miércoles, 13 de octubre de 2010

Sobre "El peso de la tentación" *

*por Ana María Shua (Escritora Argentina)

Luego de la lectura del libro de Ana María Shua, El peso de la tentación, el Aperiódico Psicoanalítico contactó a la autora para preguntarle cómo fue que se puso a escribir sobre esta temática, y de qué manera decidió cuáles serían las características centrales de la novela, en cuanto al argumento y al tipo de abordaje. Amabilísimamente, recibimos este texto por respuesta.

Es difícil para un escritor entender sus propios “cómo” y “por qué”. Sobre todo los “por qué”. Aunque nunca fui obesa, la cuestión de comer o no comer siempre estuvo muy presente en mi vida personal.
En mi novela "El peso de la tentación" se cuenta la historia de un grupo de personas encerradas en un centro de adelgazamiento que utiliza métodos extremos y pesadillescos. Nunca estuve en un lugar así. De toda la novela, lo que es rigurosamente autobiográfico es la historia clínica de la protagonista: fui a todos los médicos, tomé todas las pastillas, siempre en lucha contra mi voracidad y tendencia al descontrol. Mi hermana era, igual que yo, una gordita dietera, hasta que hace treinta años se fue a vivir a Estados Unidos. Allí, la ausencia de presión social contra los gordos, tan deseable desde cierto punto de vista y tan peligrosa desde otro ángulo, le permitió convertirse en una mujer de 105 kg. con 1,52 m. de altura. Varias veces bajó más de treinta kilos, varias veces los volvió a subir.
A pesar de que la cuestión está presente constantemente en cada instante de mi vida (estoy siempre arrepentida de lo último que comí y pensando en lo próximo que voy a comer), no me parecía adecuado para una novela. Traté de resistirlo. El tema de los gordos no es prestigioso, no parece adecuado para escribir Gran Literatura, los gordos son ridículos, son cómicos, son objeto de burla. Ningún actor de tragedia podría ser gordo, un gordo es visto por la sociedad como una especie de payaso siempre en funciones. En cierto modo era un desafío y después de muchas dudas (pero uno no elige tanto lo que escribe) me decidí a encararlo.
Me preguntan mucho acerca de mis investigaciones. En general, fueron sobre mi propio cuerpo. Pero además, años de participación en grupos de gordos me hicieron conocer experiencias ajenas. Todo esto sin haber sido jamás una auténtica gorda, pero cada día, cada hora, cada minuto luchando por no serlo.
Desde otro punto de vista, a mí me interesa mucho escribir sobre grupos de personas en una situación de encierro, y sobre las relaciones de la gente con una autoridad injusta, ante la cual algunos se someten y otros se rebelan. Este tema de fondo reaparece en casi todas mis novelas. La medicina y la relación sado-masoquista entre médico y paciente también están presente en muchos de mis otros libros.
Creo que El peso de la tentación no sólo tiene que ver con la obesidad, sino, en general, con todas las adicciones. El abordaje psicológico de la adicción es útil desde el punto de vista del individuo, pero insuficiente desde el punto de vista de la sociedad. La droga no entra por demanda, entra por oferta. Todo tipo de droga. La comida no es una droga, pero sí lo es el comer demás. La industria alimentaria mundial necesita colocar sus productos a toda costa y la consecuencia es la epidemia de obesidad que se expande por el mundo entero, incluso entre los países más pobres: la obesidad en la pobreza es un hecho real y bien conocido por los investigadores.
Y dando un paso atrás, con más perspectiva, creo que El peso de la tentación es una novela acerca de la libertad y del libre albedrío. Como narradora, no tomo partido. En lo personal, no creo que entregarse inmoderadamente a la adicción sea una forma de libertad. Es la represión la que nos hace humanos. Tampoco estoy de acuerdo con los métodos coercitivos que intentan reemplazar la voluntad. Pero ceder nuestra libertad a otros no es menos riesgoso que cedérsela a una pizza grande. ¿Cuál es la solución? Soy una escritora de ficción, no es mi misión encontrar soluciones, sino plantear preguntas.

(Artículo publicado en el "Aperiódico psiconanalítico")

miércoles, 6 de octubre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Última parte




* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

El obeso parecería ubicarse en una posición infantil, de aceptación a la demanda
estragante del Otro sin titubear, en el que la deseo queda reducido a la necesidad,
transformándose en objeto de goce, sujetos que no pueden hacer ninguna experiencia de la falta, ni en el sentido más simbólico (separarse del Otro, desear) ni en relación al vacío del estómago (el del obeso está siempre lleno). Las soluciones fallidas por cierto, al problema de la obesidad con cirugías, dietas o estudios científicos de tipo bioquímico, fracasan justamente al no tener en cuenta su dimensión psíquica, el sujeto rebajado al estatuto de objeto de la ciencia.
Es importante poder pensar por qué, dentro de un contexto social que empuja al
consumo excesivo, unos sujetos eligen la comida, otros las drogas y otros rechazan todo consumo. La relación del sujeto con la comida y con su cuerpo depende de su relación con el Otro, con la falta, el deseo y el goce. No se puede abordar seriamente el tratamiento de un problema vinculado a la alimentación y al cuerpo desconociendo lo que concierne a la subjetividad. Una paciente obesa, de 53 años en sus dichos da cuenta de esto:
“Mi madre me prohibía comer todo lo que a ella no le gustaba, y me hacía comer cosas grasosas que yo terminaba tirando cuando podía, sino me lo comía, no podía decir que no, es lo que me pasa ahora” “Me casé y me liberé y empecé a comer todo lo que quería y nadie me decía nada, comía a escondidas”. “Dormí hasta los 5 años de la mano de mi madre, nació mi hermana y volé, me soltó”.
Para ésta paciente, anudarse a un hombre que no le dice nada, como salida a la relación con este Otro infernal, fue una salida muy precaria.
Sólo en la medida en que el sujeto obeso pueda hacerse responsable de su posición podrá comenzar a cuestionar algo de esa plenitud que lo ahoga.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Cuarta parte

* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

¿Cómo se hace entonces para adelgazar?
“Quiero adelgazar” dicen los pacientes cuando arriban al tratamiento. Vienen de una cronicidad de dietas y de repetidos intentos de perder peso. Van de tratamiento en tratamiento buscando ayuda; buscando la DIETA y es así que con la dieta insostenible se boicotean los tratamientos. La dieta falla y la persona falla, se generan sentimientos de inutilidad y baja autoestima.
Que la dieta es el OBJETO DE FRACASO hacia los tratamientos. “Me dieron una dieta la colgué en la heladera, la seguí una semana y luego me canse”, “comía todo lo de la dieta, todo diet y luego me comía todo como si no me importara nada.” Se esta a dieta o se esta rompiendo la dieta estas son las dos modalidades que se maneja un dietante crónico. Se agota de tantos tratamientos fracasados, se desmotiva de tantos intentos de cambio fallido.
Adelgazar o bajar de peso no debe ser la prioridad. Porque cuando mas piensa que necesita bajar de peso menos lo logra. El bajar de peso viene acompañado con un cambio en el pensamiento y en la conducta. ¿Las dietas engordan? Sí, y es comun ver que personas obesas que siguen dietas terminar con un peso corporal mayor a las personas que nunca hicieron dietas.
El tratamiento alimentario basado en la recomposición del orden alimentario sin la
imposición del el concepto de dieta los libera del peso que marca la balanza. El peso corporal solo es un reflejo de la ingesta alimentaria. El control sobre lo que se come en oposición al descontrol de lo que pesa.
El no proporcionar una dieta establece un orden. ¿Como se puede pensar en cambios de la conducta, del estilo de vida si se comienza con una dieta? Reaprender a comer en un estilo sustentable; que rico lo que comí, lo valoro, lo hablo, lo elogio, lo registro, lo comparto. Por eso en nuestro tratamiento es libre de dietas y hacemos hincapié en el cambio de hábitos, en una alimentación sana, placentera, sin prohibiciones y en una vida activa incluyendo al ejercicio físico como base de la recuperación. Llenar espacios con otros intereses que no sean la comida.
Si la anoréxica “come nada”, el obeso tiene una boca que no termina de llenarse nunca. En ambos casos el sujeto hace un uso muy particular del alimento, transformándolo en un objeto de goce. El obeso es un sujeto que queda capturado en las redes de la demanda del Otro, en la dialéctica del consumo. No puede rechazar lo que el Otro le ofrece (al contrario que la anoréxica), lo cual implica decir no a su propio lugar como sujeto del deseo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Tercera parte

* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

El estar a dieta implica:
PROHIBICION cuando se pone a dieta se prohíben alimentos. La represión forzada trae aparejado un quiero comer más. Todo lo que se prohíbe se anhela, todo exceso se vivencia como infracción. Eliminar totalmente de la dieta ciertos alimentos, como los dulces, por ejemplo, y desearlos constantemente durante ese lapso. “Quiero adelgazar para poder comerme todo.”
DEPRESION cuando se abandonan los carbohidratos se produce en el cuerpo una alteración en un neurotrasmisor de la felicidad llamado serotonina que esta involucrado en la regulación del apetito. La baja de serotonina deprime, ¡el antitesis del gordito feliz! Por otro lado, se produce una ilusión de adelgazamiento porque los carbohidratos arrastran cuatro veces su peso de agua y al no ingerirlos ocurre una pseudodeshidratación que se restablece una vez que se incorporan otra vez en la alimentación.
DESBALANCE NUTRICIONAL. Si la alimentación es desequilibrada se pueden
ocasionar carencias de minerales, de vitaminas y otros nutrientes importantes. El gordo puede y suele estar desnutrido. Desnutrido por las inadecuadas selección de alimentos, por comer masivamente en los atracones, por repetidas dietas. Desnutrido de deseo????
PRODUCTOS DIETETICOS. Las dietas van acompañadas casi siempre por la ingesta de alimentos diet, bajo en calorías, hipograsos, reducidos en azúcar, etc. Estos alimentos juegas una encrucijada psicológica y muchos piensan que se pueden comer libremente. El hacer dieta puede alterar la actitud con la que normalmente se relaciona una persona con la comida. Los dietantes habituales se relajan y comen más cuando se ofrecen productos dietéticos y hasta pueden comer el equivalente o mas del mismo producto no dietético. Se puede llegar a comer un paquete de galletitas de salvado, gratificación no permitida con galletitas blancas. Nadie adelgaza comiendo light, diet, sugar-free, sin colesterol. El autoengaño del rótulo Light hace pensar que no engorda y en realidad es que tiene un significativamente inferior número de calorías. Se sacan las grasas se aumentan las proteínas y se terminan teniendo las mismas calorías.
EFECTO ATRACON Cuando se esta a dieta se experimenta un efecto de supresión del apetito, se toma la decisión de ir en contra de las señales de hambre y saciedad lo que ocasiona una desregulación del apetito. La cabeza dice una cosa y el cuerpo otra, es una lucha constante. “Y ya rompí la dieta…” El efecto es un comer compulsivo después de la restricción. De la dieta al atracón, en tanto impulsión que aparece al no poder responder a esa demanda, es ahí donde puede precipitarse la caída de la escena (pasaje al acto) como objeto que asegura la verdad del Otro.
EFECTO YO-YO característico del dietante crónico. “Me pongo a dieta, bajo de peso, como de mas, subo de peso, me pongo a dieta.” Los cambios de peso producen desequilibrios metabólicos, cambios en los niveles de colesterol, azúcar y otros en sangre y con sus posibles enfermedades asociadas. La restricción continua de alimentos conlleva a una mayor sensación de hambre, que además es constante, y el saldo es inevitable: volver a comer con culpa, y recuperar el peso perdido, y a veces incluso, algunos kilos más. Es lo que conocemos como "efecto rebote".

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Segunda parte




* por Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela (“Centro El Colibrí”)

La dieta ofrece control. Persiste un intento de ordenamiento y del hacer algo simbólico como la dieta de la luna, la de la sopa, la dieta de emergencia del verano. Se ponen una fecha límite, se agenda la consigna: lunes dieta. Ordenan en lo simbólico algo que es de otro orden, ¿intento de cernir lo real? Sin generalizar, y siguiendo la pauta “del caso por caso” muchos pacientes psicóticos son obesos, cabe la pregunta entonces, si la obesidad, en estos casos es un intento de suplencia, un intento de anudamiento, un sinthome?, ubicada en lo que el psicoanálisis lacaniano concibe como psicosis ordinaria, o estamos
en el orden de la debilidad mental? En donde el cuerpo del sujeto y su madre es uno, sin intervalo significante, congelamiento, holofrase S1-S2 (significante amo-saber), y como consecuencia no hay estatuto de síntoma sino más bien del orden del fenómeno psicosomático, recorte real del cuerpo, rechazo al inconsciente.
Hacer dieta denota renunciar al placer que brinda una comida que nos gusta. Hacer dieta significa renunciar al goce. ¿Y qué mas me puede dar la vida si me quitan el goce?
Podría pensarse entonces la dieta como un intento de acotamiento de ese goce autista, goce mortífero del obeso, goce cuya cede privilegiada es el cuerpo, que al ser atravesado por el significante, lo separa y lo vuelve cuerpo de deseo, que los objetos plus de goce, semblantes del objeto a - ese resto caído de la operación en la que el sujeto es atravesado por la castración en su relación al Otro-, es que estos objetos intentan recuperar ese goce perdido.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Otra (o) dieta - La diet A contra el Otro * - Primera Parte

* por la Dra. Valeria Matzkin y Luciana Varela del "Centro El Colibrí"

La cultura actual esta plagada de oferta de dietas, de tratamientos, de formas de adelgazar, de drogas que reducen el apetito, de ejercicios etc. Acumular, poseer, tener, son valores actuales de la sociedad que ENGORDAN. El gordo esta mal visto, esta en fuera de moda, en desuso. Frecuentemente considerado un vago que busca soluciones rápidas, mágicas y efímeras como una dieta.
Y el gordo se ocupa, consume tratamientos y consume dietas. La dieta trascurre, la grasa perdura. Estar a dieta es un estado no un habito perdurable. Pasar de un estado a otro: de comer nada a comerse todo. El otro extremo de la dieta es la indulgencia. Si hay creencia de dieta existe su polaridad la voracidad, la impulsión y la compulsión, lo desanudado de la pulsión, una sustitución que hace la comida, al síntoma. Por eso es tan difícil hablar de moderación en estos casos.
Ayunar durante varios días o comer muy poco. Comer Nada. La versión anoréxica, ese comer nada, “ese apetito de muerte”, fijación de goce, goce opaco, silencioso, como intento fallido de preservar su deseo ante el estrago materno, cuerpo hecho falo…un poco flaco, pero falo al fín. Ya sabemos con la clínica actual, las consecuencias de la carencia de significación fálica y no solo al modo de las psicosis, síntomas opacos que no demandan interpretación, siendo pura repetición al Otro.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿CÓMO AMAMOS HOY?* - Sexta entrega

*Este texto forma parte del libro “¿Todo sobre las drogas?” (págs.156/164) de Ernesto S. Sinatra, Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) Psicoanalista, Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP); co-fundador del TYA (red de Toxicomanía y Alcoholismo) y autor de "Consecuencias del psicoanálisis" (Anáfora, 1991); "¿Por qué los hombres son como son?" (Atuel, 1993); "La racionalidad del psicoanálisis" (Plural, 1996); "Más allá de las drogas" (Plural, 2000);"De los conceptos a los matemas" (Cuad.del ICBA, 2001); "Nosotros, los hombres" (Tres Haches,2003); "Las entrevistas preliminares y la entrada en análisis" (C.ICBA 2004); "Las neurosis -jeroglíficos, blasones, laberintos" (C.ICBA, 2009) y "¿Todo sobre las drogas?" (Grama Ediciones, 2010)

2.3 La química del amor femenino



Hace ya algunos años escribí ¿Por qué los hombres son como son? libro en el que intenté situar ciertos ejes de la sexualidad masculina que determinan el malentendido de los sexos a partir del ensañamiento de los hombres con el falo (elemento central de los desajustes con el Otro sexo, pivote del rechazo al goce femenino en nombre de la castración). Hoy, luego de haberle dedicado a la empresa un segundo volumen1, nunca imaginé que esa pregunta –encarnada tradicionalmente como queja por las mujeres- encontraría su respuesta desde las neurociencias.


A través de una resonancia magnética nuclear se habría detectado que la amígdala del cerebro es uno de los centros primarios de la actividad emocional; pero esto no es todo, ya que a partir de aquí se afirma que las emociones tendrían género, pues se habría corroborado que la mayor presencia de oxitocina en las mujeres que en los hombres las encausa a ellas decididamente hacia el amor (especialmente en las madres, ya que es una hormona más activa en ese estado).


Deberíamos entonces responder que los hombres ‘son como son’ a causa del predominio de testosterona y –aquí viene la novedad–, especialmente por su escasa capacidad para emplear la otra hormona de referencia, la oxitocina, abanderada química de la liberación química femenina del nuevo siglo. A los hombres les faltaría lo que las mujeres producen sin inhibición (como sí lo harían los hombres con la oxitocina, inhibida por la testosterona).


Hace algunos días los periódicos han publicado, alarmados, índices crecientes de daños cardíacos producidos en las mujeres de nuestro país a causa de su agitado nivel de vida. Al mismo tiempo, algunas experimentaciones dicen haber comprobado que ‘las caricias y los abrazos cumplen una función terapéutica en el corazón de la mujer’, literalmente.


Aquí también –como no imaginarlo– es la oxitocina la encargada de bajar la presión sanguínea y el ritmo cardíaco. Ergo, hay que abrazarse más, lo que lleva a una indicación orientada desde la industria del comportamiento: conseguir partenairees (masculinos o no) que las abracen más.


Ahora comprobemos otras cualidades terapéuticas y funcionales atribuidas a la nueva panacea química, supuesta base real de la industria del amor aplicadas al género femenino: ‘estrechan el vínculo entre madres e hijos’; nos hace ‘mejores personas, más confiadas y confiables; pero, atención, sobre todo ayudaría a que las mujeres logren partenaires estables, ya que esta hormona: lograría ‘determinar el partenaire sexual por su capacidad de estimular a las mujeres para formar vínculos emocionales fuertes’.


Se desprende una ideología del amor, reintroducida por la química del sexo: desde influir en la elección del partenaire, hasta controlar el amor-pasional limitando sus efectos contingentes (ya que se sabe que la durabilidad es pautada).


Pero aún hay algo más, salida especialmente dedicada para aquellas mujeres que no han tenido demasiado éxito en la elección del partenaire sexuado, ya sea por desinterés o por neurosis: se habría demostrado que ‘shopping y sexo dan la misma satisfacción’ . Mis queridas señoras, señoritas, por si no lo entendieron aun: si no tienen partenaire tienen tarjeta de crédito. El shopping las espera; y -él sí- no las va a defraudar.


Pero por esta vía volvemos a encontrarnos, nuevamente, en el reino de los semblantes, deslizándonos –ahora de un modo canallesco– en una nueva de lo real.