miércoles, 16 de febrero de 2011

Anverso y reverso de una ley: Algunas reflexiones* - Séptima parte

* Trabajo presentado en el Quinto Encuentro de investigadores en Psicología del Mercosur (2009) por Juan Pablo Martin Mogaburu, Gastón Gomez, María Belén Silva Salas, Edit Tendlarz y Ana Oldecop. 

 
·         Lo heterogéneo: Más allá de la cuantificación.

Ya Freud, en su texto “El malestar en la cultura” había reconocido al cuerpo propio como fuente de displacer. Por otra parte, el psicoanálisis, al igual que en las psicoterapias, nos enseña que el humano no es, sino que tiene un cuerpo que se funda en una imagen en tanto indicada, señalada por Otro que nos permite “re-conocernos” en ella. Desde el psicoanálisis reconocemos entonces, al igual que en las psicoterapias, que “Todo significante del Otro, en tanto que se le reconoció a ese otro la posición del gran Otro, tiene efecto de identificación.” (Miller, Registros: 12) Sin embargo, y a diferencia de las psicoterapias que se basan también en la palabra, lejos de favorecer o desfavorecer identificaciones y centrarse o no en el “saber” acerca de este cuerpo por parte del analista, para el psicoanálisis de lo que se trata es de la producción de un saber no sabido singular que no comporta el menor conocimiento (Lacan, 1993: 773-779).
Se trata entonces de un saber mediado por la palabra en tanto el deseo del hombre no tiene objeto constituible para su deseo. Vemos entonces cómo coincidimos con lo dicho por la legisladora en tanto hay una mediación que falta. Pero por otro lado, disentimos con ella, en tanto, desde el psicoanálisis, ya no se trata de un derecho para todos. En este sentido es que el psicoanálisis ofrece –parafraseando a la honorable legisladora- la posibilidad de una verdad singular para cada subjetividad. Verdad singular que además no conlleva en sí ninguna sugestión por parte del amo de la productividad. De ahí que deba ser una práctica sin valor: en tanto rechazo al lugar de amo posibilitado desde la producción la ciencia, sólo pueden producirse el deseo del analista y el deseo del paciente sin ningún juicio de valor más allá de ellos. (Miller, 2008: Inédito) De esta manera, será el sujeto quien a través de su decir produce un síntoma o una respuesta anticipada que conduce, que contiene, que encubre esta verdad subjetiva. Así, desde el psicoanálisis, si el cuerpo vale por algo es por el goce singular que permite a cada uno.

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