como "efecto rebote".

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Segunda parte




* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

La dieta ofrece control. Persiste un intento de ordenamiento y del hacer algo simbólico como la dieta de la luna, la de la sopa, la dieta de emergencia del verano. Se ponen una fecha límite, se agenda la consigna: lunes dieta. Ordenan en lo simbólico algo que es de otro orden, ¿intento de cernir lo real? Sin generalizar, y siguiendo la pauta “del caso por caso” muchos pacientes psicóticos son obesos, cabe la pregunta entonces, si la obesidad, en estos casos es un intento de suplencia, un intento de anudamiento, un sinthome?, ubicada en lo que el psicoanálisis lacaniano concibe como psicosis ordinaria, o estamos
en el orden de la debilidad mental? En donde el cuerpo del sujeto y su madre es uno, sin intervalo significante, congelamiento, holofrase S1-S2 (significante amo-saber), y como consecuencia no hay estatuto de síntoma sino más bien del orden del fenómeno psicosomático, recorte real del cuerpo, rechazo al inconsciente.
Hacer dieta denota renunciar al placer que brinda una comida que nos gusta. Hacer dieta significa renunciar al goce. ¿Y qué mas me puede dar la vida si me quitan el goce?
Podría pensarse entonces la dieta como un intento de acotamiento de ese goce autista, goce mortífero del obeso, goce cuya cede privilegiada es el cuerpo, que al ser atravesado por el significante, lo separa y lo vuelve cuerpo de deseo, que los objetos plus de goce, semblantes del objeto a - ese resto caído de la operación en la que el sujeto es atravesado por la castración en su relación al Otro-, es que estos objetos intentan recuperar ese goce perdido.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Primera Parte

* por la Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela del "Centro El Colibrí"

La cultura actual esta plagada de oferta de dietas, de tratamientos, de formas de adelgazar, de drogas que reducen el apetito, de ejercicios etc. Acumular, poseer, tener, son valores actuales de la sociedad que ENGORDAN. El gordo esta mal visto, esta en fuera de moda, en desuso. Frecuentemente considerado un vago que busca soluciones rápidas, mágicas y efímeras como una dieta.
Y el gordo se ocupa, consume tratamientos y consume dietas. La dieta trascurre, la grasa perdura. Estar a dieta es un estado no un habito perdurable. Pasar de un estado a otro: de comer nada a comerse todo. El otro extremo de la dieta es la indulgencia. Si hay creencia de dieta existe su polaridad la voracidad, la impulsión y la compulsión, lo desanudado de la pulsión, una sustitución que hace la comida, al síntoma. Por eso es tan difícil hablar de moderación en estos casos.
Ayunar durante varios días o comer muy poco. Comer Nada. La versión anoréxica, ese comer nada, “ese apetito de muerte”, fijación de goce, goce opaco, silencioso, como intento fallido de preservar su deseo ante el estrago materno, cuerpo hecho falo…un poco flaco, pero falo al fín. Ya sabemos con la clínica actual, las consecuencias de la carencia de significación fálica y no solo al modo de las psicosis, síntomas opacos que no demandan interpretación, siendo pura repetición al Otro.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Sexta entrega

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)

2.3 La química del amor femenino



Hace ya algunos años escribí ¿Por qué los hombres son como son? libro en el que intenté situar ciertos ejes de la sexualidad masculina que determinan el malentendido de los sexos a partir del ensañamiento de los hombres con el falo (elemento central de los desajustes con el Otro sexo, pivote del rechazo al goce femenino en nombre de la castración). Hoy, luego de haberle dedicado a la empresa un segundo volumen1, nunca imaginé que esa pregunta –encarnada tradicionalmente como queja por las mujeres- encontraría su respuesta desde las neurociencias.


A través de una resonancia magnética nuclear se habría detectado que la amígdala del cerebro es uno de los centros primarios de la actividad emocional; pero esto no es todo, ya que a partir de aquí se afirma que las emociones tendrían género, pues se habría corroborado que la mayor presencia de oxitocina en las mujeres que en los hombres las encausa a ellas decididamente hacia el amor (especialmente en las madres, ya que es una hormona más activa en ese estado).


Deberíamos entonces responder que los hombres ‘son como son’ a causa del predominio de testosterona y –aquí viene la novedad–, especialmente por su escasa capacidad para emplear la otra hormona de referencia, la oxitocina, abanderada química de la liberación química femenina del nuevo siglo. A los hombres les faltaría lo que las mujeres producen sin inhibición (como sí lo harían los hombres con la oxitocina, inhibida por la testosterona).


Hace algunos días los periódicos han publicado, alarmados, índices crecientes de daños cardíacos producidos en las mujeres de nuestro país a causa de su agitado nivel de vida. Al mismo tiempo, algunas experimentaciones dicen haber comprobado que ‘las caricias y los abrazos cumplen una función terapéutica en el corazón de la mujer’, literalmente.


Aquí también –como no imaginarlo– es la oxitocina la encargada de bajar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. Ergo, hay que abrazarse más, lo que lleva a una indicación orientada desde la industria del comportamiento: conseguir partenairees (masculinos o no) que las abracen más.


Ahora comprobemos otras cualidades terapéuticas y funcionales atribuidas a la nueva panacea química, supuesta base real de la industria del amor aplicadas al género femenino: ‘estrechan el vínculo entre madres e hijos’; nos hace ‘mejores personas, más confiadas y confiables; pero, atención, sobre todo ayudaría a que las mujeres logren partenaires estables, ya que esta hormona: lograría ‘determinar el partenaire sexual por su capacidad de estimular a las mujeres para formar vínculos emocionales fuertes’.


Se desprende una ideología del amor, reintroducida por la química del sexo: desde influir en la elección del partenaire, hasta controlar el amor-pasional limitando sus efectos contingentes (ya que se sabe que la durabilidad es pautada).


Pero aún hay algo más, salida especialmente dedicada para aquellas mujeres que no han tenido demasiado éxito en la elección del partenaire sexuado, ya sea por desinterés o por neurosis: se habría demostrado que ‘shopping y sexo dan la misma satisfacción’ . Mis queridas señoras, señoritas, por si no lo entendieron aun: si no tienen partenaire tienen tarjeta de crédito. El shopping las espera; y -él sí- no las va a defraudar.


Pero por esta vía volvemos a encontrarnos, nuevamente, en el reino de los semblantes, deslizándonos –ahora de un modo canallesco– en una nueva de lo real.

miércoles, 25 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Quinta entrega





*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


2.2 La industria de la economía del comportamiento nos hará inhalar confianza



Hoy sería posible, a partir de la neuro-economía (audaz cruce de la neurobiología con la economía) que la ciencia ‘mire’ el cerebro como quien mira lo que sucede en una empresa. ¿Para qué? La respuesta es obvia: por supuesto, para identificar las conductas de los consumidores e incidir sobre sus hábitos. ¿Y de qué manera?


De un modo extremadamente simple: veamos el primer efecto de la industria aplicada a la economía del comportamiento. Se dice que se ha comprobado que la substancia de la confianza es producto de una hormona: la oxitocina1. Por ello se ha llegado a idear un spray nasal que aumentar僘 鼠a confianza en los otros�(sic.), al par que disminuir僘 粗l sentimiento de peligrosidad causado por los extras� Al respecto no sabemos si de un modo irico o asertivo, nuestro conocido Antonio Damasio ha llegado a proponer dar ese tratamiento a los mitines para tranquilizar a las masas, infundi駭doles por un suculento roc卲 atmosf駻ico lanzado a escala masiva la confianza que la argumentaci pol咜ica no pudo o no supo administrar (supongo que algunos de uds. podr僘 estar pensando que tendr僘mos de este modo resuelto el problema del lazo asociativo, no so en la tensi campo-gobierno, sino -tambi駭- en nuestra Escuela, ya que bastar僘 con rociar la sala con oxitocina para distender las tensiones especulares y promover la confianza en el colega).


La oxitocina, hormona empleada como técnica de mercadeo serviría para ‘aceptar riesgos sociales que surjan de las interacciones personales’ (sic.). En una palabra, la aplicación de esta substancia contribuiría a la confianza –por ejemplo– del inversor, es decir, del consumidor; mientras que si generalizáramos este principio, nos encontraríamos, nada más ni nada menos, con un fundamento hormonal del lazo asociativo. El instinto gregario freudiano no tendría por causa la indefensión natural de la cría humana que conduciría a una nostálgica dirección al padre y a elaborar sus complejas relaciones con él, sino que el simple y automático empleo de una hormona nos ligaría al semejante, sin más ni menos.


Comprueben que ya podemos extraer de aquí un fundamento químico del amor sin manifestación alguna de subjetividad: con el empleo de la oxitocina resolveríamos el problema social y sexual de un solo golpe (perdón, de una sola aplicación).

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Cuarta entrega

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


Comprobemos algunos de esas consecuencias en algunos casos ejemplares.


2.1 Lo efímero de la pasión y su tratamiento


¿Cuánto dura la atracción sexual en una pareja, cuánto tarda en extinguirse la pasión?


Como bien saben –o se imaginan– los que se formulan esta pregunta ya saben la respuesta: la pasión ya los ha abandonado. Por eso cuando la interrogación es re-introducida por la ciencia en nombre de la química sexual debemos suponer que la neuro-economía y sus técnicas de mercadeo están vislumbrando alguna aplicación redituable.


El principio de partida consistió en afirmar que las investigaciones realizadas demuestran que la atracción sexual por el ser amado se debe a la coexistencia de tres neuro-transmisores: dopamina, noradrenalina y serotonina. La primera conclusión llevaría a afirmar que la pasión de una pareja dura entre uno y tres años (los dejo que cada uno haga sus cuentas). Y la conclusión propiciatoria del remedio que vendrá es muy simple:


Para extender la durabilidad de una relación pasional…hace falta confianza.


Ahora bien, ¿cómo y dónde se consigue confianza?

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Tercera entrada

Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?”  (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


2 - EL AMOR QUÍMICO SE COTIZA EN EL MERCADO


En otra oportunidad1 me referí a las paradojas del consumo y clasifiqué las conductas del consumidor en torno de tres respuestas subjetivas: tontos, cínicos y canallas.


Siguiendo la enseñanza de Jacques Lacan identifiqué a los tontos en su función de individuos de masas, aquellos que creen en el Otro ciegamente, objetos manipulables dispuestos a la medida del mercado. El mercado, promotor de la identificación de los consumidores para formarlos obedientes a sus leyes, consumidores amalgamados previamente por la publicidad para determinar sus comportamientos, programados a la medida del individuo universal ‘globalizado’ a partir del ‘Todos consumidores’: todos iguales, homogéneos, es decir, objetos a ser consumidos por el mercado.


Eric Laurent demostraba recientemente cómo, en la aplicación de una regla, de cualquier regla, se encubre una elección de goce: es decir, que en el intento de regular los comportamientos universalmente (ley, regla, norma o procedimiento) se contrabandea el goce de su aplicación. Una regla nunca dirá el goce que cifra en las condiciones de su aplicación: la gula del super-yo siempre acecha entre líneas.


Por eso la canallada define muy bien tal aplicación de leyes en nombre del mercado (recordemos que Lacan caracteriza al canalla como aquél que, sabiendo de la inexistencia del Otro, se aprovecha y ocupa ese lugar vacío, transformándose él mismo en el Otro del Otro –como si ese Otro realmente existiese, haciéndolo existir por ese ‘simple’ procedimiento de sustitución).


Por el otro lado, quedar fuera de las leyes de la ciudad, tal es el intento de los toxicómanos, quienes pretenden de un modo cínico gozar a partir de la inexistencia del Otro; aunque a menudo esos mismos individuos son re-incorporados en esas mismas redes desde las múltiples ofertas de colectivización del goce (granjas de rehabilitación, centros de asistencia para toxicómanos, redes sanitarias para drogadictos).


En estas coordenadas, ¿qué queda del amor?


Lo que vamos a considerar ahora constituye un tratamiento de lo real del goce que tiene precisas consecuencias sobre la subjetividad al operar en nombre de la ciencia.


Con el empleo de fármacos se intenta, una vez más, hacernos ‘tragar la píldora’2. La originalidad del discurso capitalista hace posible esta torsión del discurso del amo a partir del ‘Todos consumidores’: ciencia y tecnología de punta amalgamados, forcluyen al sujeto en nombre del universal promovido por el mercado.


Desde una neo-disciplina, la neuro-economía (audaz cruce de la neurobiología con la economía) se ha arribado a la invención de un nuevo amor.


Se trata aquí de una nueva promesa de felicidad, producto y combinación de las más sofisticadas técnicas del mercadeo: el amor químico.


Con substancias de la producción industrial combinadas con otras producidas por el organismo, la ciencia intenta hacer posible –suturando la no-relación sexual– lo que se consideraba imposible hasta hace un momento nomás: con el tapón del amor químico se nos ofrece la promesa de una felicidad por vía del mercado.


Pero consideremos más de cerca el alcance de esta intervención del mercado sobre los cuerpos. Nuestra hipótesis de base es que en la época de la inexistencia del Otro se pretende colocar en el lugar vacío del Dios-padre-occidental al Dios químico como causa de lo humano.


Se trata de un nuevo intento de rediseñar lo real del goce a partir de la proliferación de semblantes cientificistas producidos en torno de un programa universal de localización de lo real neuronal, supuesto etiológico del comportamiento humano.


Para nosotros, es claro que no se trata aquí de rechazar el programa de investigación en sí mismo (sería una tontería), sino de designar las precisas consecuencias de aplastamiento subjetivo que se promueven en su aplicación, ya que con el fundamento neuro-biológico del comportamiento se intenta desplazar la función real del acto como eje de la elección subjetiva, promoviendo una ideología del consumo que rechaza la responsabilidad como fundamento ético de la acción humana.

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Segunda parte




Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” de Ernesto S. Sinatra, (págs.156/164) Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


El trabajo analítico en esta dirección intentará resituar las coordenadas singulares de cada individuo para que advenga sujeto del inconsciente1. La operación transferencial, por la vía del amor al saber ofrecerá la coartada para dar tratamiento al goce des-localizado, pero derramado en el organismo.



De la irrupción de goce sin ligazón, des-localizado por el sufrimiento que ha tomado la carne y el pensamiento, a la re-localización del goce en el cuerpo configurado por la re-libidinización de los bordes pulsionales, haciendo existir el inconsciente por la vía de lo que los analistas llamamos el objeto a , invención del doctor Lacan para dar cuenta de la paradójica satisfacción humana que se apodera de trozos del cuerpo desde los cuales podemos arribar a la elucidación de la causa del deseo para, entonces sí, aliviar el sufrimiento.


Por ello se trata para nosotros de una decisión, trazada en nombre del deseo del analista, ya no en la espera tradicional y nostálgica de un padre que responda. Ese padre, el de la tradición, el de las pretendidas garantías infinitas, él ya no existe y no podremos revivirlo.


Hacer función de objeto para el analista es no dejarse tomar por el representante representativo del amo de turno, rehusar a transformarse en ‘agente del marketing de la industria’. Hacer función de objeto para cada analista es nuestra vía para responder a la neurosis de masas, para no hacer nosotros, a su vez, masa con las neurosis en el nombre del padre. Responder así a la presión del mercado que intenta que consumamos sus medicamentos, que usemos de un modo a-crítico sus instituciones normativizantes, que acatemos ciegamente a sus diagnósticos automáticos, recordando que en cada norma que se intenta aplicar en el nombre del bien común nunca se explicita que lo primero que se espera de la norma que se aplica es que a ella se obedezca, pues el goce de su aplicación siempre es acumulación de poder, aunque aquél que la aplique no tenga de ello ni la menor idea2.


Queremos analistas advertidos –junto a psiquiatras decididos– para respetar la subjetividad cada vez más amenazada por la normativización del mercado consumista que empuja a la soledad globalizada, en la paradoja de inundar los escaparates de las tiendas con innúmeros productos de la mano de la tecnología más avanzada.


Pero ¿y el amor -más allá de su localización en Internet, al que ya hicimos referencia- donde encontrarlo hoy?

miércoles, 28 de julio de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Primera Parte

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” de Ernesto S. Sinatra, (págs.156/164) Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


“El amor es tóxico”

1 – EL AMOR PÁNICO

Decíamos que la toxicomanía generalizada nombra el empuje al goce autista que recae sobre todos los individuos –objeto real del consumo– reunidos con sus gadgets en soledad globalizada. Pero entonces, ya que los fenómenos que caracterizan a las patologías actuales llevan la marca de ese goce autista, ¿qué lugar para el amor?

Hoy el amor -el encuentro con el Otro sexo- verdaderamente suele dar miedo, un miedo pánico. Saben ustedes que el ataque de pánico constituye un fenómeno que es destacado por el Manual de Diagnóstico en Salud Mental (DSM) en un lugar relevante, vamos a precisar ahora por qué.

La sociología contemporánea caracteriza a la época actual por el pasaje de la sociedad tradicional a la sociedad de riesgo y describe las transformaciones sociales producidas a partir de este pasaje1.

El desprendimiento de la tradición por parte de la sociedad moderna deja a los ciudadanos solos frente al porvenir; el encadenamiento del pasado con el futuro advino precario pues la tradición ya no asegura con sus normas y rituales un futuro predecible; en la modernidad tardía la conexión de lo pasado y lo futuro adviene contingente, ya no necesaria. Por todo eso, para nosotros el pánico –conjuntamente con la depresión– constituyen dos paradigmas actuales de nuestro tiempo.

Centrémonos ahora en el denominado ataque de pánico, en él se halla incluido su protagonista: el pánico, afecto que, en principio, marca el punto exacto del desfallecimiento del Otro, la caída del Otro de la tradición y sus normas que daban garantía a los ciudadanos para hacerle previsible el mañana: como suele decirse, en el pánico no hay Otro que valga: el individuo se halla mortalmente solo frente a su dolor de existir. Pero también el pánico evidencia, al mismo tiempo, la ausencia máxima de sentido: de pronto algo surge que desespera al sujeto, llevándolo hasta la máxima sensación de vértigo, pero cuando se intenta precisar qué fue lo que pasó, allí no ocurrió -en verdad- nada; o lo que es lo mismo, aunque las consecuencias sean devastadoras a nivel del cuerpo –sudor, agitación, sensación de muerte, etc.– lo que ocurrió no tiene ningún sentido. En el ataque de pánico se evidencia la falla constitutiva del sentido, no hay sentido que pueda evitar o explicar lo que allí ha acontecido; o –permítanme que lo diga de esta forma– no hay sentido que opere en el nombre del padre para fijar la irrupción del goce en el cuerpo, para decir que no a ese radical sin-sentido que parece terminar con todo.

Es en esta perspectiva que el pánico es el afecto de la inexistencia misma del Otro (del Otro apaciguador, del buen padre, del padre de la tradición normativizante). Pero también es el pánico el afecto que marca la presencia concomitante de lo real sin investidura representacional (no hay palabra que nombre –es decir: que apacigüe– lo que acontece); el pánico da cuenta de la falta misma de representación, de la fuga estructural del sentido, de la ausencia irremediable del Otro del lenguaje (del que el padre freudiano había parodiado ser el garante en la pantomima edípica al confundir prohibición con imposibilidad).

Un problema clínico de aquí se desprende, y es acuciante: cómo transformar el pánico en angustia en cada caso de urgencia subjetiva.

Homenaje a José Saramago (1922 - 2010)

martes, 20 de julio de 2010

UNO U OTRO* - Tercera parte

*por J. Ventoso - Artículo publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico" 

Una verdad que resiste al saber

Hay sujetos para quienes se abre otra instancia: a la satisfacción que brinda una sustancia tóxica se “suma” (o mejor dicho, se resta) aquella otra, opaca, de un síntoma. Para un hombre, fue la perturbadora necesidad de un ritual nocturno, que enmarcaba el consumo de la droga, y que acompañaba años atrás sus prácticas masturbatorias. Con el análisis fue cobrando relieve su papel de muralla contra los encuentros con el otro sexo, al que procuraba mantener dormido.

Para otro, el síntoma se encarnó en un significante: picarse, que enlazó con su compulsión a comer, según una modalidad propia de su padre: “picar” de los platos de otros comensales. Su obesidad, la vergüenza que le ocasionaba, los efectos de segregación, sólo entonces se le hicieron entonces patentes. “Picar en el plato de otro” fue más adelante una referencia a las infidelidades del padre, un secreto guardado por este sujeto durante años. A partir de allí, se abrieron sus interrogantes por la relación matrimonial entre sus padres... y la suya propia.

Como podemos notar, en ninguno de estos casos se sintomatiza el consumo de droga en sí mismo, sino que se lo enlaza metonímicamente con alguna otra compulsión, que lleva a una pregunta por la sexualidad. La precipitación del síntoma efectúa el pasaje de una satisfacción sabida, a otra no sabida. De ahí el título de este apartado, tomado de un texto de Lacan (4), donde da esta definición de síntoma:
“Así, la verdad halla en el goce cómo resistir al saber”.
Se trata de la división misma del sujeto entre verdad y saber. Pero es preciso añadir el goce: el síntoma es una verdad gozada en la ignorancia.

De este modo, volvemos a la distinción entre el uso de drogas y el síntoma. Ambos implican una satisfacción, y una suplencia de la relación sexual que no existe. Pero el síntoma se presenta como división subjetiva -al menos en tanto haya habido "histerización" del discurso, anudamiento de ese síntoma al analista.

Esta diferencia no depende de la "naturaleza" del síntoma: los hay que satisfacen y no dividen, no implican un cuestionamiento para su portador, que parece arreglárselas muy bien con eso. Incluso Lacan plantea, ya en los años '60 (5), que el estado “natural” del síntoma sería el de un goce cerrado en sí mismo, oponiéndolo precisamente al acting-out, que llama al Otro. De modo que es necesario un artificio, el de la transferencia. En otras palabras, al síntoma como puro goce ha de añadirse el amor, un amor inédito, ligado a la invención del dispositivo analítico: el amor al saber inconsciente.1



BIBLIOGRAFÍA

1- Freud, Sigmund, Los orígenes del psicoanálisis (correspondencia con W. Fliess), Carta N 79 (22-12-97 ), en Obras Completas, Biblioteca Nueva.
2- Freud, Sigmund, Dosteievsky y el parricidio, Ídem.
3- Laurent, Eric, “Tres observaciones sobre la toxicomanía”, en Sujeto, goce y modernidad II, Atuel - TyA.

4- Lacan, Jacques, “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, en Intervenciones y textos, N 2, Manantial.
5- Lacan, Jacques, El seminario, Libro X: La angustia (inédito).