miércoles, 28 de diciembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Última Parte




*Por Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME)
Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

Quisiera entonces destacar aquí que lo que se pone en juego son sujetos que deniegan, llegando a desconocer lo más oscuro e inquietante que los alberga. O, al decir freudiano, las pulsiones que los habitan. Pero si bien se trata de niños que no llegan a ningún reconocimiento ni de sí mismos ni del Otro, estigmatizados por una indiferencia atroz, su posición es una respuesta con la que cuentan frente al traumatismo producido por estos encuentros paradigmáticos del Otro que no existe en esta época.
Por ello, quedan fragilizados frente al hecho traumático y, a diferencia del caso de Claus y Lucas, en el cual la responsabilidad por la respuesta se plasma en las diversas actuaciones de la vida, en estos casos se trasluce una irresponsabilidad ante el propio goce, que a su vez redunda en una imposibilidad para poder responder o escuchar sus propias satisfacciones sintomáticas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Sexta Parte

*Por Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME)
Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

El niño nace en un vacío, en un lugar donde el Otro lo espera o no. Casi siempre vemos, cuando nos traen al niño a una consulta, que un otro lo alojó de alguna manera. Es ese encuentro lo que le va a plantear la entrada en un discurso parental. Le va a poner palabras a ese goce sin palabras, a eso que perdió al nacer y que nunca va a reencontrar. A ese encuentro, Lacan lo va a llamar “el niño traumatizado”, traumatizado por su goce, por sus satisfacciones, traumatizado por ese encuentro que no se sabe cómo va a recibir o escuchar. Existe un ejemplo importante en la clínica, que relata Lacan en el Seminario XI: “Ví con mis propios ojos el mutismo de un niño que no había sido escuchado en su voz en el momento oportuno”.[1] Lacan nombra la mirada, para poder decir que vio con sus propios ojos a un niño que no había sido escuchado precozmente, y en el momento su voz no había sido escuchada. Frente a este acontecimiento el niño entra en un mutismo total. Él no responde con su voz, porque no le respondieron a su voz.
Cuando ningún Otro regula, lo que aparece es un comandamiento, que resulta muy común en esta época, que impone el gozar. Lo vemos, por ejemplo, con las drogas; muchos chicos se sienten interpelados a probar ciertas drogas, o incluso a exhibir su capacidad de ser violentos. Se sienten obligados a mostrar frente a los otros la violencia. Éric Laurent lo plantea como una antinomia entre el goce narcisista y la disposición al Otro. Ubica a estos niños en una tiranía narcisista -como lo llamaba Lacan- donde lo que se produce es la tiranía de todos o el tormento del yo.[2]
Ante estas destituciones tan tempranas del Otro, aparece entonces como respuesta un empuje a la impulsión. El cuerpo propio del niño con su violencia aparece como un Otro. Si el niño rechaza tomar los significantes del Otro, podrá llegar a optar por una falsa separación en forma de una verdadera fuga por el lado motriz. Así es como las satisfacciones se presentan más directamente al sujeto a través de gadgets (como por ejemplo la Playstation, la Wii y los juegos de computadora). El gadget es prácticamente una práctica autista, condensa una satisfacción autoerótica, porque claramente no pasa por el Otro. Son niños que no pueden acceder a los productos de un discurso, como cuentos, historietas o montajes de ficción con muñecos. La satisfacción está tan ligada a los objetos que lo que muestran los gadgets es cómo “el objeto tiene más valor que el ideal.”[3]


[1] Jaques Lacan, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Buenos Aires: Paidós, 1987.
[2] Éric Laurent, “La tiranía narcisista”, en Uno por uno, n° 39, 1994.
[3] Éric Laurent y Jacques-Alain Miller, El Otro que no existe y sus comités de ética, Buenos Aires: Paidós, 2005.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Quinta Parte

*Por Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME)
Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

Un niño irrefrenable de tres años que llamaremos S., con una llamativa lucidez dice: yo hago lo que quiero, yo decido lo que quiero y yo voy a decir lo que se tiene que hacer. Cuando organizan una salida y le piden que se ponga las zapatillas, él contesta: no, me voy a poner las zapatillas de papá. Este niño maravilló a los padres porque mostró una soltura muy diferente a sus otros hijos. Aparecía como un meteorito extasiando a la madre con su simpatía y se ubicaba como el ideal de su padre, ya que a su padre le hubiera gustado ser aquello que es su hijo. ¿Por qué vienen entonces a la consulta, si este niño es maravilloso?
El problema era que su hijo, supuestamente excepcional, se había tornado intratable; según ellos, pretendía ser reconocido a cada minuto en lo que decía, lo cual era una locura. Este niño era un revolucionario de sí mismo. Permanentemente tenía que estar justificado y autentificado por el Otro. Este exceso que estamos describiendo terminó siendo un exceso de goce para el niño mismo. Se encontraba excedido porque ninguna de las palabras que le ofrecía el Otro podía pacificarlo.
Este objeto precioso que, en un punto, fue para los otros también, es su responsabilidad quedar fijado a ello y creer que eso es posible y en principio, a éste niño le es difícil la separación con la madre, dificultando así la aparición de un objeto que intermedie entre el y ella, objeto guía de aquello que se perdió como goce con la madre.
El sujeto se constituye el lugar que llamamos “campo del Otro” tomando al Otro como lugar simbólico constituyente, de ahí que lo diferenciemos de cualquier otro que rodea al niño. No cualquiera puede instituir este lugar. El narcisismo también se constituye en el campo del Otro, y ello es una forma de investidura libidinal necesaria para la vida. El niño se encuentra con significantes que toma del Otro, con significantes que le permitirán nombrar lo innombrable para poder hacer algo con lo que a él le sucede y poder darle alguna significación.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Cuarta Parte

*Por Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME)
Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

En cambio, es fuerte el contraste que se escucha en la violencia de los niños cuando no hay ningún semblante del Otro que funcione o ninguna ley que se enuncie. Y es precisamente esto lo que se escucha en los denominados “síntomas de la época”. Nos referiremos a niños en su exhibición tiránica, niños que se ubican desde muy pequeños haciendo oídos sordos y solamente dirigidos por lo que ellos deciden. Es posible encontrarnos en la práctica analítica con niños que son más amos que sus padres, niños que se ubican con una paridad asombrosa frente a cualquier adulto que intente hacer reconocer su autoridad. Desde muy temprano se puede registrar en la escuela la intolerancia por parte de los maestros sobre el actuar de estos niños, que no escuchan, que se escapan y que responden cuando quieren.
Es ciertamente notable que estos niños cuenten, muy tempranamente, con la posibilidad de usar un lenguaje plagado de agudezas. No dejan de sorprender al analista y a sus padres por su discurso hábil, lleno de matices, lo cual, precisamente, los torna insobornables.
Se trata de sujetos que ya desde los tres años hacen lo que quieren; al parecer no responden a nadie, sólo les importa lo que ellos dicen y hablan cuando quieren. Y cuando hablan son muy atractivos, tienen la virtud de haber armado un sujeto tocado por el significante.
Son niños que pretenden querer ser reconocidos por el Otro desde la creencia de que eligen ser lo que deciden. Y ser los niños “solos” que hacen lo que quieren. Así marchan y no hay nadie, aparentemente, que los pueda parar. Pero necesitan el reconocimiento, no sólo del Otro, sino de los otros que lo rodean.
Jacques-Alain Miller lo formula de una manera muy precisa. Asegura cómo de repente toman un significante y hacen de éste un comandamiento, pretendiendo todo el tiempo ser autentificados en eso que exponen, incluso en lo injustificable.
Podríamos decir que ese tomame como soy porque yo soy así que se escucha con tanta frecuencia en adultos, resulta sorprendente cuando se trata de niños.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Tercera Parte

*Por Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME)
Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

Para poder plantear estos puntos, he tomado una novela en la que se construye un testimonio conmovedor, una fábula incisiva acerca de los horrores de la guerra y del totalitarismo.[1] Horrores que, si bien pertenecen a un universo inventado por la imaginación o la locura de sus personajes, nos permiten adentrarnos en este tema de una manera ejemplar.
Los gemelos Claus y Lucas muestran lo que puede llegar a ser la iniciación de la vida en medio de ese discurso. La presencia del Otro toma los semblantes del horror y del desamparo, al mismo tiempo que los personajes que lo encarnan se responsabilizan de su maldad o miseria porque encuentran razones para justificarla.
En esta trilogía, Agota Kristof presenta una verificación de cómo el traumatismo producido por el horror, el totalitarismo y el vínculo agonizante de las guerras nos devuelve una mirada del mundo con ojos y palabras de niño malo.
En cambio, podríamos decir que los discursos modernos producen una mirada del mundo con ojos y palabras de niños despóticos, caprichosos y hasta de pequeños canallas.
En la novela, Claus y Lucas son dejados en manos de su abuela, personaje que es emblema del horror y la brutalidad sin ningún velo. La madre de los niños los ha dejado con ella supuestamente porque ésta es la única posibilidad de supervivencia con la que cuentan.
Quisiera compartir una cita del capítulo titulado “Ejercicio de endurecimiento del espíritu”:
La abuela nos dice:
-¡Hijos de perra!
La gente nos dice:
-¡Hijos de bruja! ¡Hijos de puta!
[...]
Cuando oímos esas palabras se nos pone la cara roja, nos zumban los oídos, nos escuecen los ojos y nos tiemblan las rodillas.
No queremos ponernos rojos, ni temblar. Queremos acostumbrarnos a los insultos y a las palabras que hieren.
Nos instalamos en la mesa de la cocina, uno frente al otro, y mirándonos a los ojos, nos decimos palabras cada vez más y más atroces.
Uno:
-¡Cabrón! ¡Tontolculo!
El otro:
-¡Maricón! ¡Hijoputa!
Y continuamos así hasta que las palabras ya no nos entran en el cerebro, ni nos entran siquiera en las orejas.
De ese modo nos ejercitamos una media hora al día más o menos, y después vamos a pasear por las calles.
Nos las arreglamos para que la gente nos insulte y constatamos que al fin hemos conseguido permanecer indiferentes.
Pero están también las palabras antiguas.
Nuestra madre nos decía:
-¡Queridos míos! ¡Mis amorcitos! ¡Mi vida! ¡Mis pequeñines adorados!
Cuando nos acordamos de esas palabras, los ojos se nos llenan de lágrimas.
Esas palabras las tenemos que olvidar, porque ahora ya nadie nos dice palabras semejantes, y porque el recuerdo que tenemos es una carga demasiado pesada para soportarla.

Esta novela apunta a realzar lo que sería la respuesta al otro que encarna el horror, ante la suposición de que el otro podría ser monstruoso o causarles daño. Hay en la novela distintos personajes y no todos son perversos. No solamente se registra una respuesta fuertemente violenta por parte de los niños, sino que ellos mismos advienen como sujetos diferentes a partir de esos lazos y esos encuentros. Sabemos que un sujeto es uno antes y después de realizar un acto, estos niños emergen fortalecidos, endurecidos después de las decisiones que toman en cada contingencia.
 Como habíamos planteado antes, Claus y Lucas van constituyendo una fantasmática como defensa frente a lo real insoportable, pero veremos hacia el final de la novela, que hay un momento donde no funciona más, después de haber dado ambos, distintas versiones y respuestas, quedan aniquilados, no pudiendo separarse de aquello a lo que fueron reducidos como objetos, “la sombra del objeto cae sobre el yo”.[2]


[1] Nos referimos a la novela de Agota Kristof: Claus y Lucas, Barcelona: El Aleph, 2007.
[2] Sigmund Freud, Duelo y melancolía, 1917.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Segunda Parte

*Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME) 

Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”
 
Nos encontramos, del lado de los niños, con respuestas tiránicas, con un despotismo a veces violento, agresivo y hasta maldito. ¿Por qué denominamos a este discurso como traumático? Porque hay algo del lado de los niños que irrumpe con una violencia que afecta hasta al propio cuerpo. Se trata de niños que quedan a veces disparados por esa impulsión. Si el Otro es inconsistente, si no hay un discurso unificante, aparece allí la violencia, la precariedad y el abuso.
Si pensamos en referencia a la respuesta que suscita en los niños lo intolerable, lo insoportable de los hechos traumáticos caracterizados, en principio, por tener un sentido o justificación aparente. Nos referimos en este caso a las guerras o a los maltratos institucionalizados. No queremos decir aquí que las guerras tengan sentido a nivel ético, pero es cierto que generaciones enteras aparecen dedicadas a ello. ¿Cómo podríamos comparar estos efectos con aquellas respuestas producidas frente a los hechos traumáticos sin sentido, aquellos que emergen de la precariedad generalizada de estos discursos a los que nos referiremos?
Si bien los efectos de violencia sufridos por los niños pueden dejarlos ahí, el sujeto también puede tomar en sus manos su destino, dar otra versión de las cosas, y no sólo quedarse fijado a ese lugar donde fue ubicado por Otro.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Primera Parte

*Por Adela Fryd (Miembro EOL – AME)

Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”

Durante los últimos decenios se han constatado acontecimientos que podríamos definir como hechos traumáticos que han caído sobre el sujeto. Podríamos acordar que aquello que llamamos hecho traumático es una irrupción de violencia que cae sobre el sujeto y de la cual el sujeto mismo, en principio, no es responsable.
Podemos así pensar en una época en que el espanto no es sólo posible sino que avasalla formando parte de la vida. En todos estos sucesos, el horror está encarnado en otros. Hay aquí semblantes muy señalizados que marcan diferentes figuras del espanto, de la injusticia. Y allí también vemos al sujeto, a los niños, armando una respuesta desde la violencia.
Pero quisiera poner en relación estas respuestas con los efectos que producen los discursos contemporáneos en los niños que, sin tener ese condimento de horror, de brutalidad y desamparo, cumplen todas las condiciones para provocar la proliferación de lo traumático. No sólo por la violencia, sino por la fragilidad de los sujetos.
Discursos que, sobre todo, no están capacitados para canalizar, para valorizar al ser de cada uno. Pienso, por ejemplo, en los discursos de padres muy narcisistas. Si bien siempre hay por estructura una carencia del Otro[1] donde sostenerse, donde referirse, estos discursos encarnan un Otro que suele tener un despliegue imaginario, ostentoso y de alguna manera inconsistente.


[1] Llamamos “Otro”, con mayúscula, al otro simbólico que preexiste al sujeto.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Última parte



*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

 
Considero que desde las políticas se puede intervenir, desde el psicoanálisis podemos aportar a los dispositivos, sin embargo las preguntas son varias: cómo pensar los gabinetes, cómo pensar las formas de castigo, etc. Por ejemplo, es absurdo que un chico que pateó, golpeó y le pegó a la maestra tenga tres días de suspensión y esa sea la pena máxima. De todos modos, no pondría el acento en el castigo, sabemos por  todo lo que ha trabajado Foucault (y es interesante las vueltas que le dio Deleuze) respecto de los modos de control y cómo se han pensado las instituciones disciplinarias. El problema es que las instituciones disciplinarias de hoy día en el momento de actuar -y la violencia en las escuelas lo demuestra- no son eficaces.  Lo disciplinario ha quedado diluido. El punto no sería volver a constituir la escuela en una cárcel, ni reforzar la cuestión del castigo, evidentemente es un tema a pensar, a repensar y a debatir.
Hay una formulación de Lacan y del psicoanálisis que es clave y es que “el sujeto es siempre responsable”, lo cual no es solamente pensable para los adultos, sino también para la psicosis y para la clínica con niños y adolescentes. Creo que es un punto central poder pensar la responsabilidad del sujeto y esto no toca solamente a los adolescentes y los niños, sino también a los docentes.
El punto clave que se puede trasmitir, tanto en un tratamiento psicoanalítico como en las instancias educativas, es poder responsabilizar al sujeto. Ya que justamente lo que se ve complicado en la subjetividad es que el sujeto no pueda responsabilizarse por sus actos. La formulación de Lacan nos sirve en tanto no hay víctimas, el sujeto es siempre responsable.
En ese sentido hay una segunda vuelta que es asumir esa responsabilidad, y el trabajo del psicoanálisis es ese. La cuestión central en relación a la clínica, es cómo responsabilizar al sujeto. Dentro de las coordenadas actuales, el punto central es cómo poder responsabilizar al sujeto de su goce.
Muchas gracias por la invitación a los colegas del CEPU y del IOM de Ushuaia.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Séptima parte

*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

Si queremos intentar comprender el por qué de la violencia en el ámbito escolar, el tema del sentido es central, ya que también  encontramos (además de los mandatos de goce y de los mandatos de la época de la felicidad, etc., etc.) una promoción del sin sentido. Pensemos en el hecho de ofrecer para que alguien sea feliz una fórmula química,  a veces escuchamos pacientes que están pasando por un mal momento y reciben algún tipo de medicación, luego vienen a plantear que toman su medicación desde hace dos meses y no se sienten bien; como si solamente por tomar una fórmula química se fueran a sentir bien. Hay una espera en esa sustancia, en este sentido, la droga por más que sea legal o ilegal va en la misma dirección, producir un bienestar. Sabemos que ese bienestar siempre es episódico, es un efecto de placer momentáneo y nada más. Evidentemente la medicación tiene un uso para el psicoanálisis, no es que nosotros promovemos la medicación ni estamos en contra, hay un uso que puede permitir a determinados sujetos salir de situaciones difíciles o tratar casos que de otra manera no podrían ser tratados. El punto es que la sustancia en sí carece de sentido, tanto para el adicto como para el medicado. Creer que a los niños medicados con Ritalina se les va a resolver el desorden de atención ADD-que es el nuevo trastorno de moda- es un absurdo.
Toda la promoción del discurso actual apunta al sin sentido, y la ciencia fundamentalmente. En una conferencia en Roma en el año 73´, le preguntan a Lacan sobre la religión y él dice que “la ciencia actual produce un real tan arrasador, un efecto tan devastador en los sujetos – por ejempo la cuestión de las cirugías, etc., etc.- que hace más necesaria la religión”. Introduzco el tema de la religión en el punto en que la religión implica una oferta de sentido. Por ejemplo el trabajo que hacen las Iglesias Evangelistas tiene que ver con la posibilidad de hacer lazo. Ofrecen escucha y ofrecen lazo, y en esta época donde no se escucha a nadie, eso es algo. Para medicar no hace falta escuchar.
El psicoanálisis está dentro de las ofertas de escucha allí donde no existen muchas. En este punto, lo que fui encontrando en los lugares donde pude conversar sobre violencia en las escuelas, es cómo desde lo escolar, desde lo educativo, se pueden formular políticas, instancias donde producir que esos sujetos sean escuchados y donde producir también modos de hacer lazo.
En cuanto a los adolescentes actuales, entre pares se arman lazos muy fuertes, por ejemplo me encontré con varios pacientes que dicen que tienen hermanos, no hermanos de sangre, sino que llaman así a un amigo, pero falta el padre. Hay lazos entre pares, se habla hace unos años de las tribus urbanas, en ellas se pueden ubicar distintos modos de hacer lazo, la pregunta sería alrededor de qué. Me parece que es central ese abismo que se produce entre estos padres que llaman al celular a los hijos para saber dónde están ya que el gran tema es la seguridad, pero que después no saben qué les pasa.
Entonces ¿cómo tejer lazo desde las políticas? Hay un libro de Silvia Dutchasky a quien tuve oportunidad de invitar a unas jornadas en la Facultad de Psicología, donde la autora comenta distintos modos de dispositivos capaces de generar lazo a partir de la institución escolar. Es decir, establecer lazo no solamente en el ámbito de lo educativo, sino a partir o de la escuela hacia la sociedad.

miércoles, 26 de octubre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Sexta parte

*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

 
Gus Van Sant llamó Elephant a su película por una parábola que está en los cánones budistas, titulada Los ciegos y el elefante: disponen a cuatro ciegos a tocar un elefante para decir qué es, el que toca la cola dice que es una víbora, el que toca la pata dice que es un árbol, el que toca la oreja dice que es una hoja, el que toca la trompa dice que es una serpiente; lo que plantea Gus Van Sant es que ninguno puede dar cuenta del todo, cada uno se queda con una parcialidad.
Creo que esa es la humildad que tenemos que tener para pensar estos episodios de violencia: existen la declinación de la figura de autoridad, la cuestión mediática, el súper yo de la época (los mandatos de la época de gozar, divertirse, ser felices) pero esto no es todo. Sabemos que cuando algo sangriento aparece en los medios se corresponde con un aumento del rating, la lógica del mercado hace que la violencia se promueva, esta lógica que va contra la ética y quizás contra la producción de subjetividad. Robar por diversión, acceder a productos tóxicos, drogarse, alcoholizarse está promovido, hay algo del sin sentido que se pone en juego en lo actual. Podríamos decir que la violencia tiene que ver con la ruptura del sentido.
En este contexto, es importante analizar qué pasa con las relaciones interpersonales. “El amor líquido” de Zygmunt Bauman habla de la fragilidad de los lazos amorosos, podemos decir que esta fragilidad se extiende a los lazos sociales, el otro puede ser un otro no confiable. Hay cierta cultura donde las ofertas que nos da el mercado hacen que no sea necesario que haya otros semejantes, es una época de mucha soledad y en la misma medida existe una promoción de ofertas donde no es necesario hacer lazo. Que esto se erija en padecimiento, ya implica una posibilidad de interrogarse.
Lo que decía de Camus en referencia al sentido va en esta misma línea,  el sentido agrupa, permite que haya lazos, es el sentido que se pone en juego en una familia, en un grupo social.
Hace varios años trabajé algo con lo que me topé en los guiones y los argumentos de la película producidas sobre todo en los años 90, donde una gran cantidad de ellas tenían que ver con el desencuentro y el encuentro del hijo y del padre, por ejemplo: toda la saga de las Guerras de las Galaxias, el Gran Pez, Nemo, el Abrazo Partido, Las Invasiones Bárbaras. En la década del 90 se decía que los lazos familiares estaban terminados, sin embargo la familia sigue siendo un núcleo fundamental para el sujeto, solo que el sentido de los lazos es un sentido disgregado.

miércoles, 19 de octubre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Quinta parte

*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP


Un tercer elemento es la cuestión de los medios. La matanza de Virginia Tech tiene la siguiente trama: Cho Seung-Hui mata a dos o a tres, filma su video, lo manda a la NBC y después mata a treinta más. Hay algo en ese episodio que tiene que ver con aparecer en los medios, como si el ser de ese sujeto se hubiera constituido en ser ese que mató a los treinta en Virginia Tech y después se suicidó, ahí consumó su ser, como un ser mediático.
Sobre esto me interesa puntuar algo que está en relación con otra vertiente de la violencia en las escuelas. Los chicos de Rosario que destrozaron su escuela, se filmaron y pusieron el video en YouTube ( técnica 666). Allí el punto es filmarse, subir el video a Internet para que lo pueda ver todo el mundo, no es que hay un sentido en juego, se trata de diversión.
Podríamos preguntarnos cuál es el problema en divertirse, es que no se trata de la diversión en el sentido del chiste, es una diversión que funciona como mandato. Una de las industrias más importantes en este mundo globalizado es la industria del entretenimiento y el tema de los medios donde es posible ver todo ( hemos visto mil veces cómo los aviones chocan contra las Torres Gemelas, a los torturados de la prisión de Bagdad, cómo colgaban a Saddam Hussein y al mes salió un producto que se vendía en Internet que era un muñequito de Saddam con la horca para que los niños jueguen a colgarlo). En la destrucción de la escuela técnica de Rosario, el sentido no era sólo romper la escuela, sino filmarse y después ponerlo en Internet para mostrar el destrozo. Aquí hay algo nuevo para pensar respecto de la subjetividad de nuestra época. Las cosas van sucediendo a un ritmo tal que es difícil pensarlas. Se presenta un real nuevo que hay que intentar analizar, un punto ciego al que intentar responder.

miércoles, 12 de octubre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Cuarta parte


* Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

A su vez, existe una desautorización del saber, hay adolescentes a los cuales no les interesa saber nada y esto es un problema. He atendido adolescentes que vienen de repetir tres veces primer año, que desaprueban un examen y los angustiados son los padres, a estos chicos ese tema ni los tocaba. En la subjetividad actual ese punto no necesariamente es importante. Sucede que vemos padres que vienen de una cultura del esfuerzo, del sacrificio, del estudio, del trabajo, que le quisieron dar todo a los hijos y los hijos tienen todo, pero no les interesa nada.
La clínica con la que comienza el psicoanálisis es una clínica muy distinta a la actual. Freud se encontraba con histerias, neurosis obsesivas, fobias, etc. donde se padecía de la renuncia, de privarse, de sacrificarse, constituían los grandes paradigmas en pos del progreso. Freud lo dice del siguiente modo: “el progreso en la espiritualidad implica una renuncia a la sensualidad”
Ha sucedido a lo largo de los años que la misma civilización que antes exigía renuncia, ahora exige que no haya que renunciar a nada, hay que gozar lo máximo que se pueda, divertirse lo máximo que se pueda. Esto no tiene que ver con cómo fuimos formados, tiene que ver con el discurso actual. Tomo como ejemplo el fenómeno que sucedió con los juguetes. Había una época donde se recordaba de la infancia una muñeca, un autito o un soldadito, ahora hay un  abarrotamiento de juguetes y objetos. Lo que termina sucediendo es que tanta oferta produce aburrimiento y saturación.
Hay un cambio de paradigma, por un lado encontramos el sacrificio y la renuncia que están en relación a la ética religiosa, por el otro (y por eso me interesó  Elephant)  nos topamos con la cuestión de la diversión, el mandato de gozar, de divertirse y de ser feliz. La subjetividad actual se propone más bien progresar de la manera más fácil posible y si se puede evitar todo lo que sea el trabajo y el esfuerzo, mejor  y si uno no es lo suficientemente feliz, se angustia porque debería serlo. De este modo, se produce un modo de angustia y de padecimiento bastante particular ya que hay un retorno de síntomas en el cuerpo para aquél que tiene acceso a todo, que puede hacer de todo. 
Nuevamente el cine, Kill Bill 2, una historia de venganza como las tragedias griegas. Para llegar a Bill, Beatrix Kiddo tiene que matar a un gran número de colaboradores. Cuando finalmente encuentra a Bill y él le pregunta  si ella ha gozado matando a todos los que mató,  ella responde que sí. Se entiende que no es solamente el sentido de la venganza, sino también gozar de eso.

miércoles, 5 de octubre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * - Tercera parte

*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

Lo que nos muestra Elephant, donde se ven chicos que entran y salen, van a la escuela, van a la casa y no hay padres, está en consonancia con las circunstancias actuales. La modalidad de la economía de mercado hace que para consumir haya que trabajar muchas y muchas horas y el marco de la familia es un marco bastante limitado. Hay una especie de arreglo económico: los padres trabajan, los hijos estudian. Los hijos les exigen a los padres que les compren todo lo que se ofrece en el mercado: celulares, mp3, playstation, cámaras digitales, etc. La pregunta sería qué pasa en los lazos familiares.
Volviendo al episodio de Columbine, hay una parte del film donde entrevistan a Marilyn Manson (un cantante de rock bastante particular) pues se suponía que sus letras podían tener que ver con el episodio de matanza  y en realidad sus palabras son las más sensatas: el entrevistador le pregunta si está al tanto de lo que pasó en ese lugar y qué le diría a estos chicos,  Marilyn Manson dice que él no les diría nada, que solamente los escucharía. Esto me parece que abre una dimensión interesante para pensar el problema, el punto es cómo generar dispositivos donde eso pueda ser escuchado. Junior (el joven de Carmen de Patagones) escribía en su banco frases tales como: “lo mejor que puede hacer la gente es suicidarse”o  “si alguien encuentra el sentido de la vida que lo escriba aquí”…Las señales estaban, ¿no fueron leídas por nadie?
Existen varias coordenadas que situar para poder pensar el porqué  de “violencia en las escuelas”,  tanto desde el psicoanálisis como desde las políticas educativas, habría que pensar cómo poder abordar esta problemática.
            Hay un término que utilizó Lacan en los años 30´: la declinación social de la imago paterna,  que a su vez se relaciona con la declinación de los ideales y de las autoridades. Este deterioro del semblante de autoridad  se juega en los distintos niveles: en el saber científico, en el saber educativo, en lo político… Ejemplos de esto se ve en varias películas, donde siempre hay algo de sospecha, de corrupción respecto de esas figuras. Solamente con leer los diarios, un juez, un político son cuestionados, más allá de que sean honestos o no, ese lugar de sospechoso está instalado cuando de una figura de autoridad se trata. Hay una declinación de las autoridades y en ese sentido creo que la escuela también se ve afectada.
Lo importante es pensar  por qué en ese marco, porque no es cualquier marco, el docente representa la transmisión de los deberes cívicos, de la cultura, de la lengua, de la historia de este país.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * -Segunda parte

*Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

Un chico le pegó a la maestra y le dieron tres días de suspensión en Misiones, un adolescente mató a otro de un cuchillazo, en San Isidro unas chicas desfiguraron a otra por linda, ... Evidentemente algo está pasando para que se produzcan en serie estos episodios. Pero ¿cuál es el punto que realmente nos interesa? Camus en “El mito de Sísifo” comienza diciendo que el único problema filosóficamente serio lo plantea el suicido porque el suicidio plantea si la vida tiene sentido. Entonces ¿cuál es el problema filosóficamente serio de la violencia en las escuelas? Tenemos que elevarlo al estatuto de un problema: ¿por qué en la institución escolar?
En esta época, en la cual la invasión de la televisión en la familia hace imposible que haya transmisión de principios o de cultura, prendiendo la pantalla lo que menos se ve es esto; en la  institución escolar, que aparece como uno de los pocos lugares donde se puede transmitir algo de los ideales, se producen estos episodios de rupturas de lazos, de violencia. Podemos hablar de la violencia en toda la historia de la humanidad, también de la violencia en el deporte, en el fútbol,  de la violencia en el delito pero la novedad es que la violencia se produzca en una institución que tiene como objetivo educar a los ciudadanos, educar a la gente.
El gran proyecto de la Ilustración, del Iluminismo: “Atrévete a saber” -Sapere Aude- ( hay un texto de Kant que se llama “¿Qué es la Ilustración?”) refiere a apropiarse del saber, a la mayoría de edad en la humanidad. Diría más, lo toma Freud: cómo  sacar a la humanidad de la oscuridad y de la minoría de edad, como Kant dice, “la minoridad culposa”. En este sentido, “Atrévete a saber” tiene que ver con que los lugares de educación son lugares de formación, donde la educación también aparece como el ideal del progreso social, del acceso al saber. También en nuestro país, quizás es el lugar donde muchos chicos pueden alimentarse y  tener alguna regulación, algún tipo de lazo e inscripción social.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

“Violencia en las Escuelas – Conferencia en Ushuaia del 4-4-08” * -Primera parte

 
Según pasan los años; homenaje a Jacques Lacan por Diego_Villaverde


* Por Mario Goldenberg - Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP

La educación y de la violencia escolar no son temas a los que me haya dedicado especialmente, sin embargo, hace varios años han despertado mi interés.
Fue una especie de casualidad lo que me llevó a abordar el tema: tenía una invitación a ver la película Elephant de Gus Van Sant en el BAFICI, no sabía realmente de qué se trataba. Ésta es una película que me impactó profundamente, relata el mismo episodio que “Bowling for Columbine”: una matanza en un colegio secundario en Estados Unidos.
Tiempo después,  aconteció en nuestro país el episodio de Carmen de Patagones, que fue un caso de violencia escolar fuera de lo común.
 Es cierto que no tenemos acontecimientos como Virginia Tech o matanzas en colegios todos los días, sin embargo sí hay un problema de violencia en la educación argentina que se ha constituido en un problema político hasta para el Ministerio de Educación. Me pareció interesante que la gente del Ministerio haya podido convocarme como psicoanalista para compartir, con otros discursos en el Observatorio Argentino de Violencia en las Escuelas, para pensar este tema de la violencia escolar.
Por otra parte, tuve la oportunidad de participar en el Foro Mundial de Educación en el año 2006 que realmente ha sido una experiencia muy enriquecedora y me permitió observar la particularidad del fenómeno en nuestro país, porque las matanzas en colegios o en universidades en Estados Unidos, así como en Europa, tienen que ver con un determinado contexto. En Estados Unidos es muy fácil conseguir armas, hay una cultura armamentista en la sociedad. Por eso insisto que el episodio de Patagones en nuestro país, fue un episodio excepcional.
Volviendo a la película antes mencionada, lo que  me llamó la atención, es que no hay padres. Aparece un padre al principio, alcoholizado, que es el mismo que aparece al final, pero en el resto de la película no hay padres. Se trata de dos chicos que por Internet compran armas, las reciben en su casa,  no hay nadie más que ellos. Con todo un arsenal van al colegio, llevando las armas en sus bolsos, nadie se detiene en ver que llevan. Uno le dice al otro: “… ¡Tenemos un día entero de diversión garantizada, así que divertite! ...”. En el episodio previo mientras uno toca “Para Elisa” de Beethoven, el otro está jugando con un videogame de matar enemigos. Lo interesante es que después el videogame esto mismo se pone en acto con sus compañeros de colegio. Un preceptor que había maltratado a uno, un director, un compañero que los había cargado, sin embargo no es un episodio reivindicativo, no es que van a recuperar su dignidad a partir de este acto sino que se acentúa la vertiente de la diversión. Eso es lo siniestro de la película, no hay un sentido en juego, no matan porque siguen a Hitler, o porque el demonio los está mandando a matar o porque hay un delirio, el sin sentido es lo más aterrador. Es decir que “maten por diversión”.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Cuarta parte

* Trabajo presentado en el Congreso de AASM(2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz

Lo singular en juego

            El psicoanálisis ofrece una orientación a la ética de lo singular: se trata de indagar en cómo juega lo pulsional en torno al objeto en cada sujeto. Una intervención en estos casos, tendría que apuntar al goce que se juega en cada sujeto. Podemos decir que lo propio de cada sujeto marca una diferencia respecto del empuje hacia lo homogéneo de la época; un reverso de la operación homogeneizante que destituye al sujeto, incorporándolo a su máquina unificante.

            El psicoanálisis  hará su apuesta: pondrá en juego lo singular de cada quien, tratando al mismo tiempo de localizar el goce singular que arma la fantasmática del uno por uno.


Bibliografía general
Freud, Sigmund: Obras completas, Tomo XXI. Buenos Aires, Amorrortu,
Lacan, Jacques: Seminario 17. El reverso del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1992.
–––––––––––––: Seminario 21, inédito.
–––––––––––––: “Kant con Sade” en Escritos 2. Editorial Siglo XXI, México, 1984.
–––––––––––––: Radiofonía y televisión, Anagrama, Bs. As., 1977.
Miller, Jacques-Alain: Los signos del goce. Buenos Aires, Paidós, 1998.
–––––––––––––––––: El partenaire-síntoma, Paidós, Bs. As., 2008.
–––––––––––––––––: “Seminario de Barcelona” en Freudiana 19, Escuela Europea de Psicoanálisis (EEP).
Recalcati, Massimo: La última cena: Bulimia y Anorexia, Ediciones del Cifrado, Bs. As., 2004.
Freud

miércoles, 31 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Tercera parte


* Trabajo presentado en el Congreso de AASM (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz 

Una respuesta particular

            Retomando la cuestión planteada por Lacan en relación a la ética del soltero, donde no se requiere del cuerpo del otro para gozar del propio cuerpo. De modo que dicho “soltero”  ha encontrado un objeto que viene a suplir esa función (medio de goce) que cumpliría una pareja. En esta posición clínica, el partenaire, en tanto que sirve para gozar del propio cuerpo, ha perdido su valor ya que se presenta una convicción en torno a ese objeto. Jacques-Alain Miller, se refiere al respecto de la siguiente manera: “El goce se produce siempre en el cuerpo del Uno pero por medio del cuerpo del Otro. En este sentido, el goce es siempre autoerótico, siempre es autístico”. (Miller, 2008, p. 411). Podría decirse, entonces, que el ideal de disfrutar cada uno con su objeto es solidario a la máxima del sujeto obeso en su intento de prescindir del partenaire sexual a través de la satisfacción que se obtiene en relación al objeto-comida. Hay que considerar que, en esta ética, existe una relación dialéctica con el objeto, y que esta dialéctica no permite la entrada de un tercero que vaya a realizar una separación. No hay discontinuidad, el empuje al objeto-comida es constante.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Segunda parte

*Trabajo presentado en el Congreso de AASM (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz

De la orden que no ordena

Asistimos a una época en que ciertos ideales han caído, donde ha declinado la función paterna y la autoridad . De modo que nos encontraríamos con diferentes modalidades y múltiples modos de goce no regulados por la ley. La figura del padre ha caído y ahora es el objeto de consumo lo que se sitúa por arriba de todo sujeto, imponiendo su propia ley y estableciendo su norma. Tal es así que podría decirse que las leyes del mercado promovidas por el discurso capitalista han desplazado al ciudadano del centro de la escena, adviniendo en su lugar el consumidor, en donde el derecho y el deber se reducen a un mismo imperativo: consumir.

Contrariamente a la posición que deviene del nombre del padre, lo que se advierte es el movimiento hacia el consumo masivo. Al no contar con el límite y la mediación que instaura dicha función (NP), existe un empuje a consumir en forma desmedida, en donde más que un nombre que organice hay un ser nombrado a la orden de consumir. Podemos plantearnos si se podría ubicar a la obesidad como paradigma de este hiperconsumo.

El sujeto obeso muestra una fijación al objeto pulsional, con el cual obtiene una ganancia de goce, por fuera del inconsciente, refractaria al discurso del amo. La prevalencia es la del discurso neo-capitalista, donde al lugar del S1, de los significantes amos, viene el mercado junto a la incidencia de la ciencia, con su producción de gadgets, a comandar. Podríamos pensar al obeso, entonces, como alguien alienado en este mandato de consumir, dormido en la creencia imaginaria de la existencia de un objeto adecuado a la satisfacción; pero este empuje al consumo, al igual que el de la pulsión, es constante. De modo que existe una paradoja en esta época: los objetos de consumo no son creados para satisfacernos, sino que, como muchas veces promueven una permanente insatisfacción.

Estaríamos entonces obligados a ser felices mediante el consumo de objetos que no nos sacian. El psicoanalista italiano Máximo Recalcati se refiere a esto como falta radical incalmable, en donde el vacío constituye el trasfondo del objeto-comida. Dirá al respecto que “el vacío que habita al sujeto no depende de la sustancia del objeto, sino que está hecho de la misma tela, por decirlo así, que trama al sujeto mismo…” . En dichos de un paciente: “Siento que quiero tener mi estómago siempre lleno, es como un gran vacío que quiero llenar… siempre tengo hambre for ever, me lo paso viendo televisión y comiendo”. Este dicho puede pensarse en lo que Lacan llamó en La ética del psicoanálisis “exigencia de goce”. Una doctrina del superyó, una exigencia antiadaptativa, del retorno de una satisfacción primaria. El fundamento de esta ética es el goce, no es la ética del bienestar, del placer, sino su más allá. El sujeto tiene como bien supremo algo que no es placentero. Su búsqueda no es la del bien sino la de su goce, se dirá, del lado del mal fundamental, que es lo que Freud desarrolla en Más allá del principio del placer y, como dijimos, en Malestar en la cultura.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Primera parte

*Trabajo presentado en el Congreso de Investigadores del Mercosur (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz

En la sociedad actual, podemos ubicar la modalidad en que ciertos individuos responden a los malestares que les generan las situaciones de la vida contemporánea .
En El malestar en la cultura , de 1930, Freud señala que el consumo de narcóticos es un síntoma acotado y plantea lo siguiente: “La vida como nos es impuesta resulta gravosa, nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles, para soportarla no podemos prescindir de calmantes. Hay de tres clases: poderosas distracciones que nos hagan evaluar como muy mínimas nuestras miserias, satisfacciones sustitutivas que las reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de ese tipo resulta indispensable (…) no solo se le debe a la sustancia embriagadora la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia ardientemente anhelada, respecto del mundo exterior bien se sabe que con ayuda del quitapenas es posibles sustraerse en cualquier momento a la presión de la realidad, y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación”.

Siguiendo las indicaciones de Freud, sostenemos que el sujeto obeso nos confronta con una posición que Jacques Lacan llamó la ética del soltero. Esta ética la podemos pensar como una forma en que prevalece la relación del sujeto con el objeto-comida, y donde la satisfacción hallada en ese “encuentro” hace que prescinda de cualquier relación posible con otro “humano”.

Intentaremos abordar la pregunta acerca del goce implicado en esa posición y en relación a las características propias de nuestra época con los imperativos de inmediatez y felicidad, donde el sujeto obeso aparece como el paradigma del hiperconsumo. Apostamos a una reflexión acerca de esta problemática que abordaremos desde la perspectiva del psicoanálisis, promoviendo una intervención que posibilite una separación con ese objeto, lo que podrá abrir a una mediación por vía de la palabra.

miércoles, 10 de agosto de 2011

“Gracias por-venir” * - Cuarta Parte

* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

A modo de conclusión

“Hablar hace bien”, dicen algunos. Especialmente los que cada semana se ocupan de asegurarse que la próxima estemos de vuelta: “¿Vuelven, no?”. Otros participan en forma alternada o simplemente a su manera. Pero constatamos que, en definitiva, los que siempre vuelven son ellos, y cuando nos vamos nos dicen cada vez, “Gracias por-venir”.
Ante esto, dos preguntas. La primera: ¿por qué vuelven?; la segunda: ¿qué agradecen? Quizá una pista aparece en los dichos de V, que al dirigirse a un paciente que tenía a su lado enuncia: “Hablá, ellos son psicólogos, te escuchan”. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

“Gracias por-venir” * - Tercera Parte



* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

Pueden pensarse los talleres, entonces, como un espacio y un tiempo acotado que permite cierto anclaje, un dispositivo de referencia para esta “población”[1] que en su mayoría -al decir de Foucault en Historia de la locura-, sí se han caído del mundo. Y si no del mundo, por lo menos se han caído del tiempo. Aquí nosotros, psicoanalistas, somos quienes desde nuestra ética, nos prestamos para que estos sujetos se sirvan de nuestra presencia y logren encadenar lo desencadenado[2].
Albergamos el discurso acerca de un saber de estos sujetos; somos lo que ellos encuentran cuando, abandonando lo crónico, extienden el pie o la palabra más allá de la frazada[3]. Esta metáfora, usada por Freud en el contexto de la neurosis, pareciera cobrar particular relevancia en estos talleres del Borda. Si la realidad de nuestros pacientes ha sido suplida por otra y el vínculo con cualquier alteridad ha sido abandonado, en un pronóstico médico de cronicidad inexorable, somos nosotros quienes, con un estar y dejar circular, alojamos su testimonio, nos dejamos enseñar y explicar el sentido precioso de sus certezas y hasta recibimos “la pelota” que nos tiran. Esto es lo que Lacan plantea en tanto le suponemos una verdad a lo que dicen y a lo que hacen: nos dejamos sorprender[4].
Nos resulta interesante compartir con ustedes la manera en la que nos sorprendió un paciente del servicio, después de tres años de funcionamiento de los talleres, cuando dejó de arrastrase por la pared de siempre para tomar la pelota que había rodado a sus pies; se integró a la ronda y comenzó a tirar la pelota siempre al mismo coordinador. No hay palabra, no hay discurso, hay un gorgojeo profundo cada vez que toma la pelota y la vuelve a tirar.
Es ante estas situaciones donde no nos queda otra que ver cómo el sujeto del psicoanálisis solo se encuentra y se halla allí donde hay un otro que no juzga, que no lo valida. Otro que lo acompaña, que se sorprende, que lo escucha.[5]  Suponerle un saber a un paciente crónico es justamente llevar el psicoanálisis allí donde “todo está perdido” y pareciera que sí “se puede caer uno del mundo”[6] y ofrecer un fort-da[7] inaugural donde lo crónico no solo existe, sino que se “croniciza”.


[1] M. Foucault: “La nueva separación”, en Historia de la locura en la época clásica, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003, pp. 107 y 108
[2] J. Lacan: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p. 564
[3] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Das Unbehagen in der Kultur”, Tomo XIV: Werke aus den Jahren 1925-1930, Fischer Verlag, Frankfurt am Main, 1999, p. 447
[4] J. A. Miller: “De la sorpresa al enigma”, en J.-A. Miller y otros: Los inclasificables, Paidos/ ICBA, Buenos Aires, 2003, p. 19
[5] Ibídem.
[6] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Das Unbehagen in der Kultur”; Tomo XIV: Werke aus den Jahren 1925-1930; Fischer Verlag; Frankfurt am Main; 1999; p. 422
[7] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Jenseits des Lustprinzips”; Tomo XIII: Jenseits des Lustprinzips/Massenpsychologie und Ich-Analyse/Das Ich und das Es; Fischer Verlag; Frankfurt am Main; 1999; pp. 12, 13, 14 y 15.

miércoles, 27 de julio de 2011

“Gracias por-venir” * - Segunda Parte

* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

Del tiempo
         La pregunta que nos convoca en esta ocasión es relativa al tiempo: los talleres se desarrollan con una frecuencia semanal y duran exactamente una hora. ¿Puede pensarse que los mismos y los analistas que los sostenemos introducimos una escansión o intervalo en ese continuum que supone lo crónico, la cronicidad o la cronificación de la psicosis?
            Como decíamos, se trata de un servicio de pacientes crónicos. Kronos era, en la mitología griega, uno de los titanes griegos que devoraba a sus hijos recién nacidos; uno de ellos, Zeus -con ayuda de su madre, Rea- logra escapar.[1] Podríamos pensar en una ciencia médica, como lo es la psiquiatría, que cuando dice de una enfermedad mental que es crónica, en algún lugar la está “forcluyendo” de un tiempo que es significativo en el humano, y una “forclusión” del tiempo de los sujetos no puede –al menos- no llamar la atención.
Regresemos al servicio. Hablamos de sujetos que hace mucho tiempo que están internados; algunos más de quince años. Casi todos son personas que no reciben ningún tipo de visita y de los pocos que salen, muchos retornan tan pronto como pueden. Podría pensarse que son los hijos a merced de la devoración de Kronos. En este sentido, nos preguntamos si estos pacientes nos aceptan como alteridad que divide o fragmenta el tiempo, si con los talleres y nuestra presencia no venimos a instaurar una diferencia o un intervalo en ese tiempo eterno de la “cronicidad”. “Acá leemos el diario una vez por semana dice C, dando cuenta de la inscripción de cierta temporalidad. Y sus compañeros del taller de lectura de diarios se suman a la actividad apenas nos ven llegar y cinco minutos antes de concluir piden la lectura del horóscopo. Es el modo que ellos mismos inventaron para darle un cierre a la jornada que dura indefectiblemente una hora, pues pasadas las diez, el taller se queda sin participantes.


[1] http://www.mythologica.de/kronos.htm ; http://www.bosold.de/sagen/; Diccionario Enciclopédico Abreviado; Tomo III; Espasa-Calpe; Madrid; 1974; p. 32.

miércoles, 20 de julio de 2011

“Gracias por-venir” * - Primera Parte

 
* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz;Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)


El siguiente trabajo parte del dispositivo[1] que inventamos para trabajar con pacientes “crónicos” del Hospital neuropsiquiátrico J. T. Borda. Se trata de talleres que sostenemos desde una posición psicoanalítica, siguiendo la recomendación de Jacques Lacan de no retroceder a un tratamiento posible para las psicosis.


         Del dispositivo: talleres en el Borda

         Los talleres de arte, juegos y lectura que ofertamos a los pacientes representan espacios ficcionales, un entramado imaginario-simbólico. Son espacios delimitados con tiempos, reglas y normas que permiten de por sí una inscripción localizada de goce y una regulación del mismo.
         Pensamos el arte, el diario y los juegos como herramientas con las que cuentan los pacientes para su trabajo, el trabajo de la psicosis. La elección de los talleres corre a cuenta suya y propicia así que la singularidad del sujeto se despliegue y que éste se ponga a trabajar con su sufrimiento. Que pueda hacer un lazo entre su padecimiento singular y el recurso creativo que se ofrece mediante el dispositivo, para poder hacer otra cosa allí con los retornos en lo real que los abruman.
         Muchas veces sólo se trata de una excusa para darle lugar a la palabra y desde allí permitirle al sujeto psicótico el establecimiento de cierto punto de capitón en el deslizamiento metonímico del significante. En tal espacio generado entre varios intercambiables entre sí,[2] nos abrimos a la escucha del sujeto dándole crédito a la verdad que supone su decir y operando una diferencia respecto del tratamiento que propone la ciencia para él.

[1]Dispositivo: Artificio: conjunto de cosas combinadas para hacer un trabajo.

[2]Di Ciaccia, A.: "A propósito de una práctica entre varios", en Rencontre PIPOL, Sección RI3, París, 20 de Junio 2003.

miércoles, 13 de julio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Última Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

La angustia puede presentarse en ciertos momentos del análisis bajo esta forma. Como aquella analizante que relató un sueño que mostraría- luego de una decepción amorosa  respecto de su partenaire idealizado- a qué se reduce un cuerpo cuando se corre el velo de la forma, cuando aquello que no tiene representación posible, se presenta en el cuadro fuera del valor fálico, fuera de la barrera que construye la imagen del cuerpo que da sentido a esos objetos. En este caso una mirada que le barría todo semblante posible. El sueño de un cuerpo sin piel, despellejado, recostado en una camilla, a su lado un hombre vestido con un guardapolvo blanco mostrando ese “cuerpo” a un grupo de personas, tal vez alumnos, ubicados detrás de un vidrio, mirando la escena. A su vez una mirada que mira toda la escena pero que no se ve, esa mirada mira pero no se da a ver. Así se veía ella en ese momento, sumergida en un esfuerzo por poner palabras a lo que no entendía y quería entender, representando en su sueño a su analista que se dirigía a un público mostrando ese cuerpo vivo, pero sin piel y sin forma, interrogando el saber de la ciencia pero a la vez marcando su impotencia.
Pero que también permitía ver que detrás del cuerpo hecho para seducir hay un vacío que funciona y que gracias al espejo del Otro, puede funcionar como cuerpo. Vemos así como a partir de la angustia surge la función de este cuerpo Real, identificado al vacío de representación,  que se articula a la función del “objeto a”,  un Real que el  cuerpo imaginario  pretende encerrar.
En un análisis, si el analista puede sostener esta pregunta sin su goce y sin su angustia, verá como el sujeto se separa del cuerpo de varias formas, haciendo surgir este “objeto a” para que el sujeto pueda franquear el límite de su angustia y de su goce oscuro y así preguntarse por su deseo. 

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")

miércoles, 6 de julio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Quinta Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

El cuerpo Real y la angustia

En el seminario 10 Lacan descompone el nivel especular y construye uno nuevo. Retoma el estadio del espejo complicándolo con el modelo óptico de los dos espejos, cóncavo y plano, donde puede ubicar los puntos de encuentro entre la experiencia orgánica y la imagen. Por efecto del espejo cóncavo la imagen del objeto que se produce es una imagen real, pero la mirada del sujeto no alcanza a ver el objeto, sólo puede ver esa imagen real a partir de un espejo plano, que producirá una imagen virtual de esa imagen real con la cual el sujeto se identificará y le permitirá un cierto dominio imaginario de su cuerpo a partir de identificarse a esa gestalt especular.
Luego Lacan agrega la idea de una ilusión producida por el lenguaje que permite que la relación funcione o no. A continuación toma de Freud la noción de zonas erógenas del cuerpo, localizadas en los agujeros del organismo,  de tal manera que son las experiencias de goce las que hacen de bisagra entre el organismo y la imagen. Aparecen los “objetos a” “naturales”, los objetos parciales de la tradición analítica: pecho, heces, falo, y agrega la voz y la mirada.  M.H. Brousse[1], subraya que es el espejo plano del lenguaje el que permite que los “objetos a” sean ubicados dentro del hueco del vaso dependiendo de cómo esté situado el espejo. Aparecen como objetos separados, extraídos del cuerpo fragmentado, separados por el lenguaje  y ubicados en el Otro. Aquí la dimensión del Ideal, instancia simbólica constitutiva del yo ideal, es fundamental porque instala la ficción de una totalidad desde donde el sujeto puede verse, como visto por el otro,  que le permite una satisfacción en tanto los objetos sean vistos como dentro del Otro, en el marco especular. Es la función que permite no reducirse a un cuerpo sino a constituir un cuerpo erotizado.


[1] Marie-Helen Brousse. “Cuerpos lacanianos: novedades contemporáneas sobre el estadio del espejo.” Colofón 29

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")

miércoles, 29 de junio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Cuarta Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

El loco y la gallina

Podemos tomar la fábula del loco que creía ser un grano de maíz. Su psiquiatra le da el alta cuando el loco asume que no es un grano de maíz. Pero al salir a la calle y al toparse con una gallina sale espantado con un ataque de angustia y retorna al psiquiátrico. Al verlo a su psiquiatra y luego de narrarle que se topó con una gallina, éste le recuerda que ya está curado, que él ya sabe que no es un grano de maíz. Entonces el loco le responde “Pero ella, ¿lo sabrá?”
Podría responder en la vía del amor, por medio de la cual el sujeto vuelve a introducirse en la dimensión del engaño, mientras que la angustia no engaña. En la vía del amor, que es mediador, el sujeto intentará capturar esa mirada de la gallina por medio de artificios, por medio de semblantes. El amor apunta a ese objeto valioso desde donde se mira, ese punto del Ideal que quiere alcanzar para velar la falta, ese lugar donde se juega su ser. El amor apunta al ser pero solo alcanza semblantes.
El obsesivo intentará controlar esa mirada, o inflará su yo como para hacerse el gallo, pero en su cortejo sólo girará alrededor de la gallina, satisfaciendo su demanda, para seguir gozando de su ser de maíz.
La histérica en cambio, jugará su ser en ese grano de maíz, dejándose embuchar de vez en cuando, para posteriormente quejarse por su ser perdido y victimizarse, denunciando porque nadie aloja su exclusión o su exilio.   
En tanto el perverso dirá “adelante, soy tu grano de maíz!” Sabrá hacer de grano de maíz, o de choclo reluciente,  ilusionando a la gallina para manipularla, para producir el goce buscado y así sostener su propia ilusión.
Por el contrario la angustia no engaña porque es la falta de representación misma la que se presenta en el campo del sujeto, que no entiende qué le pasa, “es lo que no se deja significantizar…el resto real. Este resto real es el goce en la medida en que no se deja capturar por el significante."[1]
A partir de su indagación sobre “la angustia”[2] Lacan produce un viraje porque él concebía el proceso analítico como la reducción del goce a un funcionamiento del orden significante.
Pero a partir de la angustia el objeto comienza a tener otro estatuto. Eric Laurent[3] observó que ese goce oscuro que se presenta en la experiencia como algo que no llega a representarse, como algo que no tiene forma, es un objeto que no llega a inscribirse en el cuerpo y que se presenta como fuera del cuerpo, que no viene a inscribirse en el cuerpo sino más bien que ese cuerpo se presenta en su dimensión Real, como un objeto Real. Y es precisamente el experimento de los dos espejos que Lacan realiza el que permite mostrar el funcionamiento de ese cuerpo Real.


[1] Miller J.A. La angustia lacaniana. Paidós. p.74
[2] Lacan Jacques. La Angustia. Sem 10. Paidos
[3] Eric Laurent. Curso“Los tiempos de la angustia” 2004. UBA (inedito)

(Artículo publicado parcialmente en el "Aperiódico Psicoanalítico")

miércoles, 22 de junio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Tercera Parte


*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

En la angustia el sujeto sabe que hay algo Real en juego, que no sabe que es, pero que le da la certeza de que eso está allí, aunque no tenga representación. Si uno no tiene respuesta de por qué se angustia, poco a poco se angustia más y cae en estado de pánico, y eso es lo que trae la gente a analizarse.
Lacan mostró que la angustia en la experiencia analítica es lo que no engaña,  y por lo tanto es aquello que escapa a la dimensión significante, un resto inasimilable, que llamó “objeto a”. La angustia no se deja atrapar por el significante y  por lo tanto es la vía de acceso a ese “objeto a”. Llega incluso a validar la angustia de nacimiento como prototipo de angustia. El desamparo más radical, allí donde falta toda orientación significante.
La angustia no engaña, porque ella permite introducir la pregunta por el deseo del Otro. Siempre que hay angustia es porque el deseo del Otro está presente, pero el sujeto no sabe que quiere el Otro de él. Esto angustia porque la presencia del deseo del Otro se anticipa a la pregunta posible. Falta la falta. Es la respuesta misma a la pregunta por la causa, por el ¿porqué? y en ese sentido implica una respuesta de lo Real que indica la presencia de la pregunta misma, aún informulada.
Lo cual muestra que la angustia no es sin objeto porque la presencia del Otro aparece como causa. Ubicar esa pregunta por el deseo posibilitará la interpretación y la puesta en forma del síntoma.
Puesta en forma del síntoma, equivale a un acotamiento del volumen de la angustia.

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")