miércoles, 11 de mayo de 2011

Lo singular en el síntoma: un principio clínico.* - Tercera parte

*por Samuel Basz - Docente del Instituto Clínico de Buenos Aires y del Instituto Oscar Masotta. (Artículo publicado en el “Aperiódico Psiconalítico”)

 
La demostración de lo imposible en psicoanálisis pasa por lo singular de la contingencia, y es por esa vía que se define "nuestro real".

Hay que admitir que toda consideración clínica implica que el caso clínico se pone en serie con los paradigmas admitidos en una determinada comunidad epistémica, de modo tal que aspira a representar una variación estructural pertinente. En este sentido no puede escapar a la confrontación con cierta generalización, con algo que está del lado de lo universal, ya que el caso está del lado de lo particular. Particularidad que trataremos de demostrar que en el psicoanálisis solo se obtiene por la vía de lo singular.
Si se trata de ubicar lo singular como variación en la estructura es precisamente porque lo singular del caso no es deducible de la estructura en tanto constituida, en tanto dada. De ahí el valor de lo contingente, de la intuición clínica, incluso del talento enunciativo, y por supuesto de la posición subjetiva que implica una enunciación.
También debemos contar con  el valor inercial del saber supuesto y admitir que es consustancial al estatuto epistemológico del psicoanálisis. Miller nos recuerda que la marca de los ideales de la ciencia en el psicoanálisis no impide que el común de la actividad se despliegue en un marco en que tienen su lugar “ el valor de la experiencia”, la “función de la prestancia, incluso de la suficiencia”, el “gusto de la aproximación”, el “culto de la experiencia casual adquirida”, etc. Todo el peso de la práctica analítica lo empuja en esa dirección, por eso “parte de la formación pasa por el control”, “ es decir por el estudio caso por caso: se aprende por ejemplos, cada ejemplo es diferente de otro”, uno se encuentra con una especie de “formación razonada de la intuición”(2).
La clínica parece ser una buena solución a este impasse propio del psicoanálisis como saber, por eso tiene importancia examinar las condiciones que intervienen en lo que se produce en un análisis para que no se trate de una singularidad sin valor científico alguno, sino, por el contrario para que tenga una dimensión paradigmática.
Lo que pertenece a una clínica de antes del discurso analítico, organizada a partir de los tipos de síntoma, se compadece bien de la observación clasificatoria y de la mostración propedéutica. Pero lo específicamente analítico, incluso la luz que el discurso analítico aporta con seguridad a esa clínica exige la certeza, pues sólo ella puede transmitirse porque se demuestra.
Y esto indica de que real se trata.
Lacan concluye la “Introducción a la edición alemana de los Escritos” con una frase que da cuenta del carácter propio de nuestra demostración de lo imposible, y de cómo se transmite la certeza que se obtiene de esa demostración.
“ ¿Cómo no considerar que la contingencia –o lo que cesa de no escribirse-, no sea el lugar a través del cual la imposibilidad –o lo que no cesa de no escribirse- se demuestra?” ¿Pero que hay que demostrar que sea propiamente analítico?. Lo que hay que demostrar no es “el único punto mediante el cual al discurso analítico le toca entroncar con la ciencia”, es decir “lo que es el sentido a partir del cual la lingüística fundó su objeto aislándolo”, esto es el “significante” (3).

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