miércoles, 13 de julio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Última Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

La angustia puede presentarse en ciertos momentos del análisis bajo esta forma. Como aquella analizante que relató un sueño que mostraría- luego de una decepción amorosa  respecto de su partenaire idealizado- a qué se reduce un cuerpo cuando se corre el velo de la forma, cuando aquello que no tiene representación posible, se presenta en el cuadro fuera del valor fálico, fuera de la barrera que construye la imagen del cuerpo que da sentido a esos objetos. En este caso una mirada que le barría todo semblante posible. El sueño de un cuerpo sin piel, despellejado, recostado en una camilla, a su lado un hombre vestido con un guardapolvo blanco mostrando ese “cuerpo” a un grupo de personas, tal vez alumnos, ubicados detrás de un vidrio, mirando la escena. A su vez una mirada que mira toda la escena pero que no se ve, esa mirada mira pero no se da a ver. Así se veía ella en ese momento, sumergida en un esfuerzo por poner palabras a lo que no entendía y quería entender, representando en su sueño a su analista que se dirigía a un público mostrando ese cuerpo vivo, pero sin piel y sin forma, interrogando el saber de la ciencia pero a la vez marcando su impotencia.
Pero que también permitía ver que detrás del cuerpo hecho para seducir hay un vacío que funciona y que gracias al espejo del Otro, puede funcionar como cuerpo. Vemos así como a partir de la angustia surge la función de este cuerpo Real, identificado al vacío de representación,  que se articula a la función del “objeto a”,  un Real que el  cuerpo imaginario  pretende encerrar.
En un análisis, si el analista puede sostener esta pregunta sin su goce y sin su angustia, verá como el sujeto se separa del cuerpo de varias formas, haciendo surgir este “objeto a” para que el sujeto pueda franquear el límite de su angustia y de su goce oscuro y así preguntarse por su deseo. 

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")

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