miércoles, 24 de octubre de 2012

Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Última parte


*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic. Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro

Puede decirse que el analista estimula el trabajo de la psicosis, advertido de lo que para un sujeto es viable y de lo que no lo es.
La intervención ante un sujeto psicótico es la posición misma de analista, que permitirá una posición de sumisión, dejándose permear por la realidad del paciente psicótico. Es necesario que se reconozcan las posibilidades de estructura, para prevenirse de no ir más allá de lo que la estructura admite ir.
La posición de secretario del alienado que Lacan indica para el analista no ha de ser una posición pasiva, implica que escuchar y que caminos transitar y cuales no en cada caso.
Así como la de ser testigo y merecedor del testimonio del paciente _sabemos que el sujeto psicótico no le habla a cualquiera_, posición que ha de permitir una “sumisión completa a la posición subjetivas del paciente”.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Sexta parte


*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic. Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro

Otro  paciente que lleva también muchos años de internación es J., quien ha encontrado en la pintura un modo de estabilización.
Sus obras se muestran en diferentes lugares del hospital y también fueron exhibidas en centros culturales. J. siempre se mostró indiferente ante los ofrecimientos de compra de sus obras y sostenemos que para él tienen otro valor, un valor subjetivo en tanto funcionan a modo de anudamiento, y que en sus palabras refiere “no hay otro manera de comenzar el día que haciendo unos trazos sobre un papel”.

Nuestro lugar de analista es advertir la función que la pintura cumple para J. y acompañarlo en ese trabajo, ofreciéndole materiales para que continúe pintando o en la búsqueda de un espacio donde hacerlo, cuando se vio impedido por reformas edilicias.
Como mencionamos, J lleva años en el Hospital. Tiene permisos de salida y realiza viajes organizados...pero esto es eventual, podemos decir que “él decide vivir en el Hospital”. Al hablar se lo escucha sobre un afuera perseguidor, se vuelve irónico y agresivo, sobre lo cual podemos agregar que las paredes del hospital le dan un marco “donde las cosas parecen marchar”.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Quinta parte


*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic. Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro

Nos parece interesante citar que G, estuvo mucho tiempo sin asistir al taller de expresión corporal. Comienza a hacerlo y a participar de los juegos primero entrando y saliendo del mismo hasta que pudo quedarse más tiempo. En uno de los juegos se les propone nombrar cosas dentro de una misma categoría: G comienza a nombrar distintos objetos y lo hace metonimicamente, sin poder puntuar.
Luego de asistir varias veces al taller, pudo empezar a nombrar objetos pertenecientes al mismo conjunto de cosas. Además lo fue haciendo regulando lo metonímico del discurso. Creemos que en este sujeto el taller tuvo la función de instalar, al menos por momentos, una escansión, un punto de basta. 
Asimismo, el trabajo de talleres con tiempos, horarios y pautas establecidos  refiere una función de corte, en palabras de un paciente “menos mal que están los talleres, aquí todos los días son iguales” y que nos permiten ubicar también un modo de escansión en la metonimia incesante de los días transcurridos dentro del Hospital.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Cuarta parte


*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic. Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro

Los Talleres: un Borde en el Borda
Hace años que G. se encuentra en el Hospital. Semanalmente concurre a los Talleres de arte y de juegos. Se trata de un paciente que cumple con todos los criterios del manual psiquiátrico para establecer un diagnóstico de esquizofrenia.
En su historia clínica se lo objetiviza bajo las categorías de “debilidad mental, hebefrenia, autismo infantil, esquizofrenia paranoide”. Para la Psiquiatría nada ha variado en la diacronía del paciente durante más de 20 años.
G. presenta dificultades para permanecer sentado por más de algunos segundos, presenta comportamientos agresivos con episodios donde intenta morder a otros internos y se agrede a sí mismo.
A lo largo de estos años, puede significar algunos dibujos, firmarlos con su nombre, cuando antes eran solo trazos, movimientos repetitivos con el pincel.
A partir del ofrecimiento de una escucha logra a través de lo simbólico regular aquel goce invasivo que lo llevaba a morder poniendo entre el impulso y el acto un discurso a modo de estribillo, que es leído por nosotros como un recurso al servicio de la “civilización del goce”.
En ciertas ocasiones en que se mostraba muy inquieto, interrumpiendo continuamente su actividad, lo escuchamos decir “cuando pinto las voces me dejan”, logrando así continuar participando en el Taller.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Tercera parte


*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic. Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro

Los talleres están allí  _y nosotros como analistas_ donde cada quien puede hacer uso de ellos. Cuando decimos que son los sujetos psicóticos los que trabajan sostenemos que son ellos los que buscan el modo de hacer con lo real, con aquello que les retorna haciéndosele insoportable,  bajo la forma de un fenómeno elemental, como automatismo mental, fenómenos corporales o de experiencias inefables.
Si bien se trata de un dispositivo grupal, entre varios, lo cual es beneficioso para la transferencia, evitando posibles efectos erotómanos o perseguidores en la figura de un Otro, se aborda siempre a cada quien en su singularidad, advertidos de aquello que puede ser peligroso y desencadenante y de las soluciones que cada sujeto pueda encontrar _por fuera del orden de hierro de la Metáfora Paterna_.
Quizás se trate muchas veces de soluciones lábiles y será función del analista contribuir en ese trabajo y orientar a cada sujeto en esa dirección.
Como nos dice Eric Laurent en Arcachon acerca de la manera en que el analista se vuelve destinatario de la señal ínfima del paciente. “La maniobra analítica no es pues de un mero registro de secretariado, pero tampoco de socializar. El reenganche que corre a cargo del sujeto, si bien es una alternativa a la metáfora delirante, no es una reinscripción del sujeto bajo los significantes ideales de antes del desenganche. Supone, como testimonian los casos, una invención particular y un destinatario atento”.[1]


[1] J-A Miller y otros. La Psicosis Ordinaria. Clínica del suspenso. Pág. 63