miércoles, 30 de diciembre de 2009

Anorexia, angustia y duelo* - Segunda parte

               * por Graciela Sobral (Madrid)

Relación anorexia-duelo
La pérdida de un ser querido también debemos pensarla en relación al fantasma, al lugar que ocupaba el objeto perdido en el fantasma del sujeto. El duelo es el trabajo de elaboración de dicha pérdida. También en el seminario La Angustia, Lacan nos da una indicación que resulta muy útil en este punto porque especifica que sólo hay duelo por la pérdida de un objeto que nos concierne en cuanto a nuestra propia falta; dice literalmente: “sólo estamos en duelo de alguien de quien podemos decirnos yo era su falta”.


Frente a la pérdida, igual que en la angustia, hay algo del sostén fantasmático que tambalea. No se trata tanto de lo que el objeto era para nosotros como de lo que nosotros éramos para él en el sentido de la castración: qué clase de objeto (a, falo) éramos para el otro, qué lugar nos daba y hemos perdido. No nos falta tanto el otro como nosotros mismos. ¿Qué seremos, ahora, sin el otro? Ésa es la clave del duelo.


Frente a la pérdida, la anoréxica realiza la misma operación que hemos descrito en relación a la angustia: no toma nota de la pérdida y por lo tanto no hace el duelo porque sustituye el objeto -tanto el objeto perdido como su lugar en relación a la falta del Otro- por la vía de la manipulación del objeto. Restituye el objeto y no se confronta con la falta, con el hecho de que ella ya no le falta al Otro, sino con el vacío, que no es para nada lo mismo.

(Artículo publicado en el "Aperiódico psicoanalítico")

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Anorexia, duelo, angustia* - Primera parte

*  por Graciela Sobral ( Madrid )

La anorexia-bulimia tiene como telón de fondo, normalmente, un problema vinculado al encuentro o desencuentro con la sexualidad, pero el desencadenamiento no siempre está relacionado directamente con esta cuestión. Observamos que, en numerosos casos, éste se produce frente a la dificultad para elaborar el duelo por la pérdida de un objeto. Es decir, ante la pérdida de un ser querido, el sujeto hace un síntoma anoréxico en lugar del duelo.
Esta cuestión nos ha llevado a preguntarnos por la relación entre anorexia y duelo, pregunta a la que intentaremos responder pasando por la angustia.



Anorexia y angustia: ¿Por qué las anoréxicas no se angustian?


Es frecuente que el sujeto histérico padezca angustia, pero no es así en el sujeto anoréxico, aunque sea histérico. El Seminario X, La Angustia, nos da una clave para intentar esclarecer la relación de la anorexia con la angustia y también con el duelo.

Jacques Lacan señala la aparición de la angustia frente a dos situaciones aparentemente opuestas, que vamos a referir exclusivamente al terreno de las neurosis:


1- hay angustia cuando falta la falta

2- hay angustia ante la inminencia del deseo del Otro


1- cuando falta la falta


Es el caso paradigmático en la anorexia: la “madre de la papilla asfixiante” que no transmite la falta y pone en juego un deseo devorador, donde el sujeto es tomado como objeto y fijado a una posición de goce que adolece de la falta. Ésta permitiría al sujeto orientarse en relación al deseo. Frente a este Otro, la anorexia es una maniobra para introducir un vacío que da lugar a un falso deseo.



2- ante la inminencia del deseo del Otro


En el encuentro con el deseo del Otro, cuando el deseo se aproxima al goce, el sujeto es reclamado como objeto, en tanto causa el deseo. Si el sujeto puede desprenderse de un objeto, si puede perder algo de su propio cuerpo y ponerlo en juego como objeto causa, podrá utilizarlo como mediación entre él y el Otro, separándose. Si no, se identificará él mismo al objeto, ya no causa, sino objeto resto, desecho, y ofrecerá al Otro su propia desaparición.



Estas dos situaciones, aparentemente opuestas, tienen sin embargo algo muy importante en común: en ambas no hay lugar para el sujeto, o el sujeto está en riesgo. Frente a estas dos coyunturas puede surgir la angustia. Pero la anoréxica tiene la posibilidad de evitarla a partir del recurso que le brinda un objeto muy particular: el objeto nada.

En el caso del estrago materno, la maniobra con el “objeto nada” permite horadar y poner a distancia al Otro devorador, es decir, crear artificialmente la falta que falta para conseguir un espacio que dé lugar a la aparición del deseo, a partir de la falsa premisa que iguala falta y vacío.

En relación al deseo del Otro, puede cederlo como un objeto que hace las veces de objeto separador, si bien no funciona como causa de deseo.

La angustia se produce frente a la emergencia de un real que desestabiliza el fantasma. Cuando el fantasma tambalea, el sujeto pierde el suelo que lo sostiene y la realidad misma queda en cuestión. En la anorexia, frente a esta situación, el sujeto manipula el objeto y realiza una sustitución sintomática que le permite reconstruir la realidad desde la perspectiva anoréxica. Así como podemos decir que el rechazo de la anoréxica abre la vía a un pseudodeseo, diremos que la anorexia misma funciona como un fantasma porque restablece la posición del sujeto con su objeto. Pero este “pseudofantasma” es frágil porque no se trata ni del objeto causa ni del objeto velado del fantasma. El sujeto pone en juego el objeto simbólico “nada”, con el que intenta producir un vacío real, al servicio de restablecer el equilibrio en riesgo.

( Artículo publicado en el "Aperiódico psiconanalítico" )

miércoles, 16 de diciembre de 2009

De la anoréxia al síntoma * - Última parte

   *Por Verónica Carbone
                                Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana
                                AP de la Escuela de la Orientación Lacaniana


                                                          De la anorexia al síntoma.


Esos sujetos que comen nada, que ponen muchas veces en riego su vida. Aquellos con los cuales muchas veces se debe intervenir indicando una internación. Esos sujetos llamados anoréxicos son una vertiente, un producto que propone el consenso social, llevando la subjetividad a una posición de objeto.


Eso quiere decir algo, otra cosa y se puede ir revelando. El analista está allí para recibirlo, acoger su palabra, sabiendo que hay que partir de un imposible de acceder que llamamos real.


La diferencia de abordaje del síntoma anoréxico de un sujeto y su relación con el cuerpo hace que las consecuencias sean opuestas, y algunas veces no verificables en el tiempo.


En la viñeta presentada nos hubiéramos centrado en la anorexia como tal, si poseyéramos una técnica del trastorno con base biológica. Preguntando por la comida, indicando métodos de alimentación que permitieran re-encausar adaptativamente la relación alimentaria normal.


¿Podríamos llamar a este modo de tratamiento, una anorexia mental? Chatura del pensamiento en relación con el nada que tiene el sujeto anoréxico. Siendo en un caso el terapeuta el que se ubica como aquel que puede suturar esa nada y volver a hacer armónica la relación del sujeto con el medio.


Para la orientación lacaniana la anorexia es un síntoma. Es la significación que le ha dado un sujeto a los significantes que le vienen del Otro y que lo han determinado en su ser. Es la relación con la que Lacan llamó lalengua esa que es solamente singular, de cada uno. Lo que permitirá tratar esa nada como un objeto al cual ese sujeto se relaciona de diferentes maneras, tratando de obturar el vacío estructural de la vida humana.


Podemos decir con J.A. Miller que el síntoma es acontecimiento del cuerpo. Esta paciente pudo ir historizando su vida. Darle diferentes sentidos que a lo largo de un análisis irán cayendo para acceder a un saber sobre sí que no será con el que vino, pero sí construido por ella y que dará cuenta de la utilidad de un análisis en la vida de alguien que quiere padecer menos.


La anorexia es vulgarmente la falta anormal de comer. Para el psicoanálisis es la relación de un sujeto que pone en juego un goce mortífero, sin piedad, en bullicioso silencio y obscena imagen de un cuerpo muchas veces cadavérico.

(Este artículo fue publicado en el " Aperiódico Psicoanalítico ".)

miércoles, 9 de diciembre de 2009

De la anorexia al síntoma - Segunda Parte

por Verónica Carbone*        
                    *AP de la Escuela de la Orientación Lacaniana
                      Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana



Viñeta

Una joven consulta a pedido de su madre. Extremadamente delgada, en las primeras entrevistas relata que está desorientada, no sabe qué hacer con su vida. Menciona como al pasar una pareja que tuvo y que compartía el rasgo de ser diferentes, dice: “Íbamos contra el caretaje social de nuestros viejos”

La desconfianza era lo que caracterizaba las entrevistas. Desconfianza a la que no se le dio importancia pues sabemos con Freud que “ella cuenta apenas frente a las resistencias internas que mantiene anclada la neurosis (…) su desconfianza no es más que un síntoma entre los otros que él tiene.”

Es así como llega un día y a modo de confesión comenta que es anoréxica. Ante la pregunta sobre qué es para ella ser anoréxica, dice: “Ser anoréxica es no comer y hace 3 años que lo soy.”

Señala su identificación a un significante uno y a un saber que no se pregunta por más. El sujeto anoréxico desconfía de la palabra del Otro pero se somete a los significantes “epidemia” que le permiten, frágil pero consistentemente, darse un ser en común con otros.

Se le pregunta: “¿Cuándo es que comenzó a comer nada”?, pregunta equívoca que hace surgir un recuerdo angustioso que se refiere a los últimos años de colegio. Eran los tiempos en que libraba una feroz pelea con la madre.

La acusaba de exigente, de querer las formas para los hijos, y ella trataba de ser excepcionalmente distinta. Iba contra las reglas, entre las que se contaban las alimenticias. Así adelgazó 15 kilos. Y desde hace 3 años mantiene ese peso conservado con dietas, caminatas y olvidos por la comida -no tiene necesidad. Todo esto es dicho con mucho enojo.

Se abrían dos posibilidades de abordar lo que le pasaba a esta joven. Una era por el lado del trastorno alimentario y su posibilidad de corregirlo. Otro modo era preguntar qué hacía que ella quedara tenazmente aferrada a una privación de alimentos, escondida bajo una falsa “no necesidad”, privación que se dirigía al Otro materno.

La pelea con la madre va cediendo a medida que accede a un secreto familiar. Su madre es hija adoptada, los padres genéticos desaparecieron, y son de una condición social baja.

La relación madre-hija se modifica: de un saber que se desarrollaba en lo académico (las dos excelentes estudiantes y profesional la madre), certero, excepcional y que ponía en juego la rivalidad entre ambas, se desliza a un saber supuesto enigmático sobre lo que le pasa.

El ideal de delgadez que mostraba a su madre escondía la problemática de la castración imaginaria, la posición fálica, cuestiones que se interpretaron como el rechazo al cuerpo femenino.

Comienza a hablar en su tratamiento de la relación con aquel novio que tuvo en la época de la crisis que hace que comience con el síntoma anoréxico. Marca lo andrógino de los cuerpos de los dos, la relación del muchacho con la droga, las características “lumpen” que le atraen de él que relaciona a su condición social. Surge la angustia, la que propicia el camino a lo real en juego y que se anuda entre su relación a la femineidad, el cuerpo y el amor.

(Artículo publicado en el  "Aperiódico psicoanalítico" )

miércoles, 2 de diciembre de 2009

De la anorexia al síntoma - Primera parte

por Verónica Carbone*.
                      *AP de la Escuela de la Orientación Lacaniana
                        Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana


Tanto la bulimia como la anorexia surgen en la década del 90 como nuevos síntomas. Lo de “nuevo” puede ser una trampa que a través de una retórica esconda en algunos casos un interés económico, de grupos, político, etcétera. Es así como aparece “lo nuevo” de y en la ciencia.


La ciencia a la que me refiero es la biología; ésta comanda el discurso contemporáneo con toda la ausencia de certeza que sí tiene la física. La biología nos sume en un mundo de probabilidades, trastornos. Hecho este que adquiere toda la relevancia pues anula la pregunta por la causa, que implica no un trastorno sino un síntoma.


El psicoanálisis aborda de otra manera la anorexia y la bulimia. Los llamados trastornos de alimentación pasan a ser un síntoma que dice algo más, otra cosa que el paciente ignora y padece.


El abordaje biológico se concreta a partir de la efectividad técnica que suele reducirse a una alteración genética, enzimática, proteica, etcétera. Posible de resolver mediante técnicas conductuales, fármacos pertinentes y “otras soluciones listas para usar”.


El psicoanálisis aborda el síntoma por la palabra. Es el lenguaje, la lalengua la que nos da el rasgo singular humano a cada uno.


Más allá de lo biológico nos interesamos en qué quiere decir eso que le acaece al paciente. La historización de su pathos.


Cuando se aborda la cuestión por el lado del síntoma, éste implica algo paradójico e imposible de capturar por la palabra y que llamamos goce. Lacan señala a lo largo de su seminario 20 que para que haya goce es necesario un cuerpo. Cuerpo que se distingue del organismo biológico, que aparece desconectado del significante.


Es en los síntomas de anorexia y bulimia que podemos verificar la relación disruptiva del sujeto con su cuerpo. Cuerpo que se halla afectado por el pensamiento y atravesado por el significante que lo imaginariza y lo simboliza. A su vez, en estos síntomas se ve lo que lo “realiza”, lo que escapa a la palabra.

(Artículo publicado en "Aperiódico psicoanalítico")

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Entrevista a Oscar Zack* - Sexta entrega

      *  AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana. (EOL)

          AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)

          Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)



Ahora bien, volviendo al tema que nos convoca, cabe señalar que vivimos en una época obsesionada por la imagen, por la imagen del cuerpo.


Es una época donde casi todo se da a ver, hay cierta obscenidad. Basta prender la televisión y encontrarnos con programas de marcado corte exhibicionista que nos invitan a gozar de manera voyeurista. Gran Hermano es eso: unos pocos exhibicionistas que por el goce de ser mirados y por el dinero como plus goce se ofrecen para que todos seamos voyeuristas.


La pulsión escópica llevada a la dimensión del paradigma.


Bajo estas coordenadas, la mujer cumple una función muy especial. Cabe la pregunta ¿qué hace que estos síndromes afectan más a las mujeres que a los hombres? Algo que no pasa con el consumo de drogas o con el alcoholismo, pero sí en las bulimias y anorexias.


Una respuesta posible en la perspectiva del psicoanálisis tiene una apoyatura estructural. Las mujeres tienen una mayor dificultad de identificación sexual.


Si seguimos a Lacan o a Freud, puede sostenerse que la importancia en exceso que algunas mujeres le dan al cuerpo es una compensación por la falta fálica.


Basta con encender la televisión o con ver en algunas revistas la oferta que se hace de la mujer delgada (casi anoréxica) y conforme a la belleza de época.


Una mujer exuberante decía en una historieta: “Qué suerte que tuve de encontrar un pintor como Fernando Botero”. Es encontrar un Otro que le da el valor fálico a ese cuerpo excedido en carne.


Para la mujer el cuerpo mismo se construye como falo, por eso es que la mujer es más proclive a estos síndromes.


La modernidad ha convertido a la mujer, con su delgadez, en una mercancía. La mujer se presta a ser una mercancía en el mundo actual, tanto en su valor de uso como en su valor de cambio. De esta forma encarna los valores actuales, que se imponen también a partir del mundo de la moda.


El paradigma son las modelos o aquellas mujeres mediáticas que dejan entrever el precio que pueden llegar a tener.


Esta lógica se ve muy bien en las publicidades que transmiten que para ser un hombre exitoso hay que poseer tal auto para tener tal mujer, o teniendo tal o cual tarjeta de crédito tendrá tal mujer y tal auto.


Nunca se muestra una mujer que no esté acorde a los ideales de la época.


Es la lógica del mundo mediático actual, que las revistas de los ricos y famosos se encargan de propagar a través de una estética en la cual no hay nadie feo. Casi se podría decir que, para estos, los feos no existen.


Cada época tiene una forma de vivir la pulsión y de ofrecer sus ideales.


La particularidad del mundo globalizado es que todo se puede ver, que todo se puede saber. Hace años, las páginas de “pro mía” y “pro ana” no podían existir porque no existía Internet, entonces existía la histeria del liceo de señoritas al que hace referencia Freud. Pero hoy una anoréxica de Buenos Aires puede compartir su forma de goce con una de Japón, Francia o Londres y así se puede crear una red de transmisión respecto de saber acerca del goce, como compartir un saber acerca del goce. Así se constituyen, Internet mediante, una red de tribus urbanas globalizadas



Para finalizar ¿de qué modo se puede trabajar en la clínica?



Bueno, me parece una pregunta central: tomando al sujeto en su particularidad, haciéndolo hablar y escuchándolo de tal forma que posibilite que esa forma de goce se constituya en un síntoma para él, es decir, que se transforme en algo que lo moleste.


Una forma de goce suele ser una solución, no es un problema, a lo sumo puede ser un problema para el otro, pero no siempre para el sujeto.


Hay que recordar que el síntoma posee una cara de solución, de satisfacción, pero no debemos olvidar que también tiene una cara problemática y de sufrimiento.


Los sujetos que están en análisis suelen entrar por la puerta del malestar, por lo problemático del síntoma, por el sufrimiento que le produce a él y no al otro. Entonces, se trata de atravesar el umbral que va desde el “yo soy tal…” a “yo tengo tal síntoma”, es el pasaje de una mala solución a un verdadero problema. Es decir, no es una clínica del para todos, es una clínica del uno por uno. Lacan tiene una frase, que nos orienta, en un texto que se llama Televisión donde dice “el discurso analítico es una salida al discurso capitalista siempre y cuando no sea para pocos”, es decir, que muchos puedan acceder al discurso analítico.


Es, si se quiere, un imperativo ético para nosotros los psicoanalistas ofertar el psicoanálisis frente al malestar del mundo contemporáneo.


Lo mejor que le puede pasar a un adicto consumidor del mundo actual es encontrarse con un psicoanalista, ya que lo va a escuchar en su singularidad, no lo va a ubicar en el conjunto universalizante donde será un número estadístico y en el que por lo tanto no tendrá un nombre. El psicoanálisis, por lo menos en la orientación lacaniana, va a tratar de que ese sujeto se encuentre con su nombre, el nombre que tiene como sujeto del goce, y que lo constituye en un sujeto singular.


Esto es lo tiene el psicoanálisis tiene para ofrecer, lo cual no es poco en absoluto.


Por eso los laboratorios productores de psico-fármacos y sus socios ven al psicoanálisis como un enemigo, pues está a contramarcha de la ideología dominante del mercado.


Hoy el psicoanalista no puede ser más el psicoanalista nostálgico que añora el tiempo del reinado del nombre del padre, hay que adecuarse a la época. Tiene que soportar ser un objeto dúctil que puede ofrecer una opción digna para hacer frente al malestar actual.


Su ductilidad no es un problema técnico, es una cuestión conceptual, es sin estándar pero no sin principios. Un psicoanalista lacaniano es alguien que afirmado en los principios puede sostener una práctica no estandarizada.


Para terminar de responder a su pregunta diría: no retrocediendo ante el real que la modernidad nos presenta como problema.


Si nosotros retrocedemos un paso, ese espacio lo ocupan las neurociencias y las TCC, es decir los enemigos del psicoanálisis.

(Entrevista publicada en el "Aperiódico analítico")

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Entrevista Oscar Zack * - Quinta entrega


              * AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana. (EOL)

                 AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)

                 Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)




No me resulta una pregunta ingenua, es muy interesante, porque si lo pensamos bajo las coordenadas freudianas lo que hoy llamamos “anorexia” y “bulimia” se podrían ubicar dentro de lo que Freud denominó las “neurosis actuales”, que son una forma clínica de rechazo del inconsciente, y por lo tanto suelen presentarse como refractarias al dispositivo freudiano. Son, en principio, inanalizables.


Hay que subrayar que a un sujeto identificado al sintagma “soy anoréxico”, “soy adicto” o “soy bulímico”, si bien entraría en la categoría de lo inanalizable, lo mejor que le puede pasar es encontrarse con un psicoanalista. Es decir, un psicoanalista que promueva como oferta terapéutica la promoción de un lazo posible del sujeto con su propio inconsciente. Sería el pasaje del soy tal cosa al yo consumo tal cosa. No es lo mismo decir “soy drogadicto” que “consumo drogas”. En el segundo caso hay un sujeto que se hace representar por la vía del significante, mientras que en el primero encontramos un congelamiento identificatorio. Propongo parafrasear a Lacan para decir que de lo que se trata, en el abordaje de estas patologías, es de una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de estas formas del goce. ¿Qué quiere decir “una cuestión preliminar”? “Preliminar” quiere decir ubicar de que estructura se trata (neurosis o psicosis) y de si es factible y conveniente estimular y promover un lazo al inconsciente.

Un psicoanalista deberá evaluar estos actos (como no comer o los atracones y vómitos), y ver qué lugar ocupan en la estructura del sujeto.

No es inusual constatar que tanto la anorexia como la bulimia suelen ser suplencias a la forclusión del nombre del padre, y si cumplen esta función, el intento de suprimirlas compulsivamente o mediante programas de supuesto higienismo terapéutico, lo que puede llegar a producir es el desencadenamiento de la psicosis que esa forma de goce lograba anudar.

Por consiguiente, a veces puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Dicho de otra forma: si se considera que tanto una anorexia como una bulimia son solo eso -una entidad clínica en sí misma- y no se ubica a qué estructura subjetiva responde (neurosis o psicosis) es constatable que si se trataba de un sujeto psicótico que se anudaba a partir de esta forma de suplencia, no es improbable que se lo empuje a la psicosis, a desencadenar la psicosis… y habría que ver qué es mejor. ¿Qué hacer en esos casos? Primer punto, hay que saber si el anoréxico o bulímico en cuestión es neurótico o psicótico, y no lo sabemos a partir de las formas de goce, ya que se puede ser psicótico, perverso o neurótico y ser anoréxico, bulímico o adicto. Es decir que el tipo de la forma de goce no dice de la estructura.

Debemos diferenciar entre estructuras o tipos clínicos. Un tipo clínico no dice mecánicamente de la estructura. Un psicoanalista advertido de estas consideraciones conceptuales tendrá que tener esa precaución.

¿Entonces cuál es la oferta que desde el discurso analítico se le hace a los sujetos afectados por el desenfreno pulsional?

Se tratará de acompañarlos en la búsqueda de una conducta eficaz para hacerle frente a esa dimensión mortífera del goce.

Es decir que si un sujeto está habitado por esa dimensión pulsional imperativa, irrefrenable y difícil de dialectizar que lo empuja a un nivel de consumo en exceso deberá, entonces, hacerse una conducta frente a ese real que lo determina.

Como se puede captar se trata de encontrar una salida singular para cada sujeto, una salida que se adecue a esa forma de goce que lo hace ser un sujeto no universalizable.

Dicho de forma: se tratará de sintomatizar, en la medida de lo posible, esa manera de gozar para así buscar la forma de articular el goce al deseo.

Es en Lacan que podemos leer (en "La subversión del sujeto") que la castración quiere decir que el goce sea rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo. Hay un goce que debe ser rechazado, pero hay un goce que puede y debe ser recuperado. El psicoanálisis no propone una vida ascética, propone una vida compatible con un goce posible a la medida de cada uno. Esto no es poco.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Entrevista a Oscar Zack * - Cuarta entrega

* AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)
   AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AME)
   Director de la EScuela de la Orientación Lacaniana.

Hablando de la época actual, en Internet pueden encontrarse, bajo el pseudónimo de “Pro Ana” y “Pro Mía”, websites, blogs y foros a favor de la bulimia y la anorexia, en los cuales “anas” o “mías” (así se autodefinen) comparten dietas, fotos o hasta consejos de cómo ocultar su enfermedad a sus allegados ¿Qué nos podría decir de esto?




En los años setenta la gente se agrupaba por ideales, hoy percibimos una declinación de los mismos, hoy vivimos en un tiempo de cierto cinismo generalizado.


¿Hoy cómo se agrupan, por ejemplo, los jóvenes, cómo se hace lazo social? A partir de las formas de goce. Los ideales fueron sustituidos por las formas de goce. En la década mencionada la gente se agrupaba por ideologías, en el siglo actual por las formas de goce. Esas websites o blogs, que usted señala, son conjuntos de aquellos que dicen gozar de la misma manera. Es decir, los que gozan homólogamente hacen grupo, generan nuevas fraternidades, son, si se quiere, las nuevas tribus urbanas. No sería improbable encontrar sitios en la web de quienes se tatúan de la misma manera, de quienes consumen las mismas sustancias como el paco o la marihuana u otros tóxicos, y en esta perspectiva, la anorexia y la bulimia son también formas de relación con el goce, de relación con el objeto que permiten su agrupación en tribus; esos sitios pretenden que cada sujeto transmita un saber acerca de cómo se goza más, y eso hace conjunto. Por un lado es un lazo autista, cada uno con su goce, pero al mismo tiempo es un intento de construir un lazo social a partir de agruparse bajo las formas de goce análogas.


Un analista tiene que saber estas cosas.


Lacan decía que el analista debe estar a la altura de la subjetividad de la época. Hoy es una época que muestra un modo de gozar y un modo particular de vivir la pulsión.


Hoy el goce está permitido, y el psicoanálisis hizo su aporte para que esto ocurriera.


Podemos tomar como referencia el cambio que se produjo en las formas de goce desde la época victoriana a hoy y constatar que no fue sin los efectos del discurso psicoanalítico. Es evidente que hizo su aporte a esta modernidad. Entonces, en estas nuevas fraternidades, en esta promoción de las nuevas formas del goce, lo que se puede captar es la caída de los ideales. Es como dijo el poeta: la Biblia junto al calefón.


Lacan en 1938, en el texto La Familia anticipa algunas de estas problemáticas al poner a la consideración los efectos de la caída de la imago paterna, la caída del nombre del padre, lo cual produce efectos devastadores. La forclusión del nombre del padre es causa de la psicosis, y en el campo de lo social la caída del nombre del padre hace su aporte a la producción de las nuevas formas del síntoma. Es el componente estructural que vehiculiza las nuevas formas del síntoma. No hay una prohibición del goce, este es el tiempo -tal como fue definido por J-A Miller y Eric Laurent- de “la inexistencia del Otro”. La época del Otro que no existe es solidaria de la declinación del nombre del padre. Y esto se ve, se capta en lo que estamos conversando. La declinación del padre, del padre en su función, claro está, produce un resquebrajamiento y una fragmentación de la red simbólica. Las consecuencias pueden observarse también en la declinación de los ideales, a partir de la entronización del pragmatismo cínico o la dimensión cínica del pragmatismo que ha promovido la propuesta neo-liberal de los años 90.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Entrevista a Oscar Zack* - Tercera entrega

          *AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)
            AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AME)
            Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana

(Continuación- Ver entradas anteriores) 
      
Hablando de la época actual, en Internet pueden encontrarse, bajo el pseudónimo de “Pro Ana” y “Pro Mía”, websites, blogs y foros a favor de la bulimia y la anorexia, en los cuales “anas” o “mías” (así se autodefinen) comparten dietas, fotos o hasta consejos de cómo ocultar su enfermedad a sus allegados ¿Qué nos podría decir de esto?


En los años setenta la gente se agrupaba por ideales, hoy percibimos una declinación de los mismos, hoy vivimos en un tiempo de cierto cinismo generalizado.

¿Hoy cómo se agrupan, por ejemplo, los jóvenes, cómo se hace lazo social? A partir de las formas de goce. Los ideales fueron sustituidos por las formas de goce. En la década mencionada la gente se agrupaba por ideologías, en el siglo actual por las formas de goce. Esas websites o blogs, que usted señala, son conjuntos de aquellos que dicen gozar de la misma manera. Es decir, los que gozan homólogamente hacen grupo, generan nuevas fraternidades, son, si se quiere, las nuevas tribus urbanas. No sería improbable encontrar sitios en la web de quienes se tatúan de la misma manera, de quienes consumen las mismas sustancias como el paco o la marihuana u otros tóxicos, y en esta perspectiva, la anorexia y la bulimia son también formas de relación con el goce, de relación con el objeto que permiten su agrupación en tribus; esos sitios pretenden que cada sujeto transmita un saber acerca de cómo se goza más, y eso hace conjunto. Por un lado es un lazo autista, cada uno con su goce, pero al mismo tiempo es un intento de construir un lazo social a partir de agruparse bajo las formas de goce análogas.

Un analista tiene que saber estas cosas.

Lacan decía que el analista debe estar a la altura de la subjetividad de la época. Hoy es una época que muestra un modo de gozar y un modo particular de vivir la pulsión.

Hoy el goce está permitido, y el psicoanálisis hizo su aporte para que esto ocurriera.

Podemos tomar como referencia el cambio que se produjo en las formas de goce desde la época victoriana a hoy y constatar que no fue sin los efectos del discurso psicoanalítico. Es evidente que hizo su aporte a esta modernidad. Entonces, en estas nuevas fraternidades, en esta promoción de las nuevas formas del goce, lo que se puede captar es la caída de los ideales. Es como dijo el poeta: la Biblia junto al calefón.

Lacan en 1938, en el texto La Familia anticipa algunas de estas problemáticas al poner a la consideración los efectos de la caída de la imago paterna, la caída del nombre del padre, lo cual produce efectos devastadores. La forclusión del nombre del padre es causa de la psicosis, y en el campo de lo social la caída del nombre del padre hace su aporte a la producción de las nuevas formas del síntoma. Es el componente estructural que vehiculiza las nuevas formas del síntoma. No hay una prohibición del goce, este es el tiempo -tal como fue definido por J-A Miller y Eric Laurent- de “la inexistencia del Otro”. La época del Otro que no existe es solidaria de la declinación del nombre del padre. Y esto se ve, se capta en lo que estamos conversando. La declinación del padre, del padre en su función, claro está, produce un resquebrajamiento y una fragmentación de la red simbólica. Las consecuencias pueden observarse también en la declinación de los ideales, a partir de la entronización del pragmatismo cínico o la dimensión cínica del pragmatismo que ha promovido la propuesta neo-liberal de los años 90.

( Entrevista publicada en el "Aperiódico Psicoanalítico" )

miércoles, 28 de octubre de 2009

Entrevista a Oscar Zack * - Segunda entrega

* Oscar Zack es AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)
                          AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP)
                          Director de la Escuela de Orientación Lacaniana


(Continuación) El consumo en exceso esconde la devoción del tener como forma de darle consistencia al ser: “pertenecer tiene sus privilegios” rezaba una publicidad.


Es interesante que se hable de la adicción al objeto de consumo, pero no se habla de la adicción del tener. Por ejemplo la compulsión a la acumulación del tener dinero. Hay alcohólicos anónimos y ricos famosos.

A la acumulación desmedida del dinero no se la ve como una patología, por el contrario, se lo ve como un ideal. Se propone al que tiene como un ideal del mundo actual, y el otro quedará en el lugar del segregado, del discriminado, etcétera.

Decir “anorexia” o decir “bulimia” puede no decir nada. Puede no decir nada y decir mucho. No dice nada de la particularidad de un sujeto, empero dice mucho de la época.

Ahora bien, los diagnósticos de anorexia, bulimia, adicción, etcétera, abrevan en las referencias epistémicas que se desprenden de la conjunción entre las neurociencias y la psiquiatría que se articula al DSM IV y encuentra su basamento psicoterapéutico en las llamadas terapias cognitivo-comportamentales (TCC).

Hay en el mercado un conjunto de ofertas terapéuticas que intentan abordar estas problemáticas por el lado de la universalización y la consecuente medicalización.

Una vez más el para todos.

Hoy, además, se considera que si no padecemos aquellas patologías, somos al menos todos depresivos: se dan antidepresivos para dejar de fumar, para la neurosis obsesiva, para las fobias… todos somos depresivos ¿quién no toma hoy un antidepresivo? Lo que conocen bien los publicistas es que la oferta genera demanda: te ofrezco el antidepresivo, ergo, te invito a su consumo.

(Esta Entrevista fue publicada en el "Aperiódico Psicoanalítico")

viernes, 19 de junio de 2009

Entrevista a Oscar Zack* - Primera entrega




*AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana. (EOL)
AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)
Director de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL)


Si se permite la ironía, hoy los denominados “trastornos alimenticios” están en boca de todos. Por un lado se los suele definir como patologías actuales, se han creado instituciones serias especializadas en este tipo de trastornos y hasta existen proyecciones estadísticas que indican cuántas personas perderán la vida en los próximos años a causa de estos males, pero por otro lado existen registros de casos de bulimias y anorexias desde los albores mismos de la psiquiatría. ¿En verdad existen hoy más casos de dichas patologías? ¿A qué se debe este fenómeno?


O. Zack: Hay que saber que los trastornos de la alimentación no son nuevos, pero la insistencia o el estatuto que tienen dichos trastornos sí lo son, son propios de la modernidad. En este aspecto considero que debemos ubicar aunque sea rápidamente algunas de las coordenadas de la época actual. Época que se caracteriza por la entronización de lo que Lacan definió como “discurso capitalista” y que Jacques-Alain Miller caracterizó como la “entronización del objeto a” en el cenit del mundo actual.
Ahora bien ¿Cuáles son algunas de sus particularidades y cómo se expresan algunos fenómenos de la época?
Es evidente que, en nuestro campo, la pretensión a la que apunta la modernidad es a la exclusión del síntoma, y lo que se busca, en consecuencia, es un rebajamiento o anulación de la particularidad de cada sujeto para incluirlo, así, en un conjunto universal.
En esta perspectiva, también observamos cómo la modernidad intenta reemplazar el concepto de angustia por el de depresión; su enunciación sería: todos depresivos.
Lo que se busca es ubicar, bajo la égida de conceptos poco específicos, en la lógica del para todos, los llamados síntomas actuales o nuevas formas de síntoma como la anorexia, la bulimia, las adicciones, etc., es decir, considerar ciertas patologías y su medicamento pseudo- especifico, para arribar a la certeza que en el mundo actual, de manera irremediable, somos todos consumidores.
Con el “todos consumidores” se pretende suturar la división subjetiva, es decir, suprimir el síntoma.
En la lógica del para todos, lo que se excluye es la búsqueda de la causa particular que determina el síntoma de cada quien.
Entonces nos encontramos en una suerte de paradoja. Por un lado, el intento de terapeutizar al conjunto del para todos, “todos anoréxicos”, “todos adictos”, “todos bulímicos”, es decir, hay una propuesta terapéutica medicamentosa para todos ellos. La contracara de esto es que a partir de las tecnociencias y la producción masiva de objetos de consumo, entre ellos los fármacos, se invita y se empuja a un consumo ilimitado.
Son los llamados gadgets, versiones del objeto a.
Hoy el objeto a se expresa fenoménicamente en los gadgets, y entre ellos encontramos uno de los objetos más ofertados por las tecnociencias conjuntamente con la industria farmacéutica, a saber: los psico-fármacos.
¿Cuál es el ideal y qué se busca con esta oferta? Un sujeto satisfecho, un sujeto colmado. Un sujeto que, acorde a los ideales de la época, sea un consumidor en exceso; esta es la propuesta del mundo capitalista actual.

(Esta entrada corresponde a parte de la entrevista publicada en el "Aperiódico Psiconalítico" a Oscar Zack)