- El doble desconocimiento en la Histérica
miércoles, 19 de febrero de 2014
LA BELLEZA EN LA ESTÉTICA FEMENINA* - Segunda parte
* Por Carolina Rovere
Sabemos que la Histérica desconoce qué es Una mujer,
y que esta pregunta organiza su estructuración subjetiva. ¿Por qué?
Mientras el lugar femenino es el No-todo, la Histérica se sitúa en
un terreno Todo fálico, masculino.
¿Por qué la histérica no es femenina? Lacan lo
responde en …o peor porque hay un “contrasentido radical”,
podemos continuar, y ¿Cuál es? El sentido contrario al No-todo. Ese
es el lugar al que puede acceder Una mujer cuando ya sabe hacer con
el goce femenino. La histérica quiere llenar ese vacío propio de lo
femenino con demandas, objetos, caprichos, busca saciarse pero el
resultado es siempre el mismo: insatisfacción.
Lacan también nos habla de otro desconocimiento, nos
dice: “el desconocimiento del hombre…constituye la definición de
la histérica”1.
Ella necesita ubicar al hombre en el lugar de la excepción, entonces
le da un estatuto de omnipotencia y dice: “no hay otro igual, él
es el mejor”, para luego barrarlo, hacerlo impotente ante la mínima
falla, y así concluir: “todos los hombres son iguales”.
Lo que la histérica desconoce en los hombres es su
castración. Porque barrarlos no es admitir la castración. Barrar al
hombre es denigrarlo, ridiculizarlo en tanto pesaba sobre él una
exigencia de pura potencia. Admitir la castración es poder reconocer
en el hombre el límite que lo constituye, ser dócil a su fantasma
que difiere tantísimo de ser obediente. La docilidad al hombre es
efecto del deseo, la obediencia es sucedánea del superyó.
Jacques Lacan, “Lo que incumbe al Otro”
en Seminario19..o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012: P. 119.
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Femeneidad
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