miércoles, 20 de enero de 2010

Entrevista a Massimo Recalcati * - Primera parte



*Massimo Recalcati reside en Italia.
  Director Científico del “Istituto di Ricerca di Psicoanalisi” (IRPA)
  Fundador de “Jonas: Centro de investigación de nuevos síntomas”
  Docente CEPUSPP (Centre Einseignement Postgradue en Psychiatrie et
  Psychotherapie) de Lausana



 ¿Cómo definiría la anorexia y la bulimia en la contemporaneidad?


Uno de los rasgos fundamentales de la contemporaneidad consiste en un debilitamiento generalizado del lazo con el Otro. El sujeto contemporáneo aparece, en este sentido, como desprendido del Otro, a la deriva. Como muchos han señalado, la potencia simbólica del gran Otro se ha debilitado irreversiblemente, y el nuestro es un tiempo, como decía Adorno en Minima Moralia, del goce monádico, es decir de una exasperación del individuo que excluye la dimensión trans-individual del sujeto. Siguiendo a Lacan, debemos de hecho distinguir entre individuo y sujeto. Ante todo porque el sujeto se encuentra estructuralmente dividido en cuanto a lo que implica, en lo más íntimo suyo, la presencia del Otro (del deseo y de la alteridad con la que está constituido) y por lo tanto no es del todo asimilable al individuo que, por el contrario, ya desde su etimología significa un ente “sin división”. El goce de la monada es, en este sentido, una alternativa a la experiencia subjetiva del deseo como apertura hacia el Otro. En nuestros tiempos, la hegemonía del discurso del capitalista sostiene una nueva ilusión respecto al de la religión y de la razón positivista. Sostiene la ilusión del objeto del deseo como encarnado en el objeto de goce, es decir la ilusión de que es posible, por medio del consumo del objeto de goce, curar las heridas que inflige la realidad humana, y que la vuelve estructuralmente precaria y faltante.


La producción electrizada de la pirotecnia de los objetos-gadgets envuelve al sujeto híper-moderno en una atmósfera de manías colectivas. El lazo, la relación con el Otro y la dimensión del intercambio erótico-amoroso que esto implica cede lugar a la relación unilateral con la serie ilimitada de partners-inhumanos. La anorexia y la bulimia son dos declinaciones ejemplares de esta sustitución y de esta nueva (y post-humana) versión del lazo social. Para la anoréxica, el partner fundamental se vuelve su propia imagen idealizada. El mundo se reduce a la superficie lisa y aséptica del espejo. Su pasión es una pasión de consistencia: lograr ser idéntica a su imagen ideal. Su empresa es un dominio: gobernar el cuerpo, ejercitar un dominio de la voluntad sobre su apetito haciendo en realidad de esta voluntad el lugar superyoico de un goce pulsional. Eso que los Kestemberg han definido precisamente como el “vértigo de la dominación”, que perturba la posición pulsional del cuerpo regulado de la castración simbólica e impone la renuncia a un estilo de vida, a una forma invertida, post-humana, de dandismo. Y sin embargo sabemos que la prolongación de la abstinencia genera a su vez un fenómeno incontrolable del cuerpo, el de la producción de endorfinas que invisten al sujeto de una corriente de excitación.


Por el contrario, en el caso de la bulímica asistimos a la actividad pura de la pulsión, y no a su interdicción fanática, llevada a un primer plano: aquí no cuenta el objeto que se come sino solo la propia actividad de comer. Esta compulsión a comer todo constituye el punto de máxima convergencia de la bulimia con el nuevo imperativo social que regula el programa -los objetivos- de la Cultura: lo que cuenta no es qué objeto se consume sino la propia actividad de consumo, el “consumo del consumo”, como ha dicho Baudrillard. Es este el otro aspecto del súper-yo contemporáneo. Si el higienismo fundamentalista de la anorexia lleva a una exasperación pulsional de la voluntad kantiana, la devoración bulímica exalta la función sádica del goce como nueva forma del súper-yo social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario