miércoles, 23 de diciembre de 2009

Anorexia, duelo, angustia* - Primera parte

*  por Graciela Sobral ( Madrid )

La anorexia-bulimia tiene como telón de fondo, normalmente, un problema vinculado al encuentro o desencuentro con la sexualidad, pero el desencadenamiento no siempre está relacionado directamente con esta cuestión. Observamos que, en numerosos casos, éste se produce frente a la dificultad para elaborar el duelo por la pérdida de un objeto. Es decir, ante la pérdida de un ser querido, el sujeto hace un síntoma anoréxico en lugar del duelo.
Esta cuestión nos ha llevado a preguntarnos por la relación entre anorexia y duelo, pregunta a la que intentaremos responder pasando por la angustia.



Anorexia y angustia: ¿Por qué las anoréxicas no se angustian?


Es frecuente que el sujeto histérico padezca angustia, pero no es así en el sujeto anoréxico, aunque sea histérico. El Seminario X, La Angustia, nos da una clave para intentar esclarecer la relación de la anorexia con la angustia y también con el duelo.

Jacques Lacan señala la aparición de la angustia frente a dos situaciones aparentemente opuestas, que vamos a referir exclusivamente al terreno de las neurosis:


1- hay angustia cuando falta la falta

2- hay angustia ante la inminencia del deseo del Otro


1- cuando falta la falta


Es el caso paradigmático en la anorexia: la “madre de la papilla asfixiante” que no transmite la falta y pone en juego un deseo devorador, donde el sujeto es tomado como objeto y fijado a una posición de goce que adolece de la falta. Ésta permitiría al sujeto orientarse en relación al deseo. Frente a este Otro, la anorexia es una maniobra para introducir un vacío que da lugar a un falso deseo.



2- ante la inminencia del deseo del Otro


En el encuentro con el deseo del Otro, cuando el deseo se aproxima al goce, el sujeto es reclamado como objeto, en tanto causa el deseo. Si el sujeto puede desprenderse de un objeto, si puede perder algo de su propio cuerpo y ponerlo en juego como objeto causa, podrá utilizarlo como mediación entre él y el Otro, separándose. Si no, se identificará él mismo al objeto, ya no causa, sino objeto resto, desecho, y ofrecerá al Otro su propia desaparición.



Estas dos situaciones, aparentemente opuestas, tienen sin embargo algo muy importante en común: en ambas no hay lugar para el sujeto, o el sujeto está en riesgo. Frente a estas dos coyunturas puede surgir la angustia. Pero la anoréxica tiene la posibilidad de evitarla a partir del recurso que le brinda un objeto muy particular: el objeto nada.

En el caso del estrago materno, la maniobra con el “objeto nada” permite horadar y poner a distancia al Otro devorador, es decir, crear artificialmente la falta que falta para conseguir un espacio que dé lugar a la aparición del deseo, a partir de la falsa premisa que iguala falta y vacío.

En relación al deseo del Otro, puede cederlo como un objeto que hace las veces de objeto separador, si bien no funciona como causa de deseo.

La angustia se produce frente a la emergencia de un real que desestabiliza el fantasma. Cuando el fantasma tambalea, el sujeto pierde el suelo que lo sostiene y la realidad misma queda en cuestión. En la anorexia, frente a esta situación, el sujeto manipula el objeto y realiza una sustitución sintomática que le permite reconstruir la realidad desde la perspectiva anoréxica. Así como podemos decir que el rechazo de la anoréxica abre la vía a un pseudodeseo, diremos que la anorexia misma funciona como un fantasma porque restablece la posición del sujeto con su objeto. Pero este “pseudofantasma” es frágil porque no se trata ni del objeto causa ni del objeto velado del fantasma. El sujeto pone en juego el objeto simbólico “nada”, con el que intenta producir un vacío real, al servicio de restablecer el equilibrio en riesgo.

( Artículo publicado en el "Aperiódico psiconanalítico" )

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