miércoles, 4 de abril de 2012

LA VIOLENCIA COTIDIANA* - Segunda parte

*Pablo Fridman (AP- EOL) – Artículo publicado en el Aperiódico Psicoanalítico

¿Cómo tratar, entonces, la diferencia? Establecer los contrastes de lo múltiple, como diferencias de lo absoluto del origen biológico de cada uno, constituye una atadura impuesta de los sujetos al cuerpo natural, al cuerpo como cuerpo orgánico genético. Por esta vía se instaura la condena al otro por haber nacido de determinada manera, y por eso, por momentos, ser un peligro potencial (musulmanes, judíos, etc.).

La lógica de las guerras preventivas parte de las ataduras de los sujetos a los cuerpos biológicos de la genética. Se trata del imperativo de adaptar, de modo compulsivo, las diferencias culturales al consumo global. Todo puede devenir objeto de consumo, hasta lo horroroso , hasta lo que genera un rechazo inevitable.

En este orden, la clínica descriptiva clásica de lo psíquico ha sido reemplazada por una disciplina normativa y adaptativa. Como lo indica Slavoj Zizek se trata del “gobierno burocrático de los expertos que culmina en la biopolítica de reducir la población a una colección de homo sacer”  (Homo Sacer es una oscura figura del derecho romano arcaico extraída por Giorgio Agamben en su obra filosófica, en que la vida humana se incluye en el orden jurídico únicamente bajo la forma de su exclusión, es la nuda vida, es decir la vida “a quien cualquiera puede dar muerte pero que es a la vez insacrificable”, es la vida de aquel que ha sido ofrendado a los dioses, pero que ha evitado el sacrificio, es la vida profanada a los dioses ). Si el criterio a emplear es el grado de adaptabilidad…, en relación a los sujetos, queda escaso margen para lo propio, lo no determinado por la norma, es decir lo que escapa a “lo normal”. Los sujetos aparentemente adaptados coexisten muchas veces con la disolución de los lazos familiares y sociales, los sujetos plenamente adaptados coexisten con la ruptura de los lazos al Otro, lazos necesarios para la vida. Jacques Lacan definía al sujeto psicótico como el “normal”, el sujeto que no puede diferenciarse de ningún modo de la norma que habita, el que no puede introducir ningún cambio, ninguna marca.

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