miércoles, 17 de marzo de 2010

Entrevista a Ernesto S. Sinatra* - Primera parte

 Entrevista realizada por María Belén Silva Salas

*Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana, Psicoanalista,
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador
del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias
 del psicoanálisis" (Anáfora,1991); "¿Por qué los hombres son como son?"
(Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá
de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del
ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las
entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004);
"Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos-" (C.ICBA, 2009) y
"¿Todo sobre las drogas?" de próxima aparición por Grama Ediciones

¿Desde el psicoanálisis qué se entiende por toxicomanía?

Al elegir el término ‘toxicomanías’ y sustituirlo al de ‘drogadicción’ hemos subrayado la función subjetiva en el consumo: destacamos el efecto de elación –al que el concepto de manía remite- pero no menos la puesta fuera de sí, de rechazo del inconsciente al que son proclives los individuos que recurren a las substancias tóxicas. De ese modo, además, incluimos el problema de las toxicomanías como una cuestión clínica y no como un problema de otros campos -como el jurídico o el correccional, por ejemplo.

¿Usted qué opinión tiene sobre la influencia del contexto que rodea al toxicómano, es decir, la familia, la sociedad, etcétera?

Evidentemente, hay un empuje al consumo generalizado que enmarca la elección que realiza el toxicómano. La función de globalización que impulsa el mercado de consumo empuja a lo uniforme y ese mismo mercado encuentra en las drogas una mercancía muy redituable que ofrece a los consumidores; no se le escapa a usted que el uso de este término -consumidores- se emplea tanto para los que compran mercancías, cualesquiera fueren, como asimismo para los ‘drogadictos’. Y las familias, como siempre, hacen lo que pueden.

Teniendo en cuenta que en la sociedad de consumo actual surgen continuamente objetos nuevos de consumo ¿De qué manera se podrían pensar las nuevas drogas que se encuentran en el mercado?

Los objetos de consumo y las drogas son objetos solidarios. Toda droga es una mercancía; y habrá ‘nuevas drogas’ como existirán nuevas mercaderías. Para entender este proceso, el psicoanálisis evidencia que con la producción de drogas se trata de buscar medios de insertar satisfacción donde no la hay; es decir, intentar producir modos de gozar en el punto en el que la subjetividad se halla marcada por un vacío central, por una falla radical, una inadecuación radical entre los sexos. Y precisamente en ese punto se montan las substancias tóxicas para ofrecer ‘felicidad’, ‘placer extremo’, ‘novedad’, ‘éxtasis’; ‘paz en los pensamientos’ o simplemente ‘olvidar’ (empleo aquí términos recogidos de ‘consumidores’ habituales); pero como usted sabe, también vienen a este punto los dispositivos técnicos que resaltaba Martin Heidegger y que hoy se visten de ropajes tecnológicos y se distribuyen a escala planetaria (los gadgets del mercado) prometiendo una satisfacción universal para todos; lo que no sólo es una falacia sino una radical impostura: nadie sabe lo que el otro quiere, ni puede saberlo. Cuando alguien dice que lo sabe, no hay que equivocarse: ése trata de imponer su dominio sobre el individuo. Cualquier resonancia que provoque este planteo de los usos en el campo político, no es casualidad.

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