miércoles, 18 de abril de 2012

LA VIOLENCIA COTIDIANA* - Cuarta parte

*Pablo Fridman (AP- EOL) – Artículo publicado en el Aperiódico Psicoanalítico

¿Cómo son los vínculos humanos en el “Estado de Excepción”? El “estado de excepción” abre a la arbitrariedad de la ley, y así, consuma su esencia: la ley es, por definición, en esencia arbitraria. Se trata de un ideal superyoico que fuerza a una supuesta armonía, bajo la consigna de que si en la democracia todo puede expresarse, esto, eventualmente, debe ser defendido con medidas de excepción, que impiden (por fuerza), esa misma expresión. Es la paradoja que denuncia Freud en el “Malestar en la Cultura”: la paz se preserva con la sangre.

Como lo señala Eric Laurent: “Así pues, lejos de asistir a la expansión de una política entendida como mecanismo de arbitraje y respeto a las normas, vemos expandirse el estado de excepción.”  Para Slavoj Zizek, la imagen última del tratamiento actual del homo sacer, es un avión de guerra sobrevolando el cielo, del cual no se está seguro que va a caer: bombas o paquetes de comida . Esta observación es tomada de la guerra de Afganistán, cuando luego, o antes, de un bombardeo, pasan aviones norteamericanos que dejan caer medicamentos y provisiones (“reparan” el daño que otros aviones norteamericanos han hecho).

El estado de excepción es, en definitiva, para la preservación y expansión de los bienes. El discurso capitalista, tal como Jacques Lacan lo enuncia, es un dispositivo para, por medio del saber científico, promover la producción de objetos, objetos de consumo. Ante cualquier desperfecto (guerras, hambre, diferencias culturales, etc.), la máquina de producción de objetos restablece su objetivo principal. No se trata aquí de estigmatizar la actividad mercantil, desde una posición que podría pensarse como romántica, sino de advertir las consecuencias en la cultura de situar el lazo de discurso en función de la producción de objetos. Se trata de la maquina que no para, desencadenada, desligada del Otro. En la mayoría de los homicidios actuales la vida de la víctima se interpone respecto de la apropiación violenta de los objetos, por tanto la vida pasa a segundo plano respecto del uso de los objetos. No son homicidios pasionales, o por venganza, o políticos, etc. Al menguar las grandes convicciones de la modernidad, cambian los móviles de la violencia cotidiana. Por otra parte, también es casi un lugar común decir que en la delincuencia se han perdido los “códigos”, la violencia arbitraria es una constante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario