miércoles, 23 de junio de 2010

Efectos terapéuticos-Efectos analíticos* - Segunda Parte

*Por Osvaldo L. Delgado (AME de la Escuela de la Orientación Lacaniana. Profesor Titular Regular de la Cátedra Psicoanálisis Freud I, Facultad de Psicología, UBA. Comisión de Maestría en Psicoanálisis, Facultad de Psicología, UBA. Profesor Titular de la Cátedra Práctica Profesional: "Hospital de Día y Problemáticas Clínicas Contemporáneas". Director del Programa de Actualización de Posgrado: "El lugar del analista y los efectos del discurso contemporáneo". )



En tanto psicoanalistas, cada inicio de análisis lo pensamos desde una concepción del final.
En algunos casos es posible esa conclusión, en otros nos retiramos en silencio y con todos los respetos como decía Freud, cuando el sujeto es feliz por vivir como nos enseña Lacan en sus conferencias en EE.UU.
Para el Otro social, la posición del sujeto es una enfermedad, para nosotros una “decisión inconciente que sigue una lógica ignorada. Descubrirla, permite al deseo liberarse para hallar otras opciones” (Rosa Masip Arcilaga).
Nos inmiscuimos por ese “demasiado trabajo” que se dan los sujetos para la satisfacción pulsional. Ya que nadie enferma por una fijación pulsional, en sentido freudiano, sino cuando se ve constreñido a abandonarla.
Más allá de lo que demande el Otro social; si es privado, el restablecimiento del consumidor; si es estatal, el aseguramiento de un derecho del ciudadano; y más allá de hacer por parte de un analista, un Ideal del fin del análisis, podemos pensar los efectos terapéuticos en relación a lo que afirma Miller: “En un caso afloja las identificaciones ideales cuyas exigencias asedian a un sujeto. En el caso en el que el yo es débil, extrae de los dichos de un sujeto con que consolidar una organización viable. Si el sentido está bloqueado, lo articula, lo hace fluido, lo introduce en una dialéctica. Si el sentido se desliza sin detenerse en ninguna significación sustancial, instala puntos de detención, puntos de capitón, como decimos a veces, que darán al sujeto un armazón de sostén”.
Podría agregar, una operación sobre el Ideal que le exige gozar como se debe, y no como lo hace mediante, parafraseando a Aramburu, de su diferencia limitada, su síntoma.
“Los modos de contracción de neurosis” de Freud nos enseña esto cabalmente.
Pensar los efectos terapéuticos es un modo de no autosegregarnos, de hacer valer la eficacia de nuestro saber hacer en el mundo, y de horadar el Ideal del fin del análisis como un a priori de máxima pureza, que también puede llevar a lo peor. Cuando Freud anuncia el mezclar el oro con el cobre, o cuando habla de la psicoterapia para el pueblo, no se refiere a ninguna capitulación de los principios, ni a ninguna degradación en el rigor de la práctica clínica, sino que, a mi entender, está afirmando que no todos son “candidatos”, que no para todos somos “didactas”, que no en todos, está en juego el advenimiento de un nuevo analista.
Una única interpretación puede tener efectos para la vida de un sujeto (una interpretación inolvidable, según E. Laurent), la caída de un significante amo que sostenía un campo de significación anudando un goce, la resolución de la angustia como único modo de anudamiento, la superación de una inhibición, un desplazamiento sintomático, una sintomatización, la elaboración de un saber en el lugar de la verdad que pueda impedir la inminencia de un pasaje al acto, la elaboración de un proceso de duelo, una determinada posición de un analista ante un decir psicótico que crea condiciones para una estabilización, etc.; podemos leerlos como efectos terapéuticos, cuestiones posibles incluso en un breve lapso de tratamiento.
El Otro social no demanda efectos analíticos. sí efectos terapéuticos. Podemos demostrar que nuestro saber hacer que incluye el deseo, al sujeto, es de eficacia superior a otros abordajes clínicos.
Esto no degrada nuestros principios, sino que por el contrario hace valer nuestra ética en el mundo.
Desde nuestra perspectiva, en la medida en que el efecto analítico da cuenta de una operación respecto al goce y una ganancia en el plano del deseo, su resultado es terapéutico, aunque conlleve por un momento la presentificación contingente de un monto de angustia que le es inherente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario