miércoles, 26 de mayo de 2010

OBESIDAD: UNA MODALIDAD DE GOCE AUTISTA* - Tercera parte




* Trabajo presentado en el "I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVI Jornadas de Invesigación, Quinto encuentro de invesigadores de Mercosur " (2009) por Alicia Donghi, Osvaldo Rodríguez, Edit Tendlarz, Ana M. Oldecop, María Belén Silva, Ezequiel Weitzman.




  • Ser o no ser... “el gordito pelotudo”.


Otro paciente, quien ya había perdido 60 kilos, comenta en un grupo terapéutico: “Ya no soy el gordito pelotudo de antes”(3). Podríamos pensar la obesidad en función de un impedimento en tanto excede a una inhibición que remite a un “no sé” . Desde esta perspectiva, este sujeto obeso ya parecería estar tomado en la trampa. Se trata entonces de una captura narcisística en tanto produce un límite muy preciso en cuanto a lo que puede investirse como objeto. (Lacan, 1962-1963: 19) Una vez “vencida” la obesidad, lo que aparece por desplazamiento ya no puede ser ignorado. Pero también se trataría de otra Cosa en tanto la pulsión se satisface en su recorrido. Será este recorrido en donde podrá satisfacerse. Al decir de Lacan: “Aunque la boca quede ahíta (4) –esa boca que se abre en el registro de la pulsión- no se satisface con comida sino, como se dice, con el placer de la boca. Por eso, precisamente, en la experiencia analítica la pulsión oral se encuentra última, en una situación en la que todo lo que hace es ordenar el menú. Esto se hace sin duda con la boca que está en el principio de la satisfacción -lo que va a la boca vuelve a la boca y se agota en ese placer que acabo de llamar, para referirme a términos usuales, placer de boca.” (Lacan, 1964: 175)

miércoles, 19 de mayo de 2010

OBESIDAD: UNA MODALIDAD DE GOCE AUTISTA* - Segunda Parte

* Trabajo presentado en el "I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVI Jornadas de Invesigación, Quinto encuentro de invesigadores de Mercosur " (2009) por Alicia Donghi, Osvaldo Rodríguez, Edit Tendlarz, Ana M. Oldecop, María Belén Silva, Ezequiel Weitzman


“Me como todos los problemas”: ¿Individuo o sujeto?


En la imagen del obeso parecería haber algo del no registro, algo de lo ignorado. En el decir de un paciente, que nunca hace referencia a su sobrepeso, aparece “Me como todos los problemas” (2). Aquí es donde el psicoanálisis desde su ética permite acompañar y desanudar la puesta en jaque subjetiva. Es que siempre, en psicoanálisis, se trata de una imagen ignorada (Lacan, 1936: 78) en tanto involucra el tomar el testimonio desde una escucha particular. Podríamos pensar entonces que la cuestión la ubicamos en lo que no se escucha, lo omitido, lo justificado, lo que queda por fuera de toda queja. La frase podría ser: “Ése no es el problema, y si lo es, debe ser rectificado como error.” En pocas palabras: “Si ése es el problema, me lo como.” ¿Pertenece o no, entonces, al campo de la escucha?


De esta manera, la obesidad parecería plantear una nueva arista de la subjetividad donde la Nada aparece impunemente: “in-pune”, sin castigo, sin límite, no hay golpe. En el caso de la obesidad, nada me satisface. Freud, en “Inhibición, síntoma y angustia”, plantea que la situación de peligro es el crecimiento de la tensión de la necesidad, es decir, la insatisfacción frente a la cual el niño es impotente. (Freud, 1925 [1926]: 130)


Pero, ¿hay o no hay malestar? Podríamos pensar que aquí nos topamos con algo del orden de la satisfacción, que se juega ya no dentro del saber no sabido como imagen ignorada que sobresale. Esta satisfacción pertenece a otro orden y no hace ruido, es silenciosa. Leemos en ello lo pulsional y, de esta manera, la libido termina siendo aquel órgano irreal pero al que, aún así, nada le impide encarnarse. (Lacan, 1964: 213)

miércoles, 12 de mayo de 2010

OBESIDAD: UNA MODALIDAD DE GOCE AUTISTA* - Primera parte





* Trabajo presentado en el "I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVI Jornadas de Invesigación, Quinto encuentro de invesigadores de Mercosur " (2009) por Alicia Donghi, Osvaldo Rodríguez, Edit Tendlarz, Ana M. Oldecop, María Belén Silva,  Ezequiel Weitzman


          • La obesidad: ¿Una enfermedad, una epidemia o un sujeto?


La sociedad actual se caracteriza por rápidos y constantes avances tecnológicos, y ofrece una variedad infinita de objetos de consumo, entre los cuales se encuentra el alimento, que impacta en la subjetividad. La producción masiva de gadgets como instrumentos de goce deja al sujeto entregado a una satisfacción compulsiva que configura una circularidad autista. Parecería quedar entrampado en una satisfacción pulsional inmediata.


Diversas disciplinas se han ocupado del tema de la obesidad. Desde el punto de vista sociológico, podemos citar una reciente investigación realizada por Nicholas Christakis y James Fowler, en los EEUU (1) donde se plantea la obesidad como contagiosa: si un individuo incrementa su peso también lo hará el círculo más íntimo de amigos y familiares. La causa se explica por medio de la modificación en la percepción que se tiene sobre la gordura, modificación por la cual se resta la carga de peligrosidad que posee el sobrepeso, generando un “contagio social”. Continuando con esta perspectiva, se plantea que la interacción social afecta al individuo en maneras diferentes, tales como el aislamiento y la exclusión. Se trataría de eliminar el exceso de peso para asegurarle una existencia “normal” al individuo.


Si tomamos el punto de vista médico, la obesidad es considerada una enfermedad crónica caracterizada por la presencia de una cantidad excesiva de grasa corporal que conlleva un riesgo para la salud. El diagnóstico se efectúa a través de una fórmula –el Índice de Masa Corporal (IMC)- que correlaciona peso y estatura. Los tratamientos consisten en intervenciones quirúrgicas, dietas y ejercicio físico. En general, apuntan a un “cambio de hábitos nutricionales” del paciente para someterlo a cirugía.


En función de lo que venimos planteando, podríamos pensar que existen distintas concepciones del síntoma. Por un lado, se trataría de un contagio social, lo cual podría ser leído como una epidemia; por otro lado, se lo aborda desde la enfermedad como problema médico; y por último, queda por mencionar un abordaje psicoanalítico que apuesta a una escucha, a un sujeto supuesto saber, en tanto atrás de la enfermedad hay un sujeto del deseo y lee en su sufrimiento el goce que lo invade.


Lo que se obvia, en las dos primeras disciplinas, son los efectos singulares en cada quien que produce este exceso de peso a nivel del cuerpo y del goce. Lacan, en “Psicoanálisis y medicina”, dice: “El cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensión de la extensión [cuantitativo y universal; ciencia]: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de sí mismo [cualitativo y singular; subjetividad].” (Lacan, 1966, 92) Para el psicoanálisis, a diferencia de la óptica de la medicina, el cuerpo es esencialmente una superficie que implica para el humano una dimensión de goce, goce que se instaura en la pérdida del objeto de la necesidad y la instalación de la demanda. Por un lado, esto desemboca en la producción de un discurso, la inmersión del viviente en lenguaje; por el otro, disloca al humano del instinto y lo lleva a tener un cuerpo como imagen, lo deja disyunto: la pulsión que se instala entendida como concepto límite entre lo psíquico y lo somático. Será el cuerpo que impone su límite –en tanto atravesado como viviente se ve cada día más amenazado por su propia detumescencia- donde el sujeto, vía la angustia, podría advenir como sujeto del deseo.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Entrevista a Deborah Fleischer * - Última parte




Entrevista realizada por Juan Pablo Martin Mogaburu


*Doctora en psicología
  Directora del CID San Luis del Instituto Oscar Massotta
  Profesora de la Facultad de Psicología – UBA
  Investigadora UBACyT
  AME De la Escuela de la Orientación Lacaniana


En la investigación “Alcances y actualidad del concepto de compulsión” (UBACyT) que estuvo bajo su dirección desde el año 2006, se habló de adicciones y de la repetición como proveniente de lo Real y no solamente desde la cadena significante. Hemos extraído un fragmento del discurso de apertura pronunciado por el Prof. Osvaldo Umerez en donde él se pregunta: “¿qué sería eso tan propio de la pulsión de donde toma su raíz la repetición? Me parece que debe ser este apremio, esta coerción que le viene al sujeto desde lo Real y que, en todo caso, es presubjetiva…como dice Freud, no es que el sujeto se satisfaga, sino que se satisface algo y desde allí se sitúa el sujeto”¿Podría agregar una reflexión al respecto?




Agregaré lo que dijo Oscar Cuervo en esas Jornadas, desde la perspectiva de Kierkegaard: Lo que hace falta aclarar es que el término danés con el que Kierkegaard se refiere a esta anhelada repetición, es Gjientagelse. Esta palabra, que se puede traducir como “repetición”, se presta a malos entendidos. Porque su etimología dice, más bien, re-toma. Se vincula con ciertos términos del lenguaje jurídico, la reintegratio, reintegración. Es decir, el recobrar un bien que se ha perdido. Los daneses además tienen la palabra de origen latino repetition. Es decir, si Kierkegaard usó Gjientagelse es porque le pareció que no se trataba de una mera repetición, del hábito que se repite día a día igual, o mucho peor todavía, de lo que se va desgastando día a día. Se trata más bien de la reintegración, la recuperación. Se trata de recuperar el amor para que cada vez sea la primera vez. Lo cual es todo lo contrario de la repetición monótona de la rutina del matrimonio, en el cual el hombre empieza a ver a la que años atrás fue su joven amada ya como parte de un paisaje familiar y va aburriéndose de ella. La Gjientagelse es lo contrario de eso. Es la recuperación. El asunto es cómo recuperar lo que se pierde. Lo que sugiere –indirectamente; es que hay una condición previa para alcanzar la repetición (Gjientagelse). Esto resulta muy característico del pensamiento kierkegaardiano. Casi nunca trata al asunto principal de manera expresa, pero lo rodea y, sobre todo, le dedica mucho tiempo a la condición previa. La condición previa para lograr esa recuperación es la de admitir que todo está perdido. Si uno no llega a esta posición, no puede ni imaginar cómo es posible recobrarlo.


Por su parte Lacan dirá: Yo hablo de lo Real como imposible en la medida en que creo que lo Real es, hay que decirlo, sin ley. El verdadero Real implica la ausencia de ley. Lo Real no tiene orden.