miércoles, 13 de noviembre de 2013
MARCAS DE UNA EPOCA: LA OBESIDAD* - Última parte
Obesidad
y pulsión
El consumo
crea la ilusión de completud, sumiendo al sujeto en el autoerotismo
y coartando la posibilidad de lazo social.
Las
prácticas en la obesidad muestran dicho consumo, en la incorporación
irrefrenable de alimentos. Nos muestran ese exceso de goce en un
síntoma que escapa a las coordenadas simbólicas pensadas para la
construcción del síntoma clásico.
Nos
dicen sobre la desregulación pulsional tanto en el plano de la
oralidad como en la mirada. Sabemos que se come no solo a los fines
de la nutrición. Como señala J-A Miller1,
comer va de la mano de beber y hablar, es decir, que se come también
para gozar. Lo que apremia es la pulsión oral, el placer de la boca.
Asimismo,
el cuerpo del obeso se presenta, tal como alude Domenico Cosenza2,
como obscenamente evidente a la mirada del Otro.
Un cuerpo
excedido, que devora, que intenta no dejar restos, no dejar un
espacio que confronte con la falta, con el deseo.
En
esta época, en relación a lo que venimos diciendo y que J-A Miller
ha dado en llamar “Goces sin el Otro”3,
los sujetos muestran su goce y donde el Otro ya no opera con su
mirada en la producción de vergüenza que acote ese goce.
En una
época donde ha caído el N del Padre, donde no hay un Otro que pueda
limitar con su mirada los goces de los sujetos, el Psicoanálisis
intervendrá si los sujetos consienten en la búsqueda de esa verdad
reprimida, de esos significantes que los mantiene ligados a esos
objetos de consumo que más que “hacerlos felices” le garantizan
malestar y estrago.
1
Miller, J-A: El banquete de los analistas
2
Domenico Cosenza “La obesidad como síntoma
contemporáneo” en Aperiódico Psicoanalítico N° 17 “Sigan
gozando!”. Directora Edit Tendlarz
3
Miller, J-A y Laurent, E: El Otro que no existe y
sus comités de ética. Paidós, Bs. As., 2005
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