miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Sexta entrega

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)

2.3 La química del amor femenino



Hace ya algunos años escribí ¿Por qué los hombres son como son? libro en el que intenté situar ciertos ejes de la sexualidad masculina que determinan el malentendido de los sexos a partir del ensañamiento de los hombres con el falo (elemento central de los desajustes con el Otro sexo, pivote del rechazo al goce femenino en nombre de la castración). Hoy, luego de haberle dedicado a la empresa un segundo volumen1, nunca imaginé que esa pregunta –encarnada tradicionalmente como queja por las mujeres- encontraría su respuesta desde las neurociencias.


A través de una resonancia magnética nuclear se habría detectado que la amígdala del cerebro es uno de los centros primarios de la actividad emocional; pero esto no es todo, ya que a partir de aquí se afirma que las emociones tendrían género, pues se habría corroborado que la mayor presencia de oxitocina en las mujeres que en los hombres las encausa a ellas decididamente hacia el amor (especialmente en las madres, ya que es una hormona más activa en ese estado).


Deberíamos entonces responder que los hombres ‘son como son’ a causa del predominio de testosterona y –aquí viene la novedad–, especialmente por su escasa capacidad para emplear la otra hormona de referencia, la oxitocina, abanderada química de la liberación química femenina del nuevo siglo. A los hombres les faltaría lo que las mujeres producen sin inhibición (como sí lo harían los hombres con la oxitocina, inhibida por la testosterona).


Hace algunos días los periódicos han publicado, alarmados, índices crecientes de daños cardíacos producidos en las mujeres de nuestro país a causa de su agitado nivel de vida. Al mismo tiempo, algunas experimentaciones dicen haber comprobado que ‘las caricias y los abrazos cumplen una función terapéutica en el corazón de la mujer’, literalmente.


Aquí también –como no imaginarlo– es la oxitocina la encargada de bajar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. Ergo, hay que abrazarse más, lo que lleva a una indicación orientada desde la industria del comportamiento: conseguir partenairees (masculinos o no) que las abracen más.


Ahora comprobemos otras cualidades terapéuticas y funcionales atribuidas a la nueva panacea química, supuesta base real de la industria del amor aplicadas al género femenino: ‘estrechan el vínculo entre madres e hijos’; nos hace ‘mejores personas, más confiadas y confiables; pero, atención, sobre todo ayudaría a que las mujeres logren partenaires estables, ya que esta hormona: lograría ‘determinar el partenaire sexual por su capacidad de estimular a las mujeres para formar vínculos emocionales fuertes’.


Se desprende una ideología del amor, reintroducida por la química del sexo: desde influir en la elección del partenaire, hasta controlar el amor-pasional limitando sus efectos contingentes (ya que se sabe que la durabilidad es pautada).


Pero aún hay algo más, salida especialmente dedicada para aquellas mujeres que no han tenido demasiado éxito en la elección del partenaire sexuado, ya sea por desinterés o por neurosis: se habría demostrado que ‘shopping y sexo dan la misma satisfacción’ . Mis queridas señoras, señoritas, por si no lo entendieron aun: si no tienen partenaire tienen tarjeta de crédito. El shopping las espera; y -él sí- no las va a defraudar.


Pero por esta vía volvemos a encontrarnos, nuevamente, en el reino de los semblantes, deslizándonos –ahora de un modo canallesco– en una nueva de lo real.

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