miércoles, 1 de febrero de 2012

EL SUJETO EN LA OBESIDAD* - Quinta parte

*Trabajo presentado en el Sexto Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur (2010) por Juan Pablo Martin Mogaburu, Natalia Loprete y Cecilia Mastropierro.

Parece ser que el hambre en la obesidad, deja lugar al atracón, que comúnmente es llamado angustia oral, pero, es un acto que justamente evita la angustia, si decimos que actuar es quitarle a la angustia su certeza (Lacan, 1963). En tal sentido, el sujeto obeso, puede decirse es preventivo en tanto previene un vacío, un encuentro con la imposibilidad estructural. Un acto que daría cuenta de un no querer saber nada acerca de la falta, un atraco al deseo. En otras palabras, se impone un siempre lleno, una im-postura en donde el hambre, necesariamente remite a otro objeto por más que este se instale en la comida. Es el objeto de la pulsión, anclado en la ilusoria creencia en la posibilidad de la satisfacción plena: la existencia de la relación sexual, de la posibilidad de adecuación. Freud en “Más allá del principio del placer” dice en relación a la pulsión : “… nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que consistiría en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción; todas las formaciones sustitutivas y reactivas, y todas las sublimaciones, son insuficientes para cancelar su tensión acuciante, y la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante, que no admite aferrarse a ninguna de las situaciones establecidas, sino que, en las palabras del poeta, ” (Freud, 1920, 42). Esto da cuenta de este fracaso y éxito de la repetición; éxito en tanto ganancia de placer de otra índole en tanto hay satisfacción parcial, y fracaso en relación a la imposibilidad de ligazón de la pulsión en su satisfacción plena. Algo se satisface, pero no se cancela; continúa la búsqueda, en tanto no hay objeto adecuado. En relación a esto es que Lacan, en el seminario 16, nos dice: “El sujeto hace la estructura del goce, pero hasta nueva orden, todo lo que pueda esperarse de ello, son prácticas de recuperación. Es decir que lo que el sujeto recupera no tiene nada que ver con el goce, sino con su pérdida.” (Lacan, 1969, 104).

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