miércoles, 25 de junio de 2014

El cuerpo del siglo XXI * - Cuarta parte

* por Darío Galante

Extravagancia y maltrato

Sin embargo coexisten con ese ideal otros tratamientos del cuerpo que merecen ser estudiados. Convive con este imperativo cierta erótica basada en marcar al cuerpo que en algunos casos produce verdaderos maltratos.
Apuntemos que pueden expresar la idea de pertenecer a un conjunto que en algunos casos funciona como una cualidad erótica. No obstante lo importante a destacar es esta estética basada en mostrar sobre el cuerpo. El cuerpo se expone ante la mirada del Otro como un objeto a través del cual se manifiestan ciertos mensajes.
Las inscripciones en el cuerpo a menudo hablan de una dificultad para expresar una idea, un sentimiento o una pasión. Así como hay quienes deciden declarar el amor que tienen por su partenaire a través Facebook pero les cuesta muchísimo decírselo cuando lo tienen al lado, en muchos casos se inscriben frases para dejarlas fijas en el cuerpo sin poder hacer más que exponerlas. Quedando dichas marcas en un plano puramente enunciativo.
Finalmente algunos tatuajes y perforaciones muestran muchas veces cuerpos lacerados.
En igual medida los mismos productos de bajas calorías que son utilizados para regular el peso corporal producen en muchos casos epidemias anoréxicas.
Se produce así una connivencia de excesos, de este modo lo que se promociona como una manera de embellecer al cuerpo puede convertirse en su principal detractor.

miércoles, 18 de junio de 2014

El cuerpo del siglo XXI * - Tercera parte

* por Darío Galante

Hoy en día nos encontramos con una cantidad importante de campañas tendientes a que la ciudadanía tome conciencia de los riesgos que puede tener para la salud una dieta desequilibrada. Hay mucha más información sobre el colesterol, las calorías y los carbohidratos. Además cada producto debe incluir en su envase la información nutricional de cada porción del producto que se está vendiendo.
Otro tanto ocurre con la actividad física. Las maratones cada vez tienen más participantes y las grandes marcas invierten considerables sumas de dinero para asociar a sus productos con eventos deportivos que se repiten año tras año. Más allá del boom de las maratones, en las que muchos interesados quedan sin poder participar por ser superados los cupos previstos, los edificios dedicados a la práctica deportiva o al cuidado estético son una constante en las grandes ciudades.
Basta detenerse a observar una tanda publicitaria en la televisión actual para ver reproducirse un fenómeno que merece ser atendido. Se ofrece a través de este medio, entre otros, sal baja en sodio, yogur con calcio, dentífricos con distintas propiedades para los huesos y alimentos para controlar el peso de manera saludable.
Otro tanto sucede con los realitys para bajar de peso y los micros en los noticieros con el mismo fin, y con los consejos para mantenerse en forma muchas veces acompañadas por modelos que explican cual es su “secreto” para lograr el cuerpo ideal mientras mantienen su “secreto” de su paso por el quirófano.
Sumemos a este fenómeno el recurso de las páginas webs dedicadas a la salud que figuran entre los sitios más visitados por los internautas.
Destaquemos en este punto que el avance de la ciencia acompaña este proceso que promueve una fuerte exposición del cuerpo. En las últimas décadas la cirugía estética ha pasado a ser un derecho: el derecho a sentirse bien con la imagen del propio cuerpo. La alianza entre lo que se reivindica como un derecho y las promesas de la ciencia sellan de este modo un cambio de época.
Lo que ha marcado un cambio sin precedentes es que la ciencia ha llegado a cumplir algunas de sus promesas. Recordemos que para la ciencia no hay límites, por lo menos en su horizonte. Lo que hoy no se puede, se está estudiando para el mañana. ¿Cuál sería el límite? Las transformaciones en el cuerpo están hoy en día al alcance de la mano. Ya no es solo la cirugía que apunta a retocar sino precisamente a transformar los cuerpos, incluidos por supuesto los cambios de sexo.
Se puede decir entonces que el ideal del cuidado del cuerpo está instalado como un bien en la sociedad de nuestros días. Este es un ideal que marca claramente una tendencia en el siglo XXI.
El presupuesto familiar dedica una parte cada vez más importante a “consumir salud”. Estas demandas, por momentos desenfrenadas y salvajes, por preservar la salud del cuerpo incluyen, además de los medios informáticos, una creciente consulta a los más diversos profesionales.
Advirtamos como una nota al margen que este progresivo aumento de las consultas a profesionales en el caso de las psicoterapias suele orientarse no tanto a trabajar los meandros de la existencia sino a reestablecer un equilibrio que permita ingresar nuevamente a un horizonte de consumo sin mayores sobresaltos.

miércoles, 11 de junio de 2014

El cuerpo del siglo XXI * - Segunda parte

* por Darío Galante

El cuidado paradójico

Los cambios que se producen por el paso del tiempo han sido tratados de diversos modos a lo largo de la historia. Antiguamente no se prestaba tanta atención al cuidado del cuerpo, este sin lugar a dudas es un paradigma de la actualidad.
En “La felicidad paradójica”1 Gilles Lipovetsky analiza los cambios producidos en el consumo a lo largo de la historia, a las que caracteriza como las tres edades del capitalismo de consumo. Una de sus conclusiones es que en los últimos tiempos hemos entrado en lo que se denomina la fase III, caracterizada principalmente por un cambio con la fase anterior. Esto es, se pasa de un consumo para obtener algún prestigio, para mostrar que se puede acceder a determinado producto, a un consumo de cuidado. Lo que se consume especialmente en esta fase del capitalismo es cuidado, y muy especialmente cuidado del cuerpo.
La sobreoferta de información, muchas veces tendiente (o tendenciosa, según el caso) a captar la atención por el cuidado, genera básicamente una creciente angustia relacionada con el cuerpo y con la salud.
El pasaje de una fase a la siguiente se diferencia especialmente por el modo en que se consume, así la caracteriza Lipovetsky: “Terminada la época feliz y despreocupada de la mercancía, la época que sigue es la de la hipermercancía medicalizada, reflexiva y preventiva, cargada de preocupaciones y dudas, que exige más y más actitudes responsables a los interesados”2.
Lo que en principio puede ser muy beneficioso para el ser humano, a partir de cierta desregulación, se convierte finalmente en una “bulimia de cuidados médicos”3.
1 Lipovetsky, G.: “La felicidad paradójica”, Editorial Anagrama. Colección Compactos. 2010.
2 Ibid., pág. 53.
3 Ibid., pág. 53.

miércoles, 4 de junio de 2014

El cuerpo del siglo XXI * - Primera parte


* por Darío Galante (Artículo publicado en el Aperiódico)

Cada cambio de etapa vital de un sujeto recibe su impacto en el cuerpo y este cambio trae aparejada una metamorfosis. El cuerpo suele ser algo extraño para el ser hablante.
El niño y las angustias por su crecimiento, pero también el adolescente esperando ese cambio que no llega y los adultos esperando que ese cambio no llegue; es decir el ser humano intenta a lo largo de su existencia lograr cierta armonía con el cuerpo que nunca es del todo lograda.
Si bien es cierto que hay variaciones, diferentes formas de asumir los cambios, en algún lugar esa exterioridad que pesa sobre el cuerpo se hace presente.
Sucede que el ser humano tiene un cuerpo construido por la lógica del significante. El cuerpo es un efecto del significante y en tanto sujeto del significante se tiene un cuerpo de un modo muy particular, analicemos pues algunas de sus consecuencias.
El primer efecto del lenguaje sobre el cuerpo es el de mortificarlo. El ser humano es el único individuo que sabe que el tiempo de su cuerpo es finito y esa conciencia lo acompaña durante toda su existencia.
El tratamiento que se le da a ese saber tiene consecuencias sobre el propio sujeto y sobre el modo en que este le demanda a los demás respuestas para las angustias generadas por ese saber.