miércoles, 26 de febrero de 2014

LA BELLEZA EN LA ESTÉTICA FEMENINA* - Tercera parte

* Por Carolina Rovere

  1. La belleza al fin
Un análisis puede propiciar una estética singular en Una mujer. A esto llamo belleza femenina. ¿Cuándo Una mujer es bella? Cuando puede inventar con ese vacío que la habita su propio estilo de ser mujer y gozar allí. Para eso es necesario dar un valor preciado al goce femenino que surge de ese vacío, saber hacer con eso. La posibilidad que tiene Una mujer de lucir su belleza femenina no depende de la cara bonita, ni de su cuerpo, ni de la edad que tenga: es imprescindible soltarse de los cánones anatómicos para pasar a otra cosa.
Una mujer bella es quien puede enlazar el goce femenino con el fálico en un movimiento constante y distinto, cada situación de la vida requiere diferentes modos de hacer. A veces se puede estar más suelta, otras no tanto. Si una mujer se suelta totalmente a lo ilimitado cae en el horror desenfrenado, es mortí-fiera1; si se restringe demasiado y rechaza el sin límite se torna rígida y masculina.
Las telas que visten el cuerpo de Una mujer bien pueden utilizarse como una metáfora exquisita para decir del entramado entre el goce femenino y el fálico. El tul, el encaje y la red son telas que intercalan hilos y agujero, el calado de la trama hace a la distinción y a la singularidad de ese tejido, pero la belleza está sugerida en el modo en que el hilo, el límite tensa ese espacio que es ilimitado, si la trama es muy cerrada se ve rígida, fea, si es puro agujero tampoco luce. Un análisis nos da ese recurso, la experiencia en que cada. Una puede hacer de su cuerpo una singular tela femenina: un modo de decir de la estética del goce femenino al fin de un análisis.

1
Carolina Rovere, Caras del goce femenino ( 2° Edición) , Buenos Aires, Letra Viva, 2013; P. 116.

miércoles, 19 de febrero de 2014

LA BELLEZA EN LA ESTÉTICA FEMENINA* - Segunda parte

* Por Carolina Rovere

  1. El doble desconocimiento en la Histérica
Sabemos que la Histérica desconoce qué es Una mujer, y que esta pregunta organiza su estructuración subjetiva. ¿Por qué? Mientras el lugar femenino es el No-todo, la Histérica se sitúa en un terreno Todo fálico, masculino.
¿Por qué la histérica no es femenina? Lacan lo responde en …o peor porque hay un “contrasentido radical”, podemos continuar, y ¿Cuál es? El sentido contrario al No-todo. Ese es el lugar al que puede acceder Una mujer cuando ya sabe hacer con el goce femenino. La histérica quiere llenar ese vacío propio de lo femenino con demandas, objetos, caprichos, busca saciarse pero el resultado es siempre el mismo: insatisfacción.
Lacan también nos habla de otro desconocimiento, nos dice: “el desconocimiento del hombre…constituye la definición de la histérica”1. Ella necesita ubicar al hombre en el lugar de la excepción, entonces le da un estatuto de omnipotencia y dice: “no hay otro igual, él es el mejor”, para luego barrarlo, hacerlo impotente ante la mínima falla, y así concluir: “todos los hombres son iguales”.
Lo que la histérica desconoce en los hombres es su castración. Porque barrarlos no es admitir la castración. Barrar al hombre es denigrarlo, ridiculizarlo en tanto pesaba sobre él una exigencia de pura potencia. Admitir la castración es poder reconocer en el hombre el límite que lo constituye, ser dócil a su fantasma que difiere tantísimo de ser obediente. La docilidad al hombre es efecto del deseo, la obediencia es sucedánea del superyó.

1
Jacques Lacan, “Lo que incumbe al Otro” en Seminario19..o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012: P. 119.

miércoles, 12 de febrero de 2014

LA BELLEZA EN LA ESTÉTICA FEMENINA* - Primera parte

* Por Carolina Rovere

Este escrito es una contribución para pensar la dimensión que puede adquirir el cuerpo al fin de un análisis. Elegí tomar la perspectiva de la belleza femenina como un saldo de esa experiencia, entendiendo que la dimensión estética en Una mujer consiste en su modo singular de saber hacer con el goce femenino.
  1. Lo femenino
Lo femenino no son las mujeres, tampoco es el feminismo, sino que es un lugar. Este lugar se puede nombrar a partir de tres elementos fundamentales: el vacío, lo ilimitado y la ausencia de referente. El vacío no es la falta que bordea lo simbólico, es por definición ilimitado y aquello que no tiene límite como los conjuntos abiertos matemáticos, no tiene referente preciso. Por el contrario, los conjuntos cerrados sí están cercados por un límite que hace al lugar de la excepción: “Existe”
Lo femenino es un campo al que las mujeres nos vemos especialmente convocadas desde nuestra anatomía. Si acordamos con Freud, podemos decir que “hay consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica”: a las mujeres nos habita un vacío. El problema es la dificultad que se suscita para saber manejarse en un territorio sin medida. Es más fácil moverse en un sitio acotado, medido, y simbolizado que “soltarse en los conjuntos abiertos de los cielos ilimitados”1
Desde la perspectiva del goce que nos atañe como sujetos sexuados, y que Lacan propone en los Matemas de la sexuación, podemos hacer la distinción entre goce fálico: aquel que es claramente representado por el hombre y que se caracteriza por la medida, el límite y lo simbolizable; y goce femenino, ese que Lacan dice como suplementario al fálico. Goce Otro, que también llama en el Seminario 19 gozoausencia, lugar que no tiene representación ni límite alguno.

1
Carolina Rovere- Sergio Zabalza “Cuando una preciosa se hace bella” en La palabra que falta es Una mujer”, Buenos Aires, Letra Viva, 2013; P. 24

miércoles, 5 de febrero de 2014

Testigo de una psicosis * - Cuarta parte

* Por Lic. Romina Giavino

La coyuntura en la que M desencadena su psicosis, se ubica meses posteriores al fallecimiento de un hermano mayor (muerte súbita). Cabe preguntarse qué solución la mantenía estable hasta ese momento, en que es convocado Un-padre y se encuentra con el agujero. “Pero ¿cómo puede el Nombre-del-Padre ser llamado por el sujeto al único lugar de donde ha podido advenirle y donde nunca ha estado? Por ninguna otra cosa sino por un padre real, no en absoluto necesariamente por el padre del sujeto, por Un-padrei”. Lacan habla de buscar ésta coyuntura dramática en el comienzo de la psicosis. M fue internada por brote psicótico y retirada de la clínica por su madre, diez días después, contra indicación médica. Cabe preguntarse qué logró estabilizarla luego de su externación y si es posible, que como es el único momento en el que M presenta ideas delirantes, si las mismas pudieron llegar luego a una determinada condición que alcance un punto de capitón en la metáfora delirante, “metáfora de suplenciaii”. Un año después llega al consultorio (con los fenómenos ya descriptos). Me orienté a establecer qué soluciones la mantenían estable y qué la desestabilizaba, tratando así de orientar el goce a una función “positivaiii” en el primer caso y “limitativaiv” en el segundo. Durante el tratamiento, se observa que su actividad de pintar logra un efecto de suplencia, en el sentido de apaciguar los efectos de la falla primordial. Esta podría considerarse un tratamiento de lo real a través de un recurso simbólico, la “sublimación creacionistav”. También hace las veces de anudamiento, otras actividades que realiza junto a la AT, con quien se nota que M comienza a hacer lazo. Aquí apuntalo entonces en sostener dichas actividades que configurarían el cuarto nudo para restituir el modo de anudamiento (no borromeo) en la psicosis. La pintura haría las veces de un sinthome. “Si la psicosis es el fracaso de ese anudamiento de tres registros, produciendo un efecto de intrusión de un registro sobre otro, la suplencia es un remiendo con la firma de su autorvi”. Por otro lado, se observa que la actividad de biodanza, cuando realizaba talleres de varias horas, la desestabilizaba, al igual que las exposiciones de sus obras, en las que también acudía mucha gente. Apunto a limitar éstas situaciones en las que “exponer-se” dejaba al descubierto lo frágil de las suplencias y la necesariedad en la esquizofrenia de inventar “los recursos para ligarse a su cuerpovii”. Recursos sin el auxilio de los “discursos establecidos” y sin un fantasma que cifre el goce.
Entonces el analista como testigo en la clínica de las psicosis, es el modo de entrada para tomar nota del agujero estructural e intentar “apuntalar” el goce agobiante. Que el sujeto psicótico logre localizarlo y darle un tratamiento a través de la suplencia, propia de su singularidad, haciendo posible la existencia sin la “carretera principal”.
i
Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2
Soler, ídem.
Soler C., ídem.
Soler C., ídem.
v
Soler C., ídem.
Ramírez Escobar J.M., “Hacia una clínica de las suplencias en la psicosis”, en Affectio Societatis, Vol. 5, n° 9
Miller J-A., “La invención psicótica”, en Virtualia n° 16











BIBLIOGRAFÍA:

Clavreul J., El orden médico.
Freud, “Introducción al narcicismo”, en Tomo XIV: Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras
Lacan J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2.
Lacan J., Seminario 3: Las psicosis.
Lacan J., Seminario 23: El sinthome.
Laurent E., “El niño y su madre”, en Hay un fin de análisis para los niños.
Mazzuca R. y cols., Las psicosis: fenómeno y estructura.
Miller J-A., “La invención psicótica”, en Virtualia n° 16 (http://virtualia.eol.org.ar/016/index.html)
Ramírez Escobar J.M., “Hacia una clínica de las suplencias en la psicosis”, en Affectio Societatis, Vol. 5, n° 9
Recalcati M., “La cuestión preliminar en la época del Otro que no existe”, en Virtualia n° 10 (http://virtualia.eol.org.ar/010/default.asp).
Soler C., Estudios sobre las psicosis.