miércoles, 25 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Quinta entrega





*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


2.2 La industria de la economía del comportamiento nos hará inhalar confianza



Hoy sería posible, a partir de la neuro-economía (audaz cruce de la neurobiología con la economía) que la ciencia ‘mire’ el cerebro como quien mira lo que sucede en una empresa. ¿Para qué? La respuesta es obvia: por supuesto, para identificar las conductas de los consumidores e incidir sobre sus hábitos. ¿Y de qué manera?


De un modo extremadamente simple: veamos el primer efecto de la industria aplicada a la economía del comportamiento. Se dice que se ha comprobado que la substancia de la confianza es producto de una hormona: la oxitocina1. Por ello se ha llegado a idear un spray nasal que aumentar僘 鼠a confianza en los otros�(sic.), al par que disminuir僘 粗l sentimiento de peligrosidad causado por los extras� Al respecto no sabemos si de un modo irico o asertivo, nuestro conocido Antonio Damasio ha llegado a proponer dar ese tratamiento a los mitines para tranquilizar a las masas, infundi駭doles por un suculento roc卲 atmosf駻ico lanzado a escala masiva la confianza que la argumentaci pol咜ica no pudo o no supo administrar (supongo que algunos de uds. podr僘 estar pensando que tendr僘mos de este modo resuelto el problema del lazo asociativo, no so en la tensi campo-gobierno, sino -tambi駭- en nuestra Escuela, ya que bastar僘 con rociar la sala con oxitocina para distender las tensiones especulares y promover la confianza en el colega).


La oxitocina, hormona empleada como técnica de mercadeo serviría para ‘aceptar riesgos sociales que surjan de las interacciones personales’ (sic.). En una palabra, la aplicación de esta substancia contribuiría a la confianza –por ejemplo– del inversor, es decir, del consumidor; mientras que si generalizáramos este principio, nos encontraríamos, nada más ni nada menos, con un fundamento hormonal del lazo asociativo. El instinto gregario freudiano no tendría por causa la indefensión natural de la cría humana que conduciría a una nostálgica dirección al padre y a elaborar sus complejas relaciones con él, sino que el simple y automático empleo de una hormona nos ligaría al semejante, sin más ni menos.


Comprueben que ya podemos extraer de aquí un fundamento químico del amor sin manifestación alguna de subjetividad: con el empleo de la oxitocina resolveríamos el problema social y sexual de un solo golpe (perdón, de una sola aplicación).

miércoles, 18 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Cuarta entrega

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


Comprobemos algunos de esas consecuencias en algunos casos ejemplares.


2.1 Lo efímero de la pasión y su tratamiento


¿Cuánto dura la atracción sexual en una pareja, cuánto tarda en extinguirse la pasión?


Como bien saben –o se imaginan– los que se formulan esta pregunta ya saben la respuesta: la pasión ya los ha abandonado. Por eso cuando la interrogación es re-introducida por la ciencia en nombre de la química sexual debemos suponer que la neuro-economía y sus técnicas de mercadeo están vislumbrando alguna aplicación redituable.


El principio de partida consistió en afirmar que las investigaciones realizadas demuestran que la atracción sexual por el ser amado se debe a la coexistencia de tres neuro-transmisores: dopamina, noradrenalina y serotonina. La primera conclusión llevaría a afirmar que la pasión de una pareja dura entre uno y tres años (los dejo que cada uno haga sus cuentas). Y la conclusión propiciatoria del remedio que vendrá es muy simple:


Para extender la durabilidad de una relación pasional…hace falta confianza.


Ahora bien, ¿cómo y dónde se consigue confianza?

miércoles, 11 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Tercera entrada

Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?”  (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


2 - EL AMOR QUÍMICO SE COTIZA EN EL MERCADO


En otra oportunidad1 me referí a las paradojas del consumo y clasifiqué las conductas del consumidor en torno de tres respuestas subjetivas: tontos, cínicos y canallas.


Siguiendo la enseñanza de Jacques Lacan identifiqué a los tontos en su función de individuos de masas, aquellos que creen en el Otro ciegamente, objetos manipulables dispuestos a la medida del mercado. El mercado, promotor de la identificación de los consumidores para formarlos obedientes a sus leyes, consumidores amalgamados previamente por la publicidad para determinar sus comportamientos, programados a la medida del individuo universal ‘globalizado’ a partir del ‘Todos consumidores’: todos iguales, homogéneos, es decir, objetos a ser consumidos por el mercado.


Eric Laurent demostraba recientemente cómo, en la aplicación de una regla, de cualquier regla, se encubre una elección de goce: es decir, que en el intento de regular los comportamientos universalmente (ley, regla, norma o procedimiento) se contrabandea el goce de su aplicación. Una regla nunca dirá el goce que cifra en las condiciones de su aplicación: la gula del super-yo siempre acecha entre líneas.


Por eso la canallada define muy bien tal aplicación de leyes en nombre del mercado (recordemos que Lacan caracteriza al canalla como aquél que, sabiendo de la inexistencia del Otro, se aprovecha y ocupa ese lugar vacío, transformándose él mismo en el Otro del Otro –como si ese Otro realmente existiese, haciéndolo existir por ese ‘simple’ procedimiento de sustitución).


Por el otro lado, quedar fuera de las leyes de la ciudad, tal es el intento de los toxicómanos, quienes pretenden de un modo cínico gozar a partir de la inexistencia del Otro; aunque a menudo esos mismos individuos son re-incorporados en esas mismas redes desde las múltiples ofertas de colectivización del goce (granjas de rehabilitación, centros de asistencia para toxicómanos, redes sanitarias para drogadictos).


En estas coordenadas, ¿qué queda del amor?


Lo que vamos a considerar ahora constituye un tratamiento de lo real del goce que tiene precisas consecuencias sobre la subjetividad al operar en nombre de la ciencia.


Con el empleo de fármacos se intenta, una vez más, hacernos ‘tragar la píldora’2. La originalidad del discurso capitalista hace posible esta torsión del discurso del amo a partir del ‘Todos consumidores’: ciencia y tecnología de punta amalgamados, forcluyen al sujeto en nombre del universal promovido por el mercado.


Desde una neo-disciplina, la neuro-economía (audaz cruce de la neurobiología con la economía) se ha arribado a la invención de un nuevo amor.


Se trata aquí de una nueva promesa de felicidad, producto y combinación de las más sofisticadas técnicas del mercadeo: el amor químico.


Con substancias de la producción industrial combinadas con otras producidas por el organismo, la ciencia intenta hacer posible –suturando la no-relación sexual– lo que se consideraba imposible hasta hace un momento nomás: con el tapón del amor químico se nos ofrece la promesa de una felicidad por vía del mercado.


Pero consideremos más de cerca el alcance de esta intervención del mercado sobre los cuerpos. Nuestra hipótesis de base es que en la época de la inexistencia del Otro se pretende colocar en el lugar vacío del Dios-padre-occidental al Dios químico como causa de lo humano.


Se trata de un nuevo intento de rediseñar lo real del goce a partir de la proliferación de semblantes cientificistas producidos en torno de un programa universal de localización de lo real neuronal, supuesto etiológico del comportamiento humano.


Para nosotros, es claro que no se trata aquí de rechazar el programa de investigación en sí mismo (sería una tontería), sino de designar las precisas consecuencias de aplastamiento subjetivo que se promueven en su aplicación, ya que con el fundamento neuro-biológico del comportamiento se intenta desplazar la función real del acto como eje de la elección subjetiva, promoviendo una ideología del consumo que rechaza la responsabilidad como fundamento ético de la acción humana.

miércoles, 4 de agosto de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Segunda parte




Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” de Ernesto S. Sinatra, (págs.156/164) Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)


El trabajo analítico en esta dirección intentará resituar las coordenadas singulares de cada individuo para que advenga sujeto del inconsciente1. La operación transferencial, por la vía del amor al saber ofrecerá la coartada para dar tratamiento al goce des-localizado, pero derramado en el organismo.



De la irrupción de goce sin ligazón, des-localizado por el sufrimiento que ha tomado la carne y el pensamiento, a la re-localización del goce en el cuerpo configurado por la re-libidinización de los bordes pulsionales, haciendo existir el inconsciente por la vía de lo que los analistas llamamos el objeto a , invención del doctor Lacan para dar cuenta de la paradójica satisfacción humana que se apodera de trozos del cuerpo desde los cuales podemos arribar a la elucidación de la causa del deseo para, entonces sí, aliviar el sufrimiento.


Por ello se trata para nosotros de una decisión, trazada en nombre del deseo del analista, ya no en la espera tradicional y nostálgica de un padre que responda. Ese padre, el de la tradición, el de las pretendidas garantías infinitas, él ya no existe y no podremos revivirlo.


Hacer función de objeto para el analista es no dejarse tomar por el representante representativo del amo de turno, rehusar a transformarse en ‘agente del marketing de la industria’. Hacer función de objeto para cada analista es nuestra vía para responder a la neurosis de masas, para no hacer nosotros, a su vez, masa con las neurosis en el nombre del padre. Responder así a la presión del mercado que intenta que consumamos sus medicamentos, que usemos de un modo a-crítico sus instituciones normativizantes, que acatemos ciegamente a sus diagnósticos automáticos, recordando que en cada norma que se intenta aplicar en el nombre del bien común nunca se explicita que lo primero que se espera de la norma que se aplica es que a ella se obedezca, pues el goce de su aplicación siempre es acumulación de poder, aunque aquél que la aplique no tenga de ello ni la menor idea2.


Queremos analistas advertidos –junto a psiquiatras decididos– para respetar la subjetividad cada vez más amenazada por la normativización del mercado consumista que empuja a la soledad globalizada, en la paradoja de inundar los escaparates de las tiendas con innúmeros productos de la mano de la tecnología más avanzada.


Pero ¿y el amor -más allá de su localización en Internet, al que ya hicimos referencia- donde encontrarlo hoy?