miércoles, 28 de marzo de 2012

LA VIOLENCIA COTIDIANA* - Primera parte

*Pablo Fridman( AP- EOL) – Artículo publicado en el Aperiódico Psicoanalítico

La violencia cotidiana es la de los imperativos de adaptación de la época, imperativos marcados por la pregnancia del consumo de objetos. Si el sujeto es en tanto sujeto de consumo, esta posición demarca de hecho una exterioridad amenazante, junto a una interioridad apremiante: se trata de no quedar fuera de lo que define la pertenencia, es imperativo adaptarse a la exigencia incesante de la apropiación irrefrenable.

En este contexto discursivo, la política que corresponde es la que se apropia de los cuerpos como cuerpos de consumo. Se instaura un deber ser que implica un programa de vida, donde rige lo “saludable”, la ciencia avanza en términos de regular el goce del cuerpo. A ésta aspiración de control de los goces del cuerpo, Michel Foucault la ha llamado “Biopolítica”: es el intento de regular, por medio de la apropiación de los cuerpos, de las condiciones de vida. Es la política de la expansión compulsiva de los mercados, que se apropia de los cuerpos.

miércoles, 21 de marzo de 2012

“Caso P. : El escándalo mudo”* - Última parte

*Por Gustavo Stiglitz (AME –EOL) – Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalitico”

Qué objetos operan para P? En lo imaginario es el semejante como cuerpo a marcar.
A nivel del objeto como semblante de lo real es el objeto mirada el que ocupa el primer plano: cambia frecuentemente su look, exhibe  los objetos de marca que usa, la mirada del semejante que no se dialectiza en el campo de la palabra sino se reduce a un cuerpo a cuerpo. Cuerpo a marcar. Se trata de un golpe y otro y otro sobre un negro de mierda al que no puede ni ver.
Tras este objeto esta la voz. Hacerse pedir por la madre, hacerse decir por el padre en los partidos, insultar a la madre.
Es con esos objetos que P se mueve en el mundo. La transferencia puede ser la oportunidad para ampliar su horizonte y función de manera que  el lazo con el Otro haga lugar al amor y al encuentro sexual.
Para ello deberá caer su identificación al objeto rechazado para que ceda la insistencia de la repetición de ese mal encuentro.
¿Qué estatuto tienen en este sujeto síntoma e inconciente?
La fiaca, modalidad del rechazo, ¿es un síntoma? Lo es en tanto formación de compromiso, pero es un síntoma sin inconciente - salvaje, al natural – decimos.
Escandaliza al Otro – que busca en la demanda de psicoanálisis los significantes para nombrarlo - dejando imperturbado al sujeto.
El síntoma no es mensaje sino pura fijación
La apuesta es la inventar el inconciente, hacer nacer al Otro dando al síntoma una suposición de sentido para luego reducirlo a su pura función de operador. Esto es: abonarlo al inconciente.

miércoles, 14 de marzo de 2012

“Caso P. : El escándalo mudo”* - Tercera parte

*Por Gustavo Stiglitz (AME –EOL) – Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalitico”

Viniendo de una familia en que el saber está en el lugar del ideal, esta madre muestra al no poder variar nada en relación al mismo, el exceso gozoso que habita su demanda.
Y si es que P no puede llegar al nivel que usted espera?
Esto le permite ubicar a la insistencia como el objeto de rechazo de P y no a su persona. Frena un poco la insistencia. Un poco. Las peleas ceden.
Las relaciones entre ambos entran en una fase de relativa pacificación. El padre, mientras tanto, trabaja. P tiene bastante poco para arreglárselas con el Otro. Algún significante del deseo– el deporte- verdadera pasión del padre – y algún signo del goce en la madre.
Pero ni uno ni otro liga a los partenaires. P condensa el deseo y el goce de la pareja parental que no transmite nada que haga de lugarteniente de la proporción sexual.
Todo transcurre por fuera del sexo.
P no es un caso de liberación sexual, más bien todo lo contrario, sí nos presenta la indiferencia ante el sexo que para Lacan es un modo de defensa ante el vacío central de las relaciones con el otro sexo. Lo que Lacan llama la no relación sexual. Ningún partenaire colma del todo.  Defensa ante el real del encuentro imposible con el partenaire, salvo con el recurso al objeto.

miércoles, 7 de marzo de 2012

“Caso P. : El escándalo mudo”* - Segunda parte

*Por Gustavo Stiglitz (AME –EOL) – Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalitico”

Se ha hecho un lugar en el grupo del club, ahí mismo se conecta con dueños de boliches bailables, con quienes trabaja. Lo hace responsablemente. Vende entradas y hace  trabajos para la producción. Gana su dinero con eso.
Pero hay un plus en el que P rompe el silencio: las piñas. La noche, en ciertos ambientes “refinados”, es sinónimo de piñas. Se junta con otras y otros adolescentes para lo siguiente: “Les pegamos a los negros, no los puedo ni ver.” Forma del rechazo a su propio origen e imagen.
De la sexualidad ni una palabra. Está siempre con muchachos, pero no le gusta ninguno.
El circuito pulsional no pasa por el Otro sexo, sino por el cuerpo de los a`, semejantes, en las noche de pelea. Espera con ganas e impaciencia esos encuentros, como si fuera el primero con su partenaire sexual.
Este no está hecho de esa materia, sino del cuerpo de un semejante para marcarlo o ser marcado a golpes.
La fiaca y el rechazo se presentaron inmediatamente en la transferencia. Se olvidaba de venir, no sabía como viajar si los padres no la podían traer, se quedaba dormida en siestas maratónicas.
La respuesta fue el semblante de un vivo interés por el trabajo que realiza en los boliches y por los partidos, más una notoria despreocupación por sus ausencias a las sesiones y cierta ironía respecto a su incapacidad para moverse solo en la ciudad y al dormirse. En cuanto a la escuela – principal campo de batalla con la madre – me limité a dejar caer la afirmación: está claro que no querés saber, pero además, no sabés por qué.
El efecto – insuficiente pero necesario – es que P ya no se queda dormido y viaja en colectivo para venir a las sesiones. Asistencia perfecta. Pero ella aún no está del todo ahí.
Viene con su silencio y relatos breves sobre las discontinuidades de ese silencio: las peleas con la madre y las piñas. Durante la crisis del campo iba a las manifestaciones contrarias al gobierno a “pegarle a los negros de mierda”. Ocasión para preguntarle: y de dónde vienen esos negros de mierda? Sorprendida dice: “ de las provincias?”
Con la “madre todo amor” y todo goce, la intervención se concentró en señalar el plus en su demanda. P siempre tuvo problemas en la escuela. Ella siempre estuvo en la realización de las tareas y el estudio. Pero no había peleas. Es a partir de los 12 años, en plena pubertad, que  muestra su rechazo a la madre y al saber.
Las dificultades se agravan y la madre redobla su presión acorralando a P que comienza a insultarla y amenazarla.