miércoles, 7 de marzo de 2012

“Caso P. : El escándalo mudo”* - Segunda parte

*Por Gustavo Stiglitz (AME –EOL) – Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalitico”

Se ha hecho un lugar en el grupo del club, ahí mismo se conecta con dueños de boliches bailables, con quienes trabaja. Lo hace responsablemente. Vende entradas y hace  trabajos para la producción. Gana su dinero con eso.
Pero hay un plus en el que P rompe el silencio: las piñas. La noche, en ciertos ambientes “refinados”, es sinónimo de piñas. Se junta con otras y otros adolescentes para lo siguiente: “Les pegamos a los negros, no los puedo ni ver.” Forma del rechazo a su propio origen e imagen.
De la sexualidad ni una palabra. Está siempre con muchachos, pero no le gusta ninguno.
El circuito pulsional no pasa por el Otro sexo, sino por el cuerpo de los a`, semejantes, en las noche de pelea. Espera con ganas e impaciencia esos encuentros, como si fuera el primero con su partenaire sexual.
Este no está hecho de esa materia, sino del cuerpo de un semejante para marcarlo o ser marcado a golpes.
La fiaca y el rechazo se presentaron inmediatamente en la transferencia. Se olvidaba de venir, no sabía como viajar si los padres no la podían traer, se quedaba dormida en siestas maratónicas.
La respuesta fue el semblante de un vivo interés por el trabajo que realiza en los boliches y por los partidos, más una notoria despreocupación por sus ausencias a las sesiones y cierta ironía respecto a su incapacidad para moverse solo en la ciudad y al dormirse. En cuanto a la escuela – principal campo de batalla con la madre – me limité a dejar caer la afirmación: está claro que no querés saber, pero además, no sabés por qué.
El efecto – insuficiente pero necesario – es que P ya no se queda dormido y viaja en colectivo para venir a las sesiones. Asistencia perfecta. Pero ella aún no está del todo ahí.
Viene con su silencio y relatos breves sobre las discontinuidades de ese silencio: las peleas con la madre y las piñas. Durante la crisis del campo iba a las manifestaciones contrarias al gobierno a “pegarle a los negros de mierda”. Ocasión para preguntarle: y de dónde vienen esos negros de mierda? Sorprendida dice: “ de las provincias?”
Con la “madre todo amor” y todo goce, la intervención se concentró en señalar el plus en su demanda. P siempre tuvo problemas en la escuela. Ella siempre estuvo en la realización de las tareas y el estudio. Pero no había peleas. Es a partir de los 12 años, en plena pubertad, que  muestra su rechazo a la madre y al saber.
Las dificultades se agravan y la madre redobla su presión acorralando a P que comienza a insultarla y amenazarla.

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