miércoles, 27 de julio de 2011

“Gracias por-venir” * - Segunda Parte

* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz; Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)

Del tiempo
         La pregunta que nos convoca en esta ocasión es relativa al tiempo: los talleres se desarrollan con una frecuencia semanal y duran exactamente una hora. ¿Puede pensarse que los mismos y los analistas que los sostenemos introducimos una escansión o intervalo en ese continuum que supone lo crónico, la cronicidad o la cronificación de la psicosis?
            Como decíamos, se trata de un servicio de pacientes crónicos. Kronos era, en la mitología griega, uno de los titanes griegos que devoraba a sus hijos recién nacidos; uno de ellos, Zeus -con ayuda de su madre, Rea- logra escapar.[1] Podríamos pensar en una ciencia médica, como lo es la psiquiatría, que cuando dice de una enfermedad mental que es crónica, en algún lugar la está “forcluyendo” de un tiempo que es significativo en el humano, y una “forclusión” del tiempo de los sujetos no puede –al menos- no llamar la atención.
Regresemos al servicio. Hablamos de sujetos que hace mucho tiempo que están internados; algunos más de quince años. Casi todos son personas que no reciben ningún tipo de visita y de los pocos que salen, muchos retornan tan pronto como pueden. Podría pensarse que son los hijos a merced de la devoración de Kronos. En este sentido, nos preguntamos si estos pacientes nos aceptan como alteridad que divide o fragmenta el tiempo, si con los talleres y nuestra presencia no venimos a instaurar una diferencia o un intervalo en ese tiempo eterno de la “cronicidad”. “Acá leemos el diario una vez por semana dice C, dando cuenta de la inscripción de cierta temporalidad. Y sus compañeros del taller de lectura de diarios se suman a la actividad apenas nos ven llegar y cinco minutos antes de concluir piden la lectura del horóscopo. Es el modo que ellos mismos inventaron para darle un cierre a la jornada que dura indefectiblemente una hora, pues pasadas las diez, el taller se queda sin participantes.


[1] http://www.mythologica.de/kronos.htm ; http://www.bosold.de/sagen/; Diccionario Enciclopédico Abreviado; Tomo III; Espasa-Calpe; Madrid; 1974; p. 32.

miércoles, 20 de julio de 2011

“Gracias por-venir” * - Primera Parte

 
* Trabajo presentado como “Cartel Fulgurante” en la “Jornada de Carteles” de la EOL - 2008 (Eje temático: La práctica analítica en la ciudad. El Psicoanálisis aplicado y los dispositivos asistenciales; Más uno: Edit Tendlarz;Integrantes: Lorena Di Masso, Evangelina Fuentes, Gastón Gómez, Cecilia Mastropierro, Ana Oldecop, Claudia Varela, Ezequiel Weitzman, Victoria Zucchi)


El siguiente trabajo parte del dispositivo[1] que inventamos para trabajar con pacientes “crónicos” del Hospital neuropsiquiátrico J. T. Borda. Se trata de talleres que sostenemos desde una posición psicoanalítica, siguiendo la recomendación de Jacques Lacan de no retroceder a un tratamiento posible para las psicosis.


         Del dispositivo: talleres en el Borda

         Los talleres de arte, juegos y lectura que ofertamos a los pacientes representan espacios ficcionales, un entramado imaginario-simbólico. Son espacios delimitados con tiempos, reglas y normas que permiten de por sí una inscripción localizada de goce y una regulación del mismo.
         Pensamos el arte, el diario y los juegos como herramientas con las que cuentan los pacientes para su trabajo, el trabajo de la psicosis. La elección de los talleres corre a cuenta suya y propicia así que la singularidad del sujeto se despliegue y que éste se ponga a trabajar con su sufrimiento. Que pueda hacer un lazo entre su padecimiento singular y el recurso creativo que se ofrece mediante el dispositivo, para poder hacer otra cosa allí con los retornos en lo real que los abruman.
         Muchas veces sólo se trata de una excusa para darle lugar a la palabra y desde allí permitirle al sujeto psicótico el establecimiento de cierto punto de capitón en el deslizamiento metonímico del significante. En tal espacio generado entre varios intercambiables entre sí,[2] nos abrimos a la escucha del sujeto dándole crédito a la verdad que supone su decir y operando una diferencia respecto del tratamiento que propone la ciencia para él.

[1]Dispositivo: Artificio: conjunto de cosas combinadas para hacer un trabajo.

[2]Di Ciaccia, A.: "A propósito de una práctica entre varios", en Rencontre PIPOL, Sección RI3, París, 20 de Junio 2003.

miércoles, 13 de julio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Última Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

La angustia puede presentarse en ciertos momentos del análisis bajo esta forma. Como aquella analizante que relató un sueño que mostraría- luego de una decepción amorosa  respecto de su partenaire idealizado- a qué se reduce un cuerpo cuando se corre el velo de la forma, cuando aquello que no tiene representación posible, se presenta en el cuadro fuera del valor fálico, fuera de la barrera que construye la imagen del cuerpo que da sentido a esos objetos. En este caso una mirada que le barría todo semblante posible. El sueño de un cuerpo sin piel, despellejado, recostado en una camilla, a su lado un hombre vestido con un guardapolvo blanco mostrando ese “cuerpo” a un grupo de personas, tal vez alumnos, ubicados detrás de un vidrio, mirando la escena. A su vez una mirada que mira toda la escena pero que no se ve, esa mirada mira pero no se da a ver. Así se veía ella en ese momento, sumergida en un esfuerzo por poner palabras a lo que no entendía y quería entender, representando en su sueño a su analista que se dirigía a un público mostrando ese cuerpo vivo, pero sin piel y sin forma, interrogando el saber de la ciencia pero a la vez marcando su impotencia.
Pero que también permitía ver que detrás del cuerpo hecho para seducir hay un vacío que funciona y que gracias al espejo del Otro, puede funcionar como cuerpo. Vemos así como a partir de la angustia surge la función de este cuerpo Real, identificado al vacío de representación,  que se articula a la función del “objeto a”,  un Real que el  cuerpo imaginario  pretende encerrar.
En un análisis, si el analista puede sostener esta pregunta sin su goce y sin su angustia, verá como el sujeto se separa del cuerpo de varias formas, haciendo surgir este “objeto a” para que el sujeto pueda franquear el límite de su angustia y de su goce oscuro y así preguntarse por su deseo. 

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")

miércoles, 6 de julio de 2011

El cuerpo de la angustia* - Quinta Parte

*Por Daniel Aksman (AP- EOL)

El cuerpo Real y la angustia

En el seminario 10 Lacan descompone el nivel especular y construye uno nuevo. Retoma el estadio del espejo complicándolo con el modelo óptico de los dos espejos, cóncavo y plano, donde puede ubicar los puntos de encuentro entre la experiencia orgánica y la imagen. Por efecto del espejo cóncavo la imagen del objeto que se produce es una imagen real, pero la mirada del sujeto no alcanza a ver el objeto, sólo puede ver esa imagen real a partir de un espejo plano, que producirá una imagen virtual de esa imagen real con la cual el sujeto se identificará y le permitirá un cierto dominio imaginario de su cuerpo a partir de identificarse a esa gestalt especular.
Luego Lacan agrega la idea de una ilusión producida por el lenguaje que permite que la relación funcione o no. A continuación toma de Freud la noción de zonas erógenas del cuerpo, localizadas en los agujeros del organismo,  de tal manera que son las experiencias de goce las que hacen de bisagra entre el organismo y la imagen. Aparecen los “objetos a” “naturales”, los objetos parciales de la tradición analítica: pecho, heces, falo, y agrega la voz y la mirada.  M.H. Brousse[1], subraya que es el espejo plano del lenguaje el que permite que los “objetos a” sean ubicados dentro del hueco del vaso dependiendo de cómo esté situado el espejo. Aparecen como objetos separados, extraídos del cuerpo fragmentado, separados por el lenguaje  y ubicados en el Otro. Aquí la dimensión del Ideal, instancia simbólica constitutiva del yo ideal, es fundamental porque instala la ficción de una totalidad desde donde el sujeto puede verse, como visto por el otro,  que le permite una satisfacción en tanto los objetos sean vistos como dentro del Otro, en el marco especular. Es la función que permite no reducirse a un cuerpo sino a constituir un cuerpo erotizado.


[1] Marie-Helen Brousse. “Cuerpos lacanianos: novedades contemporáneas sobre el estadio del espejo.” Colofón 29

(Artículo parcialmente publicado en el "Aperiódico Psicoanalítico")