miércoles, 26 de septiembre de 2012
Un borde en el tratamiento con sujetos psicóticos* - Tercera parte
*Por las Lic. Edit Tendlarz, Lic.
Cecilia Mastropierro, Lic. Claudia Mastropierro
Los talleres están allí _y nosotros como analistas_ donde cada quien
puede hacer uso de ellos. Cuando decimos que son los sujetos psicóticos los que
trabajan sostenemos que son ellos los que buscan el modo de hacer con lo real,
con aquello que les retorna haciéndosele insoportable, bajo la forma de un fenómeno elemental, como
automatismo mental, fenómenos corporales o de experiencias inefables.
Si bien se trata de un dispositivo
grupal, entre varios, lo cual es beneficioso para la transferencia, evitando
posibles efectos erotómanos o perseguidores en la figura de un Otro, se aborda
siempre a cada quien en su singularidad, advertidos de aquello que puede ser
peligroso y desencadenante y de las soluciones que cada sujeto pueda encontrar
_por fuera del orden de hierro de la Metáfora Paterna_.
Quizás se trate muchas veces de
soluciones lábiles y será función del analista contribuir en ese trabajo y
orientar a cada sujeto en esa dirección.
Como nos dice Eric Laurent en
Arcachon acerca de la manera en que el analista se vuelve destinatario de la
señal ínfima del paciente. “La maniobra analítica no es pues de un mero
registro de secretariado, pero tampoco de socializar. El reenganche que corre a
cargo del sujeto, si bien es una alternativa a la metáfora delirante, no es una
reinscripción del sujeto bajo los significantes ideales de antes del
desenganche. Supone, como testimonian los casos, una invención particular y un
destinatario atento”.[1]
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