miércoles, 22 de junio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Tercera Parte


*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

En la angustia el sujeto sabe que hay algo Real en juego, que no sabe que es, pero que le da la certeza de que eso está allí, aunque no tenga representación. Si uno no tiene respuesta de por qué se angustia, poco a poco se angustia más y cae en estado de pánico, y eso es lo que trae la gente a analizarse.
Lacan mostró que la angustia en la experiencia analítica es lo que no engaña,  y por lo tanto es aquello que escapa a la dimensión significante, un resto inasimilable, que llamó “objeto a”. La angustia no se deja atrapar por el significante y  por lo tanto es la vía de acceso a ese “objeto a”. Llega incluso a validar la angustia de nacimiento como prototipo de angustia. El desamparo más radical, allí donde falta toda orientación significante.
La angustia no engaña, porque ella permite introducir la pregunta por el deseo del Otro. Siempre que hay angustia es porque el deseo del Otro está presente, pero el sujeto no sabe que quiere el Otro de él. Esto angustia porque la presencia del deseo del Otro se anticipa a la pregunta posible. Falta la falta. Es la respuesta misma a la pregunta por la causa, por el ¿porqué? y en ese sentido implica una respuesta de lo Real que indica la presencia de la pregunta misma, aún informulada.
Lo cual muestra que la angustia no es sin objeto porque la presencia del Otro aparece como causa. Ubicar esa pregunta por el deseo posibilitará la interpretación y la puesta en forma del síntoma.
Puesta en forma del síntoma, equivale a un acotamiento del volumen de la angustia.

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")

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