miércoles, 29 de enero de 2014

Testigo de una psicosis * - Tercera parte

* Por Lic. Romina Giavino

Sólo se le puede ofrecer una suplencia del NP, pero como tal, siempre frágil. A falta de “carretera principal”, sólo puede tomar los “caminitos laterales”, que nunca van a ser como los que ofrece la significación fálica, sino que son una significación de significación, un significado absoluto por el goce rígido. ¿Cómo orientarla en este trabajo de encontrar fórmula para anudar los registros? Aquí también surge la pregunta qué lugar para el analista si el sujeto psicótico realiza él sólo la auto-elaboración de lo real. Freud hacía mención que el sujeto psicótico no establecía transferencia, dado a que no logra la elección de objeto, sino que la libido retirada catectiza al yo. En este caso, de esquizofrenia, la libido permanece en el autoerotismo. “El sujeto psicótico no tiene otro objeto que él mismoi”. La libido transferencial entonces, no se dirige de un Sujeto analizante a el Otro, sino que se repliega sobre sí mismo (erotomanía) o procede del Otro como voluntad de goce (persecución). Esta es la primera inversión de la estructura de la transferencia, según Soler. La segunda se refiere al lugar desde donde proviene la interpretación: desde el sujeto interpretando al Otro. Estas dos inversiones en la estructura de la psicosis, no deja espacio para el analista. La autora refiere tres lugares posibles en que puede ser colocado el analista por el sujeto psicótico: que sea tomado como el Otro de la voluntad de goce; ser tomado bajo el significante del Ideal; o el de semejante o testigo. Con M comencé tomando esta última posición, que pareció servir como función de apaciguamiento. Noté su cara de sorpresa cuando la escuchaba y le preguntaba interesada en los fenómenos que me comentaba. En ese espacio ella podía contar de su realidad “a cielo abierto” sin tener que taparla como lo hacía su madre o borrarla como lo intentaba su psiquiatra.
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Soler C., “El sujeto psicótico en el psicoanálisis”, en Estudios sobre las psicosis

miércoles, 22 de enero de 2014

Testigo de una psicosis * - Segunda parte


* Por Lic. Romina Giavino


¿Qué demanda M? Ella parecería que viene sin saber por qué ni para qué. Viene. Se encuentra bajo tratamiento con un psiquiatra y con neurólogo (dado que es epiléptica desde muy temprana edad). Siempre llevada por su madre de la mano, literalmente, con quien mantiene una relación especular. M está ubicada como objeto a de la madre. Lo que dice M en la primera entrevista es que a veces se pone “nerviosa”. Le va a llevar bastantes entrevistas darme el testimonio de ésto, lo cual en su entorno es reducido a un discurso “medicalizado” de lo que es la epilepsia, sin dar lugar a un más allá de lo orgánico, donde se encuentra un sujeto y su estructura. “La imagen del médico en nuestras sociedades se nos aparece rodeada de un halo de benevolencia y jerarquía, de saber y poder. (…). Es este quién decide de qué se sufre, qué se ha de hacer y qué tratamiento se ha de cumpliri”, refiere Clavreul. Esto lo acató al pie de la letra, su madre, quien idealiza la figura del psiquiatra. El Dr. refiere no creer en la psicología para “este tipo de pacientes” ni en el acompañamiento terapéutico. Sin embargo, M viene y parece encontrar un lugar donde sí se puede hablar de los “nervios”, “crisis”, “ruidos”, “voces”, de “maquinarse”, sin necesidad de taponarlos. Hay lugar para alojarla como sujeto, no del inconciente, sino como sujeto que padece por la demasía del goce en lo real, un lugar para que dé testimonio de ésto. ¿Cómo se manifiesta en M este padecimiento? Padecía de sus “crisis”, las que le ocurrían las más de las veces en su habitación. Éstas consistían en no poder conciliar el sueño y empezar a ponerse “nerviosa”, sin poder atribuirle un sentido a esto que le ocurría. “No sé qué me pasaba”, refiere. “De repente me encontraba gritando, saltando y desordenando toda la cama.” Era un puro grito, descripto por Lacan como fenómeno del alarido, de franja entre lo simbólico y lo real, dejando por fuera lo imaginario. M refiere no darse cuenta de que estaba gritando. Un fenómeno de pequeño automatismo, según De Clérambault, en el área emocional, es la emoción sin objeto, en el que M irrumpe en llanto sin motivo aparente, es una emoción súbita y exagerada. Un fenómeno que podría establecerse como de gran automatismo, por el componente ideativo, es la idea de que por la noche va mucho al baño (sensación en el cuerpo de tener que orinar), debido al calor que entra en su habitación: “me afecta mucho el sol y me afecta la orina”. También presenta alucinaciones, elementales como lo son los “ruidos que venían de afuera” y los “murmullos”, y alucinaciones verbales, las “voces”. De éstas dice una vez que era su padre ordenándole que guarde sus producciones de arte. Otra vez localiza la voz como de su vecina, de quien dice “no me cae muy bien, no sé por qué” y la última voz de la que habla, más bien que habla en ella, es la de una amiga de la infancia, que es homosexual, la cual le pide “quiero ser tu amiga de nuevo”, a lo que ella responde “ya formaste pareja y es diferente ser amigas de vuelta”. “Se me tiró el lance” refiere M, en una ocasión en que tenía 14 años, a lo que le comentó a su madre, quien le dice que debe terminar la amistad. Al preguntarle cómo era la voz, ella dice “poco amigable y otro poco que me presionaba, me insistía”. Entonces, si M viene a dar cuenta de lo que se le aparece en lo real por forcluido que está de lo simbólico, la demanda de M es demanda del NP. Recalcati afirma: “Que la demanda del sujeto psicótico es siempre una demanda de Nombre del Padre, demanda de un significante del cual el sujeto no dispone para regular el propio goceii.”
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Clavreul J., en El orden médico
Recalcati, ídem.

miércoles, 15 de enero de 2014

Testigo de una psicosis * - Primera parte

* Por Lic. Romina Giavino

¿Cuál es esa parte, en el sujeto, que habla? El análisis dice: es el inconciente. Naturalmente, para que la pregunta tenga sentido, es necesario haber admitido que el inconciente es algo que habla en el sujeto, más allá del sujeto, e incluso cuando el sujeto no lo sabe, y que dice más de lo que supone. El análisis dice que en la psicosis eso es lo que habla”
J. Lacan, El Otro y la psicosis, Sem. 3

Secretario del alienado es la posición del analista que refiere Lacan de cómo escuchar al sujeto psicótico. Él refiere que “por perturbadas que pueden ser sus relaciones con el mundo exterior, quizás su testimonio guarda de todos modos su valori”. Ser su secretario es hacer un vacío para que el psicótico deje allí el testimonio de su locura. Ubicarse como un otro Otro y no como Otro del Otro, ya que daría lugar a ser tomado como el Otro gozador. Ser testigo, dice Soler “esto es poco y es mucho ii”. Es mucho escuchar como secretario, no sabiendo, no gozando, y especialmente alojando la singularidad del sujeto. Es poco si no alcanza para civilizar al exceso de goce en lo real, resultante por la forclusión del Nombre del Padre. Por lo tanto, orientar el goce, ya que el sujeto psicótico toma a su cargo “solitariamente iii” la elaboración de los retornos en lo real para intentar hacerlo soportable. A esto Soler lo llama justamente el trabajo de la psicosis, a diferencia del trabajo de la transferencia en la neurosis, por el autotratamiento al goce no reprimido en la psicosis, las soluciones que inventa sin un otro, en contracara a la transferencia que sí puede establecer el neurótico en su análisis con un “Otro hecho objetoiv”, en una estructura donde se puede ubicar el significante Nombre del Padre articulado en la cadena, lo que funciona como limitación al goce.
Tomar nota de su psicosis, es a lo que apunté cuando M viene a consultar por primera vez. Tiene 30 años y llega al equipo por la demanda de Acompañamiento Terapéutico por parte de su familia y luego de concluida la entrevista, su demanda es de “empezar con la psicóloga” y no aun con el AT. Así comienzo a verla en consultorio, donde me pregunto de qué se trata su demanda. Durante las entrevistas preliminares con M, no se trataba de una transformación de la demanda, que articulada en la transferencia, se oriente a una demanda de verdad. En ese caso habría un sujeto del inconciente, donde operó la castración simbólica civilizando lo real del goce. En cambio en la clínica de la psicosis, lo real del goce no recibe “un tratamiento preliminar agenciado por la operatividad de la metáfora paternav”. Recalcati señala que entonces la cuestión preliminar en las psicosis, como condición, es introducir una posible regulación del goce que opere como suplencia del NP. A su vez ésta es la cura misma.
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Lacan J., “Clase 16: Secretarios del alienado”, en Seminario 3: Las Psicosis
Soler C., “¿Qué lugar para el analista?”, en Estudios sobre las psicosis
Soler C., “El trabajo de la psicosis”, en Estudios sobre las psicosis
Soler, ídem.
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Recalcati M., “La cuestión preliminar en la época del Otro que no existe”, en Virtualia n° 10

miércoles, 8 de enero de 2014

CABALLERO INEXISTENTE * - Última parte

*de Gabriel Peskin 

El semblante y el lazo social.
El funcionamiento particular del semblante en el lazo social de D.

Un agregado en una embajada de algún país lo invitaba a su casa. Para él no era importante el hombre o la conversación sino que ponía la mesa con cosas especiales, pinukim y tobat hanaha. , Además le traía discos y regalos, objetos de arte del exterior. Para D  eran importantes los regalos. También frecuentaba un periodista crítico de arte que le daba libros, lo llevaba a representaciones teatrales, en esa época leía varios diarios con lo relativo a la vida cultural de Tel Aviv.  Tanto los objetos como los discos, libros y lo que escuchaba y leía no eran para él. Los transmitía a otros. Hacia reuniones en su casa, una casa abierta conocida que mucha gente frecuentaba, allí podían leer, escuchar música y el impresionaba a la gente con sus comentarios. Según él las palabras no eran propias, las había recibido todas y las daba a los demás. No tenían sentido para el. Mucho del tiempo se la pasaba en la cocina preparando comidas y sirviendo, aparecía de a ratos en las conversaciones.  En el año que vivió con I se terminaron las reuniones y toda esa gente se desvaneció, no quedo contacto con nadie y tampoco lo sintió. Fue uno de los grandes cortes del lazo social. Cuando alguien desaparece de la vida de él no le queda rastros.
Cuando no hubo a quien transmitir tampoco le intereso mas escuchar música ni leer. No era para él mismo que leía, escuchaba música y veía películas.
Si compra para él, compra  cosas muy baratas. Si  compra un regalo para alguien es algo  caro. Cuando piensa en que haría si gana al Loto dice que darle cosas a los demás, a alguien para hacer una película, a los de AIDS. Mucho tiempo y trabajo dedicó a crear instituciones de ayuda telefónicas y de otra índole de ayuda a enfermos y menores. En  toda su actividad no te contacto directo con los beneficiados. Quedaba  en el anonimato de quienes recibían los beneficios, cuando las instituciones funcionaban se iba de ellas.
Un ejemplo de lo que es el uso del semblante en lo social de D. Tiene dos perras. Las suelta cuando esta preparando alguno de sus suicidios. Luego ellas vuelven. Una de las dos no volvió en el ultimo intento de suicidio. Nunca mira las hodaot de encontrados y perdidos, pero esta vez  le salto al ojo que encontraron la perra de que escapo: Gaia. Tuvo  curiosidad de ver si era ella realmente y llamó por teléfono. Cuando supo que era Gaia eso se hizo destino, tenia que ir a buscarla, no quiere dos perros en casa pero le dijo a un amigo G que la encontró. G le dice “para que quieres buscarla”, entonces D le dice a pesar que no quiere buscarla “pero es Gaia” en tono de extrañarla. También hablo con su amiga  E para que lo lleve en auto a buscar la perra el sábado. Dado que le contó a E ahora debe ir a buscar a Gaia porque se lo dijo a E, no porque tenga ganas. No  podría decirle a E que no quiere la perra. Quedaría mal. Se dice de una persona que tiene perro que es buena persona. Cuando alguien  tiene un perro y lo pasea los vecinos se saludan, se conocen, no mucho pero por lo menos dicen hola que tal,  con vecinos sin perros eso no ocurre. Ahora que va a ir con dos perros seguro va a ser motivo de saludos y esas pequeñas conversaciones acerca de los perros. Un vecino de la esquina le preguntó por Gaia, y D le dijo que cuando él se sintió mal, la liberó  y ella se escapó. Entonces el vecino dijo “en un caso así,  llámame por teléfono y yo  la recojo”. Si uno necesita sponya no vendrían a ayudarlo pero por un perro sí.  A las personas que tiene gatos no les pasa  eso con los vecinos. Que seria si uno pasea un pato. El pato  sigue a la persona.
Entretanto una vez  en casa el no siente nada por las perras, están ahí, no las acaricia ni le importa que se acerquen. Ellas se acostumbraron a que el es así. No le significan nada. Completan su semblante con los vecinos cuando las saca a pasear.
D muestra en su relato como no se trata de algún deseo o disfrute por las perras, sino que son un elemento que completan un semblante con el vecino, a partir del cual hay un tipo de presentación y de intercambio de palabras que no comprometen al portador de la perra. Pero que si forma un lazo social. Una correa social. Sabe que tener, no para disfrutar sino para armar con el vecino una relación. Es una división entre la propiedad y el usufructo como goce, como uso de goce. Lo que tiene no lo usa. En su infancia era el goce para el otro y para el la moneda que le permite ir al cine. Mas tarde fue recibir regalos y conocimientos para dar a los demás. Pero el no se siente en ningún orden de disfrute en esa cadena.  El usufructo, el goce es del otro. El uso de la vida no es para él, no la goza. El vive por defecto de la muerte, vive porque no murió. Vive una vida vacía de sentido y de sentimiento. De tanto en tanto intenta dejar de vivir y no lo logra. Entonces sigue de largo.
Lo que no dejo de hacer desde casi toda la vida es tratamientos psicológicos, de los mas variados y con muchos terapeutas. La chance es  que esto sea  un síntoma que le permite un punto de ubicación aun en los cortes con el lazo social.