martes, 2 de febrero de 2010

Entrevista a Massimo Recalcati* - Tercera parte

 *Massimo Recalcati reside en Italia.
   Director Científico del “Istituto di Ricerca di Psicoanalisi” (IRPA)
   Fundador de “Jonas: Centro de investigación de nuevos síntomas”
   Docente CEPUSPP (Centre Einseignement Postgradue en Psychiatrie et
   Psychotherapie) de Lausana



¿Qué relación hay entre el cuerpo y el objeto a? ¿Cuál es el destino del objeto a en la bulimia y la anorexia?

Desde un punto de vista fenomenológico, anorexia y bulimia representan el derecho y el revés de una misma figura. Nosotros escribimos “anorexia-bulimia”, con guión, para indicar la pertenencia recíproca. La anorexia es, desde este punto de vista, una bulimia virtual, mientras que la bulimia sería la descompensación del proyecto de dominación pulsional de la anorexia. Desde el punto de vista del objeto pequeño (a) encontramos sin embargo entre ambas oscilaciones el mismo punto de vacío que caracteriza la actividad de la pulsión oral. La anoréxica lo incorpora, lo siente en el estómago, lo anhela activamente rehusándose a comer, o, mejor, como afirma Lacan, comiendo la nada, mientras la bulímica lo puede hallar solo en el clímax del goce: devora todo para alcanzar el vacío del objeto-seno. Quiere poner bajo los dientes el vacío de la Cosa, ese vacío que es imposible comer, en torno al cual se da siempre la actividad de la pulsión oral.

Particularmente, la anoréxica parece estabilizar una tensión especial entre alienación y separación. Mi tesis es que en la anorexia tenemos una separación-contra-alienación. ¿Qué significa esto? La anorexia invoca y practica de manera aparentemente radical la separación. En principio la separación respecto a la demanda del Otro y de modo más general a toda forma posible de demanda. No demanda nada, rechaza todo. Por otra parte, esta separación parecería que se produce sin pérdida -la cual es estructuralmente efecto de la pérdida del significante; el objeto pequeño a parece quedar del lado del sujeto en vez de ser trasferido hacia el campo del Otro. Es este el carácter radicalmente determinado que caracteriza a la elección anoréxica. La exigencia de la separación adviene por negación de la pérdida y no por su aceptación subjetiva. Se podría decir, acaso con un tono más kleiniano, que en la anorexia la separación adviene sin que vaya acompañada por un trabajo efectivo de luto. Se trata de una separación por voluntad y no por deseo.



En la bulimia y en la anorexia, ¿la intrusión de lo real en la cura, deja el objeto a de lado? ¿Qué relación se puede establecer entre la angustia y la anorexia?



Desde un punto de vista general se puede afirmar que la anorexia, tendencialmente, carece de angustia, porque opera con una estrategia de evasión de la angustia. La apatía anoréxica quiere subvertir el carácter estructural de la angustia. Si la angustia marca la emergencia del objeto pequeño a como índice del carácter pulsional del cuerpo, la anorexia es un intento de cimentar la imagen, de sustraerla a las perturbaciones de la angustia, de modificar por medio de ella una idea del sujeto como pura identidad. El ser se solidifica rechazando la alienación significante. Si para Lacan la angustia manifiesta el espesor real del cuerpo pulsional, la anorexia erige un dique imaginario que busca ocultar esta alteridad interna. Para la anorexia la única experiencia posible de la alteridad es la del alimento y las calorías. Solo en la descompensación de la bulimia, la pulsión emerge nuevamente infringiendo el dique del yo ideal y exhibiendo el carácter acéfalo del movimiento pulsional.

Desde este punto de vista, la anoréxica refuta freudianamente a Heidegger: no es la nada sino el cuerpo lo que angustia. Por eso su objetivo –el de la anoréxica– consiste en llevar a cabo, por oposición al pánico que puede surgir cuando se debilita la anorexia, un dominio yoico-voluntarístico del cuerpo. Se trata de alejar el objeto de la angustia. Por esta razón hallamos en nuestros pacientes fobias infantiles relacionadas a ciertos alimentos y podemos hablar del problema, más general, de las relaciones entre prácticas anoréxicas y sistema fóbico-obsesivo…
El intento por dominar al cuerpo adviene como idealización de la imagen especular. Con Lacan sabemos que una de las funciones fundamentales de la imagen es la de revestir el cuerpo pulsional dotándolo de límites (para Lacan el esquizofrénico es quien no tiene acceso al imaginario). Cuando el cuerpo pierde su imagen podemos tener distintos fenómenos clínicos. Por ejemplo la melancolía, que es de gran importancia para la clínica de la anorexia. Sin imagen narcisista, el cuerpo emerge como puro objeto-descarte, come kakon, real bruto, cuerpo privado del sentimiento mismo de la vida, cuerpo ya muerto.

Cuando el control anoréxico cede, se puede infiltrar la angustia. Es una infiltración que señala la imposibilidad para la imagen narcisista de revestir integralmente el cuerpo pulsional, el desprendimiento entre el cuerpo narcisista y el cuerpo erógeno. En la experiencia con el espejo, lo que puede angustiar se encuentra siempre en relación a un exceso de carne, de grasa que mancha la bella imagen, una suerte de residuo que encarna el objeto pequeño (a) como algo que resulta imposible de reflejar, algo que no puede ser especular. Por eso el tiempo de la pubertad continúa siendo un tiempo imbricado en el desencadenamiento de la anorexia. En la pubertad, es lo real del cuerpo lo que aflora en primer plano. El rechazo anoréxico no es aquí, ante todo, rechazo del objeto oral sino rechazo del cuerpo. Rechazo a tomar aisladamente las dos vías del rechazo del propio cuerpo en cuanto cuerpo sexual y rechazo del cuerpo del Otro en cuanto sede de goce y de deseo.

(Entrevista publicada en el "Aperiódico Psicoanalítico")

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