miércoles, 31 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Tercera parte


* Trabajo presentado en el Congreso de AASM (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz 

Una respuesta particular

            Retomando la cuestión planteada por Lacan en relación a la ética del soltero, donde no se requiere del cuerpo del otro para gozar del propio cuerpo. De modo que dicho “soltero”  ha encontrado un objeto que viene a suplir esa función (medio de goce) que cumpliría una pareja. En esta posición clínica, el partenaire, en tanto que sirve para gozar del propio cuerpo, ha perdido su valor ya que se presenta una convicción en torno a ese objeto. Jacques-Alain Miller, se refiere al respecto de la siguiente manera: “El goce se produce siempre en el cuerpo del Uno pero por medio del cuerpo del Otro. En este sentido, el goce es siempre autoerótico, siempre es autístico”. (Miller, 2008, p. 411). Podría decirse, entonces, que el ideal de disfrutar cada uno con su objeto es solidario a la máxima del sujeto obeso en su intento de prescindir del partenaire sexual a través de la satisfacción que se obtiene en relación al objeto-comida. Hay que considerar que, en esta ética, existe una relación dialéctica con el objeto, y que esta dialéctica no permite la entrada de un tercero que vaya a realizar una separación. No hay discontinuidad, el empuje al objeto-comida es constante.

miércoles, 24 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Segunda parte

*Trabajo presentado en el Congreso de AASM (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz

De la orden que no ordena

Asistimos a una época en que ciertos ideales han caído, donde ha declinado la función paterna y la autoridad . De modo que nos encontraríamos con diferentes modalidades y múltiples modos de goce no regulados por la ley. La figura del padre ha caído y ahora es el objeto de consumo lo que se sitúa por arriba de todo sujeto, imponiendo su propia ley y estableciendo su norma. Tal es así que podría decirse que las leyes del mercado promovidas por el discurso capitalista han desplazado al ciudadano del centro de la escena, adviniendo en su lugar el consumidor, en donde el derecho y el deber se reducen a un mismo imperativo: consumir.

Contrariamente a la posición que deviene del nombre del padre, lo que se advierte es el movimiento hacia el consumo masivo. Al no contar con el límite y la mediación que instaura dicha función (NP), existe un empuje a consumir en forma desmedida, en donde más que un nombre que organice hay un ser nombrado a la orden de consumir. Podemos plantearnos si se podría ubicar a la obesidad como paradigma de este hiperconsumo.

El sujeto obeso muestra una fijación al objeto pulsional, con el cual obtiene una ganancia de goce, por fuera del inconsciente, refractaria al discurso del amo. La prevalencia es la del discurso neo-capitalista, donde al lugar del S1, de los significantes amos, viene el mercado junto a la incidencia de la ciencia, con su producción de gadgets, a comandar. Podríamos pensar al obeso, entonces, como alguien alienado en este mandato de consumir, dormido en la creencia imaginaria de la existencia de un objeto adecuado a la satisfacción; pero este empuje al consumo, al igual que el de la pulsión, es constante. De modo que existe una paradoja en esta época: los objetos de consumo no son creados para satisfacernos, sino que, como muchas veces promueven una permanente insatisfacción.

Estaríamos entonces obligados a ser felices mediante el consumo de objetos que no nos sacian. El psicoanalista italiano Máximo Recalcati se refiere a esto como falta radical incalmable, en donde el vacío constituye el trasfondo del objeto-comida. Dirá al respecto que “el vacío que habita al sujeto no depende de la sustancia del objeto, sino que está hecho de la misma tela, por decirlo así, que trama al sujeto mismo…” . En dichos de un paciente: “Siento que quiero tener mi estómago siempre lleno, es como un gran vacío que quiero llenar… siempre tengo hambre for ever, me lo paso viendo televisión y comiendo”. Este dicho puede pensarse en lo que Lacan llamó en La ética del psicoanálisis “exigencia de goce”. Una doctrina del superyó, una exigencia antiadaptativa, del retorno de una satisfacción primaria. El fundamento de esta ética es el goce, no es la ética del bienestar, del placer, sino su más allá. El sujeto tiene como bien supremo algo que no es placentero. Su búsqueda no es la del bien sino la de su goce, se dirá, del lado del mal fundamental, que es lo que Freud desarrolla en Más allá del principio del placer y, como dijimos, en Malestar en la cultura.

miércoles, 17 de agosto de 2011

El objeto-comida en la ética del soltero (*1) * - Primera parte

*Trabajo presentado en el Congreso de Investigadores del Mercosur (2009) Griselda Belucci, Juan Pablo Martin Mogaburu, Cecilia Mastropierro, María del Carmen Perez Cavalar, Edit Tendlarz

En la sociedad actual, podemos ubicar la modalidad en que ciertos individuos responden a los malestares que les generan las situaciones de la vida contemporánea .
En El malestar en la cultura , de 1930, Freud señala que el consumo de narcóticos es un síntoma acotado y plantea lo siguiente: “La vida como nos es impuesta resulta gravosa, nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles, para soportarla no podemos prescindir de calmantes. Hay de tres clases: poderosas distracciones que nos hagan evaluar como muy mínimas nuestras miserias, satisfacciones sustitutivas que las reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas. Algo de ese tipo resulta indispensable (…) no solo se le debe a la sustancia embriagadora la ganancia inmediata de placer, sino una cuota de independencia ardientemente anhelada, respecto del mundo exterior bien se sabe que con ayuda del quitapenas es posibles sustraerse en cualquier momento a la presión de la realidad, y refugiarse en un mundo propio, que ofrece mejores condiciones de sensación”.

Siguiendo las indicaciones de Freud, sostenemos que el sujeto obeso nos confronta con una posición que Jacques Lacan llamó la ética del soltero. Esta ética la podemos pensar como una forma en que prevalece la relación del sujeto con el objeto-comida, y donde la satisfacción hallada en ese “encuentro” hace que prescinda de cualquier relación posible con otro “humano”.

Intentaremos abordar la pregunta acerca del goce implicado en esa posición y en relación a las características propias de nuestra época con los imperativos de inmediatez y felicidad, donde el sujeto obeso aparece como el paradigma del hiperconsumo. Apostamos a una reflexión acerca de esta problemática que abordaremos desde la perspectiva del psicoanálisis, promoviendo una intervención que posibilite una separación con ese objeto, lo que podrá abrir a una mediación por vía de la palabra.

miércoles, 10 de agosto de 2011

“Gracias por-venir” * - Cuarta Parte

* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

A modo de conclusión

“Hablar hace bien”, dicen algunos. Especialmente los que cada semana se ocupan de asegurarse que la próxima estemos de vuelta: “¿Vuelven, no?”. Otros participan en forma alternada o simplemente a su manera. Pero constatamos que, en definitiva, los que siempre vuelven son ellos, y cuando nos vamos nos dicen cada vez, “Gracias por-venir”.
Ante esto, dos preguntas. La primera: ¿por qué vuelven?; la segunda: ¿qué agradecen? Quizá una pista aparece en los dichos de V, que al dirigirse a un paciente que tenía a su lado enuncia: “Hablá, ellos son psicólogos, te escuchan”. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

“Gracias por-venir” * - Tercera Parte



* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

Pueden pensarse los talleres, entonces, como un espacio y un tiempo acotado que permite cierto anclaje, un dispositivo de referencia para esta “población”[1] que en su mayoría -al decir de Foucault en Historia de la locura-, sí se han caído del mundo. Y si no del mundo, por lo menos se han caído del tiempo. Aquí nosotros, psicoanalistas, somos quienes desde nuestra ética, nos prestamos para que estos sujetos se sirvan de nuestra presencia y logren encadenar lo desencadenado[2].
Albergamos el discurso acerca de un saber de estos sujetos; somos lo que ellos encuentran cuando, abandonando lo crónico, extienden el pie o la palabra más allá de la frazada[3]. Esta metáfora, usada por Freud en el contexto de la neurosis, pareciera cobrar particular relevancia en estos talleres del Borda. Si la realidad de nuestros pacientes ha sido suplida por otra y el vínculo con cualquier alteridad ha sido abandonado, en un pronóstico médico de cronicidad inexorable, somos nosotros quienes, con un estar y dejar circular, alojamos su testimonio, nos dejamos enseñar y explicar el sentido precioso de sus certezas y hasta recibimos “la pelota” que nos tiran. Esto es lo que Lacan plantea en tanto le suponemos una verdad a lo que dicen y a lo que hacen: nos dejamos sorprender[4].
Nos resulta interesante compartir con ustedes la manera en la que nos sorprendió un paciente del servicio, después de tres años de funcionamiento de los talleres, cuando dejó de arrastrase por la pared de siempre para tomar la pelota que había rodado a sus pies; se integró a la ronda y comenzó a tirar la pelota siempre al mismo coordinador. No hay palabra, no hay discurso, hay un gorgojeo profundo cada vez que toma la pelota y la vuelve a tirar.
Es ante estas situaciones donde no nos queda otra que ver cómo el sujeto del psicoanálisis solo se encuentra y se halla allí donde hay un otro que no juzga, que no lo valida. Otro que lo acompaña, que se sorprende, que lo escucha.[5]  Suponerle un saber a un paciente crónico es justamente llevar el psicoanálisis allí donde “todo está perdido” y pareciera que sí “se puede caer uno del mundo”[6] y ofrecer un fort-da[7] inaugural donde lo crónico no solo existe, sino que se “croniciza”.


[1] M. Foucault: “La nueva separación”, en Historia de la locura en la época clásica, Tomo II, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003, pp. 107 y 108
[2] J. Lacan: “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p. 564
[3] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Das Unbehagen in der Kultur”, Tomo XIV: Werke aus den Jahren 1925-1930, Fischer Verlag, Frankfurt am Main, 1999, p. 447
[4] J. A. Miller: “De la sorpresa al enigma”, en J.-A. Miller y otros: Los inclasificables, Paidos/ ICBA, Buenos Aires, 2003, p. 19
[5] Ibídem.
[6] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Das Unbehagen in der Kultur”; Tomo XIV: Werke aus den Jahren 1925-1930; Fischer Verlag; Frankfurt am Main; 1999; p. 422
[7] S. Freud: Gesammelte Werke (OC); “Jenseits des Lustprinzips”; Tomo XIII: Jenseits des Lustprinzips/Massenpsychologie und Ich-Analyse/Das Ich und das Es; Fischer Verlag; Frankfurt am Main; 1999; pp. 12, 13, 14 y 15.