miércoles, 23 de julio de 2014

John Caracol Lewis. La creación de un nombre* - Tercera parte

*Por Gustavo Stiglitz

J.C.Maleval1 afirma que la disociación de la voz y el lenguaje está al principio del autismo, como protección ante la presencia sonora, Real, de un Otro demasiado angustiante.
El hablar caricatural, vacío, no dirigido a un partenaire, el rechazo de la posición de enunciación, son el efecto de la defensa ante lo Real, la envoltura formal de esa defensa.
Se trata de extraer, de la variedad de envolturas que el espectro autista muestra, el mecanismo que cada uno inventó para atemperar al Otro y hacer su vida vivible.
¿Cómo hacen soportable el traumatismo que la lengua infringe al cuerpo los sujetos que no ceden su voz a la articulación pulsional con el Otro?
A través de objetos. Los objetos hacen de órgano intermediario entre el sujeto y el Otro, lo ponen a distancia.
En la clínica vemos que algunos autistas llegan ya con un objeto del que no se separan por nada, otros lo toman del consultorio o del propio analista. En ocasiones ese objeto-órgano está hecho con la materialidad del significante, es una elucubración a partir de los elementos de la lengua.
Montado en su obsesión de combinar nombres comunes y propios, Donald identifica los objetos en lo real a partir de lo simbólico.
John Caracol Lewis es una creación para fijar, detener, el goce de la lengua que funciona sola en la repetición del significante “muerto”, que insiste al infinito. Es una elaboración con elementos de la lengua, en la que lo muerto del significante se anuda de alguna manera con la vertiente de la vida. Lo muerto de una contabilidad vacía con lo vivo encarnado en el acto de nombrar y alojar los cuerpos-restos de los animales muertos, dándole a cada uno una existencia.


1 Jean-Claude Maleval. “Plutot verbeux” Les autistes. Ornicar? Digital No 299.

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