martes, 20 de julio de 2010

UNO U OTRO* - Tercera parte

*por J. Ventoso - Artículo publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico" 

Una verdad que resiste al saber

Hay sujetos para quienes se abre otra instancia: a la satisfacción que brinda una sustancia tóxica se “suma” (o mejor dicho, se resta) aquella otra, opaca, de un síntoma. Para un hombre, fue la perturbadora necesidad de un ritual nocturno, que enmarcaba el consumo de la droga, y que acompañaba años atrás sus prácticas masturbatorias. Con el análisis fue cobrando relieve su papel de muralla contra los encuentros con el otro sexo, al que procuraba mantener dormido.

Para otro, el síntoma se encarnó en un significante: picarse, que enlazó con su compulsión a comer, según una modalidad propia de su padre: “picar” de los platos de otros comensales. Su obesidad, la vergüenza que le ocasionaba, los efectos de segregación, sólo entonces se le hicieron entonces patentes. “Picar en el plato de otro” fue más adelante una referencia a las infidelidades del padre, un secreto guardado por este sujeto durante años. A partir de allí, se abrieron sus interrogantes por la relación matrimonial entre sus padres... y la suya propia.

Como podemos notar, en ninguno de estos casos se sintomatiza el consumo de droga en sí mismo, sino que se lo enlaza metonímicamente con alguna otra compulsión, que lleva a una pregunta por la sexualidad. La precipitación del síntoma efectúa el pasaje de una satisfacción sabida, a otra no sabida. De ahí el título de este apartado, tomado de un texto de Lacan (4), donde da esta definición de síntoma:
“Así, la verdad halla en el goce cómo resistir al saber”.
Se trata de la división misma del sujeto entre verdad y saber. Pero es preciso añadir el goce: el síntoma es una verdad gozada en la ignorancia.

De este modo, volvemos a la distinción entre el uso de drogas y el síntoma. Ambos implican una satisfacción, y una suplencia de la relación sexual que no existe. Pero el síntoma se presenta como división subjetiva -al menos en tanto haya habido "histerización" del discurso, anudamiento de ese síntoma al analista.

Esta diferencia no depende de la "naturaleza" del síntoma: los hay que satisfacen y no dividen, no implican un cuestionamiento para su portador, que parece arreglárselas muy bien con eso. Incluso Lacan plantea, ya en los años '60 (5), que el estado “natural” del síntoma sería el de un goce cerrado en sí mismo, oponiéndolo precisamente al acting-out, que llama al Otro. De modo que es necesario un artificio, el de la transferencia. En otras palabras, al síntoma como puro goce ha de añadirse el amor, un amor inédito, ligado a la invención del dispositivo analítico: el amor al saber inconsciente.1



BIBLIOGRAFÍA

1- Freud, Sigmund, Los orígenes del psicoanálisis (correspondencia con W. Fliess), Carta N 79 (22-12-97 ), en Obras Completas, Biblioteca Nueva.
2- Freud, Sigmund, Dosteievsky y el parricidio, Ídem.
3- Laurent, Eric, “Tres observaciones sobre la toxicomanía”, en Sujeto, goce y modernidad II, Atuel - TyA.

4- Lacan, Jacques, “Del psicoanálisis en sus relaciones con la realidad”, en Intervenciones y textos, N 2, Manantial.
5- Lacan, Jacques, El seminario, Libro X: La angustia (inédito).

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