miércoles, 13 de enero de 2010

Anorexia, angustia y duelo* - Última parte

*por Graciela Sobral (Madrid)


Algunas conclusiones

 
La estructura subjetiva, es decir, la coordinación del falo y el objeto a, la construcción del fantasma y la organización del deseo ponen freno a la pulsión de muerte, civilizándola. No obstante, la pulsión se manifiesta en la conducta del sujeto, a través del acto.


En nuestro caso, que tomamos como ejemplo de un desencadenamiento anoréxico a partir de una pérdida y que nos permite mostrar la relación entre anorexia y duelo, vemos que Marta es consciente de la falta que podría dolerle, pero no experimenta ese dolor. Como afirma sabiamente Freud en su Fenomenología de las dificultades del proceso de duelo, en Duelo y Melancolía, en este caso ella sabe que ha perdido un objeto pero no sabe lo que ha perdido subjetivamente con él. Si bien, en nuestro caso, no se trata de una melancolía como en el ejemplo freudiano. Marta hace un síntoma anoréxico que la sostiene hasta que éste se torna bulimia. Podemos observar que cumple la función de mantener oculto para ella lo que ha perdido con él. Todavía no sabemos en qué circunstancias se da el paso a bulimia, pero sí sabemos que ésta la desespera, es decir, la angustia. Marta intenta controlar todo en su vida y no soporta el descontrol del atracón. En lugar de la purgación, habitual en los casos de bulimia, toma un frasco de pastillas. No se trata de vaciarse, como una pérdida de goce, sino de un paso al acto para desaparecer de la escena que la angustia ¿Qué podemos decir de este paso al acto? De entrada podemos decir que pone de manifiesto algo que la anorexia mantenía oculto. Si la anorexia funciona como un fantasma, la bulimia constituye un movimiento que rompe el equilibrio fantasmático porque introduce un empuje pulsional que lo desborda. Si Marta hubiera continuado con el síntoma anoréxico seguramente este paso al acto no se hubiera producido. Frente a la desaparición de su abuelo debía surgir la pregunta tanto por su falta (¿Cómo vivir sin él?) como por el lugar de ella sin el sostén del abuelo (¿Dónde vivir sin la falta del Otro para alojarse? ¿Qué o quién es ella ahora, cuando ya no le falta al Otro?). Como hemos dicho, en lugar de las preguntas propias para iniciar el trabajo del duelo, surge el síntoma anoréxico. Cuando éste vira a bulimia y el atracón la angustia, no soporta la angustia y hace un paso al acto. De la relación de amor con el abuelo que la sostenía en un lugar de privilegio (i (a)), pasa a ser un objeto caído (a) en tanto que ha perdido el lugar que ocupaba en el Otro. Esto desvela un aspecto universal de la relación del sujeto con el objeto a, normalmente velado por (i(a)): el sujeto identifica su ser al objeto caduco, resto de la operación significante, que Lacan nombra con los términos tomados del caso de la joven homosexual de Freud, niederkomen lassen, el sujeto identificado al objeto que se deja caer.


En el caso de Marta, la dificultad para hacer el duelo la hizo pasar del sostén provisional de la anorexia (pseudofantasma) a devenir un objeto resto, caído del Otro. Como es frecuente en estos casos, el curso de las entrevistas ha llevado la cuestión a su dificultad con el amor en la relación con los chicos, según la lógica histérica y con las marcas provenientes del estrago.

(Artículo publicado en el " Aperiódico Psicoanalítico ")

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