miércoles, 2 de diciembre de 2009
De la anorexia al síntoma - Primera parte
por Verónica Carbone*.
*AP de la Escuela de la Orientación Lacaniana
Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana
Tanto la bulimia como la anorexia surgen en la década del 90 como nuevos síntomas. Lo de “nuevo” puede ser una trampa que a través de una retórica esconda en algunos casos un interés económico, de grupos, político, etcétera. Es así como aparece “lo nuevo” de y en la ciencia.
La ciencia a la que me refiero es la biología; ésta comanda el discurso contemporáneo con toda la ausencia de certeza que sí tiene la física. La biología nos sume en un mundo de probabilidades, trastornos. Hecho este que adquiere toda la relevancia pues anula la pregunta por la causa, que implica no un trastorno sino un síntoma.
El psicoanálisis aborda de otra manera la anorexia y la bulimia. Los llamados trastornos de alimentación pasan a ser un síntoma que dice algo más, otra cosa que el paciente ignora y padece.
El abordaje biológico se concreta a partir de la efectividad técnica que suele reducirse a una alteración genética, enzimática, proteica, etcétera. Posible de resolver mediante técnicas conductuales, fármacos pertinentes y “otras soluciones listas para usar”.
El psicoanálisis aborda el síntoma por la palabra. Es el lenguaje, la lalengua la que nos da el rasgo singular humano a cada uno.
Más allá de lo biológico nos interesamos en qué quiere decir eso que le acaece al paciente. La historización de su pathos.
Cuando se aborda la cuestión por el lado del síntoma, éste implica algo paradójico e imposible de capturar por la palabra y que llamamos goce. Lacan señala a lo largo de su seminario 20 que para que haya goce es necesario un cuerpo. Cuerpo que se distingue del organismo biológico, que aparece desconectado del significante.
Es en los síntomas de anorexia y bulimia que podemos verificar la relación disruptiva del sujeto con su cuerpo. Cuerpo que se halla afectado por el pensamiento y atravesado por el significante que lo imaginariza y lo simboliza. A su vez, en estos síntomas se ve lo que lo “realiza”, lo que escapa a la palabra.
(Artículo publicado en "Aperiódico psicoanalítico")
*AP de la Escuela de la Orientación Lacaniana
Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana
Tanto la bulimia como la anorexia surgen en la década del 90 como nuevos síntomas. Lo de “nuevo” puede ser una trampa que a través de una retórica esconda en algunos casos un interés económico, de grupos, político, etcétera. Es así como aparece “lo nuevo” de y en la ciencia.
La ciencia a la que me refiero es la biología; ésta comanda el discurso contemporáneo con toda la ausencia de certeza que sí tiene la física. La biología nos sume en un mundo de probabilidades, trastornos. Hecho este que adquiere toda la relevancia pues anula la pregunta por la causa, que implica no un trastorno sino un síntoma.
El psicoanálisis aborda de otra manera la anorexia y la bulimia. Los llamados trastornos de alimentación pasan a ser un síntoma que dice algo más, otra cosa que el paciente ignora y padece.
El abordaje biológico se concreta a partir de la efectividad técnica que suele reducirse a una alteración genética, enzimática, proteica, etcétera. Posible de resolver mediante técnicas conductuales, fármacos pertinentes y “otras soluciones listas para usar”.
El psicoanálisis aborda el síntoma por la palabra. Es el lenguaje, la lalengua la que nos da el rasgo singular humano a cada uno.
Más allá de lo biológico nos interesamos en qué quiere decir eso que le acaece al paciente. La historización de su pathos.
Cuando se aborda la cuestión por el lado del síntoma, éste implica algo paradójico e imposible de capturar por la palabra y que llamamos goce. Lacan señala a lo largo de su seminario 20 que para que haya goce es necesario un cuerpo. Cuerpo que se distingue del organismo biológico, que aparece desconectado del significante.
Es en los síntomas de anorexia y bulimia que podemos verificar la relación disruptiva del sujeto con su cuerpo. Cuerpo que se halla afectado por el pensamiento y atravesado por el significante que lo imaginariza y lo simboliza. A su vez, en estos síntomas se ve lo que lo “realiza”, lo que escapa a la palabra.
(Artículo publicado en "Aperiódico psicoanalítico")
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