miércoles, 18 de noviembre de 2009

Entrevista Oscar Zack * - Quinta entrega


              * AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana. (EOL)

                 AME de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. (AMP)

                 Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL)




No me resulta una pregunta ingenua, es muy interesante, porque si lo pensamos bajo las coordenadas freudianas lo que hoy llamamos “anorexia” y “bulimia” se podrían ubicar dentro de lo que Freud denominó las “neurosis actuales”, que son una forma clínica de rechazo del inconsciente, y por lo tanto suelen presentarse como refractarias al dispositivo freudiano. Son, en principio, inanalizables.


Hay que subrayar que a un sujeto identificado al sintagma “soy anoréxico”, “soy adicto” o “soy bulímico”, si bien entraría en la categoría de lo inanalizable, lo mejor que le puede pasar es encontrarse con un psicoanalista. Es decir, un psicoanalista que promueva como oferta terapéutica la promoción de un lazo posible del sujeto con su propio inconsciente. Sería el pasaje del soy tal cosa al yo consumo tal cosa. No es lo mismo decir “soy drogadicto” que “consumo drogas”. En el segundo caso hay un sujeto que se hace representar por la vía del significante, mientras que en el primero encontramos un congelamiento identificatorio. Propongo parafrasear a Lacan para decir que de lo que se trata, en el abordaje de estas patologías, es de una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de estas formas del goce. ¿Qué quiere decir “una cuestión preliminar”? “Preliminar” quiere decir ubicar de que estructura se trata (neurosis o psicosis) y de si es factible y conveniente estimular y promover un lazo al inconsciente.

Un psicoanalista deberá evaluar estos actos (como no comer o los atracones y vómitos), y ver qué lugar ocupan en la estructura del sujeto.

No es inusual constatar que tanto la anorexia como la bulimia suelen ser suplencias a la forclusión del nombre del padre, y si cumplen esta función, el intento de suprimirlas compulsivamente o mediante programas de supuesto higienismo terapéutico, lo que puede llegar a producir es el desencadenamiento de la psicosis que esa forma de goce lograba anudar.

Por consiguiente, a veces puede ser peor el remedio que la enfermedad.

Dicho de otra forma: si se considera que tanto una anorexia como una bulimia son solo eso -una entidad clínica en sí misma- y no se ubica a qué estructura subjetiva responde (neurosis o psicosis) es constatable que si se trataba de un sujeto psicótico que se anudaba a partir de esta forma de suplencia, no es improbable que se lo empuje a la psicosis, a desencadenar la psicosis… y habría que ver qué es mejor. ¿Qué hacer en esos casos? Primer punto, hay que saber si el anoréxico o bulímico en cuestión es neurótico o psicótico, y no lo sabemos a partir de las formas de goce, ya que se puede ser psicótico, perverso o neurótico y ser anoréxico, bulímico o adicto. Es decir que el tipo de la forma de goce no dice de la estructura.

Debemos diferenciar entre estructuras o tipos clínicos. Un tipo clínico no dice mecánicamente de la estructura. Un psicoanalista advertido de estas consideraciones conceptuales tendrá que tener esa precaución.

¿Entonces cuál es la oferta que desde el discurso analítico se le hace a los sujetos afectados por el desenfreno pulsional?

Se tratará de acompañarlos en la búsqueda de una conducta eficaz para hacerle frente a esa dimensión mortífera del goce.

Es decir que si un sujeto está habitado por esa dimensión pulsional imperativa, irrefrenable y difícil de dialectizar que lo empuja a un nivel de consumo en exceso deberá, entonces, hacerse una conducta frente a ese real que lo determina.

Como se puede captar se trata de encontrar una salida singular para cada sujeto, una salida que se adecue a esa forma de goce que lo hace ser un sujeto no universalizable.

Dicho de forma: se tratará de sintomatizar, en la medida de lo posible, esa manera de gozar para así buscar la forma de articular el goce al deseo.

Es en Lacan que podemos leer (en "La subversión del sujeto") que la castración quiere decir que el goce sea rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo. Hay un goce que debe ser rechazado, pero hay un goce que puede y debe ser recuperado. El psicoanálisis no propone una vida ascética, propone una vida compatible con un goce posible a la medida de cada uno. Esto no es poco.

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