miércoles, 31 de marzo de 2010

Entrevista a Ernesto S. Sinatra* - Tercera parte

Entrevista realizada por María Belén Silva

*Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundialde Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora,1991); "¿Por qué los hombres son como son?"(Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004);"Las neurosis -jeroglíficos,blasones, laberintos-" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" de próxima aparición por Grama Ediciones.


¿Se puede pensar la adicción a las drogas como un síntoma social propio de nuestra época? ¿Por qué?


En un sentido la adicción a las drogas consideradas como una satisfacción ‘egoísta’ que ocurre en el propio cuerpo –es decir: auto-erótica- podría ser considerado como un síntoma social; pero debemos agregar aquí el empuje del mercado de consumo a la producción de gadgets centrados en el ‘sí mismo’. Una publicidad de electrodomésticos lo mostraba con claridad, ofrecía la santidad al consumo femenino…sólo con la compra de un artefacto: San-yo.


¿De qué manera se puede pensar el cuerpo en la toxicomanía?

Habitualmente como la superficie sobre la cual se intenta gozar por medio de la instalación de una substancia. Hacer gozar el cuerpo como Uno, como una unidad indivisible es la tarea que pretende conseguir el toxicómano más decidido.


¿Desde el psicoanálisis, cómo considera usted que podría ser el tratamiento de un toxicómano?

Nadie es ‘toxicómano’, ‘drogadicto’ ni ‘adicto’; no atendemos a ningún adicto en cuanto tal. El psicoanálisis da tratamiento a una persona que sufre, que tiene problemas con los actos de su vida, con sus pensamientos, con los familiares que le han tocado en suerte y con los que debe convivir, con la elección de su sexualidad y las consecuencias que de ella se desprenden con sus parejas…Para que la operación analítica sea exitosa el analista deberá apuntar a que el sujeto se despoje de su ser drogadicto; y para eso están las entrevistas preliminares, condición de un análisis.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Entrevista a Ernesto S. Sinatra* - Segunda parte

 


Entrevista realizada por María Belén Silva Salas

* Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL);
Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundialde Psicoanálisis (AMP);
co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo)
y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora,
1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La
racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las
drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del
ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las
entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004);
"Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos-" (C.ICBA, 2009) y
"¿Todo sobre las drogas?" de próxima aparición por Grama Ediciones


¿Cómo se podría pensar la búsqueda de estados de inconsciencia o de olvidos que producen la utilización de la droga?

Precisamente ha sido El empuje al olvido un nombre que elegí para caracterizar la época (y que he desarrollado en un libro reciente “¿Todo sobre las drogas?” ); ya que no sólo hay que pensar en los efectos sufridos por el sujeto a nivel neurológico de la droga-dependencia, sino en los efectos pretendidos por él (aún de modo inconsciente): olvidar las consecuencias de los actos no realizados, y/o de los realizados en contra de su propio deseo; ‘salirse de sí’. No hace falta mucha inteligencia para comprobar la función de los medios de comunicación para acelerar infinitamente este efecto. Pensemos en uno de los fenómenos freak actuales que promueve nuestra admirable TV; por ejemplo, con la creación de una imagen ofrecida para gozar de la identificación a lo imposible, imagen creada por un hombre con múltiples cirugías (cuya elección sexual está siempre puesta en duda), sujeto poseedor de una fortuna con la que todo parecería ser posible, fortuna concebida en el nombre del padre -pero contra él- en una versión hiper-moderna del auto-didacta que triunfó en el show-business a fuerza de “todo se compra con dinero”: los tele-adictos, fascinados con él.

¿Cómo considera usted que se relaciona la violencia y la droga?

La violencia es una consecuencia ineludible de la des-protección del Estado a los ciudadanos en el mundo globalizado. El ‘hay de todo y para todos’ choca contra las realizaciones personales y las condiciones de creciente marginalidad en las que vivimos. El pretendido ‘bien social’ no puede ser garantizado con la economía actual del mercado mientras se regule (y catalogue) a los ciudadanos según su poder adquisitivo, es decir, como consumidores y no como ciudadanos.
En las condiciones de marginalidad actual, violencia-droga constituyen una pareja preocupante, no sólo por sus efectos de criminalidad, sino porque se instituye la figura del drogadicto a nivel social como la ‘causa universal del mal’. Pero cuidado, ya que tampoco se trata de victimizar el consumo ni al ‘adicto’, ya que cada uno es responsable de un modo ineludible de sus actos, pero sí se trata de intentar al menos resituar las coordenadas del problema real.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Entrevista a Ernesto S. Sinatra* - Primera parte

 Entrevista realizada por María Belén Silva Salas

*Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Psicoanalista,
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador
del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias
 del psicoanálisis" (Anáfora,1991); "¿Por qué los hombres son como son?"
(Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá
de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del
ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las
entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004);
"Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos-" (C.ICBA, 2009) y
"¿Todo sobre las drogas?" de próxima aparición por Grama Ediciones

¿Desde el psicoanálisis qué se entiende por toxicomanía?

Al elegir el término ‘toxicomanías’ y sustituirlo al de ‘drogadicción’ hemos subrayado la función subjetiva en el consumo: destacamos el efecto de elación –al que el concepto de manía remite- pero no menos la puesta fuera de sí, de rechazo del inconsciente al que son proclives los individuos que recurren a las substancias tóxicas. De ese modo, además, incluimos el problema de las toxicomanías como una cuestión clínica y no como un problema de otros campos -como el jurídico o el correccional, por ejemplo.

¿Usted qué opinión tiene sobre la influencia del contexto que rodea al toxicómano, es decir, la familia, la sociedad, etcétera?

Evidentemente, hay un empuje al consumo generalizado que enmarca la elección que realiza el toxicómano. La función de globalización que impulsa el mercado de consumo empuja a lo uniforme y ese mismo mercado encuentra en las drogas una mercancía muy redituable que ofrece a los consumidores; no se le escapa a usted que el uso de este término -consumidores- se emplea tanto para los que compran mercancías, cualesquiera fueren, como asimismo para los ‘drogadictos’. Y las familias, como siempre, hacen lo que pueden.

Teniendo en cuenta que en la sociedad de consumo actual surgen continuamente objetos nuevos de consumo ¿De qué manera se podrían pensar las nuevas drogas que se encuentran en el mercado?

Los objetos de consumo y las drogas son objetos solidarios. Toda droga es una mercancía; y habrá ‘nuevas drogas’ como existirán nuevas mercaderías. Para entender este proceso, el psicoanálisis evidencia que con la producción de drogas se trata de buscar medios de insertar satisfacción donde no la hay; es decir, intentar producir modos de gozar en el punto en el que la subjetividad se halla marcada por un vacío central, por una falla radical, una inadecuación radical entre los sexos. Y precisamente en ese punto se montan las substancias tóxicas para ofrecer ‘felicidad’, ‘placer extremo’, ‘novedad’, ‘éxtasis’; ‘paz en los pensamientos’ o simplemente ‘olvidar’ (empleo aquí términos recogidos de ‘consumidores’ habituales); pero como usted sabe, también vienen a este punto los dispositivos técnicos que resaltaba Martin Heidegger y que hoy se visten de ropajes tecnológicos y se distribuyen a escala planetaria (los gadgets del mercado) prometiendo una satisfacción universal para todos; lo que no sólo es una falacia sino una radical impostura: nadie sabe lo que el otro quiere, ni puede saberlo. Cuando alguien dice que lo sabe, no hay que equivocarse: ése trata de imponer su dominio sobre el individuo. Cualquier resonancia que provoque este planteo de los usos en el campo político, no es casualidad.

ADIOS AL ÚLTIMO JUDÍO DE SABER *

* Por Gustavo Dessal 



El pasado 30 de octubre Claude Levi-Strauss falleció en París a la edad de 100 años, una cifra tan gloriosa como la obra que nos ha legado. La bendición de su longevidad, sin embargo, no vuelve menos conmovedor el sentimiento de una enorme pérdida, solo compensada por la infinita sabiduría que nos deja, y que habrá de perdurar en el campo de las ciencias sociales y el psicoanálisis.


No es esta la ocasión de valorar con todo el rigor que merece la contribución de Levi-Strauss al psicoanálisis, en especial al de orientación lacaniana. Baste recordar que su amigo Jacques Lacan se valió, entre otras fuentes, del estructuralismo levistraussiano para renovar su lectura de Freud, transmutando de manera radical el entendimiento y la praxis del psicoanálisis.


Claude Levi-Strauss nos ayudó a comprender el mundo, y contribuyó más que nadie a la renovación de la antropología, una disciplina a la que, con su concepto de estructura, supo arrancar de las siniestras manos de las ideologías colonialistas. Su obra fue una empresa que restituyó la dignidad de los pueblos llamados "primitivos" o "salvajes", al descubrir y demostrar en ellos el dominio de las mismas fuerzas universales que animan las sociedades en todos los confines del mundo.


Como lector de su obra y deudor de su notable genio, expreso aquí -y seguramente en nombre de todos mis colegas de la ELP- mi emocionado tributo.

El trastorno del trastorno*

* Ana Oldecop


Desde la ciencia estamos acostumbrados en pensar la patología como un déficit. Científicos sostienen que la misma adquisición del lenguaje se ve reducida por la exposición pasiva a medios tecnológicos como la televisión; se la responsabiliza de “conductas desviadas de la norma” tales como la violencia y la obesidad mórbida.


Podría pensarse como un intento válido para combatir la violencia y la obesidad mórbida la creación de programas televisivos que hablen de “dulces sanos”, muestren personajes bizarros en constantes movimientos estrafalarios y marquen la pereza como un bien no deseable; o muestren desde una tolerancia absoluta así hasta una eterna conciliación posible. Entonces, ¿se podría concluir que el Otro primordial sea suplido o relevado por esta tecnología “del bien”?


Por otra parte, ¿es esa misma tecnología que a los adultos nos “permite” estar conectados, informados y productivos las 24 hs? Más que déficit, las patologías hoy se presentan como exceso que afecta a todas las edades. Pero, ¿exceso de qué?


Desde esta perspectiva creo mucho más fructífero plantearse esta problemática en términos de ausencia y presencia, en tanto ritmo necesario que permite una pausa, un silencio, una ausencia de imagen y sonido que haga posible alguna actividad o palabra singular.

La obesidad en los niños: asumir la responsabilidad *

*Por Edit Tendlarz.


Es cierto que el mercado ofrece, en este mundo capitalista globalizado, cada vez más chatarra que está al alcance de los niños, en un contexto en el que los padres tienen cada vez menos tiempo de ocuparse de armarles una dieta equilibrada y balanceada. Sin embargo, como psicoanalista, no puedo dejar de plantearme este tema sin interrogarme qué función cumple, en la subjetividad de cada niño, el objeto alimento. Los niños son responsables.


¿Qué llena cada niño cuando consume este tipo de alimentos en forma automática, tantas veces sentado frente al televisor? Justamente, el televisor y la comida son la única compañía para ellos, quienes viven en un nuevo mundo. Mundo de cemento. Muros de cemento. Muros de cemento separan a los niños y los encierran en pequeños espacios en los que las únicas compañías son el televisor, la computadora y la comida. ¿Qué responsabilidad tenemos, en esto, los adultos?

Fiesta en el Servicio del Hospital Borda 2009


Por Juan Pablo Martin Mogaburu

"En esta ocasión, los tambores convocaron a una celebración. Así se cerro otro ciclo de las actividades que realizamos en el servicio 26 del hospital Borda. Un encuentro de música y baile al final del año; una pausa para luego recomenzar"

¿Qué sucede hoy, en Argentina, con la desmanicomialización? *

* Por María Belén Silva Salas


El 13 de junio del 2009 en La Nación se publicó la nota: “El camino hacia el fin de los manicomios” (Ver Link) donde se resume la experiencia actual de un hospital de Río Negro (Bariloche), lugar en el cual desde 1990 se implementó la desmanicomialización.


En 1984 el Dr. Alfonsin y M. Goldenberg plantean la reforma de los neuropsiquiátricos. Hoy se reabre el debate. Cabría preguntarse: ¿Rédito político o bienestar y reinserción social del paciente psiquiátrico?

miércoles, 10 de marzo de 2010

ESTUDIOS PRELIMINARES SOBRE LA ANOREXIA Y BULIMIA EN LOS PRIMEROS ESCRITOS FREUDIANOS * - Última parte




* Este trabajo fue presentado en la XV Jornada de Investigación y el Cuarto Encuentro de Investigadores del Mercosur (Buenos Aires-2008) por:
Edit Beatriz Tendlarz – Osvaldo Rafael Rodríguez– Alicia Donghi - Ezequiel Weitzman - Gastón Gómez



En el texto “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” Freud nos transmite, más detalladamente y en una serie de pasos, cómo se produce un síntoma histérico. Primero, está la práctica autoerótica destinada a la ganancia de goce de una zona erógena del cuerpo (el chupeteo de Dora en nuestro caso). Segundo, se produce una soldadura entre ésta con “una representación-deseo tomada del círculo del amor de objeto” (Freud, 1908: 143) (Dora chupándose el pulgar mientras que acariciaba la oreja de su hermano). De esta manera, la fantasía (3) (Freud, 1897: 288) le brinda una escena y un objeto (fijación de objeto a la modalidad pulsional) a la práctica autoerótica (goce pulsional) para la realización de deseo enmarcándose en el campo del principio de placer. Y tercero, el tiempo de la represión con la renuncia “a esta clase de satisfacción masturbatoria y fantaseada, la fantasía misma (…) deviene inconsciente” (Freud, 1908: 143).




Concluye señalando que “si no se introduce otra modalidad de la satisfacción sexual, si la persona permanece en la abstinencia y no consigue sublimar su libido, vale decir, desviar la excitación sexual hacia una meta superior, está dada la condición para que la fantasía inconsciente se refresque, prolifere y se abra paso como síntoma patológico” (Freud, 1908: 143).


En la conferencia 23 titulada “Los caminos de la formación de síntoma”, menciona cómo se producen los síntomas neuróticos. Freud desarrolla la causa de esa producción. Sostiene que las personas “enferman a raíz de una frustración cualquiera, cuando la realidad les escatima la satisfacción de sus deseos sexuales” (Freud, 1916/1917: 274). La libido insatisfecha, rechazada por la realidad, tiene que buscar otros caminos para su satisfacción. Es por el camino de la regresión que “la libido es cautivada por la fijación que ella ha dejado tras sí en esos lugares de su desarrollo” (Freud, 1916/1917: 327).


Estos puntos de fijación no son otra cosa que las fantasías que soportan y fijan una modalidad de satisfacción pulsional, que ha sido resignada en su momento -pero no por completo. Allí Freud se pregunta y se contesta: “¿Cómo encuentra la libido el camino hacia esos lugares de fijación? Bien; todos los objetos y orientaciones de la libido resignados no lo han sido todavía por completo. Ellos o sus retoños son retenidos aún con cierta intensidad en las representaciones de la fantasía. La libido no tiene más que volver a las fantasías para hallar expedito desde ellas el camino a cada fijación reprimida. Estas fantasías gozan de cierta tolerancia (…)” (Freud, 1916/1917: 340). Recordemos el valor de “poetizaciones protectoras” que le brinda Freud a las fantasías. ¿Ante qué las fantasías gozan de cierta tolerancia? Podría decirse que es ante la satisfacción de la pulsión. Se llega al conflicto y, en el mejor de los casos, a la formación del síntoma, si se cumple una “condición de naturaleza cuantitativa” (4), (Freud, 1916/1917: 340), cuando esta regresión de la libido –por una frustración que le impone la realidad a la satisfacción sexual- causa una sobreinvestidura en la fantasía que “se eleva tanto que ellas se vuelven exigentes, desarrollan un esfuerzo, orientado hacia la realización” (Freud, 1916/1917: 340).


Con estas conceptualizaciones retomamos el síntoma anoréxico –histérico- que presenta Dora. Este síntoma aparece después de la escena del beso con el Sr. K. Esta vivencia produce un desprendimiento de displacer por la tendencia a la realización de la fantasía (sobreinvestidura de la fantasía) que enmarcaba su goce pulsional dentro del principio del placer, dejándola sin recursos, a solas en el encuentro con la pulsión oral. Así se constituye el síntoma del asco frente a los alimentos como una formación de compromiso ante la irrupción pulsional más allá del principio del placer.


“El síntoma repite de algún modo aquella modalidad de satisfacción de su temprana infancia (…)” (Freud, 1916/1917: 333), en la cual está implicada la satisfacción de la pulsión oral y la boca como zona erógena privilegiada, cristalizándose en la práctica sexual del chupeteo. Afirma a continuación: “Esta satisfacción está desfigurada por la censura que nace del conflicto, por regla general volcada a una sensación de sufrimiento y mezclada con elementos que provienen de la ocasión que llevó a contraer la enfermedad (…)” (Freud, 1916/1917: 333) El asco es producto de la represión por “la desautorización de lo sexual” que surgió en la escena del beso.


De esta manera es que pensamos este síntoma anoréxico de Dora como un síntoma neurótico, es decir como un sustituto de las satisfacciones sexuales (Freud, 1916/1917: 274.)


A partir del estudio de los primeros textos de la obra de Freud, se derivan conclusiones en relación con la presencia de síntomas anoréxicos y bulímicos tanto en las neurosis actuales (neurastenia y neurosis de angustia) como en las psiconeurosis (en este caso, la histeria).


Es interesante destacar la manera en que la que Freud se ocupa del cuerpo a lo largo del estudio de los diferentes historiales.



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Notas


(1) Se observa en el historial cómo Freud va dejando atrás la concepción del trauma sexual como una vivencia realmente acontecida por la práctica sexual infantil, modificando así la concepción sobre el mecanismo de formación del síntoma histérico. Estos “…ya no aparecían más como retoños directos de los recuerdos reprimidos de vivencias sexuales infantiles, sino que entre los síntomas y las impresiones infantiles se intercalaban las fantasías (invenciones de recuerdos) de los enfermos (…) Tras esta enmienda, los «traumas sexuales infantiles» fueron sustituidos en cierto sentido por el «infantilismo de la sexualidad»”. (Freud, 1906 (1905): 266).


(2) “Dora conservaba clara en la memoria una imagen de sus años de infancia: estaba sentada en el suelo, en un rincón, chupándose el pulgar de la mano izquierda, mientras con la derecha daba tironcitos al lóbulo de la oreja de su hermano, que estaba ahí quieto, sentado” (Freud, 1905 (1901): 46-7)


(3) Ya temprano en su obra, Freud le da cualidad de “poetizaciones protectoras” a las fantasías.


(4) Recordemos que en la conferencia 18 “La fijación al trauma, lo inconsciente”, Freud le adjudica un factor económico al trauma: “La aplicamos a una vivencia que en breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad de estímulo que su tramitación o finiquitación (Aufarbeitung) por las vías habituales y normales fracasa, de donde por fuerza resultan trastornos duraderos para la economía energética”. (Freud, 1916/1917: 252, 340, 333, 274.)

Bibliografía:


S. Freud: 1896a, “Manuscrito K. Las neurosis de defensa”, AE 1.
S. Freud: 1896b, “La herencia y la etiología de las neurosis”; AE 3.
S. Freud: 1893, “Carta 14”, AE 1.
S. Freud: 1894, “Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia”, AE 3.
S. Freud: 1893-95a, “Estudios sobre la histeria (J. Breuer y S. Freud)”, AE 2.
S. Freud: 1893-95b, (Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos: comunicación preeliminar (Breuer y Freud), AE 2.
S. Freud: 1905 (1901), “Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora)”, AE 7.
S. Freud: 1905, “Tres ensayos de teoría sexual”, AE 7.
S. Freud: 1908, “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”, AE 9.
S. Freud: 1897, “Carta 61”, AE 1.
S. Freud: 1895, “Manuscrito G. Melancolía”, AE 1.
S. Freud: 1917 (1915), “Duelo y melancolía”, AE 14.
S. Freud: 1906 (1905), “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis”, AE 7.
S. Freud: 1916/1917, “Conferencias de introducción al psicoanálisis (Parte III)”, AE 16

miércoles, 3 de marzo de 2010

ESTUDIOS PRELIMINARES SOBRE LA ANOREXIA Y BULIMIA EN LOS PRIMEROS ESCRITOS FREUDIANOS* - Segunda Parte

* Este trabajo fue presentado en la XV Jornada de Investigación y el Cuarto Encuentro de Investigadores   del Mercosur (Buenos Aires-2008) por:
Edit Beatriz Tendlarz – Osvaldo Rafael Rodríguez– Alicia Donghi - Ezequiel Weitzman - Gastón Gómez



Avanzando en estas cuestiones se podrá pesquisar la incidencia en estos síntomas de la boca como zona erógena y de la pulsión oral. En el Manuscrito K (Freud 1896a: 260 a 269) Freud plantea que “Debemos sumirnos hasta lo profundo del enigma psicológico si pretendemos inquirir de dónde proviene el displacer que una estimulación sexual prematura está destinada a desprender, y sin el cual no se explicaría una represión {esfuerzo de desalojo}. La respuesta más inmediata invocará que vergüenza y moralidad son las fuerzas represoras, y que la vecindad natural de los órganos sexuales infaltablemente despertará también asco a raíz de la vivencia sexual (...) Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer; presente ella, puede dar vida a las percepciones de asco, prestar fuerza a la moral, etcétera” (Freud, 1896a: 261/2) Pensamos esta fuente de desprendimiento de displacer como un antecedente del concepto de pulsión –siendo en este texto el núcleo de las neurosis de angustia-, y lo que nombra como órganos sexuales un antecedente de las zonas erógenas; la sexualidad infantil, como traumática (Freud, 1896a: 260).

Con estos antecedentes tomaremos ahora el caso Dora para avanzar en nuestra investigación. Dora presenta -entre otros síntomas histéricos- un síntoma anoréxico. Tal como Freud lo describe en un pasaje del historial “comía mal y confesaba cierta repugnancia por los alimentos” (Freud, 1905 (1901): 27). Aunque Freud en primera instancia reconduce este síntoma a la escena del beso con el señor K que Dora relata que, con efecto retardado (nachträglich), produce un desprendimiento de displacer que se trasluce por desplazamiento en el sentimiento de asco, sin embargo va a discernir la causa de este síntoma a otro factor (1): “En lugar de la sensación genital que en tales circunstancias una muchacha sana no habría dejado de sentir, le sobreviene la sensación de displacer propia de la mucosa del tramo de entrada del aparato digestivo, vale decir, el asco. Sin duda, influyó sobre esta localización la excitación de los labios por el beso; pero yo creo discernir también el efecto de otro factor.” (Freud, 1905 (1901): 27.)
Freud menciona en el apartado “La pulsión sexual en los neuróticos” de “Tres ensayos...” los factores (“el efecto de otro factor”) en la conformación de un síntoma histérico (Freud, 1905, 149/50)


• El carácter constitucional esencial en la histeria en “el despliegue hiperpotente (übermächtig) de la pulsión”


• Sitúa el recurso a la enfermedad “entre el esforzar de la pulsión y la acción contrarrestante de la desautorización sexual”


• En la represión, “un aumento de las resistencias a la pulsión sexual, resistencias que conocimos como vergüenza, asco y moral.”

Y en el caso Dora (Freud, 1905 (1901): 37, 42, 100) menciona acerca del síntoma que:


• “No puede producirse sin cierta solicitación (transacción) somática brindada por un proceso normal o patológico en el interior de un órgano del cuerpo” Es decir, el grano de arena (neurosis de angustia) en todo síntoma neurótico;


• Para que se conforme un síntoma propiamente histérico es necesario un sentido psíquico, que le es soldado en un segundo tiempo; postula una fórmula con validez universal “un síntoma significa la figuración –realización- de una fantasía de contenido sexual, vale decir, de una situación sexual” y que “los fenómenos patológicos son, dicha y llanamente, la práctica sexual de los enfermos.”

Aclaremos que tomamos este síntoma anoréxico siguiendo la misma línea de los otros síntomas que presenta Dora (tos y afonía), es decir, dando cuenta de la misma fantasía inconsciente en la cual se sostiene, en su sentido sexual y en la modalidad pulsional que está en juego.
Freud menciona que Dora había sido en su infancia una chupeteadora (2): “La intensa activación de esta zona erógena a temprana edad es, por tanto, la condición para la posterior solicitación somática de parte del tracto de mucosa que empieza en los labios” (Freud, 1905 (1901): 47).
Este quehacer infantil (sexual) proporciona la precondición somática para la creación de una fantasía. Dora, con su tos, representaba una fantasía (perversa) cuyo contenido refiere a una situación de satisfacción sexual oral en relación con el padre y la Sra. K (fellatio): “Así, esta fantasía perversa de la succión del pene, desde todo punto de vista chocante, tiene el más inocente origen; es la nueva versión de una impresión que ha de llamarse prehistórica, la de la succión del pecho de la madre o de la nodriza” (Freud, 1905 (1901): 46 y 47.)
En “Tres ensayos...” menciona la actividad del chupeteo “como una exteriorización sexual (...) de la práctica sexual infantil” (Freud, 1905: 164), siendo una práctica autoerótica que se satisface en el mismo cuerpo (meta de la pulsión) ya que no está dirigida a otra persona, y que la pulsión nace primero apuntalándose en las necesidades vitales y sólo luego se divorcia de ella: “Quien vea a un niño saciado adormecerse en el pecho materno, con sus mejillas sonrosadas y una sonrisa beatífica, no podrá menos que decirse que este cuadro sigue siendo decisivo también para la expresión de la satisfacción sexual en la vida posterior. La necesidad de repetir la satisfacción sexual se divorcia entonces de la necesidad de buscar alimento”. En esta práctica “está constitucionalmente reforzado el valor erógeno de la zona de los labios” (fuente pulsional). Más adelante dice: “Pero si sobreviene la represión, sentirán asco frente a la comida y producirán vómitos histéricos (recordemos al asco como un dique psíquico producto de la represión inhibiendo el camino de la pulsión sexual) (Freud, 1905: 161 y 164/5).
Siendo la zona labial un campo de acción recíproca {Gemeinsamkeit}, la represión invadirá la pulsión de nutrición. Muchas de mis pacientes con trastornos alimentarios, globus hystericus, estrangulamiento de la garganta y vómitos, fueron en sus años infantiles enérgicas chupeteadoras.” (Freud, 1905: 165).