miércoles, 2 de junio de 2010

OBESIDAD: UNA MODALIDAD DE GOCE AUTISTA* - Cuarta parte

* Trabajo presentado en el "I Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, XVI Jornadas de Invesigación, Quinto encuentro de invesigadores de Mercosur " (2009) por Alicia Donghi, Osvaldo Rodríguez, Edit Tendlarz, Ana M. Oldecop, María Belén Silva, Ezequiel Weitzman



• "Ser el gordito": De la respuesta estereotipada a la vacilación subjetiva.


Entonces, ser el gordito representaba un recurso para que la descarga, Abfuhr (5), se produjera en el nivel del impedimento en tanto el obeso no puede dejar de comer, pero a su vez ha caído en la trampa de la captura narcisística denunciando un objeto oral en su fijeza. Si bien hay algo de la retroactividad en juego, solamente podemos sostener que con la caída, el “no-ser”, hay algo que piensa en “¿Qué me quiere el otro?” y se produce la angustia. La detumescencia, la discontinuidad se denuncia en cuanto que el objeto a es algo que el sujeto, para constituirse, separó como órgano. De esta manera ahí donde este objeto aparece, lo hace como símbolo de una falta, en tanto contrapuesto al falo. Podríamos pensar que cuando cae este objeto oral, lo que se muestra es la nada que representa o, como lo plantea Lacan, que el sujeto se destetó de algo que ya no es nada para él. (Lacan, 1964: 110).


Podemos decir entonces que lo que se muestra continúa concerniendo a la pulsión oral en tanto erogeneidad de la boca (Lacan, 1962-1963: 78). Nos encontramos desplazándonos sobre un eje que aumenta en dificultad. El impedimento -señala Lacan- ya es del orden del síntoma. (Lacan, 1962-1963: 18) En este sentido, no se trata de función sino de lo que pasa en el sujeto a nivel de la angustia. De esta manera, se trataría de la relación entre ésta y el objeto. Es aquí donde se comprobaría que la dificultad aumenta provocando la vacilación del sujeto (Lacan, 1964: 33) en tanto Uno ilusorio; ya no se responde con el mismo acto: comer, comer, comer hasta reventar (6). La vacilación, expresada en la frase “Ya no soy el gordito pelotudo de antes”, parece demostrar que a partir de la discontinuidad hace irrupción el inconsciente; es a partir de ella que se devela lo inconsciente como fenómeno del inconsciente: la vacilación subjetiva. (Lacan, 1964: 33) No sólo remite al inconsciente como aquello que el mismo Lacan caracteriza como la boludez (Lacan, 1975- 1976: 109); en palabras del paciente, su propio “ser pelotudo”, se trataría de un real.

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