miércoles, 23 de noviembre de 2011

La respuesta a un discurso de violencia* - Segunda Parte

*Adela Fryd (Miembro de la EOL – AME) 

Artículo publicado en el “Aperiódico Psicoanalítico”
 
Nos encontramos, del lado de los niños, con respuestas tiránicas, con un despotismo a veces violento, agresivo y hasta maldito. ¿Por qué denominamos a este discurso como traumático? Porque hay algo del lado de los niños que irrumpe con una violencia que afecta hasta al propio cuerpo. Se trata de niños que quedan a veces disparados por esa impulsión. Si el Otro es inconsistente, si no hay un discurso unificante, aparece allí la violencia, la precariedad y el abuso.
Si pensamos en referencia a la respuesta que suscita en los niños lo intolerable, lo insoportable de los hechos traumáticos caracterizados, en principio, por tener un sentido o justificación aparente. Nos referimos en este caso a las guerras o a los maltratos institucionalizados. No queremos decir aquí que las guerras tengan sentido a nivel ético, pero es cierto que generaciones enteras aparecen dedicadas a ello. ¿Cómo podríamos comparar estos efectos con aquellas respuestas producidas frente a los hechos traumáticos sin sentido, aquellos que emergen de la precariedad generalizada de estos discursos a los que nos referiremos?
Si bien los efectos de violencia sufridos por los niños pueden dejarlos ahí, el sujeto también puede tomar en sus manos su destino, dar otra versión de las cosas, y no sólo quedarse fijado a ese lugar donde fue ubicado por Otro.

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