miércoles, 24 de diciembre de 2014

Elegir ser mujer* - Última parte

*por Marcela Errecondo (nota publicada en el Aperiódico)

La madre relata a los medios: ” Cuando aún era Manuel me decía que quería tener el pelo como las nenas, con hebillitas. Me decía que quería tener vagina, que no quería tener pito... La psicóloga que la atendía en ese momento le imponía una terapia correctiva de reafirmación del género masculino. Yo tenía miedo de que se quisiera lastimar el pene. Se lo hundía hasta hacerlo desaparecer. Yo no sabía cómo explicarle que era una nena transexual. Un día me dijo: ‘Yo no soy un nene. Soy una nena y me llamo Lulú’. Tenía cuatro años recién cumplidos y pidió que la llamáramos Lulú, nos dijo que si no le decíamos así no nos iba a contestar". “Yo pensé que era un juego, pero no, estaba determinada… Fue la segunda topadora que me pasó por encima. Ella solita se había elegido el nombre. ¿Sabe lo que es eso?”

Es interesante notar como en este caso se ve que este sujeto se ubica sin Otro, decide solo cómo debe ser llamada y dice que su cuerpo está equivocado. Se trata de una afirmación de entrada sin vacilaciones.

La madre relata que “cuando empezó a vestirse como nena y la llamamos Lulú, dejó de hacerse pis, cuando se ponía su traje de princesa se transformaba, era como si reviviera, como si su vida empezara a tener sentido. Cuando fue al jardín pensé que iba a tener vergüenza, pero entró como si se llevara el mundo por delante: fue muy fuerte y muy doloroso para mí. Hay que tener un corazón enorme, el pecho de acero... Las sirenas son su personaje favorito. Como se entristecía cuando veía que las muñecas que le regalaban no tenían pene como ella, yo le incorporé uno a cada una de sus barbies. Son barbies trans.”



Bibliografía y referencias

Dirección Internet
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/madre-pide-que-le-cambien-el-sexo-en-el-dni-su-nena-trans-de-6-anos

- Carlos Dante García, Los Nudos del amor-deseo y goce en la neurosis y la psicosis, reseña del seminario.
 - Lacan, J, Seminario 19 …O peor, Capítulo I, pág. 11, Buenos Aires, Paidós, 2012.
El transexual no lo quiere [ al órgano] en calidad de significante y no así en calidad de órgano. En esto padece un error, el error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es mas que su significado.” Pg. 17
- J. Lacan, De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis. Escritos
 - Miller, J.A y otros, La psicosis ordinaria, Neo conversiones
-  Miller, J.A, Piezas Sueltas, Pág. 50 a 51, el traumatismo de la lengua, página 53 en adelante, capítulo 4.
- Miller , J A y otros, Los embrollos del cuerpo, Pierre el niño de los encajes. Ed. Paidos
- V. Gorali y otros, Intersexo. Una clínica de la ambigüedad sexual. Ed. Gramma




miércoles, 17 de diciembre de 2014

Elegir ser mujer* - Tercera parte

*por Marcela Errecondo (nota publicada en el Aperiódico)

Lacan nos dice en el Seminario 19…O peor, que hombre y mujer son valores -se trata de una cuestión significante- comunes en todo lenguaje porque son oposiciones de tipo lingüístico por lo que todas las cosas se dicen de uno u otro género. Es seguro que hay una diferencia entre el hombre y la mujer, pero el psicoanálisis no sabe lo que son el hombre y la mujer como totalidad. Si bien hay una diferencia en cuanto a los rasgos y a las maneras de comportarse, ésta no está subjetivada de antemano. En este sentido, contradiciendo a Freud, la anatomía no es el destino. Pero fundamentalmente dice Lacan, la diferencia la hacen los otros que aplican los valores sexuales a cada uno, por ejemplo para el nene se le puede decir que es peleador y travieso y para la nena que es tímida pero coqueta. Lacan muestra como la pequeña diferencia no es el pene, sino la diferencia articulada al lenguaje. El órgano peniano para poder ser un instrumento debe pasar por el desfiladero de los significantes. Al abordar la cuestión por el lado del significante, señala que el transexual quiere librarse del error común que es pensar que se es significado como chico o chica a partir del órgano, es decir tomar el pene por el significante y entonces cambiar el órgano. Sin embargo es a partir del falo (posibilidad de simbolización) que se significa el cuerpo y sus partes, la presencia o no de esa parte del cuerpo. Y Lacan señalaba que es a partir de la madre y como ella simbolice su deseo en el falo que el niño podrá servirse o no del falo para articular el goce del cuerpo. El transexual rechaza el significante y no el órgano pero cae en el error común de tomar el pene por el significante. La forclusión recae sobre el significante fálico tomándolo como algo real. En este sentido a falta del significante que le permita localizar el goce, el transexual quiere rechazar la zona erógena, sacar lo que lo angustia, la presencia del pene, eliminar la fuente de angustia y para eso se quiere operar para eliminar la fuente de goce. Trata de apuntar al órgano en vez de apuntar al significante, siendo el significante la causa del goce.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Elegir ser mujer* - Segunda parte

*por Marcela Errecondo (nota publicada en el Aperiódico)

El caso resonó en todo el país y tuvo gran repercusión. La ahora llamada Lulú, ha conmovido a la comunidad trans que lo ha tomado como ejemplo y abanderada de la causa. La madre sostenida y acompañada ha escrito a la Presidenta de la Nación para que interceda ante la negativa que tuvo en primera instancia. “Mi hija tiene derecho de ir a un lugar público y que le digan Lulú”, dice su mamá. “Haré, como madre, todo lo que esté a mi alcance y más para lograr que mi hija sea una persona insertada plenamente en la sociedad”, destacó. Dado que el 9 de mayo de 2012 entró en vigencia en Argentina la ley que garantiza el acceso pleno al derecho a la identidad para la población trans, ha logrado sus demandas convirtiéndose en el primer caso en el mundo en donde alguien tan pequeño ha obtenido un nuevo documento de identidad y la modificación de la partida de nacimiento sin ningún proceso judicial previo. Tendrá garantizado el tratamiento hormonal que le permita mas adelante someterse a una operación. El jefe de Gabinete manifestó con orgullo que la provincia de Buenos Aires "es pionera en la inclusión de nuevos derechos a su ciudadanía: es la provincia que más matrimonios igualitarios tiene, que más reconocimientos de hijos de parejas homosexuales tiene; ha sido pionera en la posibilidad de poner el primer apellido de la madre en una pareja heterosexual”i.
i Se refiere a una nueva ley en donde en una pareja heterosexual, si la madre lo pide, en vez de llevar el apellido del padre como lo indica la tradición, podrá llevar el apellido de la madre, para manifestar que tanto el padre como la madre tienen derechos igualitarios ante el hijo.



miércoles, 3 de diciembre de 2014

Elegir ser mujer* - Primera parte

*por Marcela Errecondo (nota publicada en el Aperiódico)

¿Qué podemos decir de las mujeres del siglo XXI que no se haya dicho de las mujeres en otras épocas? Sin duda hay una gran participación en todos aspectos de la vida civil, laboral, política, cultural de la sociedad occidental. Pero lo que me parece que se podría señalar es que en este siglo se puede elegir el sexo, se puede elegir ser mujer, en tanto se puede elegir el sexo.
Aquellos que no teniendo órganos femeninos y se sientan mujer pueden dirigirse a la ciencia ya que las nuevas legislaciones amparan la reasignación sexual disponiendo de lugares públicos para llevar adelante los tratamientos necesarios. Esto no estaba presente en el siglo pasado.

Hace un poco mas de un año se difundió el caso de Gabriela, la mamá de un niño de 6 años que se siente niña. Dio a luz dos mellizos varones, pero uno de ellos – Manuel- al año y medio comenzó a hablar y dijo "Yo, nena", "yo, princesa". La madre escuchó esto al pie de la letra y a partir de aquí se desencadenó todo. Empezó a peregrinar por pediatras, neurólogos, psicólogos, buscando una respuesta. Su primer encuentro fue con un equipo conductista que le dijo que faltaba presencia paterna y que le tenía que decir que era un nene, además que le sacara la ropa de mujer. ”Fue un desastre. Mi hija vivía destrozada. Se escondía debajo de la cama, se ponía el cubrecestos del baño que tenía puntillas como pollera y pasaba horas encerrada en el baño. Cuando le sacaba la ropa femenina, yo sentía que le arrancaba la piel. Podía llorar horas.” El papá no lo podía tolerar y lo escondía cuando venían sus amigos. Finalmente abandona la familia.
Se dirige al hospital público que hace las operaciones a los sujetos transexuales que lo demanden. El equipo del hospital le explicó que “era una nena trans y que tenía que dejarla ser”, A partir de ahí, “luego de llorar veinte días me dije: si quiere ser princesa, yo la voy a ayudar” y se decide a hacer todo y más también.

domingo, 30 de noviembre de 2014

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Última parte

*Por Elvira Dianno (Artículo publicado en el Aperiódico)

Acacia olor a muerte” es el punto final de la self obliteration, de la destrucción de todo, la muerte del cuerpo de Mimiko en el espejo, la desintegración de la materia y luego la soledad del amante frente a lo fallido del amor vencido por la muerte de su amada a quien le dice “¡Oh, mujer que podría haberte comido viva!” 1 para así fundir los dos corazones

El arte a Yayoi Kusama –según sus propias declaraciones2 –la ha salvado del suicidio, sin embargo no parece haberla puesto a salvo ni de lo real ni de la muerte.

Sus períodos de escritura más frondosa fueron en la década del ‘70 cuando regresa de New York a Japón y se interna en un psiquiátrico donde vive desde entonces
Kusama intenta algo más con la escritura, intenta algo más con la escritura que lo realizado en su obra plástica en las infinitas cortinas de lienzos que cuelgan en los muros de los museos y caen en su relato.

A este respecto leemos en Lacan “Me interesa la escritura porque pienso que históricamente se ha entrado en lo real por fragmentos de escritura, a saber, se cesó de imaginar”3 Quizá Lacan también hubiera dicho de Kusama lo que le dedicó a Marguerite Duras como homenaje “en su materia, el artista siempre le lleva la delantera —al psicoanalista—, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino.” y agrega “Marguerite Duras evidencia saber sin mí lo que yo ense­ño “4

Yayoi elige estas palabras para finalizar “Acacia…” “La distancia entre el cielo y la tierra retornó a la nada, y todo lo que permanecía a la deriva en este espacio era el silencio de un corazón vacío”5 .

Entonces, tal vez, Yayoi podría decir con Marguerite Duras "Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad total y descubrir que sólo la escritura te salvará"6


Lecturas
Kusama, Y., Acacia olor a muerte, Ed Mansalva-Malba, Buenos Aires 2013
Kusama, Y. Obsesión Infinita, Ed Mansalva-Malba, Buenos Aires 2013
Lacan, Jacques, S 23 El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006
Miller, Jacques Alain “Lógicas de la vida amorosa” Ed Manantial, Buenos Aires, 2009
Miller, Jacques Alain “El ultimísimo Lacan” Paidós, Buenos Aires, 2013
1 Op cit, pág 72
2 http://www.revistaenie.clarin.com/arte/Yayoi-Kusama-arte-remedio-dolor_0_950904911.html
3 Lacan Jacques , S23 El sinthome,Paidós, Buenos Aires, 2006, pág 68
4 Lacan, J. (1993) “Homenaje a Marguerite Duras, del rapto de Lol V. Stein” en Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial Pág. 66
5 Op cit Pág. 92
6 Duras, Margarite Escribir, Tusquets, Madrid,1991 Pág. 22

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Tercera parte

*Por Elvira Dianno

Las fantasmáticas efímeras vidas -de las que está advertida la autora- parecen detenerse por instantes en el encuentro fugaz de dos cuerpos a la hora del amor, tal lo dicho en este también fugaz anuncio del texto “El único regalo de esta corta e insignificante temporada de carne y hueso fue sólo un instante de blancura a la madrugada”1 .
Kusama usa un insólito color para pintar sus palabras, un color que tiene una presencia singular en su obra como si fuera el fondo de un real: el semen, las acacias blancas que cubren el cadáver de Mimiko, el blanco de los cuartos de las instalaciones en los museos, sobre las que luego se estamparán miles, infinitos puntos.

Kusama- cuya historia infantil de abusos ha sido muy difundida, sometida por su madre a espiar a su padre en sus andanzas con geishas para luego descargar en ella su ira – entra desde pequeña en un irrefrenable mundo de alucinaciones auditivas y visuales, imágenes que luego troca en infinitos puntos cual tela agujereada con la que velar fallidamente los trozos de real que se escabullen en lienzos y esculturas. Es casi inevitable encontrar en este relato un intento más del mismo tenor solo que aquí agrega -si se quiere- un color y una textura nuevos, el amor. “El amor era, lo que es difícil de olvidar, para morir pisoteando la muerte”2. ¿Será el amor a muerte del que nos habla Jacques Alain Miller en Lógicas de la vida amorosa?

Un amor más allá de la muerte, más allá de la obliteration3, nombre que la artista le da al mecanismo mediante el cual destruir el yo para fundirse como un punto en el infinito, cubriéndose y cubriendo todo de puntos, todo el fondo blanco obliterado en puntos.
1 op cit pág 89
2 Op cit pág 82
3 Obliteration en inglés annihilation, blotting out, deletion, effacement, elimination, eradication, erasure, expunction, extirpation, rooting out, sponging out, wiping out en español desaparecer, exterminar, destruir completamente.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Segunda parte

*Por Elvira Dianno

En la misma línea de su obra como artista plástica y escultora, en este cuento de Kusama podemos leer un relato que describe un real imposible de velar y donde añade el intento de atrapar el tiempo en una tela, en el arte, aunque el espacio sinfín del cosmos estuviera en el proceso de ser destruido: arte, tierra y seres humanos. Para Kusama, los humanos son fantasmas efímeros, en un mundo que lo es y donde nada se puede capturar, tampoco la belleza. Para Yayoi Kusama, como para Lacan, “el espacio no es real pero el tiempo sí lo es”1.

La autora ubica la belleza inmutable de Afrodita en tensión con los cambios del paisaje que envejecería, insistiendo en su demanda al Otro del tiempo, al Otro de la Belleza, al de la Juventud.

Leemos: “La región de su alguna vez denso vello púbico se había pulverizado, no habían quedado rastros del intervalo de Eros se había vuelto una ruina negra .Eros hueco expandiéndose en el aire para llenar el espacio vacío”2. Eros y por debajo de Eros, Thanatos llegando implacable de la mano del tiempo y en otro momento dice “Las flores encomendaban sus vidas al latido del reloj…todas las cosas sólo al principio parecían eternas”3 Kusama también sabe que no hay la eternidad.

Luego de la muerte de su amada , con su cuerpo en el jardín cubierto de pétalos de acacias blancas desintegrándose , Masao busca en el espejo la imagen de Mimiko y no la encuentra, al hallar sólo su propia imagen envejecida, lo hace trizas y todo desaparece alrededor y el cuerpo se pulveriza comido por larvas y vuelto al polvo.

¿Adónde habían ido la forma, la belleza y la imagen? Asoma –compacto- lo real tras lo imaginario que -desintegrado -se desvanece. Yayoi Kusama aquí también parece seguir a Lacan, sabe de la distinción entre el cuerpo –que es imaginario - y el organismo que se ubicará en el registro de lo real pulverizándose con el tiempo.
1 Miller, Jacques Alain “El ultimísimo Lacan” Paidós, Buenos Aires, 2013, Pág. 107
2 op cit Pág. 84
3 op cit Pág 80

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Primera parte

*Por Elvira Dianno (Artículo publicado en el Aperiódico)

Del Reina Sofía1 al Malba2, del Withney3 al Pompidou4 los infinitos puntos de Yayoi Kusama5 cubren árboles, muros, mobiliarios, lienzos y -en no menos infinitas luces- sus instalaciones transmiten un mundo de ilimitados bordes, trozos de cuerpos, multiplicación de penes y rostros en planos y volumen: intentos de velar- cada vez- un real que insiste en asomarse en los intersticios de cada fragmentación. El mundo Kusama se instala en los alrededores de los museos fundiendo todo en una policromía que abarcará lo animado y lo inanimado, en una retrospectiva de su obra del 1950 al 2013 que incluyen trabajos en papel, esculturas, videos, slideshows y un par de publicaciones nuevas.

Si bien la artista ha sido mundialmente reconocida por su obra plástica, su producción escrita incluye una docena de novelas y poemas y una autobiografía de su vida en Nueva York: Manhattan Suicide Addict, publicada en 1978.

En su último libro “Acacia olor a muerte”6, uno de sus cuentos -de nombre homónimo- relata la historia de Masao, un joven pintor hiper-realista quien se había mantenido virgen hasta el encuentro con quien luego fuera su mujer durante tres años, a la sazón modelo de la escuela de arte y prostituta: Mimiko, quien enferma de cáncer de útero y muere. El joven esposo permanecerá junto a su cuerpo en descomposición manteniendo relaciones con él mientras todo el mundo orgánico a su alrededor se desintegra y desvanece por “los cambios traídos por el tiempo al drama cósmico”7
1 Museo de Madrid
2 Museo Arte Latinoamericano de Buenos Aires
3 Museo de Nueva York
4 Museo de París
5 Kusama Yayoi, artista contemporánea Japón (Matsumoto 1929) vive en un psiquiátrico desde 1977
6 Kusama, Y. ,Acacia olor a muerte,Ed Mansalva-MAlba, Buenos Aires 2013
7 Kusama, Y. ,Acacia olor a muerte, en Acacia olor a muerte Ed Mansalva-MAlba, Buenos Aires 2013
Pág. 82

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los cuerpos fuera de discurso.* - Última parte

*Por María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro, Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu, María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en Congreso AASM, 2014.

Nuestra continua apuesta a la singularidad  dio lugar a la realización de un giro en nuestra intervención al que podríamos atribuirle “a pres coup” un efecto de sostén para el sujeto. Posibilitó ese cuarto elemento, cual fuere, que tomando la segunda clínica de Lacan tendría en su estructura y en su singularidad una función  de anudamiento.
J volvió a pintar y lleva a cabo esa actividad mostrando el mismo interés que antes por la tarea. J es un artista, sus obras han sido expuestas en diferentes muestras y aún están dispersas por diferentes lugares del hospital. Es notorio teniendo en cuenta el momento del desencadenamiento que los temas de sus pinturas han ido variando y desviándose desde su referencia a lo bélico y a las armas de fuego, pasando luego a retratos de mujeres y en la actualidad a paisajes verdes y serenos. Es al menos un cambio en su relación con el lenguaje expresado en sus obras.
Nuestra presencia, desde el lugar de testigo, aloja ese saber que el sujeto tiene y que en tanto certeza no admite posibilidad alguna de evocar una falta. La falta queda entonces del lado del oyente, quien en su función de analista (a pesar de que no se trate de un psicoanálisis clásico) al sostener una escucha vacía de sentido, se presta en tanto objeto para sostener y -por qué no- causar ese decir. Decir que no es del orden del discurso pero que aun así acota el goce y tiene sus efectos en los cuerpos fragmentados de las psicosis.

Por una circunstancia ajena a su estructura psicótica j no pudo .continuar con esta actividad. A partir de entonces comenzamos en el taller la lectura de libros de arte, biografías de pintores a partir de las cuales se producía un dialogo fluido con J donde este podía relatar episodios de su vida, a partir de las experiencias y vivencias de los grandes maestros de la pintura clásica.
Seria posible atribuir a esta nueva actividad de lectura de libros de Arte que esta del todo relacionada con aquello que anudaba de algún modo su estructura, un efecto de sostener la orientación del goce, evitando así una posible disolución imaginaria ante la imposibilidad de continuar con una actividad que para el era una necesidad para comenzar el día.
Tal vez podríamos pensar también en alguna identificación imaginaria con otros que realizaban la misma tarea mediante la cual según sus propios dichos “tenia un lugar en el hospital”.
Cabe inferir entonces que si bien desde lo particular de los talleres existe un marco general de una actividad, nuestra continua apuesta a la singularidad dio lugar a la realización de un giro en nuestra intervención al que podríamos atribuirle “a pres coup” un efecto de sostén para el sujeto.
Creemos que en nuestro paciente hubo un cambio en su posición subjetiva que sus propios recursos creativos posibilitaron, y al cual acompañamos desde nuestra posición de analistas acercando un recurso con el cual J pudiera sostener ese cuarto elemento, cual fuere, que tomando la segunda clínica de Lacan tendría en su estructura y en su singularidad, la función de anudamiento.


miércoles, 22 de octubre de 2014

Los cuerpos fuera de discurso.* - Tercera parte

*Por María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro, Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu, María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en Congreso AASM, 2014.

J es un paciente que encontró dentro del hospital, en la posibilidad de pintar una gran herramienta para acotar goce. Esta actividad se hizo tan necesaria para él que no lograba según sus propias palabras “poner en orden sus ideas” para comenzar el día sin haber realizado al menos unos trazos sobre un papel o un paño.
 J ha desencadenado su psicosis hace unos 20 años y hay entonces un antes y un después para el sujeto, sabemos que el mundo de J nunca volverá a ser el mismo que era. Lacan en la primera parte de su enseñanza nos orienta a partir de la metáfora delirante como suplencia de ese significante primordial “El Nombre del Padre” que ha sido forcluído por el sujeto.
Si bien no podemos sostener una suplencia en el paciente, podemos decir que J ha encontrado una compensación. No obstante, ésta no le permite su externación pues afuera se siente “perseguido”, en el hospital él “tiene un lugar, es alguien” mediante la pintura. En este punto nos interesa simplemente sostener la pregunta en relación a ¿Qué lugar ha tenido el arte para este paciente? ¿Qué lugar tienen las producciones artísticas en algunos sujetos psicóticos?
Si bien dejamos abierta la pregunta no nos vamos a detener en este trabajo a tratar de responderla, consideramos oportuno hacer referencia aquí a la figura de Van Gogh para el cual la pintura cumplía una función estabilizadora de gran importancia. En la correspondencia dirigida a su hermano Theo es frecuente el pedido de materiales que le permitieran seguir con su actividad artística, consciente del deterioro que sufría en ausencia de los mismos.
 Por una circunstancia ajena a su estructura psicótica j no pudo .continuar con esta actividad.
En nuestro paciente hubo una modificación del destino del goce al no poder retomar la creación artística que sus propios recursos creativos posibilitaban, y encontrándose en un proceso de retracción de la libido de los objetos externos hacia el yo, intentamos desde nuestra posición de analistas una maniobra, acercando un recurso con el cual J pudiera sostener de alguna manera su condición de artista.
A partir de entonces comenzamos con la lectura de libros de arte, biografías de pintores a partir de las cuales se producía un dialogo fluido con J donde este podía relatar episodios de su vida, a partir de las experiencias y vivencias de los grandes maestros de la pintura clásica.
Sería posible atribuir a esta nueva actividad de lectura de libros de Arte que está del todo relacionada con  aquello que anudaba de algún modo su estructura, un efecto de sostener la orientación del goce, evitando así una posible disolución imaginaria ante la imposibilidad de continuar con una actividad que para el paciente era  una necesidad para comenzar sus días.
Tal vez podríamos pensar también en alguna identificación imaginaria con otros que realizaban la misma tarea mediante la cual según sus propios dichos “tenía un lugar en el hospital”.

miércoles, 15 de octubre de 2014

Los cuerpos fuera de discurso.* - Segunda parte

*Por María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro, Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu, María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en Congreso AASM, 2014.


Los pacientes concurren a un taller de expresión corporal donde realizamos (siempre orientados desde el psicoanálisis por la escucha) diferentes actividades destinadas a poner a trabajar allí un cuerpo no mediatizado por el significante como ocurre en la neurosis.
Hay que ver con qué dificultad algunos llegan del hombro al codo, parece que el brazo que está recorriendo al otro brazo no fuera del mismo cuerpo, y podría pensarse allí la importancia de ese reconocimiento corporal que los pacientes realizan, donde la imagen de los otros actúa como un espejo, una imagen con la que ellos van recorriendo parte por parte, siguiendo las indicaciones de la coordinadora que pone su propio cuerpo como modelo.
Un paciente luego de algunas participaciones en la actividad refiere que le han crecido las piernas. “No tenía piernas y ahora con el taller me crecieron”.

G es un paciente que en los inicios presentaba grandes dificultades para permanecer sentado por más de unos segundos, teniendo un comportamiento agresivo con episodios donde mordía a otros internos y se agredía a sí mismo. En la actualidad no solo puede permanecer sentado pintando durante largo tiempo sino que de poder realizar únicamente movimientos repetitivos con un pincel, ahora puede significar algunos dibujos y firmarlos con su nombre.
 A partir del ofrecimiento de una escucha, donde comienza a desplegarse un decir, logra a través de lo simbólico regular aquel goce invasivo que lo llevaba a morder poniendo entre el impulso y el acto un discurso a modo de estribillo, que sería observado desde la psiquiatría como un déficit en la asociación de ideas y que es leído por nosotros como un recurso al servicio de la “civilización del goce”. Se trata de una metonimia de alimentos y sus marcas comerciales que enumera sin pausa. "El sujeto psicótico está en una relación directa al lenguaje en su aspecto formal de significante puro. Todo lo que ha construido allí no es más que reacciones de afecto al fenómeno primero, la relación al lenguaje." 2
El esquizofrénico, que no puede resolver sus problemas de ser hablante haciendo un llamado a los discursos establecidos, a los discursos típicos, ha podido en este caso ir armando algo del orden del significante. Consideramos esta modificación a lo largo del tiempo de tratamiento  como un logro que no podemos atribuir sólo  a la medicación. 

2 Lacan. Seminario 3 Pag. 157

miércoles, 8 de octubre de 2014

Los cuerpos fuera de discurso* - Primera parte

*Por María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro, Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu, María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en Congreso AASM, 2014.
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Cuando decimos fuera de discurso, la referencia primera que contemplamos tiene que ver con lo que ocurre en las psicosis. Es importante hacerse algunas preguntas con respecto al lugar del cuerpo para estos pacientes, y con respecto al psicoanálisis tener claro de qué cuerpo nos ocupamos y qué es lo que éste nos enseña en la psicosis sobre el significante y su marca sobre él. Si bien el sujeto psicótico está dentro del lenguaje, sabemos con Lacan que está por fuera del discurso.

Es un cuerpo fragmentado por la entrada de la palabra pero sin que opere sobre él un efecto unificador, sin el falo como regulador. Si lo explicásemos desde el Estadio del espejo, no se produce allí la visión de la forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta a su maduración biológica, a pesar de su prematuración. El cuerpo en la psicosis permanece fragmentado. “A nivel del sujeto hay algo que es de la dimensión de lo imaginario, el yo y el cuerpo, fragmentado o no, pero más bien fragmentado” 1
Para tratar de comprender los efectos del discurso sobre los cuerpos, aún en la psicosis, cuando la posición del analista es ofrecer un lugar donde desplegar su decir, sin interpretar, tratando de tomar elementos que apunten a anudar la estructura siguiendo el trabajo singular de cada psicosis en cada sujeto, tomaremos algunos pacientes con los que venimos trabajando hace un tiempo en el hospital.

1 Lacan. Seminario 3. Pag. 86

miércoles, 27 de agosto de 2014

Dejarnos enseñar por el autismo* - Útlima parte

* Por Claudia Lijtinstens

5-Algunas reflexiones finales:


El cálculo institucional requiere bascular en esa tensión entre el sujeto y la presencia de ese real.


La intervención más propicia -tanto frente al goce homeostático inercial como al desborde de un real insoportable- es la introducción de un freno, de una pausa cuando el sujeto se ubica como condensador de goce, identificado al objeto.


Ese NO o puntuación que se sostiene en la presencia del cuerpo institucional, del equipo, del interviniente como partenaire real, introduce nuevos circuitos metonímicos de los objetos, acerca la vía discursiva como una forma de tratar los ruidos perpetuos de la lalengua, de lo cual el sujeto de defiende.

Se requiere, entonces, realizar un doble movimiento: por un lado, acompañar el hecho de que la lengua tome a su cargo el goce, el trabajo interpretativo; establecer ese lugar del Otro, es decir, permitimos el abrochamiento que localiza el goce, autorizamos la instalación del lugar del Otro pero, a la vez, apuntamos a la puntuación, a la estabilización, a la homeostasis; apuntamos a la posibilidad de que se produzca un corte, que la lengua sea menos compacta u holofraseada. Se trata de producir pausas que puntúen la holofrase significante infinita.

Apuntar al síntoma es, justamente, volver sobre los significantes, aislarlos, separarlos de la cadena, darles todo su lugar y centrarse en el acontecimiento de cuerpo que representa ese significante, los signos que denotan alguna tenue satisfacción, aislarlos a la manera del fenómeno elemental. Acoplarse al trabajo del sujeto para leer cómo se conforma, en cada caso, ese real.


Es sólo a partir de ese trabajo que su tratamiento permite hacer ingresar un intercambio, la elaboración de una secuencia discursiva y definir verdaderos espacios de sujeción.


Se trata entonces, como lo recalca Laurent, de hacerse partenaire real del sujeto autista1 (al igual que ese objeto), no apelando ni al maternaje ni a la dimensión educativa (aunque los cuidados sean ineludibles y los aprendizajes se desplieguen), es decir, no tomando lugares enmascarados ni por el saber ni por el amor, sosteniendo una barrera a la invasión de goce que posibilite desplegar algún tipo de empalme con el objeto y con el Otro.


A diferencia de las prácticas que apuntan a la normalización y la compensación de aquello que permanece bajo un déficit o desadaptación, la orientación lacaniana introduce la vía de la enunciación.


Se propone elevar aquello que funciona para el sujeto como solución o defensa, a la dignidad de una metáfora de la posición subjetiva, elevar el problema del autismo a una condición de sujeto, poniendo de relieve las soluciones que él mismo nos proporciona.

Entonces, dejarse enseñar por eso que el sujeto autista nos proporciona, pero también por aquello que la experiencia de un psicoanálisis personal enseña a un practicante, “una potente herramienta para situar su acción respecto de los sujetos autistas, en la adecuada distancia de los ideales de normalización o de normalidad. (Miller, Judith).
Es esta una condición ineludible para desplegar un acompañamiento fecundo, no masificante, del sufrimiento en la infancia, que abra el camino a nuevos espacios más libres de las constricciones autísticas.
1

miércoles, 20 de agosto de 2014

Dejarnos enseñar por el autismo* - Tercera parte

* Por Claudia Lijtinstens

Ejemplos de una práctica institucional


La función de “partenaire fuera de toda reciprocidad imaginaria1, diversa al modelo o patrón a imitar que se propone desde la pedagogía, es encarnada por un equipo pluralizado que se acopla, de una manera activa pero a la vez prudente, al trabajo que realiza un sujeto autista en el marco de un alojamiento institucional de día.


Un joven de 15 años, luego de aproximadamente un año de trabajo en la institución -con un lenguaje acelerado y de una modulación aguda y perseverante y con un cuerpo en continuo movimiento- se dirige a sus acompañantes con expresiones que, fuera de sus monólogos ecolálicos, se limitan a lo estrictamente vinculado a los intereses más inmediatos.


Ahora bien, desde el primer momento, algo de lo que repite incesantemente empieza a ser circunscripto por el equipo a partir de la presencia regular ofrecida, una pregunta que acompaña el tocar algunos objetos.


Frente al incansable “¿qué es esto…? que C. enuncia repetidamente se advierte que señala especialmente aquellos objetos “que hacen borde2, que recubren las partes del cuerpo de sus educadores (ropas, adornos, objetos del cuerpo) ritualizándose un juego con el que va nombrando un contorno que claramente arma y delimita un objeto fuera-del-cuerpo3 y que puede plegarse al suyo propio.


Se van diseñando, frente a estos elementos, las primeras escansiones en el dispositivo de trabajo: horarios, espacios definidos, momentos para la realización de actividades (lecto-escritura, cálculo, recreativas), siempre con la presencia sostenida y prudente de un interviniente que modera el balanceo, el baile desenfrenado o la repetición infinita. El recorte espacio y tiempo, anudado a la presencia cercana del educador, produce un marco organizado por donde transitar, aquietándolo.


Otro signo presente es su deambular sigiloso y casi imperceptible por la institución: entra o sale de la cocina, se escabulle de la sala de un taller, se desliza hacia el patio o adentro de la administración y nadie parece percatarse inmediatamente de ello. Y en cada lugar, perfectamente advertido de quien lo ocupa, “extrae algo”. A veces cosas de gran valor, otras de carácter insignificante, pero siempre guarda y esconde esos objetos entre sus ropas.


En ocasiones llena sus bolsillos de piedras, en otras de papeles; a veces lo hace con prendas de vestir ajenas, teléfonos celulares, libros, agendas, etc.


Es entonces ahora esta sustracción la que es elevada a la condición de una verdadera manipulación significante (y no de una mera conducta insidiosa como podría sugerir una lectura centrada en lo comportamental) por medio de la cual el joven introduce un menos como tratamiento del Otro, precisamente en la mirada, a la vez que logra proveerse cierta satisfacción a partir de esa especie de armadura corporal mediante esos objetos.


Algunos meses más tarde se realiza en el taller de plástica la construcción de un muñeco de tamaño real utilizando diversos materiales para cubrir el contorno de ese cuerpo, entre ellos, papeles de diario.


El joven se mostró sumamente fascinado por esta figura, en un primer momento asexuado, participando activamente en su construcción, realizando una singular actividad: al mismo tiempo que aplica –con pegamento- papeles de diario sobre los contornos del cuerpo del muñeco intercala esta acción aplicando, con la misma técnica papeles sobre su propio cuerpo, en una especie de reproducción de la acción de construcción de ese cuerpo en el suyo propio.


De una forma excepcional, el joven realiza este “armado” de un cuerpo, en un trazado que rodea realmente el cuerpo, apelando a este “objeto de síntesis”, a la construcción de un “doble” como forma de suplencia de la relación con aquello que no está, su cuerpo, su nombre, un ideal”4.


Los papeles, en este caso, son hoy los elegidos como objeto de intercambio, de sustracción; circula con bolsas llena de recortes que va escamoteando de aquí y de allá y que lleva y trae diariamente desde y hacia su casa, elementos que se introducen en una suerte de intercambio en la institución: pueden (con mucha dificultad) ocultarse por algunos momentos en un rincón, usarse para algunos trabajos de plástica, confiar su resguardo a algún miembro del equipo en particular, introduciéndose en un circuito que alivia su transitar en la institución.


Es decir, se van diagramando con el equipo, pautas que le permiten ordenarse en la institución pero que no van en la vía de la imposición de una regla “por anticipación” de carácter colectivo, de una norma basada en el sentido común (“En la institución no se permite robar o sacar objetos ajenos”!!) sino que, por el contrario, se estructuran en el sentido de un principio de funcionamiento que da lugar –sin poner en riesgo lo “instituido”- a lo singular de un trayecto : “Aquí, en Avenir, es posible hacer circular los objetos!!”.
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miércoles, 13 de agosto de 2014

Dejarnos enseñar por el autismo* - Segunda parte

* Por Claudia Lijtinstens


No contando entonces con el aparato del discurso que permitiría decodificar los mensajes, cada niño autista instaura una vía de defensa contra eso no simbolizado que le retorna invasivamente a partir de diversas, y muchas veces insondables, modalidades.


Para quienes nos ocupamos de niños o jóvenes autistas -tanto en las Instituciones como en la práctica de consultorio- se nos hace ineludible descifrar., leer, detectar, la presencia de ese modo singular e irrepetible que adopta su lengua privada y su medio singular de protección.


Este armazón defensivo puede ser captado –aunque parezca desestimable desde otras perspectivas de intervención- a partir de la repetición, del golpeteo o los gritos sin sentidos, de la insistencia del significante sólo, de los objetos o pedazos de objetos elegidos entre otros, pues es allí, en esos detalles, desde donde se pueden rastrear los signos de ese “tratamiento” que el niño –como lo precisa A. Stevens- ya viene realizando para defenderse de aquello que lo invade y no puede poner en palabras.


Ese acoplamiento del sujeto a un objeto bizarro explica la manera cómo el cuerpo puede volverse un medio para “pegarse” al otro, en la medida en que no ha producido los medios simbólicos capaces de organizar una relación al prójimo que le permitan una decodificación de la demanda y del Otro.


El sujeto, al no contar con la norma de ordenamiento del espacio y del tiempo como construcciones simbólicas, se desplaza adhiriéndose desmedidamente al otro y a los objetos, defendiéndose –en el mismo paradójico movimiento- de los fenómenos alucinatorios (mirada y voz) de los que padece.


Frente a esto se intenta evitar que el sujeto quede constreñido por estos fenómenos a una repetición infinita, pero se realiza evitando provocar una nueva constricción, esta vez por parte de un supuesto método de reeducación. En ningún caso se trata de dejar al niño ser el juguete, por ejemplo, de sus estereotipias, repeticiones, ecolalias, considerándolas como un primer tratamiento elaborado por el niño para defenderse; se trata de introducir allí, en una presencia discreta, nuevos elementos que van a complejizar “el mundo del autismo”. Miller, Judith. Comisión de iniciativas del Instituto psicoanalítico de la Infancia.


Las intervenciones entonces, prudentes, asentadas en un territorio que se esboza a partir de referencias espaciales no estandarizadas, atentas a las cadencias o repeticiones que advierten sobre la proximidad o distancia del otro, que privilegian un uso discreto de la voz y de la mirada, se apoyan en una distracción intencional de ese operador que pone al resguardo a algunos sujetos autista de esa presencia perturbadora que pueden encarnan los otros.


Serán metáforas de clasificaciones y separaciones que escanden ese continuum, embragues que encadenan el pasado y el futuro, espacios re-apropiados transformados en su sentido, significantes que se transmutan en su intencionalidad, una apuesta dirigida no a generar perplejidad o enigma sino a provocar un encuentro -no anticipado- con el signo más genuino de cada sujeto.


Desde esta perspectiva, toda intervención –todo cálculo de una intervención- debería orientarse a producir en primer lugar, una pausa en la deriva metonímica a la que tan frecuentemente se enfrenta el sujeto autista, al establecimiento de las condiciones más o menos exactas, más o menos acordadas que permitan la amplificación del su mundo y de los objetos, y, en ese marco, promover una nominación singular que le permita circular entre algunos otros.


Esta vía permite acercarnos a la cifra específica de su modo de aproximarse o defenderse del otro, como un modo de introducir la ligazón del significante al cuerpo para hacer posible elucidar el acontecimiento de cuerpo y las maneras en las que un sujeto responde a lo imposible del encuentro con el Otro y se protege de los equívocos de la lengua.

miércoles, 6 de agosto de 2014

Dejarnos enseñar por el autismo* - Primera parte

* Por Claudia Lijtinstens

(Psicoanalista y reside en Córdoba. Miembro de la EOL y la AMP. Miembro fundador de la Fundación Avenir, para la asistencia y la investigación en salud mental. Coordinadora clínica del Centro Educativo Terapéutico de Fundación Avenir. Co-responsable y docente del depto de niños del CIEC.)


Abordar el autismo, no desde la perspectiva del déficit sino poniendo el acento en la especificidad de su sufrimiento, nos conduce a enfatizar la formación de los practicantes en tanto capaces de escuchar lo que ellos tiene para decir, como operadores que se disponen, antes que a aplicar métodos de “aprendizaje intensivo”, a dejarse enseñar por los signos más genuinos de cada niño, localizando su particular modo de encierro.

Se requiere entonces poner en ejercicio una operación de lectura1, de traducción de aquellas manifestaciones enigmáticas que irrumpen invasivamente en la vida de estos sujetos –y en la de sus familias- y que traducen un desarreglo profundo a nivel del cuerpo, de los vínculos y del discurso.


Si nos ubicamos en una posición no ingenua, (el autismo es un problema de complejidad y no simplemente una alteración neuroquímica) es el mismo sujeto autista quien nos exige volvernos dúctiles e inventivos para explorar posibles nuevas alianzas entre el sujeto y su entorno, para construir recursos que le permitan salir del encapsulamiento e introducir elementos nuevos que posibiliten la localización de un borde, de una detención de la deriva significante que haga posible un lazo social más humanizado.

La arremetida tan generalizada, tanto a nivel local como internacional, de propuestas político-legislativas que pretenden instaurar una política estandarizada y masificante de intervención con los sujetos autistas a partir de una educación rigidizada y protocolizada- hacen necesario introducir, primero, una interpretación de lo que significa el autismo desde la perspectiva del sujeto hablante, anudado a un cuerpo, para luego establecer algunas condiciones propicias para su abordaje y tratamiento.

Como la palabra no se presenta articulada a un discurso, a un cuerpo, a un lazo social, el cuerpo mismo es vivenciado como ajeno, no funcionando como borde o superficie de inscripción.

Estos cuerpos que padecen del contacto, de los ruidos, de los olores, de las imágenes, manifiestan un sin freno que desregula ese contacto con el otro y no le permiten al sujeto decodificar los acontecimientos del entorno.


La palabra, reducida a un desenfreno metonímico sin puntuación -a distancia del decir y de una enunciación- se reduce a un expresión sin retórica de ciertos significantes repetidos al infinito, que no remiten a nada ni parecen estar dirigidos a nadie, un torrente significante de una continuidad sin puntuación ni separación, elocuente también de una eternización del presente en la que espacio y tiempo, como construcciones simbólicas, se ven profundamente afectados.
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miércoles, 30 de julio de 2014

John Caracol Lewis. La creación de un nombre* - Última parte

*Por Gustavo Stiglitz

Donald muestra un modo de hacer con la lengua que produce un tipo de sujeto, como respuesta de lo real.
Construye con los significantes de que dispone, un artefacto para nombrar, que a juzgar por su evolución, le permitió invertir sus limitaciones en efectos de creación.1
¿No es esto gracias a la orientación de los Lewis, que no frenaron su obsesión?
Pero esta nominación tiene sus límites.
Difícilmente Donald podrá mantener una conversación que haga lugar a la sugerencia, el enigma, el malentendido. Figuras de la instalación de la enunciación en lo inacabado del lenguaje, donde fuga el sentido. Sí será capaz – el informe lo demuestra- de acopiar los datos necesarios para llevar adelante una carrera universitaria, o para manejar una lista de nombres propios a los que adjuntar un número de cuenta bancaria - una cantidad de dinero - como cajero en el banco.
Un nombre un color, un nombre un animal muerto, un nombre un número de cuenta. Lo que Donald nombra se vuelve un objeto inanimado, fijo, idéntico a sí mismo, a diferencia del nombre propio que nunca termina de nombrar del todo.
En los nombres de Donald no hay ese intervalo vacío, por el cual “un nombre llama siempre a un complemento”.2 Hay un nombre en más -“Caracol”- resultado del trabajo de un sujeto que no cuenta con un Otro barrado sino con uno sobre el que no ha operado la extracción del objeto, opaco, que no sugiere sentido, que escupe significantes que no llaman a ningún complemento. Este, “Caracol”, creado por el sujeto, es el que inscribe a cada elemento en una serie sin ley, en la que no existe la excepción que hace conjunto. El de los caracoles muertos, por ejemplo.
Si llamamos “obsesión” a este empuje a nombrar, es porque nos hacemos eco de lo dicho por otro sujeto “autista de alto rendimiento” – Temple Grandin- que sabiamente afirma: “Mis obsesiones disminuían mi excitación y me tranquilizaban (se trataba, desde su infancia, de pensar y diseñar aparatos que ejercieran una presión placentera en su cuerpo). Las obsesiones pueden utilizarse de forma constructiva. Eliminarlas es quizá desaconsejable. Así como un mal hábito que se suprime suele ser reemplazado por otro mal hábito, lo mismo ocurre con una obsesión. Una obsesión referida a un tema particular puede llevar a la comunicación: quizá una comunicación sin interlocutor, pero al menos un progreso en la comunicación. Con una guía adecuada un niño puede ser motivado por una obsesión.”3
Resuena aquí el concepto lacaniano de sinthome.
Hay sujetos que nunca salen del autismo lo que no les impide desplegar algún recurso sintomático para humanizar a su Otro y crearse su propio modo de estar con los otros.

1 G. Belaga. Las psicosis infantiles: del “autismo” a la psicotización. Virtualia No 16. Revista digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana. 2007
2 JAMiller. Lacan avec Joyce. La cause freudienne, Revue de psychanalyse, No 38. París. 1998
3 T: Grandin. Atravesando las puertas del autismo. Ed. Paidós Buenos aires. 2006