miércoles, 12 de noviembre de 2014
Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Segunda parte
*Por Elvira Dianno
En la misma línea de su obra como artista
plástica y escultora, en este cuento de Kusama podemos leer un
relato que describe un real imposible de velar y donde añade el
intento de
atrapar el tiempo en una tela, en el arte, aunque el espacio sinfín
del cosmos estuviera en el proceso de ser destruido: arte, tierra y
seres humanos. Para Kusama, los humanos son fantasmas efímeros, en
un mundo que lo es y donde nada se puede capturar, tampoco la
belleza. Para Yayoi Kusama, como para Lacan, “el espacio no es
real pero el tiempo sí lo es”1.
La autora ubica la belleza inmutable de Afrodita en tensión con los
cambios del paisaje que envejecería, insistiendo en su demanda al
Otro del tiempo, al Otro de la Belleza, al de la Juventud.
Leemos: “La región de su alguna vez denso
vello púbico se había pulverizado, no habían quedado rastros del
intervalo de Eros se había vuelto una ruina negra .Eros hueco
expandiéndose en el aire para llenar el espacio vacío”2.
Eros y por debajo de Eros, Thanatos llegando implacable de la mano
del tiempo y en otro momento dice “Las flores encomendaban sus
vidas al latido del reloj…todas las cosas sólo al principio
parecían eternas”3
Kusama también sabe que no hay la eternidad.
Luego de la muerte de su amada , con su cuerpo en el jardín
cubierto de pétalos de acacias blancas desintegrándose , Masao
busca en el espejo la imagen de Mimiko y no la encuentra, al hallar
sólo su propia imagen envejecida, lo hace trizas y todo desaparece
alrededor y el cuerpo se pulveriza comido por larvas y vuelto al
polvo.
¿Adónde habían ido la forma, la belleza y la imagen? Asoma
–compacto- lo real tras lo imaginario que -desintegrado -se
desvanece. Yayoi Kusama aquí también parece seguir a Lacan, sabe
de la distinción entre el cuerpo –que es imaginario - y el
organismo que se ubicará en el registro de lo real pulverizándose
con el tiempo.
1
Miller, Jacques Alain “El ultimísimo Lacan” Paidós, Buenos
Aires, 2013, Pág. 107
2
op cit Pág. 84
3
op cit Pág 80
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Arte y Psicoanálisis,
Subjetividad,
Subjetividad y medios
miércoles, 5 de noviembre de 2014
Kusama, atrapar el tiempo por la escritura* – Primera parte
*Por Elvira Dianno (Artículo publicado en el Aperiódico)
Del Reina Sofía1
al Malba2,
del Withney3
al Pompidou4
los infinitos puntos de Yayoi Kusama5
cubren árboles,
muros, mobiliarios, lienzos y -en no menos infinitas
luces- sus instalaciones transmiten un mundo de ilimitados bordes,
trozos de cuerpos, multiplicación de penes y rostros en planos y
volumen: intentos de velar- cada vez- un real que insiste en
asomarse en los intersticios de cada fragmentación. El mundo Kusama
se instala en los alrededores de los museos fundiendo todo en una
policromía que abarcará lo animado y lo inanimado, en una
retrospectiva de su obra del 1950 al 2013 que incluyen trabajos en
papel, esculturas, videos, slideshows y
un par de publicaciones nuevas.
Si bien la artista ha sido
mundialmente reconocida por su obra plástica, su
producción escrita incluye una docena de novelas y poemas y una
autobiografía de su
vida en Nueva York: Manhattan
Suicide Addict,
publicada en 1978.
En su último libro “Acacia olor a muerte”6,
uno de sus cuentos -de nombre homónimo- relata la historia de
Masao, un joven pintor hiper-realista quien se había mantenido
virgen hasta el encuentro con quien luego fuera su mujer durante
tres años, a la sazón modelo de la escuela de arte y prostituta:
Mimiko, quien enferma de cáncer de útero y muere. El joven esposo
permanecerá junto a su cuerpo en descomposición manteniendo
relaciones con él mientras todo el mundo orgánico a su alrededor se
desintegra y desvanece por “los cambios traídos por el tiempo al
drama cósmico”7
1
Museo de Madrid
2
Museo Arte Latinoamericano de Buenos Aires
3
Museo de Nueva York
4
Museo de París
5
Kusama Yayoi, artista contemporánea Japón (Matsumoto 1929) vive
en un psiquiátrico desde 1977
6
Kusama, Y. ,Acacia olor a muerte,Ed Mansalva-MAlba, Buenos Aires
2013
7
Kusama, Y. ,Acacia olor a muerte, en Acacia olor a muerte Ed
Mansalva-MAlba, Buenos Aires 2013
Pág. 82
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Arte y Psicoanálisis,
Subjetividad,
Subjetividad y medios
miércoles, 29 de octubre de 2014
Los cuerpos fuera de discurso.* - Última parte
*Por
María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro,
Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu,
María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en
Congreso AASM, 2014.
Nuestra continua apuesta a la
singularidad dio lugar a la realización de un giro en
nuestra intervención al que podríamos atribuirle “a pres coup”
un efecto de sostén para el sujeto. Posibilitó ese cuarto
elemento, cual fuere, que tomando la segunda clínica de Lacan
tendría en su estructura y en su singularidad una función de
anudamiento.
J volvió a pintar y lleva a
cabo esa actividad mostrando el mismo interés que antes por la
tarea. J es un artista, sus obras han sido expuestas en diferentes
muestras y aún están dispersas por diferentes lugares del hospital.
Es notorio teniendo en cuenta el momento del desencadenamiento que
los temas de sus pinturas han ido variando y desviándose desde su
referencia a lo bélico y a las armas de fuego, pasando luego a
retratos de mujeres y en la actualidad a paisajes verdes y serenos.
Es al menos un cambio en su relación con el lenguaje expresado en
sus obras.
Nuestra presencia, desde el
lugar de testigo, aloja ese saber que el sujeto tiene y que en tanto
certeza no admite posibilidad alguna de evocar una falta. La falta
queda entonces del lado del oyente, quien en su función de analista
(a pesar de que no se trate de un psicoanálisis clásico) al
sostener una escucha vacía de sentido, se presta en tanto objeto
para sostener y -por qué no- causar ese decir. Decir que no es del
orden del discurso pero que aun así acota el goce y tiene sus
efectos en los cuerpos fragmentados de las psicosis.
Por una
circunstancia ajena a su estructura psicótica j no pudo .continuar
con esta actividad. A partir de entonces comenzamos en el taller la
lectura de libros de arte, biografías de pintores a partir de las
cuales se producía un dialogo fluido con J donde este podía relatar
episodios de su vida, a partir de las experiencias y vivencias de los
grandes maestros de la pintura clásica.
Seria
posible atribuir a esta nueva actividad de lectura de libros de Arte
que esta del todo relacionada con aquello que anudaba de algún modo
su estructura, un efecto de sostener la orientación del goce,
evitando así una posible disolución imaginaria ante la
imposibilidad de continuar con una actividad que para el era una
necesidad para comenzar el día.
Tal vez
podríamos pensar también en alguna identificación imaginaria con
otros que realizaban la misma tarea mediante la cual según sus
propios dichos “tenia un lugar en el hospital”.
Cabe
inferir entonces que si bien desde lo particular de los talleres
existe un marco general de una actividad, nuestra continua apuesta a
la singularidad dio lugar a la realización de un giro en nuestra
intervención al que podríamos atribuirle “a pres coup” un
efecto de sostén para el sujeto.
Creemos que
en nuestro paciente hubo un cambio en su posición subjetiva que sus
propios recursos creativos posibilitaron, y al cual acompañamos
desde nuestra posición de analistas acercando un recurso con el cual
J pudiera sostener ese cuarto elemento, cual fuere, que tomando la
segunda clínica de Lacan tendría en su estructura y en su
singularidad, la función de anudamiento.
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psicosis
miércoles, 22 de octubre de 2014
Los cuerpos fuera de discurso.* - Tercera parte
*Por
María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro,
Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu,
María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en
Congreso AASM, 2014.
J es un paciente que encontró
dentro del hospital, en la posibilidad de pintar una gran herramienta
para acotar goce. Esta actividad se hizo tan necesaria para él que
no lograba según sus propias palabras “poner en orden sus ideas”
para comenzar el día sin haber realizado al menos unos trazos sobre
un papel o un paño.
J ha desencadenado su
psicosis hace unos 20 años y hay entonces un antes y un después
para el sujeto, sabemos que el mundo de J nunca volverá a ser el
mismo que era. Lacan en la primera parte de su enseñanza nos orienta
a partir de la metáfora delirante como suplencia de ese significante
primordial “El Nombre del Padre” que ha sido forcluído por el
sujeto.
Si bien no podemos sostener
una suplencia en el paciente, podemos decir que J ha encontrado una
compensación. No obstante, ésta no le permite su externación pues
afuera se siente “perseguido”, en el hospital él “tiene un
lugar, es alguien” mediante la pintura. En este punto nos interesa
simplemente sostener la pregunta en relación a ¿Qué lugar ha
tenido el arte para este paciente? ¿Qué lugar tienen las
producciones artísticas en algunos sujetos psicóticos?
Si bien dejamos abierta la
pregunta no nos vamos a detener en este trabajo a tratar de
responderla, consideramos oportuno hacer referencia aquí a la figura
de Van Gogh para el cual la pintura cumplía una función
estabilizadora de gran importancia. En la correspondencia dirigida a
su hermano Theo es frecuente el pedido de materiales que le
permitieran seguir con su actividad artística, consciente del
deterioro que sufría en ausencia de los mismos.
Por una circunstancia
ajena a su estructura psicótica j no pudo .continuar con esta
actividad.
En nuestro paciente hubo una
modificación del destino del goce al no poder retomar la creación
artística que sus propios recursos creativos posibilitaban, y
encontrándose en un proceso de retracción de la libido de los
objetos externos hacia el yo, intentamos desde nuestra posición de
analistas una maniobra, acercando un recurso con el cual J pudiera
sostener de alguna manera su condición de artista.
A partir de entonces
comenzamos con la lectura de libros de arte, biografías de pintores
a partir de las cuales se producía un dialogo fluido con J donde
este podía relatar episodios de su vida, a partir de las
experiencias y vivencias de los grandes maestros de la pintura
clásica.
Sería posible atribuir a esta
nueva actividad de lectura de libros de Arte que está del todo
relacionada con aquello que anudaba de algún modo su
estructura, un efecto de sostener la orientación del goce, evitando
así una posible disolución imaginaria ante la imposibilidad de
continuar con una actividad que para el paciente era una
necesidad para comenzar sus días.
Tal vez podríamos pensar
también en alguna identificación imaginaria con otros que
realizaban la misma tarea mediante la cual según sus propios dichos
“tenía un lugar en el hospital”.
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psicosis
miércoles, 15 de octubre de 2014
Los cuerpos fuera de discurso.* - Segunda parte
*Por
María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro,
Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu,
María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en
Congreso AASM, 2014.
Los pacientes concurren a un
taller de expresión corporal donde realizamos (siempre orientados
desde el psicoanálisis por la escucha) diferentes actividades
destinadas a poner a trabajar allí un cuerpo no mediatizado por el
significante como ocurre en la neurosis.
Hay que ver con qué
dificultad algunos llegan del hombro al codo, parece que el brazo que
está recorriendo al otro brazo no fuera del mismo cuerpo, y podría
pensarse allí la importancia de ese reconocimiento corporal que los
pacientes realizan, donde la
imagen de los otros actúa como un espejo, una imagen con la que
ellos van recorriendo parte por parte, siguiendo las indicaciones de
la coordinadora que pone su propio cuerpo como modelo.
Un paciente luego de algunas
participaciones en la actividad refiere que le han crecido las
piernas. “No tenía piernas y ahora con el taller me crecieron”.
G es un paciente que en los
inicios presentaba grandes dificultades para permanecer sentado por
más de unos segundos, teniendo un comportamiento agresivo con
episodios donde mordía a otros internos y se agredía a sí mismo.
En la actualidad no solo puede permanecer sentado pintando durante
largo tiempo sino que de poder realizar únicamente movimientos
repetitivos con un pincel, ahora puede significar algunos dibujos y
firmarlos con su nombre.
A partir del
ofrecimiento de una escucha, donde comienza a desplegarse un decir,
logra a través de lo simbólico regular aquel goce invasivo que lo
llevaba a morder poniendo entre el impulso y el acto un discurso a
modo de estribillo, que sería observado desde la psiquiatría como
un déficit en la asociación de ideas y que es leído por nosotros
como un recurso al servicio de la “civilización del goce”. Se
trata de una metonimia de alimentos y sus marcas comerciales que
enumera sin pausa. "El
sujeto psicótico está en una relación directa al lenguaje en su
aspecto formal de significante puro. Todo lo que ha construido allí
no es más que reacciones de afecto al fenómeno primero, la relación
al lenguaje." 2
El esquizofrénico, que no
puede resolver sus problemas de ser hablante haciendo un llamado a
los discursos establecidos, a los discursos típicos, ha podido en
este caso ir armando algo del orden del significante. Consideramos
esta modificación a lo largo del tiempo de tratamiento como
un logro que no podemos atribuir sólo a
la medicación.
2 Lacan. Seminario 3 Pag.
157
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psicosis
miércoles, 8 de octubre de 2014
Los cuerpos fuera de discurso* - Primera parte
*Por
María del Carmen Perez Cabalar, Edit Tendlarz, Cecilia Mastropierro,
Claudia Matropierro, Diego Kleidermacher, Juan Pablo Martin Mogaburu,
María Soledad Carnuccio, Paola Lorenzo. Trabajo presentado en
Congreso AASM, 2014.
.
Cuando decimos fuera de
discurso, la referencia primera que contemplamos tiene que ver con lo
que ocurre en las psicosis. Es importante hacerse algunas preguntas
con respecto al lugar del cuerpo para estos pacientes, y con respecto
al psicoanálisis tener claro de qué cuerpo nos ocupamos y qué es
lo que éste nos enseña en la psicosis sobre el significante y su
marca sobre él. Si bien el sujeto psicótico está dentro del
lenguaje, sabemos con Lacan que está por fuera del discurso.
Es un cuerpo fragmentado por
la entrada de la palabra pero sin que opere sobre él un efecto
unificador, sin el falo como regulador. Si lo explicásemos desde el
Estadio del espejo, no se produce allí la visión de la forma total
del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta a su maduración
biológica, a pesar de su prematuración. El cuerpo en la psicosis
permanece fragmentado. “A
nivel del sujeto hay algo que es de la dimensión de lo imaginario,
el yo y el cuerpo, fragmentado o no, pero más bien fragmentado”
1
Para tratar de comprender los
efectos del discurso sobre los cuerpos, aún en la psicosis, cuando
la posición del analista es ofrecer un lugar donde desplegar su
decir, sin interpretar, tratando de tomar elementos que apunten a
anudar la estructura siguiendo el trabajo singular de cada psicosis
en cada sujeto, tomaremos algunos pacientes con los que venimos
trabajando hace un tiempo en el hospital.
1 Lacan. Seminario 3.
Pag. 86
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psicosis
miércoles, 27 de agosto de 2014
Dejarnos enseñar por el autismo* - Útlima parte
*
Por Claudia Lijtinstens
5-Algunas
reflexiones finales:
El
cálculo institucional requiere bascular en esa tensión entre el
sujeto y la presencia de ese real.
La
intervención más propicia -tanto frente al goce homeostático
inercial como al desborde de un real insoportable- es la introducción
de un freno, de una pausa cuando el sujeto se ubica como condensador
de goce, identificado al objeto.
Ese
NO o puntuación que se sostiene en la presencia del cuerpo
institucional, del equipo, del interviniente como partenaire real,
introduce nuevos circuitos metonímicos de los objetos, acerca la vía
discursiva como una forma de tratar los
ruidos perpetuos de la lalengua,
de lo cual el sujeto de defiende.
Se
requiere, entonces, realizar un doble movimiento: por un lado,
acompañar el hecho de que la lengua tome a su cargo el goce, el
trabajo interpretativo; establecer ese lugar del Otro, es decir,
permitimos el abrochamiento que localiza el goce, autorizamos la
instalación del lugar del Otro
pero,
a la vez, apuntamos a la puntuación, a la estabilización, a la
homeostasis; apuntamos a la posibilidad de que se produzca un corte,
que la lengua sea menos compacta u holofraseada.
Se trata de producir pausas que puntúen la holofrase
significante infinita.
Apuntar
al síntoma es, justamente, volver sobre los significantes,
aislarlos, separarlos de la cadena, darles todo su lugar y centrarse
en el acontecimiento de cuerpo que representa ese significante, los
signos que denotan alguna tenue satisfacción,
aislarlos
a la manera del fenómeno elemental. Acoplarse al trabajo del sujeto
para leer cómo se conforma, en cada caso, ese real.
Es
sólo a partir de ese trabajo que su tratamiento permite hacer
ingresar un intercambio, la elaboración de una secuencia discursiva
y definir verdaderos espacios de sujeción.
Se
trata entonces, como lo recalca Laurent, de hacerse partenaire
real del sujeto autista1
(al igual que ese objeto), no apelando ni al maternaje
ni a la dimensión educativa (aunque los cuidados sean ineludibles y
los aprendizajes se desplieguen), es decir, no tomando lugares
enmascarados ni por el saber ni por el amor, sosteniendo una barrera
a la invasión de goce que posibilite desplegar algún tipo de
empalme
con el objeto y con el Otro.
A
diferencia de las prácticas que apuntan a la normalización y la
compensación de aquello que permanece bajo un déficit o
desadaptación, la orientación lacaniana introduce la vía de la
enunciación.
Se
propone elevar aquello que funciona para el sujeto como solución o
defensa, a la dignidad de una metáfora de la posición subjetiva,
elevar el problema del autismo a una condición de sujeto, poniendo
de relieve las soluciones que él mismo nos proporciona.
Entonces,
dejarse enseñar por eso que el sujeto autista nos proporciona, pero
también por aquello que la experiencia
de un psicoanálisis personal enseña a un practicante, “una
potente herramienta para situar su acción respecto de los sujetos
autistas, en la adecuada distancia de los ideales de normalización o
de normalidad. (Miller,
Judith).
Es
esta una condición ineludible para desplegar un acompañamiento
fecundo, no masificante, del sufrimiento en la infancia, que abra el
camino a nuevos espacios más libres de las constricciones
autísticas.
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Autismo,
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