miércoles, 27 de agosto de 2014
Dejarnos enseñar por el autismo* - Útlima parte
*
Por Claudia Lijtinstens
5-Algunas
reflexiones finales:
El
cálculo institucional requiere bascular en esa tensión entre el
sujeto y la presencia de ese real.
La
intervención más propicia -tanto frente al goce homeostático
inercial como al desborde de un real insoportable- es la introducción
de un freno, de una pausa cuando el sujeto se ubica como condensador
de goce, identificado al objeto.
Ese
NO o puntuación que se sostiene en la presencia del cuerpo
institucional, del equipo, del interviniente como partenaire real,
introduce nuevos circuitos metonímicos de los objetos, acerca la vía
discursiva como una forma de tratar los
ruidos perpetuos de la lalengua,
de lo cual el sujeto de defiende.
Se
requiere, entonces, realizar un doble movimiento: por un lado,
acompañar el hecho de que la lengua tome a su cargo el goce, el
trabajo interpretativo; establecer ese lugar del Otro, es decir,
permitimos el abrochamiento que localiza el goce, autorizamos la
instalación del lugar del Otro
pero,
a la vez, apuntamos a la puntuación, a la estabilización, a la
homeostasis; apuntamos a la posibilidad de que se produzca un corte,
que la lengua sea menos compacta u holofraseada.
Se trata de producir pausas que puntúen la holofrase
significante infinita.
Apuntar
al síntoma es, justamente, volver sobre los significantes,
aislarlos, separarlos de la cadena, darles todo su lugar y centrarse
en el acontecimiento de cuerpo que representa ese significante, los
signos que denotan alguna tenue satisfacción,
aislarlos
a la manera del fenómeno elemental. Acoplarse al trabajo del sujeto
para leer cómo se conforma, en cada caso, ese real.
Es
sólo a partir de ese trabajo que su tratamiento permite hacer
ingresar un intercambio, la elaboración de una secuencia discursiva
y definir verdaderos espacios de sujeción.
Se
trata entonces, como lo recalca Laurent, de hacerse partenaire
real del sujeto autista1
(al igual que ese objeto), no apelando ni al maternaje
ni a la dimensión educativa (aunque los cuidados sean ineludibles y
los aprendizajes se desplieguen), es decir, no tomando lugares
enmascarados ni por el saber ni por el amor, sosteniendo una barrera
a la invasión de goce que posibilite desplegar algún tipo de
empalme
con el objeto y con el Otro.
A
diferencia de las prácticas que apuntan a la normalización y la
compensación de aquello que permanece bajo un déficit o
desadaptación, la orientación lacaniana introduce la vía de la
enunciación.
Se
propone elevar aquello que funciona para el sujeto como solución o
defensa, a la dignidad de una metáfora de la posición subjetiva,
elevar el problema del autismo a una condición de sujeto, poniendo
de relieve las soluciones que él mismo nos proporciona.
Entonces,
dejarse enseñar por eso que el sujeto autista nos proporciona, pero
también por aquello que la experiencia
de un psicoanálisis personal enseña a un practicante, “una
potente herramienta para situar su acción respecto de los sujetos
autistas, en la adecuada distancia de los ideales de normalización o
de normalidad. (Miller,
Judith).
Es
esta una condición ineludible para desplegar un acompañamiento
fecundo, no masificante, del sufrimiento en la infancia, que abra el
camino a nuevos espacios más libres de las constricciones
autísticas.
Etiquetas:
Autismo,
Clinica con niños
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