miércoles, 7 de mayo de 2014
El ballet de la hija, la madre y la mujer.* - Última parte
*por
Graciela Giraldi.
Por
un lado, en la obra cinematográfica Nina se ofrece a la mirada de
los otros en su danza en tanto poesía corporal, lo que nos hace
reflexionar acerca de que en esa elección que cada bailarín realiza
de danzar toda una vida no es sin el goce del cuerpo, goce que
también incluye privaciones de otras satisfacciones.
Pero
en Nina, ¿cuál es su goce más allá del que obtiene al danzar?
Ella
goza de ser la niña de los ojos de mamá, de allí y la gracia
infantil.
Y,
consecuentemente, sus inhibiciones se ponen al rojo vivo cuando su
profesor le demanda representar en el baile al cisne negro, con sus
semblantes de sensualidad y seducción femenina.
Ella
no puede imaginarse con alas cuando baila porque tiene la convicción,
la certeza de que le crecerán y para ello se incrusta canutos en su
espalda que la llenan de escoriaciones.
Esta
cuestión evoca la renegación como una de las respuestas de la niña
ante la falta de pene que Freud sitúa en su texto sobre la
femineidad. (1)
Ahora,
si bien Nina logra ser elegida por el director de la obra para
representar en el ballet a los dos cisnes, ella queda atrapada entre
la espada y la pared, entre la niña y la mujer.
En
el film, el personaje de Nina representa la problemática de la
elección femenina y es que para hacerse mujer, cada una tendrá que
separarse de ese lugar de objeto que ha ocupado en el deseo de la
madre.
Y
si leemos la problemática de Nina como una cuestión clínica
podemos pensar que en el acto suicida ella encarnó a la niña que se
separa en lo real de la madre, ofreciéndose a su mirada como el
objeto del sacrificio a la manera del cordero pascual.
A
la manera de conclusión y anzuelo para las elaboraciones que sumará
el lector, considero que para el acceso a la femineidad cada mujer
debe cernir algo del estrago materno, ese real del que dan cuenta los
testimonios de los AE (analistas de las escuelas de la Asociación
Mundial de Psicoanálisis) apoyándose en aisladas representaciones
como: la Reyna de la noche y la mirada rasgada; o el vozarrón del
marido para una analizante que se hacia devastar por su partenaire.
Referencias
bibliográficas:
Freud
S., Sexualidad
femenina, tomo VIII.
Obras Completas, Ed. Biblioteca Nueva.
Lacan
J., Encore,
Sem. XX, Editorial Paidós.
Miller,
J-A., El niño entre la mujer y la madre,
Revista Nueva Red CEREDA, Nº 1, 1998.
Laurent
E. Posiciones femeninas del ser,
en Sexualidad femenina de la Colección Orientación lacaniana.
Testimonios
del pase, página WEB de la AMP.
Etiquetas:
Amor,
Psicoanalisis y femeneidad
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