miércoles, 6 de enero de 2010

Anorexia, duelo, angustia* - Tercera parte

* por Graciela Sobral (Madrid)


Ejemplo clínico


Para ilustrar este desarrollo voy a comentar las coordenadas de un caso que he recibido recientemente y del que ignoro aún algunos elementos analíticos fundamentales. No obstante, lo traigo como ejemplo porque reúne varios de los aspectos que he querido articular: angustia, duelo y fantasma en relación con la anorexia-bulimia.


Los padres se dirigen a mí, con una gran urgencia subjetiva: Marta es una joven de 18 años que tomó un frasco de pastillas, en un intento de suicidio. La ingresaron en el hospital para hacerle un lavado de estómago. El intento autolítico lo hizo después de un atracón, desesperada por no poder evitar los atracones (sin embargo, la impronta oral se mantiene en el intento de suicidio mismo). Hace dos años comenzó a padecer una anorexia que fue virando a bulimia, pero dice no tener problemas, salvo la bulimia misma. Sólo sabe que hace dos años su abuelo materno, personaje muy querido para ella, enfermó y, a los pocos meses, murió. Vivió con sus padres en la casa de sus abuelos hasta que pudieron comprarse una casa propia, cuando ella tenía 9 años. De su madre, que tiene una relación difícil con su propia madre, no recuerda nada hasta los 10 u 11 años, porque trabajaba mucho y no estaba nunca. (La relación con la madre es un punto esencial que debe ser interrogado en el trabajo analítico. Así, por ejemplo, le hice observar en su momento que esta falta de recuerdos no podía obedecer al poco tiempo que la madre estaba en casa con ella en razón de su trabajo, sino que respondía al trabajo de la represión, ligado seguramente a lo difícil de la relación con la madre). Sí recuerda a su padre, con el que salía los fines de semana y a su abuelo, que la llevaba al colegio y le daba la merienda. Interrogada por su dolor y por el de su madre frente a la muerte del abuelo dice que ella no quiso darse cuenta, ni cuando enfermó ni cuando murió; y que su madre se hizo la fuerte para no causar más dolor ni a su propia madre, ni a su marido, ni a su hija. Se trata de una ausencia de duelo, duplicada en este caso por la madre, que tampoco lo hace y no muestra la falta que supondría estar en duelo.


(Artículo publicado en "Aperiódico Psiconanalítico")

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